PRÓXIMAS RUTAS

LOS FLAMENCOS



Es muy simple y fácil de explicar. Esta hermosa ave estuvo (desde tiempos remotos) sometida a la depredación del hombre y en la actualidad esto no ha cambiado. Tal vez, ya no sea el plato gourmet de los habitantes del interior de nuestra región, pero se siguen alterando sus espacios de vida y sus sitios de nidificación bajo la consigna de la protección (solapada) y de la mano extendida basados en “Se pueden explotar los salares, pero respetando a los flamencos”. Quizás, muchos compren este producto llamado (desarrollo sustentable), especialmente algunos medios de comunicación que rellenan con todo aquello que tenga visos de protección a la naturaleza, pero es cosa de observar – año a año – como nuestra naturaleza se deteriora, las especies desaparecen o decrecen en número y las buenas palabras continúan, tal cual.  Jojojojo, es el desarrollo pues homm…



Los flamencos

Hermosas, sobresalientes y majestuosas resultan estas aves tan propias de los salares, vegas y bofedales del norte de Chile, algo toscas -según algunos- gráciles y delicadas -según otros - con características muy definidas que incluyen su altura (porte), garbo al caminar, sus patas largas - al igual que su cuello - su pico curvo – adaptado para su alimentación - y un detalle no menor, su coloración característica, por lo general rosácea debido a su dieta rica en caroteno.

Evolución

Pues bien. Los flamencos pertenecen a un grupo antiguo de las aves, representado en la actualidad por algunas especies altamente especializadas. Su origen se encuentra representado en el registro fósil con algunas formas flamencoideas que aparecen a principios del Cretácico (Feduccia, 1976).

Los restos más antiguos se encontraron en Suecia, pertenecen al género Scacionis que vivió a finales de la Era Secundaria, y sugieren características semejantes a los cormoranes modernos. A finales de la Era Terciaria, los registros fósiles evidencian la existencia de un género denominado Palaelodus, que está emparentado con géneros actuales de flamencos (Oliver, 1961). 

Palaeolodus imagen de Página "Prehistórico Fandom"

Pese a estos hallazgos, durante mucho tiempo no fue posible establecer la posición filogenética que ocupaba Phoenicopteridae en la escala evolutiva. Por una parte, fueron relacionados con el Orden Ciconiformes (cigueñas e ibises) al evidenciarse ciertas coincidencias en la anatomía de las respectivas cajas toráxicas y órganos internos (Palma, 1987).

Por otro lado, la estructura de la ranfoteca (pico), la presencia de membranas interdigitales, ciertas costumbres registradas en pollos, graznidos y fauna parasitaria asociada acercan a los flamencos al grupo anseriformes (ganzos, patos y cisnes). De esta manera, Phoenicopteridae era situado cerca de ambos órdenes, no esclareciéndose su origen en uno o en otro (Sibley et. al. 1969).

En la actualidad, se agrupa a los flamencos en un orden aparte (Phoenicopteriformes), aunque sus peculiares características hacen en definitiva pensar en una relación de tronco común con los órdenes anteriormente nombrados (Feduccia, 1976). Philippi, en 1854, describe la especie andinus, como una especie aparte de chilensis, luego, en 1856 Bonaparte, describe el género Phoenicoparrus, e incluye a andinus en el género, además, en 1886, Sclater describe a jamesi, en el género de Bonaparte, como una especie distinta a chilensis. Sibley y Monroe (1990) incluyeron al género Phoenicoparrus en el género Phoenicopterus basados en las escasas distancias genéticas que se registraron entre todos los flamencos, estimadas por el método de hibridación de DNA (Sibley y Ahlquist 1989). Distinciones entre los géneros basados en caracteres morfológicos (Kahl, 1979b, Fjeldså y Krabbe, 1990 y del Hoyo, 1992) mantienen a Phoenicoparrus como género separado.

Especies presentes en el norte de Chile

Pues bien, al mirar estas aves se reconocen de inmediato como “Flamencos” pero en forma muy genérica, puesto que en Chile cohabitan tres especies y – tal vez – más de alguno querrá diferenciar las especies que vaya encontrando por su camino y para esto se requiere un ojo experto.

Flamencos en el norte de Chile.

El Flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis Molina):
Nombre común: Flamenco rosado.
Nombre en Aymara: parina.
Nombre en Quechua: tococo o chururu.
Nombre en Kunza: solor o tococo

La Parina grande (Phoenicoparrus andinus Philippi):
Nombre común: Flamenco andino
Nombre en Aymara: parina grande
Nombre en Quechua: tococo o chururu
Nombre en Kunza: parina o solor

La Parina chica (Phoenicoparrus jamesi Sclater)
Nombre común: Flamenco de James
Nombre en Aymara: parina chica
Nombre en Quechua: tococo o chururu
Nombre en Kunza: parina chica o solor

El más común y distribuido en forma más amplia es el Flamenco chileno se puede observar en todo Chile y gran parte de Sudamérica. El Flamenco Chileno tiene una altura máxima de 125 cm (Araya, 1987). El plumaje en general es blanco rosado, con la cabeza, cuello y espalda blancos manchados de rosado intenso. Las coberteras alares son de color rojo pálido, las primarias y secundarias son de color negro, siendo visibles sólo cuando se encuentra en vuelo. Los ojos de amarillo-pálido, poseen un iris levemente rosado. El pico es de color amarillo-pálido en la base y centro, el extremo es negro. Las patas de color azul pálido poseen articulaciones, dedos, membranas rojas y un dedo posterior que característica exclusiva del género. 

Los Flamencos Chilenos inmaduros tienen la cabeza, cuello y pecho gris parduzco, abdomen blanco, dorso y coberteras alares con manchas pardas y cola blanca (Araya, op.cit.).

La segunda especie de mayor distribución geográfica es la Parina grande presente mayormente en la zona norte andina de Chile, Bolivia y sur de Perú. El Flamenco Andino presenta una altura máxima registrada de 136 cm. El plumaje es de color blanco a rosa pálido. Parte anterior del cuello y pecho de color rojo vinoso. Las alas son de color rojo bermellón con remeras de intenso color negro. El pico es negro en su extremo distal, con base amarilla que presenta una mancha roja en su parte anterior y otra en su parte posterior. Las patas son de color amarillo con tonalidades rosadas tenues, las articulaciones son de color rojo pardo. Los ojos poseen iris de color café oscuro (Palma, 1987).

La tercera especie en cuanto al rango de distribución es la Parina chica también conocido como Flamenco de James.  El Flamenco de James presenta una altura máxima de 103 cms, constituyéndose en el flamenco sudamericano más pequeño, tiene un peso relativo promedio de 2500 grs (Palma, op.cit.). El color del plumaje es rosa-pálido. El pico es de un amarillo fuerte en su parte basal, su extremo distal es de color negro, presenta en la base de los ojos una mancha de color rojo intenso. Las patas son de color ladrillo oscuro y al igual que su congénere carecen de dedo posterior en el extremo distal del tarso.

Según los observadores

Al ver las tres especies juntas a veces no es muy fácil poder identificarlas, aunque hay dos detalles que ayudan en este tema:

Color de las patas: En Flamenco chileno es de tonos grises con rodillas y dedos rojos, la Parina grande las tiene amarillentas la Parina chica las tiene rojo coral.

Coloración del pico: en Flamenco chileno es mitad negro (punta) y en la base blanquecina, la Parina grande tiene base del pico amarilla y resto negro, mientras que la Parina chica tiene un pico color amarillo anaranjado con punta negra.



Abundancia Continental

La abundancia global de las tres especies ha sido discutida principalmente por Kahl, M.P. (1975), Hulbert (1978 y 1981) y Ogilvie, M&C. (1986). Estas publicaciones sitúan la población de flamencos en los siguientes rangos de abundancia:


La realización de tres censos simultáneos en el período estival y dos en el invernal en 250 humedales altoandinos, por especialistas y agentes de la conservación de Argentina, Bolivia, Chile y Perú, (Valqui, 2000; Rocha, O., 1997, Marconi y Caziani, 2002), permite, con datos más precisos, situar a las especies en los siguientes rangos de abundancia:


Desplazamientos
Al igual que otras especies de flamenco del mundo (Vareschi, E., 1978; Johnson, 1997), los flamencos sudamericanos presentan continuos desplazamientos asociados principalmente a la oferta de lugares para la alimentación y reproducción.

En la Puna esta oferta es regulada por las rigurosas condiciones climáticas que en los inviernos provocan el congelamiento de las lagunas por sobre los 4.000 msnm (Parada, 1990; Bucher, 1992 fide Caziani y Derlindati, 1996; Masccitti y Caziani, 1997; Valqui et al., 2000). Consecuentemente, las tres especies de flamencos presentan desplazamientos de sus contingentes al término del verano en busca de salares de baja altura asociados a los márgenes de la Puna de Argentina, Bolivia, Chile y Perú, o ambientes de la alta Puna no afectos al congelamiento por presencia de condiciones especiales (p.e. afloramientos de agua termal).

Con el advenimiento de los meses cálidos se inicia una redistribución de los contingentes de flamencos:

El Flamenco Andino pareciera dispersar su población por toda la Puna a excepción de los ejemplares reproductivos, que se concentran casi exclusivamente salares entre los 2.000 y 3000 msnm en la zona precordillerana de la Puna de Chile; el Flamenco de James se desplaza hacia los salares por sobre los 4.000 msnm, principalmente en territorio boliviano en donde se reproduce abundantemente; y el Flamenco Chileno se distribuye de manera más homogénea prácticamente en todos los ambientes, relacionando sus agregaciones principalmente con la reproducción, la que generalmente se efectúa con cierto desfase en las mismas áreas de las otras dos especies (Parada, 1990; Rocha y Quiroga, 1997; Valqui et al. 2000; Caziani y Derlindati, 2000; Mascitti y Caziani, 1997).

Las oscilaciones de las abundancias del Flamenco Andino en los censos del Norte de Chile pueden relacionarse con los movimientos migratorios subcontinentales que esta especie efectúa al iniciar el invierno, desde los salares de altura en Chile (y de la puna en general) hacia los lugares de menor altitud (Parada, 1992). Entre estos últimos, destacan Pozuelos y otras lagunas del noroeste argentino, además del Salar de Surire, en la I región de Chile, cuyas particulares características geotérmicas impiden su congelamiento en el invierno.

Este movimiento migratorio tiene un inverso al finalizar la época fría, que va principalmente desde los ambientes argentinos de menor altura, hacia los ambientes chilenos en donde se reproduce la especie. Este movimiento, explica las altas abundancias registradas en los meses de septiembre y noviembre en el Salar de Atacama, pero no explica la disminución que experimentan las abundancias de flamencos en el mes de enero. Puede ser esperable que esta abundancia se mantuviera hasta dicho mes, para de esa manera iniciar la reproducción en las lagunas del salar, tal como ocurría en la década pasada (Parada, 1992). No obstante, en promedio, un 43,91% de la población registrada en septiembre abandona el Salar de Atacama en los meses de verano.

Esto indica un movimiento de la población reproductiva hacia otras zonas de su distribución, tales como los salares de Pujsa, Huasco y Coposa, en los que se han registrado intentos de nidificación aislados y de escasa envergadura. Datos de censos efectuados por CONAF, desde 1989 a 1995, en el Salar de Surire, refuerzan esta hipótesis, ya que señalan un aumento de la población en dicho salar en el hasta el mes de febrero.

En el invierno, la población del Flamenco Andino vuelve a dispersar su población hacia ambientes de menor altura, ocupando en Chile entre otros ambientes, el Salar de Atacama. Parada (1990), hace referencia a desplazamientos importantes que tendría la población de Flamenco Andino, después de permanecer durante el periodo estival en salares y lagunas chilenas. En efecto, se trataría de desplazamientos que involucrarían sobre el 60 % de la población hacia lugares de mayor elevación como las lagunas de Pozuelos, Guayatayoc, y Mar Chiquita en Argentina y los lagos Soledad, Poopó y Uru - Uru en Bolivia, cuestión que ha sido observada mediante el registro de 3 individuos anillados por CONAF y encontrados en la zona Centro Oeste de Argentina (laguna Pozuelos) en fechas que corresponden a períodos post-estival (2 casos) e invernal (1 caso). Asimismo, la presencia de un ejemplar en las inmediaciones del lago Poopo (Bolivia) en pleno período invernal, coincide con lo descrito como condición migracional de invierno, desplazándose hacia zonas más bajas de la Puna.

Dieta y Hábitos alimenticios:



Gallardo y Rodríguez (1992), describieron la dieta de las tres especies de flamencos en el Salar de Surire. Contenidos fecales de las tres especies evidencian una dieta principalmente herbívora, cuyas diferencias radican en la mayor o menor incorporación de componentes microinvertebrados.

Los autores sugieren que la incorporación de estos componentes, dependen del tamaño lamelar del aparato filtrador de cada especie, lo que también es advertido por Parada (1987) y Servant-Vilday (1984).

El Flamenco Chileno se alimenta principalmente en lagunas profundas propicias para el desarrollo de microinvertebrados tales como artemias, nemátodos, larvas de moscas y copépodos, aunque su dieta también incorpora diatomeas de gran tamaño tales como Navícula, Surirella y Amphora.

La Parina Grande es predominantemente omnívoro e incorpora las mismas especies de diatomeas señaladas anteriormente y componentes microinvertebrados tales como larvas de moscas, nemátodos y copépodos.

El Flamenco de James preda sobre diatomeas de menor tamaño, incorporando como las otras especies, grandes cantidades de fango ricos en bacterias y materia orgánica. Estudios recientes en salares de Punta Negra y Atacama, indican una participación relevante de este componente en la oferta alimentaria de las lagunas.

Reproducción:

Las tres especies sudamericanas se reproducen en los meses de verano. El Flamenco de James nidifica fundamentalmente en lagunas bolivianas por sobre los 4.000, en tanto que el Flamenco Andino prefiere salares de la vertiente occidental de los Andes en Chile, ubicados por debajo de los 3.000 metros (Parada, 1990; Valqui et.al, 2000; CONAF, 2000; Marconi y Caziani, 2002). El Flamenco Chileno nidifica en un rango mayor dentro de la Puna, presentando colonias en Argentina, Bolivia y Chile, principalmente.

Estados de Conservación

Por sus características, la Ecorregión Puneña o Puna Seca de los Andes Centrales a la cual los humedales pertenecen, ha sido catalogada por Dinerstein et.al. (1995) Vulnerable y como una de las de más alta prioridad para la conservación en América.
De acuerdo con la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN (2004) el Flamenco Andino se encuentra en categoría Vulnerable dado que su población se ajusta a los criterios de esta categoría, referidos a que la especie presente una reducción de tamaño poblacional superior al 30% durante los últimos 10 años, y que en el futuro se espere una reducción del tamaño de su población en ese mismo porcentaje y lapso.

El Flamenco de James y el Flamenco Chileno se encuentran en categoría “Cercano a la amenaza” que comprende especies que no califican actualmente en los criterios de las categorías “En Peligro Crítico”, “En Peligro” o “Vulnerable”, pero se encuentran cercanas a calificar en estas categorías de amenaza en un futuro cercano.

De acuerdo con la Ley N° 19.473 Ley de Caza y su reglamento (SAG, 2004), las tres especies de flamencos están catalogadas como especies de densidades poblacionales reducidas, benéficas para la mantención del equilibrio de los ecosistemas naturales y de estado de conservación vulnerable, al igual que el Libro Rojo de la Fauna de Vertebrados Terrestres de Chile (Benoit, 1994).

Las amenazas

En general, en la zona norte de Chile, las fuentes de agua superficial y subterránea asociadas a humedales de la Puna, han sido entregadas para su utilización, de acuerdo con los procedimientos legales vigentes, sin establecer las consideraciones necesarias para asegurar la mantención de caudales ecológicos mínimos o determinar la compatibilidad de estas acciones con los esquemas tradicionales de uso de los recursos por las comunidades locales de origen indígena.



La utilización de estas aguas, principalmente por parte del sector minero y desarrollo de las ciudades, ha producido cambios en el régimen hídrico de las cuencas, y los impactos subyacentes a estos cambios.

Actividades Mineras en Salares:

Los salares poseen recursos no metálicos que se encuentran en forma de sales sólidas no compactadas en la superficie, y como salmueras en los niveles freáticos. En la actualidad se ejecutan algunos proyectos de aprovechamiento de estos recursos en salares de importancia para la sustentación de las poblaciones de flamencos (explotación de Ulexita en el Salar de Surire y Salar de Ascotán, explotación de salmueras en el Salar de Atacama).

Los impactos que esta actividad puede generar sobre los humedales salinos, se refieren principalmente a la alteración de la superficie del salar, generando cambios en la morfometría de las lagunas someras que caracterizan a estos sistemas, alteración de colonias de nidificación de especies de avifauna producto del incremento de la actividad humana (construcción de caminos, circulación de vehículos, maquinarias, personal, etc), disminución de los niveles freáticos y tamaño de lagunas superficiales por extracción de salmueras, habilitación de caminos que facilitan acceso de turistas y/o predadores a áreas frágiles de nidificación de avifauna, alteración de vegas y bofedales, entre los principales.

El Turismo no controlado

Existe un creciente interés por visitar la zona de la Puna. En ese contexto se han desarrollado dos polos de atracción turística, el Parque Nacional Lauca (incluye el Lago Chungará, Lagunas Cotacotani, y circuito expedito a Salar de Surire) y el área de San Pedro de Atacama (incluye circuitos expeditos hacia Salar de Atacama, Salar de Pujsa, Salar de Tara, Lagunas Miscanti y Meñiques, entre otros humedales altoandinos).

La visitación a estas áreas se produce con una marcada concentración estacional, siendo enero y febrero los meses con mayor flujo. Esta concentración estacional de turistas coincide con el período reproductivo de muchas de las especies silvestres que habitan los humedales. Algunas de estas especies presentan una alta sensibilidad a la presencia del hombre durante el período reproductivo, como el caso de algunas especies carismáticas tales como: los flamencos, las taguas, el suri y la vicuña.

Causas del decrecimiento de las especies:

En general las causas de la actual disminución de las poblaciones de flamencos en los Andes Centrales son múltiples y están asociadas a la intervención antrópica contemporánea, la alteración de hábitats y la disminución de las tasas reproductivas. No existen antecedentes de disminución de estas poblaciones en períodos anteriores a la colonización española, considerando el uso ritual y múltiple que han tenido estas especies en las culturas andinas.

En términos específicos, las causas de la desaparición de nidificaciones en el Salar de Atacama entre los años 1990 y 1997, son difusas: Antes de 1990, existían extracciones furtivas de huevos para consumo de las comunidades locales, las que fueron controladas y erradicadas con la creación de la Reserva Nacional Los Flamencos y la instalación de campamentos de control y educación ambiental con presencia de guardaparques en sitios y períodos claves. Estas actividades se han desarrollado desde 1986 hasta la actualidad.

Por otro lado, durante este período se inicia un creciente desarrollo productivo asociado al Salar de Atacama, instalándose proyectos mineros no metálicos, extracción de aguas subterráneas, construcción de caminos transfronterizos y aumento de la visitación turística no controlada, generando un escenario notablemente distinto al que presentaban los humedales de la Puna en la década de los 80. Sin embargo, estas alteraciones se han desarrollado normalmente a más de 20 Km del sitio de mayor importancia histórica para la nidificación, incluido en la Reserva Nacional Los Flamencos. Además en el marco de la Ley 19.300 de Medio Ambiente, se ha desarrollado en conjunto con la empresa SQM Salar S.A., minera que extrae salmueras subterráneas para la producción de sales de potasio y litio, un completo programa de monitoreo de los tamaños lacustres y otras variables ambientales relacionadas, a objeto de detectar en forma temprana potenciales impactos sobre las lagunas del Salar derivados de la explotación de la salmuera subterránea, monitoreo que a la fecha no indica anormalidades en el sistema.

Otra hipótesis, sugiere que la disminución de la reproducción no es alarmante considerando la longevidad de los flamencos, por lo que unos pocos eventos reproductivos cada 5 o 10 años son suficientes para mantener estable la población (W. Conway, en Valqui et.al., 2000).

La información de censos de adultos y polluelos, que recopilan registros de 14 años, así como el seguimiento de niveles lacustres disponibles, es aún insuficiente para distinguir este ajuste poblacional en especies tan longevas como los flamencos (se especula una sobrevida de hasta 30 años en estado silvestre. Johnson, (2000) reporta en Phoenicopterus ruber 50 años en cautiverio.

a.  El fenómeno de desecamiento de la Puna no habría afectado a todos los salares por igual, manteniéndose buenos niveles hídricos en sitios de importancia para la especie. A modo de ejemplo el Salar de Surire ha mostrado inundaciones estivales permanentes especialmente durante los últimos 7 años, y las lagunas del Salar de Atacama ha mantenido gran estabilidad anual (CONAF 1997, 1998 y 1999) y sus áreas de nidificación han permanecido sin variación respecto de los niveles hídricos que las afectan durante los últimos 15 años. No ocurre lo mismo en Laguna Huasco (otro sitio de nidificación de la especie) en el que se ha reportado disminución de sus espejos lacustres en los últimos años (Carrasco, 1999). Esta situación se habría reportado igualmente en Laguna Huantija (Carrasco, op.cit) y Laguna Helada, y parcialmente en Pujsa y Loyoques.

b.    La producción de polluelos registrada entre 1986 y 1990 bordea los 30.000 ejemplares. Si se considera arbitrariamente una sobrevida del 50% producto de las mortalidades ocasionadas por la primera migración de las cohortes de ese período, puede especularse que la población de P.andinus estaría conformada sólo por 2.800 ejemplares menores de 10 años (nacidos entre 1990 y la actualidad en diversos salares), aproximadamente 16.000 ejemplares mayores de quince años (responsables de las grandes reproducciones del Salar de Atacama), y a lo menos 15.000 entre diez y quince años (nacidos principalmente en el Salar de Atacama entre el 86 y el 90). Conformada de esta manera, la población presenta características de pirámide invertida lo que indica riesgos potenciales respecto de su viabilidad. En este sentido, un reciente estudio efectuado por Norambuena (2002) obtuvo valores de variabilidad genética inferiores a los descritos como promedio para la Clase Aves, concordando con los efectos genéticos esperados en condiciones de cuello de botella poblacional.

c.     Considerando lo anterior, es posible deducir que para mantener los actuales niveles de abundancia deberían producirse sobre 10.000 polluelos de la especie en los próximos 10 años, dado que gran parte del tercio más longevo de la población estaría alcanzando su esperanza máxima de vida a partir del año 2005.

Debe señalarse que los cálculos anteriores, efectuados a líneas gruesas, están afectos a incertidumbres tales como la tasa real de mortalidad durante la primera migración y la longevidad en estado silvestre, aún desconocida con certeza, pero fundamentan la necesidad de proteger en forma estricta las colonias reproductivas que puedan establecerse y en forma paralela desarrollar investigación que permita manejar en forma eficiente el hábitat para favorecer la reproducción de la especie.


Población humana asociada a la especie

Las poblaciones humanas asociadas al hábitat del flamenco corresponden a grupos indígenas dedicados principalmente a actividades, se dedican además a la ganadería de camélidos y ovinos tanto en zonas de precordillera como altiplano.

Si bien, en general se trata de población de raíz andina, el origen étnico difiere según la Región. En la Región de Tarapacá la población es de filiación étnica aymara, en la Región de Antofagasta la población es de origen atacameño y quechua, mientras que en la Región de Atacama no existe una relación entre salares y asentamientos humanos originarios. En esta última, son los asentamientos mineros los que actualmente se relacionan con el hábitat de flamenco.

Costumbres y usos tradicionales

La mantención de la tradición e identidad de los pueblos andinos está fuertemente ligada a sus costumbres, a los ritos que mantienen una relación armónica hombre - naturaleza: ritos para la lluvia, para la multiplicación de los pastos y del ganado; ritos de sanación, entre otros.

En los Andes, hace mucho tiempo que los flamencos (parinas en aymara) han sido fuente de plumas, carne y huevos para el consumo humano (Campos, 1988). Distintas evidencias pasadas y actuales nos revelan esta relación que se ve reflejada en los distintos usos que se le da a esta ave por parte de la población nativa. En el pasado, los pastores atacameños “… cazaban suris o avestruces para utilizar la piel emplumada en las fiestas religiosas. Ascendían, además, en las temporadas cálidas, hacia las lagunas cordilleranas tras la recolecta de huevos de parinas” (Sic, Núñez, 1992).  
                 
Actualmente, la legislación vigente, establece una normativa de protección de especies nativas, con lo cual la caza de animales silvestres se ha visto restringida y prácticamente eliminada.

No obstante, en la actualidad “…todavía se practican ciertos hábitos de caza para proveerse de roedores y aves, incluyendo la recolecta de huevos de parina” (Sic, Núñez, 1992).

En relación con el uso comestible del flamenco, Núñez y Santoro (1994), señalan que “…los recursos asociados a vertientes potables dispuestas en el paisaje altoandino permiten hasta hoy el acceso de pastores a las lagunas y vegas forrajeras, donde practican la recolección de huevos de parina y caza eventual en las estaciones cálidas. Tal situación no debió ser muy distinta al modo de ocupar temporalmente la alta puna por los cazadores arcaicos de los pisos más bajos, en torno a la caza de camélidos, suris, etc.” (Sic)

En San Pedro de Atacama, los lugareños recuerdan con nostalgia, “los caseros”, que vendían huevos de parina de puerta en puerta. Los huevos se transportaban cocidos y eran vendidos por habitantes del altiplano chileno y boliviano (I. Abán, com. pers.4).

En la actualidad, esta práctica se encuentra fuertemente regulada, siendo prácticamente eliminada desde 1990. En los últimos años en la Región de Antofagasta, se han efectuado campañas de control para la protección de eventos reproductivos de flamencos en el Salar de Atacama en conjunto con las comunidades. En estos campamentos participan voluntarios de la etnia atacameña, seleccionados por la propia directiva comunitaria.

Un ejemplo del uso del flamenco, y particularmente de las plumas de esta ave, en actividades rituales es la festividad del agua; la limpia de canales se realiza anualmente en los poblados de Peine y Socaire en la comuna de San Pedro de Atacama en la Región de Antofagasta, siendo en este último poblado donde permanece la tradición hasta el día de hoy. En este ritual, se pide a las montañas circundantes que ayuden al cerro invocado, para que mejore la crianza y el riego. Es una rogativa a los cerros de los cuales desciende el agua, un llamado a la multiplicación de la tierra cultivada y de los animales, una invocación a la fertilidad y a la reproducción.

El encargado de realizar esta ceremonia (cantal y su discípulo), realiza una rogativa: “…ofrenda coca, aloja, yerbas aromáticas y el clásico puñado de plumas rojas de parina, como símbolo de fertilidad o abundancia” (Sic, Núñez, 1992). Para la ceremonia, cada familia debe aportar un puñado de plumas obtenidas del sacrificio de un ejemplar de flamenco, de preferencia se trata de plumas rojas, cada una de ellas representa a un miembro de la familia (adultos o niños). La ausencia de este ritual puede traer secuelas en la actividad productiva de la comunidad, ya sea por la ausencia de lluvia para la siembra, como por la escasez de animales preñados (Ester Bustón, com. pers.).

Antiguamente en Peine, “... se ofrendaban en la Casa Comunal varios platos con Cajcher (chicha con harina de maíz), Chacha (flor aromática como incienso) y tejto (plumas rojas de parina). Por otro lado, los implementos de culto como los sombreros con plumas de parina ya no son usados comúnmente” (Sic, Núñez, 1992).

Así como ocurre con otros animales silvestres, el comportamiento del flamenco se asocia en la zona andina a cambios climáticos, entre los aymarás de la Región de Tarapacá, las plumas encrespadas del flamenco indican presencia de lluvias.

En Bolivia, uno de los indicadores importantes a tomar en cuenta a la hora de sembrar es,  la conducta de las aves, entre las cuales se encuentra el flamenco o “pariwana”, la observación debe realizarse al amanecer “da la impresión de estar zapateando (…) indica una buena producción” (Mauricio Mamani, 2000 p: 94. Raíces de América. El mundo andino. Alianza América/UNESCO)

I.                Abán, San Pedro Atacama, Región de Antofagasta, Chile.
II.              Ester Bustón, Socaire, Región de Antofagasta, Chile


En Chile solo es posible ver a las tres especies juntas, en el norte, en los salares, vegas y bofedales del altiplano.

REFERENCIAS:

Flamencos

Palaelodus

Conservación Flamencos altoandinos

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