Santa María Magdalena de Cobija
La verdad sea dicha, no sabemos porque iniciamos con este párrafo que encontramos en ese maravilloso libro de Isaac Arce Ramírez “Narraciones Históricas de Antofagasta” ¿Será porque este lugar sufrió constantes calamidades y grafica la vida y el ocaso del antiguo puerto de Cobija?
“Prefectura del Departamento de Cobija - febrero 18 de 1869.- Al Prefecto del Departamento de La Paz - Señor: - El triste cuadro que presenta este puerto es digno de llamar la atención de los demás pueblos de Bolivia. La fiebre amarilla que tenía su asiento en las costas del Perú, y que jamás invadió las de Bolivia, por fin ha llegado a hacer sentir el formidable peso de su devastación. En vano es forcejear contra los fallos de la Providencia; en vano, porque apenas habrá otra autoridad que como yo hubiese tomado las medidas de precaución, ya impidiendo el contagio por mar y tierra, ya también ejercitando un sistema higiénico en su más amplia extensión. Todo esfuerzo ha sido inútil, y hoy, Señor Prefecto, se encuentra este puerto desolado. Los pocos habitantes que existían han fugado en todas direcciones, huyendo del contagio, y de los que aún quedaban, muy raras excepciones hay de los que se han salvado. “
***
“Tristes gemidos salen de las casas, y los cadáveres se amontonan en el panteón:
La Administración pública está casi paralizada.
Dígnese, Señor Prefecto, hacerlo saber a los habitantes de ese distinguido departamento y aceptar las altas consideraciones con que, quizás por última vez, soy de Ud. atento servidor- José R. Taborga”.
José Raimundo Taborga Pizarro
Para referirnos a la historia del poblado de Cobija, citaremos de manera textual el trabajo de investigación “Paisajes Culturales de Cobija, Costa de Antofagasta, Chile” Desarrollada por:
- Victoria Castro: Investigadora Asociada Museo Chileno de Arte Precolombino. Universidad Alberto Hurtado.
- Carlos Aldunate: Investigador Asociado Museo Chileno de Arte Precolombino.
- Varinia Varela: Investigadora Asociada Museo Chileno de Arte Precolombino.
La Historia Reciente de Santa María Magdalena de Cobija
El escrito dice así:
Las percepciones coloniales están hechas por un funcionario colonial y se refieren precisamente a Cobija:
En la ensenada de Atacama, ques donde está el puerto, hay cuatrocientos indios pescadores uros, que no son bautizados ni reducidos, ni sirven a nadie, aunque a los caciques de Atacama dan pescado en señal de reconocimiento. Es gente muy bruta, no siembran ni cogen y susténtanse de sólo pescado (Lozano de Machuca [1581] 1885: XXV).
Archivo Original de Lozano de Machuca:
No es el momento de discutir el término “uro”, que menciona el cronista, pero sí es necesario recalcar la relación asimétrica que establece entre las tierras altas de Atacama y la costa en épocas coloniales muy tempranas, donde muy probablemente se mantenían las mismas instituciones precolombinas. En este contexto recordemos que Polo de Ondegardo ([1571] 1916:79-80) señalaba las dificultades que surgían en el Collao, al tratar de encomendar los indios de los valles costeros, porque pertenecían a cabeceras que estaban en la altiplanicie.
Don Juan Polo de Ondegardo y Zárate
Podemos asumir que mientras persiste el paisaje cultural asociado al pasado por parte de los indígenas, ellos son testigos del arribo de gente muy diferente de aquella que antaño bajaba de tierras altas; es gente ajena y desconocida. Cobija, (22º 32”) fue fundada en 1587, con el nombre deSanta María Magdalena de Cobija, para servir de refugio a los marinos en un tramo de la costa particularmente inhóspito (Fifer 1976: 53). Fuera de escasas descripciones de este sector en crónicas hispánicas, el conquistador español no mira ni se asienta en estos territorios sino de manera esporádica. La escasez casi absoluta de agua, la lejanía y dificultades de acceso a las tierras pobladas del interior, no fueron aliciente para un establecimiento importante y definitivo. Esto ocurrió en toda la costa arreica del desierto.
Sin embargo, de lo expuesto, para la iglesia y en menor medida los encomenderos, este territorio, a pesar de sus inconvenientes, tuvo algunos atractivos que justificaron asentarse de manera esporádica en estos difíciles territorios.
En términos generales, los pescadores que vivían a lo largo de la costa del Norte Grande de Chile llamaron la atención de los europeos fundamentalmente en tres aspectos: su condición de vida (“bárbaros”, “gente bruta”, “pobres” o “miserables” (Bittmann 1979: 329, 1983:147), su movilidad y el aprovechamiento integral del lobo marino, para la construcción de balsas, viviendas, vestimenta, recipientes, cordelería y alimentos. Las citas de cronistas abundan en la riqueza de recursos marinos de la zona, y en la habilidad y especialización de los pescadores para cazarlos (Bibar [1558] 1966:12). Sin embargo, lo que atrajo más su atención fueron las balsas de cuero de lobo, de las más originales invenciones náuticas del mundo precolombino (Lizárraga [1594.1608], 1987: 150, 148).
Evangelizadores y Encomenderos (s. XVII - XVIII)
Los conquistadores aprovechan la abundancia de peces, mariscos y mamíferos marinos y la habilidad de los pescadores para hacer sus trueques y comercio. Para facilitar el tráfico de estos recursos hacia las tierras altas, se aprovechan elementos prehispánicos, tales como el sistema de rutas prehispánicas que existía desde el período Formativo y que se había consolidado en épocas del Intermedio Tardío y Tardío y la tecnología de la conservación del pescado, que se procesaba para conseguir el charquecillo (Bauver en Bittmann, 1984:104).
Porque en aquella costa se haze grandissima pesca de congrios, tollos, lisas, dorados, armados, vagres, pulpos y otros muchos géneros de pescados que salpresan, y del que lleuan grandes recuas de carneros a Potosí, Chuquisaca, Lipes, y a todas aquellas provincias de la tierra de arriba, porque es el trato principal de aquella tierra con que an enriquesido muchos (Vásquez de Espinoza [1630] 1948: 618). El puerto del mar del Sur más cercano a ella la ciudad de la Plata del Pirú, es el de Cobija, donde hacen las grandes pesquerías de congrio, liza, tollo y otros géneros de que se sustenta de pescado esta provincia de los Charcas (…) a la ciudad de la Plata llegan productos como pescado; hay mucho de la mar, saldo que se trae frescal, para las cuaresmas y entre año, tollo, congrio, liza, sardina, garcielo, corvina y otros muchos (Pedro Ramírez de Águila en Bittmann 1983: 147).
Es interesante constatar la influencia de la Iglesia en Cobija y el litoral para la evangelización de los camanchacas, para lo cual fue necesario entrenar a los curas en las lenguas de la costa, pues estos no hablaban las generales quechua y Aymara (AGI Charcas 92: fs.17r. y 72v 78v y 9v, en Castro 1997).
En la primera mitad del S. XVII se celebran las primeras misas en Cobija en la iglesia de Santa María Magdalena del Mar. Para esta época contamos con los testimonios entregados en la Probanza de Méritos de Francisco de Otal (Castro 1997), que contienen significativas referencias para el sector, puesto que Otal fue cura y vicario de Cobija, donde sirvió por más de 24 años. En toda esta Probanza, hay distinciones entre los indios atacamas y los camanchacas, a quienes invariablemente se les llama también “indios Pescadores”, apelativo que indica claramente la utilización que las autoridades coloniales daban a los pueblos locales.
Los eclesiásticos de Cobija hacían tanto énfasis en la evangelización como en el comercio y tráfico de pescado a las tierras altas de Atacama, Chuquisaca y Potosí, para recibir prebendas de autoridades como el Obispo de Potosí, el que escribe al cura Otal agradeciendo sus envíos de pescado “fresco”:
haciendo la estimación que deuo del rregalo del atun que trajo el yndio muy saçonado y a buen tiempo y es cossa lindissima y rregaladissima y si buessa merçed se hallare en disPussiçion de ymbiarme mas deste genero y de los demas pescados que suele ymbiar Por agosto Lo estimare y Pagare a los indios más mientras mas cantidad trajeren y si desto pudiere benir frescas como el otro y en preza entera Lo estimare con estremo aunque en la salmuera esta admirable (Castro 1997: A- 62 AGI Charcas 92: f90r)
Posteriormente, Otal obtiene aprobación para que se le asignen seis “indios camanchacas pescadores continuos” quienes deberán entregarle todo lo que pescan, a cambio de un pago que servirá a estos pescadores para enterar lo que deben al encomendero (Castro 1997: A-50; A-51. AGI Charcas 92: f72r, 72v y 74r). Ponemos énfasis en esta nueva categoría que demuestra la nueva situación de dominación, tan diferente a la andina, que tuvieron que afrontar los pueblos de esta costa.
En síntesis, el modo de vida tradicional indígena basado en la caza y recolección persiste, así como la relación y dependencia con las tierras altas, esta vez configurada en los nuevos términos establecidos por la colonia. Sin embargo, hay alteraciones fundamentales introducidas por el establecimiento del enclave colonial, aunque precario, en sus territorios, la evangelización, el tributo al encomendero y las relaciones sociales y económicas con los españoles. De más está señalar que la presencia europea fue una ruptura del paisaje de la época, de profundo impacto a nivel ideológico sobre las costumbres indígenas por el peso de la evangelización. Este sistema indígena coexiste con la construcción social ibérica para este lugar, fundamentalmente eclesiástica, que tiene que ver tanto con evangelizar como con el aprovechamiento de los recursos marinos.
A pesar de estos cambios, los pescadores camanchacas o camanchiangos continúan con un sistema de matrimonio endogámico, como lo demuestra el libro de Varias Ojas (Aldunate et al. 2010).
El camino de Potosí, contrabandistas y viajeros (S. XVIII)
Existe información elocuente sobre el contrabando existente entre Tarapacá y Atacama, que estaría en manos de población no indígena; según Cañete y Domínguez.
“Los pobladores de Pica y Tarapacá, que por lo regular son españoles, cholos o mestizos, se pasan a Atacama con mercaderías de la tierra, como son la coca, bayeta de la tierra, algunas cintas, cuentas y otras frioleras, para cambiarlas por trigo y maíz y también para el rescate de oro y plata; ellos vagan por todo el distrito engañando a los infelices indios… (Larraín 1974: 234)”.
El tráfico marino oficial de la plata de Potosí se hace por Arica, donde está la Aduana, que a través de las Cajas Reales controla el pago del tributo. Esto hace que Cobija, donde no hay autoridades coloniales ni controles administrativos, sea un punto apetecido para el contrabando y las recaladas de barcos extranjeros que burlan el estanco español.
Aprovechando el puerto, la lejanía de centros poblados y el abandono de las autoridades coloniales, Cobija se transforma en una recalada de contrabandistas europeos que embarcan plata de Potosí, eludiendo pagar el impuesto del quinto real. El siglo XVIII se caracteriza también por la llegada de viajeros y científicos europeos.
En general, Cobija, durante la época colonial, es considerada por las autoridades hispanas como un paisaje marginal, propicio para actividades informales. Por ello se densifica el tráfico del camino de Potosí a la costa; llegan viajeros y expediciones científicas, siendo las más conocidas las de Vincent Bauver (Bervau), francés, en 1707; Louis Feuillée, francés, en 1710; Amadée Frezier, francés, en 1730; Jorge Juan y Santa Cecilia, españoles, en 1735; Antonio de Ulloa, español, 1743, y Pedro Vicente Cañete y Domínguez, español, en 1789.
Pedro Vicente Cañete y Domínguez
Para 1787 la población tributaria de Cobija era de 10 originarios, 9 cholos con tierras y un cholo sin tierras y ya en 1804, esta población había disminuido por lo menos a la mitad, lo que muestra una clara disminución de los tributarios. Una situación que demuestra abandono parcial del lugar y que los lugareños atribuían al abuso de los encomenderos sobre los arrieros (Hidalgo 1983:139- 140).
Calama es el punto nodal hacia el interior entre Cobija y las tierras altas
La población que se le aporta menos es la de San Juan de Calama en distancia de treinta y nuebe leguas desproveídas de otro auxilio que no sea las leñas, y el yerbaje, para manutención de las bestias, y esto solo en los Parages de Guacate que se halla siete leguas más adelante y en el de Chacame (sic) que corre de diez a once siguiendo el mismo Rio. De aquí hasta llegar al Puerto se ofrece una travesía de veinte y dos leguas con tan malos pasos, y Cuestas que a la salida ofrecen no poco afán a los Arrieros, con todo de que caminan la mayor parte de noche, y se valen de otras diligencias para auxiliar sus cabalgaduras (AGI Charcas 438. Carta Nª 156 del Gobernador Intendente de Potosí, Pino Manrique, Hidalgo 1983: 141).
Libertadores y gobernantes ilustrados de Bolivia (1815-1870)
El siglo XIX es el que contiene la mayor cantidad de información y la mayor cantidad de cambios particularmente en cuanto al diseño en el asentamiento y en las prácticas sociales y económicas que se desarrollan en Cobija.
Bolívar cifra en Cobija la esperanza de la naciente República y determina que es el único puerto que Bolivia puede ocupar para su vinculación con el mundo, en una época en que todas las comunicaciones a larga distancia eran marítimas. El gobierno hace enormes esfuerzos para el desarrollo de este puerto, a pesar de sus graves deficiencias. Las más grandes son su falta de agua y el estar separado de los centros bolivianos por cientos de kilómetros del desierto más árido del mundo y por serranías y salares inhóspitos, donde es muy difícil establecer postas para los caminos.
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco
El cambio del paisaje es drástico tanto en su concepción, pues este territorio pasa a tener una importancia estratégica de primer nivel para la naciente república, cuanto a su expresión, pues se habilita y desarrolla una pequeña ciudad con todos sus servicios.
El 28 de diciembre de 1825 se reconoce la caleta como pueblo bajo el nombre de Lamar. En el decreto respectivo se funda el puerto mayor de Cobija o Lamar bajo el mandato y la firma del libertador Simón Bolívar (Arce 2004:16-17).
Sucre debió emprender el mejoramiento de Cobija; en mayo de 1826 le escribía a Bolívar:
El Puerto de la Mar (Cobija) se habilitará con mayor expectativa que beneficio… La adquisición de Arica es de suma importancia para Bolivia. Sería un magnífico puerto, especialmente con un buen camino a Cochabamba, pero si Perú lo retiene, podríamos declarar puerto libre a Cobija, que causaría la declinación de Arica (Fifer 1976: 54).
Así es como se pone énfasis en la habilitación de caminos y postas; se instalan el ejército, hospital, correo, aduana, etc., con sus respectivas construcciones, y se intensifica el tráfico terrestre y el marino.
De este modo, Cobija se transforma en el puerto de llegada de todas las mercaderías de ultramar enviadas a Bolivia y de zarpe de las exportaciones bolivianas, aunque se continuó utilizando a Arica, en el litoral peruano. Es el tiempo del auge del comercio marítimo boliviano. Se establecen varias casas comerciales que vinculan a Cobija con Potosí y La Paz (Bolivia), Valparaíso (Chile), y Salta y Jujuy en Argentina (Conti 2003). Las principales son Cotera, Artola, Tezanos - Pinto y Cía., Hnos. Latrille, la casa Durandeau, Dorado Hnos, etc. Al mismo tiempo, se inician las primeras labores mineras de importancia y una parte de los changos dedicados al mar, también se ocupan en faenas mineras.
Se instala una planta desalinizadora de agua de mar, condición necesaria para un asentamiento más permanente. Es el tiempo en que llega una gran cantidad de viajeros y científicos de paso hacia Perú, Potosí, La Paz, Salta y Jujuy, como por ejemplo, Francisco O´Connor, irlandés, en 1826, con la misión de buscar un puerto para Bolivia (González 1992); Jacques Antoine Moorenhout, francés, en 1828; William Bollaert, francés, en 1828; Alcides D’Órbigny, francés, en 1830; Rodolfo A. Philippi, alemán, en 1853-54; Johan J. Von Tschudi, austriaco, en 1858; León Palliére, francés, 1945; Herman Burmeister, alemán, en 1860; Manuel Almagro, español, en 1864, quien estando en Cobija, “se aprovisionó de los recursos necesarios para emprender la travesía del desierto de Atacama, en busca de objetos etno-arqueológicos” (González 1992: 21); y André Bresson, francés, 1870, entre otros.
Rodolfo A. Philippi
No obstante, este interés, la guerra de la Confederación Perú Boliviana, las invasiones peruanas a Cobija y la competencia de los puertos de Arica, Antofagasta y Valparaíso, sumadas a las desventajas naturales de esta localidad, conspiran contra el despegue de este puerto.
Las desoladas apreciaciones sobre Cobija por parte de los viajeros europeos, denotan la percepción de un paisaje muy diferente de aquel territorio lleno de posibilidades para los originarios cazadores recolectores marinos del territorio nortino. Un ejemplo: El paisaje de Cobija visto por A. D’Órbigny, en 1830:
Si el perfume de las flores y el aspecto grandioso de la hermosa vegetación del Brasil exaltó mi espíritu a mí llegada a Río de Janeiro, estuve muy lejos de experimentar las mismas emociones al recorrer con los ojos los campos de Cobija. Me sentí, por el contrario, profundamente entristecido, buscando inútilmente rastros de verdor. La naturaleza parecía estar de duelo, y lejos de hallar en esa tierra tan alabada del Perú, esa riqueza proverbial de aspecto, cuya idea despierta su nombre en todo el resto del mundo, veía a la derecha un cabo negro, formado de rocas desgarradas; frente, una costa donde el oleaje rompía con estrépito, en medio de rocas; algunas casas de pobre apariencia, al pie de la barranca cortada a pico; y, arriba, una llanura en pendiente completamente pelada, que parte del mar y se eleva poco a poco hacia las montañas abruptas y también secas y peladas. Todo el prestigio desapareció, y experimenté, no sin vivo detrimento de tristeza, el doble temor de no hallar nada pintoresco en esta tierra ingrata y ver defraudadas por completo mis esperanzas de descubrimientos. Sin embargo, reflexionando, al ver esa costa accidentada, esta vasta extensión marina, y arriba, rocas peladas, pensé que la zoología marina y la geología me ofrecían todavía tesoros y bastantes medios para llenar los momentos de descanso (D’Órbigny [1826-33] 2002: 1029-1030).
Alcides D’Órbigny
Y, sin embargo, coexisten al menos varios paisajes culturales fuertes, entre otros: el del cazador recolector marino, que mira hacia el mar; el del navegante y viajero que percibe su calidad de puerto, la informalidad producto del abandono, y un paisaje, constituido por un diseño urbano, asentado en el lugar, que lucha por ser ciudad.
En 1829, el gobierno de Bolivia separa a Atacama de Potosí y nombra un prefecto en Cobija. Diez años después, Atacama es elevada a Departamento y dividida en dos provincias: Lamar (el litoral) y Atacama, con un prefecto en Cobija y un subprefecto en San Pedro de Atacama (García et al. 2000:66). Ello denota la aún creciente importancia de Cobija como puerto principal, al tiempo que replica el modelo jurisdiccional territorial que ya había implantado el poder eclesiástico en el siglo XVII. También significa la permanencia de una arquitectura de vivienda republicana temprana, para ser habitada por esta clase de funcionarios. Más tarde, hacia 1860, también se ha establecido un consulado de España en Cobija, con fines administrativos y comerciales (González 1992).
Un capítulo de la mayor significación que se expresa formalmente durante el XIX y es el eje articulador tierras altas – tierras bajas es la habilitación de caminos.
Después de la independencia de Bolivia, en 1825, cuando el puerto de Cobija se integró al comercio internacional, cobraron importancia antiguos caminos indígenas que conectaban el litoral Pacífico con el noroeste argentino, principalmente a través de la ruta que iba de Cobija, pasando por San Pedro de Atacama, hasta el noroeste argentino. De 1830 a 1860, período durante el cual los sectores mercantiles de Salta y Jujuy utilizaron al puerto de Cobija para su comercio de importaciones, se desarrolló la arriería como actividad relevante de los habitantes de oasis y valles de ambos lados de la cordillera. Las cargas se llevaban en asnos hasta Calama y de allí en mula hasta Salta o Potosí (Conti 2006).
En efecto, hemos comprobado en terreno, prospectando el camino entre Cobija y Calama (Castro et al. 2009), que uno de los marcadores del mismo, en el presente, son los esqueletos blanquecinos de mulares, que jalonan el camino en toda la extensión pampina. Por contraposición, en esta misma ruta no se hallan restos óseos de camélidos, demostración patente de la falta de agua para unos y la adaptación de otros.
Uno de los más graves problemas con los que tropezó Bolivia para la habilitación de Cobija fue su comunicación con el resto del país, problema que puede resumirse en pocas palabras: desierto, falta de agua y de pastos, falta de postas para el reposo de caminantes y de las arrías, cordillera, frío, cuestas, caminos llenos de tropiezos y un sinfín de otras condiciones. Hacia finales de la colonia se utilizaba la ruta Cobija - Chacance - Guacate Calama, Chiu Chiu. Santa Bárbara – Polapi -Tapaquilchas (se entra en Lipes). Viscachillas – Alota - Río Grande – Amachuma - Agua de Castilla - Porco - Potosí. En total, 177 leguas.
Este camino no varió fundamentalmente en el período republicano (Flores et al. 2005). Igual que la habilitación del Puerto, la habilitación del camino se inició formalmente en 1827, durante el gobierno de Sucre; los periódicos invitan a viajar a Cobija, señalando itinerarios de Potosí a Cobija y de Oruro a Cobija (Cajías 1975: 65-66).
Camino de Cobija al interior de la región
De acuerdo a los estudios previos y a los nuestros en terreno sobre el tramo Cobija – Calama (Castro et al. 2009), se hicieron enormes esfuerzos para mantener estos caminos y sus postas, pero las condiciones naturales, la escasez de agua y la aridez del desierto, siempre conspiraron en su contra; esta situación se asocia a la percepción de un paisaje yermo, árido, estéril, inhabitable.
Durante este siglo, Cobija sufre cambios significativos en su asentamiento, lo que se aprecia fuertemente en su diseño urbano. Un médico de la Armada de Estados Unidos, la describe en 1834:
Caminamos hacia la casa del gobernador que está frente al desembarcadero, y doblando a la izquierda nos encontramos con la calle principal y única de Cobija. Tendrá quizás un cuarto de milla de largo, pero no está totalmente edificada. Las casas son todas de un piso y están construidas de madera y adobe, en el estilo más rudimentario posible, y muy pocas tienen patios. El revoque se prepara con agua salada (…). La madera que se trae de Chiloé y Concepción resulta en total más barata que el adobe (…) Una gran proporción de las casas está ocupada por tiendas, donde se exponen gran variedad de artículos extranjeros tanto americanos como europeos. El edificio más antiguo es una iglesia que se dice fue levantada hace ciento cincuenta años. Está construido de adobes de tamaño pequeño…un templo muy reducido y de humilde apariencia, abierto al mar por la única puerta que posee, que es doble y está asegurada por un candado común; en realidad, a menos que se llame la atención sobre ella, se podría creer que es un establo (Fifer 1976:60).
Grabado de Cobija
Según el censo de 1832, Cobija tenía una población de 560 habitantes, de los cuales 266 eran de origen chileno, 80 peruanos, 54 argentinos, 104 bolivianos, 3 portugueses, 4 colombianos, 15 franceses, 3 italianos, 4 ingleses, 2 ecuatorianos y un filipino.
Es una época en que, a pesar de las condiciones precarias, hay optimismo por las inversiones que se han ido haciendo en Cobija y el Presidente Santa Cruz confía en 1834 en el éxito futuro de este puerto, destacando de este litoral, sus riquezas en cobre (Fifer 1976:62). Pero la escasez del agua conspiraba siempre en contra. Los pozos eran salobres e insuficientes y en la época colonial se traía agua de Calama y San Pedro de Atacama. Las fuentes locales, en el costado del cerro, estaban cerradas bajo llave, dejando un angosto caño al exterior para llenar botellas (Fifer 1976:60-62).
Pozo de Agua ubicado al sur del poblado de Cobija
Pozo de Agua ubicado al sur del poblado de Cobija
Hacia 1839, el gobierno boliviano seguía haciendo enormes esfuerzos monetarios destinando treinta mil dólares anuales para el fomento, pero todas las tentativas para un comercio estable se frustraban por la agotadora ruta de seiscientas millas entre el puerto y el altiplano. “Es un lugar siniestro, separado por un inmenso desierto de arena de la parte habitada del país”, observaba Masterton y “que en el mejor de los casos requiere por lo menos tres semanas de viaje hasta La Paz, en contraste con los siete u ocho días que insume el de Arica” (Fifer 1976: 71).
A pesar de todas estas dificultades permanentes, Cobija tiene su época de oro para los comerciantes, en donde el diseño urbano y el tráfico marítimo y terrestre dan cuenta de un cambio radical a nivel productivo. Es la actividad del puerto de embarque, salida y llegada de bienes. Ello no debe hacernos olvidar que, en la cotidianidad, familias de changos siguen aportando a la alimentación diaria con su caza, recolección y pesca en la cordillera de la costa y en el litoral.
Personajes notables, como el fundador de Antofagasta, conocido como el “chango López”, que en realidad fue un esforzado industrial minero residente de La Chimba, entonces caleta y hoy parte de Antofagasta, viajaban continuamente a Cobija para abastecerse de víveres frescos y de operarios. Extraía metales cerca de Antofagasta, los que despachaba en su gran bote, El Halcón, hacia el puerto (Arce 2004: 50). En realidad, todo se operaba en Cobija, porque todo llegaba y todo salía de este nodo, en aparente contradicción con su denotada desolación. Era el centro urbano – administrativo de todo el litoral regional y el único nexo con las tierras altas de ambas vertientes de la cordillera de los Andes en Atacama.
Juan López "Alfaro"
Hacia 1840, hay explotación de minas en toda la franja costera y en el interior. El mineral extraído de esos lugares es transportado en carretas a la fundición instalada en Cobija (Flores et al. 2005: 96). Aún en pleno siglo XXI, encontramos las huellas de las ruedas sobre la arena terrosa del litoral y en el camino de la pampa (Castro et al. 2009).
Con una población mestiza y extranjera, la iglesia revitaliza la Parroquia de Santa María Magdalena de Cobija, que atendía a toda la población del litoral entre el río Loa hasta el paralelo 24º. También se asienta casa parroquial en la localidad (Flores et al. 2005: 117-121).
Hacia 1862, se habían fundado dos escuelas en Cobija (Arce 2004: 69), acorde con el plan no solo económico sino también político, social y cultural para la población del puerto y del litoral a nivel regional. También se había reorganizado el servicio de Aduanas.
Grabado de Cobija 1876
El 30 de octubre de 1871, desde Sucre, el Ministerio de Relaciones Exteriores comunicaba:
Al Señor Prefecto del Departamento de Cobija. Señor: En protección al desarrollo económico y social del Departamento litoral de Cobija, al estado excepcional en que se encuentra y en atención a su naciente población, compuesta en su mayor parte por inmigrantes extranjeros, S.E. Presidente de la República ha resuelto: Que pueden los extranjeros domiciliados en ese Departamento por más de un año, y establecidos con alguna industria o profesión, desempeñar los cargos concejiles que se necesitaren para servir los intereses de cada localidad, teniendo libre ejercicio de su culto las colonias que se estableciesen en las poblaciones de nueva creación… (Arce 2004: 114).
Es recién en el último tercio del siglo XIX, cuando Cobija empezará a ser paulatinamente reemplazada por Antofagasta como puerto principal, entre otras cosas porque entre 1860 y 1870 se descubren guaneras, salitre y nuevas minas y la provincia boliviana de Atacama se convierte en un distrito más significativo comercialmente. Justamente, la ciudad puerto de Antofagasta es fundada el 22 de octubre de 1868 (Flores et al. 2005: 69). Bolivia crea una nueva subprefectura en Caracoles y la capital pasa de Cobija al puerto de Antofagasta (García et al. 2000: 67).
José Santos Ossa
En pleno desarrollo industrial por los años 1870, el puerto sufrió tremendos embates de la naturaleza. Dos terremotos seguidos de dos maremotos igualmente devastadores y una peste de fiebre amarilla, terminan con las instalaciones urbanas y portuarias de Cobija y diezman a su población.
La epidemia de fiebre amarilla en 1869, fue de tal magnitud que dejó al pueblo casi deshabitado. Viudas y huérfanos quedaron desamparados. Sin embargo, hacia 1870, vuelve paulatinamente a repoblarse e incluso se funda un Banco para facilitar las operaciones mercantiles: el “Banco Nacional de Bolivia”. Su consejo general de administración se radicó en Valparaíso, teniendo como presidente a Don Agustín Edwards Ross (Arce 2004: 94).
En este año también se descubre la mina de plata de Caracoles, que acrecienta la gente interesada en su explotación. El tráfico entre la costa y el mineral se hacía en su mayor parte por Cobija, desde cuyo puerto había una distancia de 63 leguas. La ruta iba de “Cobija a Culupo, 13 leguas; de Culupo a Miscanti, 15 leguas; de Miscanti a Calama, 17 leguas; de Calama a Caracoles, 18 leguas” (Arce 2004: 98-99).
De particular intensidad fue el terremoto y maremoto de 1877 para Cobija. Se derrumbaron la mayor parte de los edificios y luego el mar arrasó con familias completas (Arce 2004: 357). Hacia 1885 Cobija sólo tenía 429 habitantes y en 1907 el poblado fue definitivamente abandonado. El paisaje relicto que hoy puede observarse en Cobija comprende estas ruinas de adobe, de alturas aún imponentes, de las que queda uno que otro muro. En la superficie, los efectos de los maremotos son evidentes. Nunca más se reedificó y la desolación se siente hasta hoy, no obstante, la belleza escénica del lugar.
Imagen actual de Cobija
Imagen actual de Cobija
De nuestra consideración: A este escrito queremos sumar los estudios arqueológicos contenidos en el mismo trabajo, además de poder incluir parte de nuestra investigación que guarda relación con la flora y fauna del sector, teniendo la confianza que será un buen aporte y dará como resultado un estudio bien acabado de la cordillera costera de Tocopilla.
Descarga Directa de la Investigación "Paisajes Culturales de Cobija"
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