Paposo y su Hacienda
En un lugar único y diferente
Paposo, un territorio fascinante, y esto va dado por la vida
natural que sobresale por esta parte del desierto; un territorio aprisionado
entre el mar y las abruptas serranías de la cordillera costera, paraje vasto
que contiene y cobija a los herederos de la etnia camanchaca, quienes se
distribuyen por el antiguo poblado (aquella locación de la que habla Jullien
Mellet o el naturalista Rodulfo Philippi) o, por sus dispersas caletas.
Cortijo de Llompi o Estancia Paposo (en Philippi, 1860)
Aguada La Capilla
Los extranjeros gustan de visitar este espacio – esto no nos
debería llamar la atención- especialmente por la gran diversidad de especies
botánicas, un verdadero álbum de la flora nortina al aire libre y totalmente
abierta al visitante, mientras que los connacionales vienen por curiosidad, por
aquello de conocer la vida silvestre en el desierto más absoluto y por alguno
que otro atractivo que ofrece esta parte del territorio en una región que mira
-o nos piden que miremos- al cielo, mejor dicho, al universo.
La Hacienda y la Heredad
Nuestra historia comienza así: Para reafirmar el nombre de
“El Paposo”
Evangelizando a los grupos Changos de “El Paposo”:
Notas antropológicas de una expedición de misioneros en el
año 1841.
“La estancia denominada "El Paposo" formaba parte
de la propiedad de don Miguel Gallo Vergara, rico hacendado de Copiapó y
comprendía una extensa zona de "cuarenta y cinco leguas," de costa,
desde el lugar nombrado "Hueso Parado" hasta la punta de Miguel Díaz,
lugar que era reputado a la sazón como el límite con Bolivia, y donde comenzaba
-hacia el Norte- el desierto absoluto, totalmente carente de agua y vegetación”
La Hacienda y la Heredad
(Los orígenes)
Paposo o El Paposo, como sale referenciado en los antiguos
textos, nos habla del antiguo puerto que se ubicaba a unos 60 kilómetros al
norte de la ciudad de Taltal, cuya historia conocida se remonta al 4 de julio
de 1679, fecha en que dicho territorio comienza a tener un dueño, por la merced
(concesión) que realizó el Capitán General del Reino de Chile Don Juan
Henríquez a Don Francisco de Cisternas Villalobos, un encomendero (persona que
debe “cuidar, alimentar y evangelizar” a los aborígenes de América a cambio de
un bien). De Cisternas Villalobos era considerado un castellano atrevido y audaz,
descendiente directo de conquistadores y proveniente del valle de Copiapó.
La Merced “La Hacienda”, comprendía mil quinientas cuadras de
la época, de sur a norte (casi un grado geográfico en extensión, es decir, 111
kilómetros o 69 millas) y abarcaba desde Hueso Parado hasta Miguel Díaz (por el
norte de Taltal). El límite por el Poniente era el Océano Pacífico, y por el
Oriente hasta las cercanías que miran a la pampa central o llanuras del
Desierto.
Esta gran extensión de tierra no generó los frutos esperados
por el Maestre de Campo, ya que los minerales que se suponía habría no fueron
descubiertos; así, decide detener la búsqueda y dedicarse a trabajar y
disfrutar de su merced, en la que el clima, vegetación y ganado menor le
permiten asentarse y subsistir sin problemas.
Durante la época del Imperio español, la bahía de Nuestra
Señora aparece mencionada como parte del corregimiento de Copiapó de la
Capitanía General de Chile.
El 6 de septiembre de 1777 se emite una Real Orden referida
al cobro relacionada al almojarifazgo y alcabalas en Chile el cual hace mención
del despoblado de Atacama y los pueblos circundantes como parte de la
jurisdicción chilena:
Aunque en el corregimiento de Copiapó, cuya cabeza es la
villa de San Francisco de la Selva, se contienen los puertos de Cobija y bahía
de Mexillones, puerto de Betas, el de Juncal, el de Copiapó o la Caldera, Bahía
Salada, puerto del Totoral y el del Huasco, como son tan accidentales las
arribadas de navíos con este arreglo, y también a las cortas entradas que
puedan ocurrir por la cordillera, camino del Despoblado y de territorio de
aquella jurisdicción, el administrador de este destino propondrá el sujeto o
sujetos que conceptuare necesarios para la mejor recaudación de dichos ramos y
aumento de la Real hacienda
(Archivo General de Indias de Sevilla, Audiencia de Chile,
legajo 328)
Asimismo, en el mapa levantado por la Armada española en 1792
se incluye dentro de Chile desde el paralelo 22° al sur, en otras palabras,
desde la zona del río Loa. En el mapa de 1793 elaborado por Andrés Baleato,
director de la Escuela Náutica de Lima, por orden del virrey Francisco Gil de
Taboada y Lemus, Chile tiene como frontera norte el grado 21° y medio, en
específico la desembocadura del río Loa, haciendo mención explícita que la zona
estaba despoblada y recién habían poblados desde el paralelo 24°.
Hipólito Unanue publica sobre el Perú en 1793 lo siguiente:
La ensenada de Túmbez lo separa por el norte del Nuevo Reino
de Granada y el río Loa por el sur del desierto de Atacama y reino de Chile
(Guía política, eclesiástica y militar del virreinato del
Perú de 1793)
En la memoria del Francisco Gil de Taboada que le dio a su
sucesor Ambrosio O'Higgins en 1795 se describe el límite entre el Perú y Chile
el río Loa.
Durante la época del Gobernador, don Ambrosio O'Higgins
(1788-1796), milicias de Copiapó, por orden de sus autoridades locales, se
apostaron en Paposo a fin de desbaratar eventuales desembarcos de corsarios
ingleses que rondaban el litoral del desierto de Atacama. La administración
civil y judicial de Paposo quedó a cargo de un diputado territorial o teniente
de corregidor con asiento en esa localidad y que dependía del subdelegado de
Copiapó, inicialmente este cargo recayó en don José Zuleta, pero tras los
abusos a los changos fue reemplazado por don Gregorio Almendariz a fines de
1789.
Sabido el intento de fundar una villa, se presentó ante el subdelegado
de Copiapó Julián de la Sierra con la finalidad de oponerse a la ocupación de
sus tierras. Él junto a su esposa de Felipa Mercado y Cisternas eran herederos
de las más de 1.500 cuadras de tierras, distribuidas en varios lotes que
incluían los sectores de Guanillos, quebrada Camarones y lomas de Llampi, con
límite norte en el paraje de Miguel Díaz, al sur la Quebrada Paposo al poniente
el mar y al occidente las sierras altas de la cordillera. Pese a que su queja
la elevó al Gobernador, esta fue rechazada porque no podía alegar dominio en
las playas y a 100 varas medidas de la alta marea por ser estas tierras
realengas y ocupadas por pescadores y changos para la pesca.
El 22 de noviembre de 1793 partió una expedición a cargo del subdelegado
José Joaquín Pinto y Cobos de Copiapó con la finalidad de fundar una villa y
seguir las órdenes del Gobernador Don Ambrosio O'Higgins tras su visita
realizada en 1788 a Copiapó. La expedición llegó el día 15 de diciembre al
sector de Junquillar, aquí se hizo publicar y pregonar el bando, además de
realizar un censo que arrojó un total de 23 hombres (padres), 27 mujeres
(madres) y 60 hijos y 42 hijas, sumando un total de 142 habitantes entre Pan de
Azúcar y el paraje de Agua Salada. Estas diligencias se realizaron el 17 de
diciembre de 1793. Posteriormente el subdelegado de Copiapó ordenó la erección
de una villa, una parroquia o vice parroquia y además de una escuela. Sin
embargo, este proyecto debió posponerse por falta de recursos.
Según anota Claudio Gay, el 28 de julio de 1797, el
gobernador del Reino de Chile, don Gabriel de Avilés y del Fierro, autorizó la
suma de quinientos pesos de la época para la construcción de una capilla en
Paposo. No contento con eso, autorizó a presbítero santiaguino, Rafael Andreu
Guerrero, a trasladarse a la zona como Teniente de Cura, y se colocase a las
órdenes del cura propietario de Copiapó, en el corregimiento chileno de Atacama.
En 1853, el explorador Rodulfo Philippi hacía mención de dicha capilla.
De acuerdo con el historiador peruano, Mariano Paz Soldán, el
1 de octubre de 1803, el rey Carlos IV, mediante real orden, ratificada por el
mismo monarca en 1805, transfirió el puerto de Paposo a la jurisdicción del
Virreinato del Perú, separándolo de la Capitanía General de Chile. No obstante,
de acuerdo a la historiografía tradicional chilena, la orden no fue cumplida
por el Virrey español, en Lima:
Enterado el Rey del abandono en que se halla el puerto de
Nuestra Señora del Paposo y sus inmensas costas en el mar del Sur, así como de
las proporciones que ofrece el territorio inmediato y el desierto de Atacama
para cría de ganados, (...)
“Asimismo, ha resuelto S. M. que el expresado puerto, sus
costas y territorio se agreguen al virreinato de Lima, así para el gobierno
político, como para lo militar, por la mayor facilidad con que lo puede
defender, y porque siendo digno de toda atención, es consiguiente que dependa
de aquella capital, cuyo apostadero extiende su jurisdicción hacia el Sur a
todos los puertos y costas hasta Chiloé; y teniendo S. M. presente que en esta
empresa son tan interesadas las provincias del Río de la Plata y del Perú, como
ese Reino de Chile, pues concurren las extremidades de los tres gobiernos en el
territorio indefenso del Paposo, (...) San Lorenzo, octubre 1.° de 1803”
Por último, en el primer censo de Chile, del año 1813,
levantado por Juan Egaña, se contempla el "Distrito del Puerto de
Paposo", en la Provincia de Copiapó, con 100 leguas de largo y 20 de
ancho, en el cual se contaba con 570 almas.
Época republicana
Disputa del desierto de Atacama entre Bolivia y Chile.
Al producirse la independencia de Chile, la zona de la rada
de Paposo se encontraba próximo al límite septentrional del Reino de Chile, que
estaba definido, antes que, por el paralelo establecido en la documentación
colonial, por la interpretación de las autoridades locales, tanto de Santiago
como de Copiapó. Un buen ejemplo de lo anterior, es la Memoria que el virrey
del Perú, don José Fernando de Abascal, entregó a su sucesor, don Joaquín de la
Pezuela, en 1816, donde dice textualmente:
“El Virreinato del Perú después de las últimas
desmembraciones y nuevas agregaciones que se le han hecho, tiene por límites al
norte la provincia de Guayaquil; el desierto de Atacama al sur, comprendiendo
en todo su territorio desde los 32 minutos al norte de la equinoccial hasta los
25° 10’ de latitud meridional”
Este documento ha sido utilizado como respaldo por la
historiografía peruana y boliviana, para afirmar que la real orden de 1803 sí
fue ejecutada y que el límite norte de Chile fue entregado al Virreinato del Perú
luego de declarar su independencia de este, según el principio del uti
possidetis iure de 1810, estaba constituido por el desierto de Atacama sin
incluirlo como parte integrante de su territorio. De ser así, si Simón Bolívar
y Antonio José de Sucre lo anexionaron en 1825 a la naciente República de
Bolivia lo hicieron desmembrándolo del Perú y no de Chile. Hasta 1840 la
soberanía ejercida por el gobierno de Bolivia sobre la región no fue
cuestionada efectivamente, pero el 31 de octubre de 1843 Chile creó la
Provincia de Atacama incluyendo a Paposo.
En este periodo, exploradores e industriales -chilenos y
extranjeros- recorrieron la zona, descubriendo yacimientos minerales e
instalando explotaciones a lo largo de la costa.
Ahora bien. Esta Estancia, con el correr los años, llega por
herencia a doña Candelaria Goyenechea -esposa de Miguel Gallo Vergara-
adquiriéndola al último de los herederos del castellano De Cisternas. “Más
tarde la arrendó, por un período bastante largo, Don José Antonio Moreno, quién
construyó la gran casona que destacaba en el lugar, en el sector cercano al
embarcadero. Su viuda, doña Delfina de Zuleta, la adquirió definitivamente en
1889, en subasta pública siendo actualmente propietaria de dicha Estancia la
sucesión del Almirante y héroe de la guerra del 79, Don Juan José Latorre”
(Agullo, 1958: 10).
Los últimos Latorre en Paposo
Marta Latorre Moreno, tercera hija de Don Juan José Latorre
Benavente y de Doña Julia del Carmen Moreno Zuleta, esta última, hija de José
Antonio Moreno y Delfina Zuleta, resultó ser (según las crónicas) una joven de
espíritu inquieto, gran viajera y de conducta un poco extravagante. En unos de
sus viajes por Europa, conoció a un aristócrata ruso de nombre Jorge Egbert
Maximiliano, que ostentaba el título nobiliario de Príncipe de Lieven. Nunca se supo de la veracidad de su alta
condecoración ni de cómo fue que llegó a Chile.
A pesar de no tener mayores antecedentes de su prometido,
Marta decide contraer matrimonio y trasladarse a la hacienda de Paposo o El
Paposo.
“Este pasaje nos hace recordar a la novela de Blest Gana “Los
Trasplantados” en donde las Familias mineras acomodadas, especialmente del
norte del país, se van a vivir a Europa y procuran buscar un buen partido
(matrimonial) para sus hijas e hijos, muy especialmente entre la nobleza en
decadencia”
Según algunas páginas consultadas, estas dicen:
Relato del Señor Zenón Astudillo Flores, oriundo de Paposo:
“A la edad 10 años trabajó para esta Familia, les ayudaba a alimentar las
gallinas, diariamente recogían entre 40 a 50 huevos y los conejos que tenían
eran enormes, parecían perros”. El Príncipe llamaba al Sr. Astudillo con el
apodo de Cedrón, y uno de sus gustos era que le fueran a buscar cangrejos, a
los que llamaba (patas grandes); “tenía una máquina especial para comérselos,
además muy amante de las plantas tenía un invernadero con toda variedad de
flores”; el Sr. Astudillo señala que al Príncipe le llamaban el gringo y
también el cónsul, que fumaba puros muy fuertes, y que le gustaba tomar licores;
además recuerda que era muy dictador, una vez cerró todas las bajadas a la
playa de Paposo con alambres, pero por orden del Ingeniero Sr. Maturana y con
el apoyo de los Carabineros del lugar, cortaron el alambrado y retiraron los
cercos. Esta versión la reafirma Don Aurelio Román Mondaca F.
El Príncipe y sus continuos viajes a Taltal, donde -según
cuentan- llevaba una vida bohemia y licenciosa despilfarrando el dinero de su
mujer en alcohol e invitando generosamente a sus amigos a los salones del Club
Taltal, a la Soc. Protectora de Empleados y a otros lugares de recreo.
Una de las andanzas que de él se recuerdan guarda relación
con el arte y dice así:
Hubo una oportunidad en la que evitó que se suspendiera la
función de una comedia teatral. El teatro estaba casi vacío, por lo que el
propietario de la Compañía decidió suspender la jornada cultural. Pero entonces
intervino el príncipe, convenciendo al dueño que esperara un momento.
A continuación, el aristocrático ruso se dirigió a la
boletería y compró un lote de entradas... y a los transeúntes que pasaban les
regalaba una entrada.
El poeta Erasmo Bernales le colaboró yendo a la plaza para
hacer lo propio. Al rato, el teatro se llenó de público y la comedia pudo
actuar en medio de efusivos aplausos.
El príncipe cae en desgracia por culpa de unos tragos.
Durante el Gobierno del presidente Don Pedro Aguirre Cerda,
el príncipe salió al balcón del segundo piso de la Sociedad Protectora y, en un
estado de intemperancia manifiesta, comenzó a lanzar proclamas y diatribas
contra el gobierno, incitando al pueblo para que se levantara en armas para
derrocar al Gobierno Bolchevique de Aguirre Cerda, para de esta manera evitar
que pasara lo mismo que sucedió en Rusia, donde él y su familia fueron
despojados de todos sus títulos y bienes, sometiendo al pueblo a la esclavitud
más abyecta; esto habría sucedido según su especial punto de vista.
Esta situación, que ya se había producido varias veces, llamó
la atención de las autoridades de la época, quienes inmediatamente tomaron las
medidas correspondientes, decretando su inmediata expulsión del país, y
enviándolo en el primer barco con destino al Perú. Doña Marta Latorre apeló a
todas las autoridades para abolir ese dictamen, sin lograrlo, decidiendo
finalmente reunirse con su marido en el Perú,
A pesar de su ingrata estadía en la Hacienda de El Paposo,
mantuvieron comunicación por muchos años con quien fue su Mayordomo y criado,
el Sr. José del Tránsito Almendares Flores.
Por esta vía se supo, tiempo después, que Doña Marta Latorre
Moreno, ya viviendo en el Perú, se enfermó gravemente y posteriormente
falleció, sin que, hasta donde se sabe, el matrimonio dejara descendencia.
¿Qué pasó luego? ¿Por qué la casona quedó en el abandono?
Eso no lo hemos podido averiguar y sólo acotaremos que no son
tantos los años que nos separan de sus últimos ocupantes (la Familia Latorre)
pero, de lo que fue dicha residencia sólo restan sus ruinas e inclusive éstas
–dado su actual estado- desaparecerán en poco tiempo.
Nada es para siempre, ciertamente, pero se pudo intentar
preservarla.
La historia de este territorio:
Territorio y Genealogía del Paposo Histórico.
Evangelizando a los grupos Changos de El Paposo: Notas
antropológicas de una expedición de misioneros en el año 1841.
https://eco-antropologia.blogspot.com/2020/02/evangelizando-los-grupos-changos-de-el.html