PRÓXIMAS RUTAS

LOS SUEÑOS DESCANSAN EN EL ITATA



Tras varios años de una exhaustiva investigación y de búsqueda, El biólogo marino y cineasta Carlos Cortés junto al sociólogo y productor audiovisual Ricardo Bordones con apoyo de la Universidad Católica del Norte lograron encontrar los restos del Itata en el 2017, a unos 200 m. de profundidad frente a las costas de La Higuera, lo que ha sido considerado como «el hallazgo más importante en materia de patrimonio subacuático» en Chile.

Imagen del vapor Itata

Pues bien ¿Por qué tocar este tema (un desastre, una tragedia) que ocurrió tan lejos de las costas de nuestra región?

Porque es bien sabido que este norte siempre ha funcionado como un imán para aquellos que buscan fortuna, especialmente en los suelos de nuestra ciudad y región, e independiente que no todos han podido encontrar esta fortuna, menos aún tocarla y volver sanos al terruño a disfrutarla, al menos llegaron por estas tierras (tuvieron esa posibilidad) y no quedaron tapizando el camino o en el fondo del mar.  He aquí una de aquellas historias, una historia que data de principios del siglo XX. La tragedia del vapor Itata.

El 28 de agosto de 1922 (pleno invierno) zarpó desde el puerto de Coquimbo con rumbo a Antofagasta el vapor Itata, con cerca de 500 personas a bordo. En su gran mayoría, se trataba de familias completas que se trasladaban a buscar nuevas oportunidades de trabajo en la industria nortina del salitre. Al poco andar y frente a las costas de La Higuera, el mal tiempo hizo zozobrar la embarcación y solo 26 personas lograron sobrevivir, convirtiéndose así en la tragedia marítima (civil) que más vidas ha cobrado en nuestro país.

Eran los tiempos en donde no existían carreteras y las pocas vías de acceso terrestre - entre las ciudades - eran muy precarias, por lo que, acceder a este norte por aquellos caminos mal trazados, podía tomar semanas y podía costar la vida, ante esto, el transporte de pasajeros y el cabotaje (carga) se realizaba por mar, con los consabidos peligros. 

Lo que se sabe de esta embarcación – El Itata - es que fue construida por los astilleros de R&J Evans &Co., Liverpool en 1873, por encargo de la Compañía Sudamericana de Vapores. Su casco era de fierro y su propulsión a vapor. En 1920 sufrió algunas modificaciones para aumentar su capacidad de carga, lo que habría influido precisamente en su rápido hundimiento, pues según señalarían los testigos, provocó que perdiera su centro de gravedad.

En cuanto a su bitácora de ruta.

El Itata Zarpó desde Coquimbo a las 11:10 de la mañana. Llevaba en sus bodegas 4.007 sacos de cemento y 3.900 sacos en popa. Además, 1.300 fardos, 500 cajones de surtido, 600 bultos surtidos para diversos puertos, 162 barriles de vino, 500 sacos de cebada, 213 vacunos y 500 corderos.

El registro oficial habla de 374 personas a bordo, sin embargo, los datos de los investigadores los han llevado a pensar que los pasajeros serían cerca de 500, no hay una lista oficial de las víctimas, aunque se supone que hubo mucha gente que se coló, los característicos polizones. Otro detalle escabroso que revelan los investigadores es que, de estos 500 pasajeros, a lo menos 100 serían menores de 10 años.

Imagen del vapor Itata

En cuanto a las razones que provocaron el hundimiento, indicarían que fue por exceso de carga y pérdida de estabilidad ya que, el Itata zarpó con mar “Arbolada”, fuertes olas y vientos huracanados. De hecho, el ganado que iba allí hizo que perdiera su centro de gravedad. Otro inconveniente radicó en los imbornales, que es por donde se evacúa el agua en los buques “la paja los tapó” pero, en definitiva, fueron las condiciones meteorológicas las que llevaron a este naufragio.

A este vapor se dividía en dos clases y el número de botes salvavidas no era suficiente para cubrir la cantidad de pasajeros. De los 4 botes con lo que contaba este barco solamente uno fue lanzado al mar, pero no daba la capacidad para tantas personas”.

En definitiva. “El Itata no contaba con los botes salvavidas necesarios ni la infraestructura necesaria para acomodar la carga que llevaba ni la cantidad de pasajeros aconsejada.

La tragedia estaba escrita. Era cosa de tiempo.

Los relatos recabados por los investigadores indican que las olas empezaron a golpear con fuerza. Cruzando el “bajo el Toro” comenzó a embarcar cada vez más agua, agudizando la inclinación a estribor. El Capitán hizo todo lo posible para salvar la nave, pero ésta rompe su caña de timón, quedando sin gobierno. No tardó más de 3 minutos en hundirse mientras explotaban las calderas. Muchos pasajeros se encontraban en los camarotes, no tuvieron ninguna posibilidad de salir. Solo 26 personas lograron nadar hasta la costa, siendo socorridos por los habitantes de Los Choros. De ellos, 14 conformaban la tripulación.  

Para los investigadores Bordones y Cortés que comenzaron a indagar sobre este hundimiento, surgió un dato clave. Los habitantes de la Higuera daban cuenta de la existencia de un libro que había sido escrito por uno de los sobrevivientes de la tragedia, un periodista que viajaba hacia Antofagasta, texto que se encuentra en el museo naval de Valparaíso”. Se trataba de una crónica en primera persona que describía las condiciones del viaje, del naufragio y cómo sobreviven para llegar a la costa”. Del autor nada se sabía, solo firmaba como Jorge X.

Según datos aportados por la Revista de Marina sobre esta tragedia, dice lo siguiente.

“El barco con mar y viento por la aleta, navegaba ya sin gobierno y con un cabeceo enorme, Una ola inmensa alcanzó al "ltata", hubo un desesperado esfuerzo del timonel por hacerlo virar, pero el buque siguió recto y no cayó a ninguna banda; la ola se reventó contra el costado de babor, tumbó la nave, y una inmensa masa de agua pasó por encima dejándolo inclinado.

El Capitán Caldera que había logrado permanecer en el puente transmitiendo órdenes, fue sacado por la violencia de la ola y rodó por cubierta para levantarse sangrando por la boca, con el mentón roto. Olas enormes levantaron al buque desde la proa o desde la popa, hasta que desapareció bajo las aguas. 

Un centenar de personas quedaron flotando tomadas de tablas o cajones arrojados con la explosión de las calderas. Iban más de 400 personas entre pasajeros y tripulación; de ellas sólo salvaron 26; el gran total pereció en el naufragio, en el breve lapso de cinco minutos.

La Escuadra fondeada en la bahía de Tongoy a 6,7 millas del sitio del naufragio, destacó al crucero "Chacabuco" para prestar auxilio a los sobrevivientes, pero debido a que este buque por el tipo de sus calderas, requería cerca de 8 horas para tener sus máquinas listas para zarpar, llegó al lugar del siniestro al día siguiente, a las 9 A.M., de modo que su ayuda se limitó al salvamento de sólo dos náufragos, pues el embravecido mar no les permitía utilizar sus botes.

Crucero Chacabuco

En fin, fue una catástrofe marítima muy dolorosa para toda la población del país y como siempre se acostumbra a buscar "la causa de la causa", se habló mucho del "metacentro", del "centro de gravedad" y más que nada, del exceso de carga del vapor, que le disminuyó sus condiciones marineras. El "ltata" efectivamente navegaba atochado de carga, siguiendo las normas que regían el comercio marítimo de la época; pero la peor circunstancia fue sin duda, la de verse obligado a afrontar un temporal del S\V. por la aleta de la nave, imposibilitado para alterar el rumbo y con parte de su carga suelta por los balances y cabeceos que le hicieron embarcar gran cantidad de agua dejándolo a merced de las olas hasta sucumbir.

La Historia del Itata

Ahora bien, el vapor Itata destaca no solo porque su hundimiento representa la tragedia marítima que más ha cobrado vidas en la historia de nuestro país, sino porque también participó de importantes acontecimientos históricos. Uno de ellos fue la Guerra del Pacífico. Si bien no estuvo presente en combate, esta embarcación fue cedida a la Armada en arriendo, para ser utilizado en el transporte de tropas y armamento. De hecho, a bordo de este vapor se comandó el desembarco en Pisagua, a cargo del capitán Patricio Lynch, acción que da inicio a la campaña terrestre en territorio peruano. Se estima que durante este conflicto transportó 2.875 pasajeros en cámaras y 40.363 en cubierta. Tras la guerra fue devuelto a sus propietarios.

En 1891, en tanto, en medio de la guerra civil que acontecía en nuestro país y que enfrentaba al poder legislativo que declaró ilegal el gobierno del presidente José Manuel Balmaceda, el vapor fue requisado por la Armada y armado como crucero auxiliar. Pero luego sería utilizado para ir en busca de armas a Estados Unidos, las que apoyarían en la lucha a los congresistas. Al comerciante Ricardo Trumbull se le encomendó la misión de viajar a Nueva York. Allí se reúne con Williams Russell quien estaba ligado a la industria del salitre y había sido 2 periodos alcalde de esa ciudad. Se reúnen con abogados y se plantea que legalmente pueden adquirir armas, pero que no podrían ser trasladadas en un buque con la bandera norteamericana, toda vez que sería tomado como un acto de hostilidad hacia el mandatario chileno.

Para burlar a las autoridades estadounidenses, se envía el Itata a San Diego. De esta forma, la transacción de la mercadería se haría en alta mar, en la isla de San Clemente. Sería llevada ahí por la goleta Minnie & Robert. Sin embargo, este plan llega a oídos de un inspector de Aduanas, quien ordenó detener al vapor chileno. No obstante, ésta levantó anclas desobedeciendo las órdenes de las autoridades locales y emprende camino para reunirse con la goleta en alta mar. De forma paralela la noticia se conoció en Chile y el Canciller de Balmaceda, Prudencio Lazcano, pide ayuda al secretario de Estado, John Foster, que da la orden de detener el barco. Envía a un fiscal de distrito a abordar la nave y retener a la tripulación. Pero este agente es reducido y tomado como rehén. El Itata de igual forma zarpa. Hasta ese entonces ya cometía dos delitos, uno de piratería y el otro de secuestro. Se dio la orden a 3 derroteros de la Armada de ese país de seguirlo. Sin embargo, al llegar a Acapulco ninguno le dio alcance. Continuó la búsqueda por todos los puertos del Pacífico. 

La US Navy llega hasta Arica, luego a Iquique, donde se encontraba la Junta de Gobierno congresista, que tras desembarcar el representante de la marina norteamericana le dio garantías de que el barco sería puesto a su disposición una vez que lo ubicaran. Finalmente, el Itata llegó al puerto de Tocopilla, burlando a toda una flota de la US Navy que lo lleva de vuelta a San Diego. Increíblemente, luego la justicia de EE. UU concluyó que el gobierno había cometido un error, ya que el cargamento de armas que traía era propiedad privada y estaba fuera de la jurisdicción del gobierno federal. Fue puesto en libertad en octubre de 1891 y llega a Valparaíso en noviembre del mismo año. No obstante, el hecho generó repercusiones en Estados Unidos y le creo un verdadero problema diplomático al entonces presidente.  

Una pregunta que los investigadores responden por nosotros.

Muchos se preguntan por qué esta historia no es ampliamente conocida tanto en la región de Coquimbo, en el país y especialmente en nuestra región, mal que mal, la gente venía a esta zona. 

Imagen tomada del Diario El Día

Una de las razones que esgrimen los autores de la investigación es el tema social “el Itata no representaba la parte importante de la sociedad, es gente pobre” dice Cortés. No obstante, señala que “yo creo que es probablemente el hallazgo más importante en esta materia, pero es una tragedia de gente pobre que también se olvidó por eso, sin embargo, aquí hay un tema de cómo se construye nuestra economía, de la historia del Chile, del tema del salitre, son hechos muy relevantes”, puntualiza. La misma opinión tiene Bordones quien indica que ni siquiera existe una lista oficial de las víctimas fatales. De hecho, a muchos se les sepultó en una fosa común en la playa que es la que hoy se recuerda solo con un monolito, además nunca se continuó la tarea de buscarlo, hasta ahora.  Otra de las razones que se creen habrían influido en que no se le diera relevancia es que muy poco tiempo después se registró en la zona el terremoto y tsunami de 1922, que cobró miles de vidas en la zona, explicación que sería (de parte de este redactor) la más acertada. 

Imagen tomada del Diario El Día

Según el decreto exento 311 de 1999 del Ministerio de Educación, «[declárase Monumento Histórico toda traza de existencia humana que se encuentre en el fondo de ríos y lagos y en los fondos marinos que existen bajo las Aguas Interiores y Mar Territorial de la República de Chile, por más de cincuenta años», por tanto, los restos del Itata quedarían bajo protección de la ley 17288 de Monumentos nacionales.


FUENTES Y REFERENCIAS.

Itata, el barco dormido por 95 años en el fondo del mar. Diario el Día


El Naufragio del Itata. Revista de Marina


1 comentario:

  1. Dice: "Eran los tiempos en donde no existían carreteras y las pocas vías de acceso terrestre - entre las ciudades - eran muy precarias, por lo que, acceder a este norte por aquellos caminos mal trazados, podía tomar semanas y podía costar la vida". En realidad, en 1922 ya existía el Ferrocarril Longitudinal Norte, que transportaba pasajeros y carga. De todos modos estaba la opción de viajar al Norte por mar, siendo lo más barato el pasaje sobre la cubierta, en condiciones muy precarias pero aceptadas en ese tiempo.

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