ANTOFAGASTA, EL"HOLLYWOOD DE SUDAMÉRICA"
Hans Mülchi (Periodista y licenciado en Historia)
El 23 de diciembre de 1926 Antofagasta aclamó el estreno de
Bajo dos banderas, la primera película local. También vitoreó a Carlos Alberto
Santana, su director, así como el debut de un promisorio galán: Edmundo
Fuenzalida, a quien se presentó como "el Rodolfo Valentino chileno".
Nacía el cine mudo antofagastino. Mucho destello desconocido
trasluce este hecho. Como que el iquiqueño Santana recorrió varias ciudades de
Chile y Latinoamérica haciendo películas, disputando a Raúl Ruiz el título del
cineasta chileno más prolífico de nuestra historia; o que, en 1927, de las
nueve películas realizadas, seis se hicieron en Antofagasta; o que esto diera
lugar a soñar con el puerto del Norte como una "Hollywood de
Sudamérica".
Madre sin saberlo, dirigida por el antofagastino Antonio
Fernández en 1927.
No fue excepcional, en el período del cine mudo, que se
filmara en provincias. Según dice Eliana Jara Donoso en su libro Cine mudo
chileno (1994), cerca del 40% de la producción se hizo fuera de Santiago, con
películas realizadas en Iquique, Antofagasta, La Serena, Valparaíso,
Concepción, Osorno, Valdivia y Punta Arenas. Y aunque la mayor parte de ellas
-más de 15- se hicieron en Valparaíso, la historia de un movimiento
cinematográfico en una pequeña ciudad fraguada entre el desierto y el mar es
tal vez la más apasionante del cine regional en Chile.
Eliana Jara Donoso
Con sólo 27 años, Santana había hecho una docena de películas
en Santiago, Valparaíso y Concepción cuando llegó a Antofagasta al frente de
una Compañía de Variedades. Su oficio de "cinematografista" lo
combinaba, como era usual en la época, con la comedia teatral. Fue a visitar a
Edmundo Fuenzalida, hijo del dueño del diario El industrial, un muchacho vivaz
que conversando con periodistas estadounidenses se había alucinado con la
industria de Hollywood. Con la innata seducción y astucia que siempre lo
acompañaron, Santana le habló sobre las condiciones naturales de Antofagasta
para el cine: buen clima, cielos despejados, largas horas de luz y sol durante
todo el año. Le comentó su intención de dedicarse exclusivamente al cine y
filmar allí, pero también su necesidad de tener un socio financista. Y, en un
ambiente estremecido por la muerte de Rodolfo Valentino y afanado en encontrar
su sucesor, le preguntó si había pensado en dedicarse a la actuación. El
seductor Santana obnubiló a Fuenzalida y éste dio el sí a ser actor y
financista. Poco después lo convenció de traer desde Valdivia a Arnulfo Valck,
prestigiado fotógrafo alemán. Su oficio aseguraría que, en la aventura que
iniciaban, no habría imágenes fuera de foco o cortadas a la mitad, como ocurría
en algunas películas chilenas. Pronto construirían la "Vita Film",
primera empresa cinematográfica antofagastina, que produciría cuatro de los
ocho argumentales hechos allí en poco más de un año, entre diciembre de 1926 y
enero de 1928.
De la mano de Fuenzalida, su flamante productor, Santana
llamó a un concurso para completar el elenco del largometraje Bajo dos
banderas. Se hicieron pruebas de cámara, proyectadas y evaluadas por un jurado
"compuesto de periodistas y cinematografistas", según dijo la prensa.
La gente se aglutinaba para ver las filmaciones, con escenas de masas en las
que Santana incorporó a los militares del Regimiento Esmeralda. Con el
conflicto de Tacna y Arica aún presente, la trama exhalaba quemante
patriotismo. En la secuencia cúlmine, unos espías bolivianos secuestraban a la
heroína y la dejaban pendiendo de una cuerda en las ruinas de Huanchaca. Ahí el
jovencito, un teniente del Ejército chileno interpretado por Fuenzalida, acudía
al rescate cabalgando a toda velocidad. Con la cuerda a punto de cortarse, se
apeaba, subía los escalones de las ruinas y alcanzaba a salvarla. Rubricaba la
película un apasionado beso, resolviendo un conflicto de amor y guerra. El
éxito fue total. Durante tres semanas se llenaron los teatros, cuando lo usual
era mantener las obras sólo un par de días, ante la frecuencia de películas
creciente hollywoodenses.
Aviso de Bajo dos banderas, en un diario de Santiago.
La algarabía se expandió a la pampa, con exhibiciones en la
oficina salitrera Chacabuco, e incluso a Iquique, donde el fenómeno se repitió.
El Mercurio de Antofagasta celebró que el filme triunfara "quizás más que
todas las películas chilenas, llenando durante dos meses consecutivos los
teatros del norte del país".
Pronto se anunció una nueva película: Madres solteras. Relata
la historia de una modista víctima del dueño de la fábrica donde trabaja,
mientras la hermana de éste se burla de la muchacha y después ella misma se
convierte en madre soltera.
La locura se contagió, y otras empresas se sumaron a la
productora "Vita Film". La "Antofagasta Film" anunció la
película Madre sin saberlo, dirigida por el antofagastino Antonio Fernández.
Esta historia de amor, celos y locura se estrenó a teatro lleno y fue alabada
por la crítica. A su vez, la "Compañía Cinematográfica Chilena Arte y
Luz" presentó En la ciudad del oro blanco. Dirigida por Juan Abbá, cometió
el pecado de la excesiva pretensión, pues entrelazaba una comedia intimista con
una mirada a la sociedad y a la historia de la región. Tal vez por eso fracasó,
pues todo indica que se exhibió una sola vez. La productora "Cine
Consorcio" contó con un fuerte capital, y contrató a Arcady Boytler, ruso
de destacada trayectoria en Alemania y Argentina, y quien después llegaría a
trabajar con Eisenstein en México. En El buscador de fortuna ejerció como
director y protagonista. Era la historia de un aventurero que intenta hacer
rápida fortuna en el Norte, pero ante su estrepitoso fracaso debe viajar de
polizonte en un barco. Se recogieron allí las biografías de miles que llegaron
a beneficiarse de la bonanza salitrera. El filme tuvo gran éxito, siendo
exhibido en Santiago y, al parecer, en Buenos Aires.
Arcady Boytler Rososky
Crecía el optimismo por hacer de Antofagasta una segunda
Hollywood. Luego se presentó Vergüenza, dirigida por Juan Pérez Berrocal. Al
tocar los temas de la prostitución y las enfermedades venéreas, de enorme
vigencia entonces, fue víctima del pudor de la época. A punto de ser rechazada
por el Consejo de Censura, fue catalogada "para varones mayores de 15 años
e inconveniente para señoritas". Rápido salió de cartelera.
Juan Pérez Berrocal
Para Santana y la "Vita Film" el resultado de
Madres solteras no se acercó al anterior, pero esto no los hizo detenerse.
Pronto anunciaron Cascabeles de Arlequín, película "basada en los
equívocos provocados por una jovencita de buena familia enamorada de un
muchacho sin fortuna". En 1995, un ya nonagenario Edmundo Fuenzalida recordaba
el trabajo de animaciones que, durante días, prepararon con Valck para la
introducción de la cinta, experimento pionero en Chile. La película fue
prácticamente ignorada por el público, y los bolsillos de Fuenzalida comenzaron
a agotarse.
Pero faltaba un último intento: el largometraje Cocaína, que
trataba -según El Mercurio local- sobre "la vida de un muchacho que
despreciando amor y hogar se lanzó a la vida en busca de una ilusión, y que, al
fracasar en ella, se da al vicio de los alcaloides". El uso de las entonces
llamadas "drogas heroicas" ya generaba un denodado intento por
controlarlas. Para la última escena, Santana congregó a la gente a los talleres
de la "Vita Film", "siempre que lleve traje de carácter, pues se
trata de la filmación de un gran baile de fantasía en el que deben intervenir
un número considerable de bailarines". Pero los resultados no fueron los
esperados, lo que desestabilizó aún más a la empresa.
Entretanto, Bajo dos banderas se estrenaba en Santiago, con
la presencia del Presidente Ibáñez, atraído por su argumento
"patriótico". Al retornar Fuenzalida de la capital -pues estuvo
presente en la oportunidad-, experimentó un viaje del cielo a la tierra. No
pudo afrontar ni las deudas ni la arremetida del destino: el cine sonoro, con
sus elevados gastos de producción, pondría atajo a sus sueños.
Edmundo Fuenzalida como protagonista de:
Cascabeles de Arlequín, en 1927.
El mismo Fuenzalida volvió a Antofagasta, 68 años después, a
protagonizar una película sobre sus aventuras con Santana.
Un día cualquiera, Santana se acercó a su amigo, a quien
había convencido que podría suceder a Valentino, y le dijo que ya Antofagasta
no llegaría a ser el Hollywood de Sudamérica. Intentaría ahora que lo fuera La
Serena. Se alejó pensando en sus próximas locuras cinematográficas, que lo
llevaron sin la menor pausa a Perú, Ecuador, Argentina, Paraguay, Colombia,
Panamá y Costa Rica, fundando el cine sonoro en varios países y completando una
cantidad indeterminada de películas. Sólo en Chile sumaron al menos 23.
Fuenzalida nunca imaginó que, tras una vida como destacado político y
diplomático, recordaría estos sucesos como una aventura de juventud.
En 1995 la cineasta antofagastina Adriana Zuanic inició una investigación,
junto a Eliana Jara y a quien suscribe esta crónica, encontrando en aquella
"segunda Hollywood" la trama de su próximo filme. Durante seis años
se rastrearon documentos gráficos, escritos, auditivos, visuales y
audiovisuales de la época. Se convocó a testigos de las filmaciones y se
buscaron afanosamente las películas de entonces.
Adriana Zuanic. Imagen Museo de Antofagasta
Un gran descubrimiento fue encontrar vivo -con más de 90
años- a Edmundo Fuenzalida, con una lucidez asombrosa, quien vivía en Santiago
y estaba dispuesto a ir a Antofagasta a filmar. Se convocó a actores
profesionales y aficionados entre la comunidad antofagastina, y se hizo un
documental con recreaciones de época, en 35 mm, color, de 90 minutos. Un mes
después de su última incursión en el cine, Edmundo Fuenzalida -tal como hizo
Rodolfo Valentino en su momento- dejó este mundo para irse a reunir con Santana
en algún otro lugar. No estuvo físicamente en el estreno antofagastino, el 28
de diciembre de 2001, aunque la magia que creó con su socio reluce en el film
Antofagasta, el Hollywood de Sudamérica.
http://www.cinechile.cl/pelicula-306
http://www.cinechile.cl/pelicula-306
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Este artículo apareció en el número 25, año VII, de la
edición Otoño/Invierno de la Revista de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos de Chile Patrimonio Cultural.