POR UNOS CENTAVOS MÁS.
Quintín Quevedo
La presencia de un
revolucionario boliviano que desde Caracoles intentó derribar al gobierno,
azuzó los ánimos. En agosto de 1872, Quintín Quevedo llega a Antofagasta desde
Valparaíso para derrocar al presidente Morales. La expedición golpista es
disuelta por el prefecto de Cobija. Quevedo, se refugia en la corbeta Esmeralda
bajo el mando de Patricio Lynch, quien lo traslada al Perú. Las faltas de
explicaciones de Chile a un supuesto apoyo a Quevedo impulsaron a Bolivia a
firmar un tratado defensivo con el Perú para salvaguardar los recursos de
Antofagasta. El acontecimiento a que nos hemos referido más adelante y que, en
realidad, puede calificarse de trascendental, es nada menos que la revolución
del General Quintín Quevedo, en Antofagasta, y cuyas incidencias, a pesar de
tener en nuestro poder abundantes datos, vamos a relatar sumariamente, pasando
por alto los detalles de la gestación de este movimiento, calaverada que,
injustamente, fue atribuida a1 Gobierno de Chile por los dirigentes de Bolivia.
Citaremos, si, como dato histórico, que se cambiaron a este respecto enérgicas
notas entre ambas cancillerías, y que con fecha 29 de agosto de 1872 el
Gobierno de Chile dio por rotas las relaciones con Bolivia.
Hagamos memoria de este suceso. Presidia la República de Bolivia por el año 1872, el General Agustín Morales.
General y Presidente de Bolivia. Sr. Agustín Morales
Sus adversarios políticos que los tenía en gran número de
acuerdo con el General Quintín Quevedo, que se encontraba en Valparaíso se
propusieron deponerlo. Y para llevar a cabo sus planes se encargó Quevedo de la
organización del movimiento y de la adquisición de los elementos y materiales
bélicos necesarios. Compró sigilosamente en dicho puerto, un regular número de
rifles, carabinas de distintos sistemas y revólveres y contrató el vaporcito
"Paquete de Maule" y la barca "María Luisa". Contaba,
además, Quevedo, con 60 u 80 ciudadanos bolivianos que las revoluciones habían
hecho emigrar a ese puerto, y con 100 individuos, más o menos, de distintas
nacionalidades, enganchados ahí a cualquier precio.
Con todos estos elementos se
vino Quevedo a1 norte, para desarrollar su plan revolucionario. Era la mañana
del 6 de agosto de 1872, cuando las naves en que venía la expedición de Quevedo
aparecieron en la rada de Antofagasta y desembarcaron, sin inconvenientes
alguno, su tropa, la que ocupó inmediatamente la plaza. Las autoridades,
impuestas desde los primeros momentos de lo que ocurría, se reunieron y,
después de corta deliberación acerca de la actitud que debían adoptar,
resolvieron no oponer resistencia y dejar el campo libre a los insurrectos, y
como a esa hora estaba fondeado en la bahía el vapor chileno "Lamar",
listo para partir al norte, se embarcaron en dicha nave en unión de los
funcionarios públicos, jefes de los diferentes servicios.
Muchos residentes
bolivianos de Antofagasta, desafectos a la política del Gobierno y que
simpatizaban con la causa de Quevedo, se plegaron a sus filas, y el número de
tropa se elevó entonces a 350 hombres, contándose entre estos como 30 ó 40
chilenos. Horas después de tomada la plaza, en forma tan pacifica, se hicieron
los nombramientos de los funcionarios respectivos para ocupar los puestos
públicos de las diversas reparticiones, y se colocaron proclamas en los sitios
más céntricos y concurridos, dirigidas una, a la Nación y otra al Ejército. La
primera empezaba así: "bolivianos: la revolución que proclamó la libertad
y cuya dirección fue entregada incautamente a un hombre de celebridad funesta,
a Agustín Morales, manchado con el crimen del asesinato y condenado por el
anatema, etc., etc.". La otra decía:
"Compañeros de armas, antiguos soldados de Bolivia: Ya
me tenéis sobre las playas de la patria, con el estandarte de la restauración
nacional, para redimirla de un yugo vergonzoso. Guiado por el noble propósito
que me conduce, marcho a través de los Andes, en vuestro encuentro, y os
anticipo mi saludo fraternal Venid a mí, camaradas a confundiros e
identificaros con vuestros compañeros. Recordad que juntos hemos compartido
penas y placeres en las campañas y en el vivac. Abandonad la bandera oprobiosa
que os han impuesto y en cuyos pliegues anida la traición, la cobardía, la
ignorancia, la tropelía y el crimen. La patria os llama por mi conducto.
Escuchad su voz y ser dignos y felices haciendo la felicidad de Bolivia.
Vuestro General y compañero. -Quintín Quevedo- Cuartel General en Antofagasta,
a 6 de agosto de 1872."
Al día siguiente
de la ocupación, el General Quevedo reunió a los dueños y jefes de las
principales casas que tenían negocios mineros y les exigió un empréstito
especie de cupón de guerra- de 10.000 Bs., a cuenta de derechos de exportación
de metales, para poder sufragar los gastos más urgentes de su expedición, a lo
que estos accedieron sin oposición alguna. Después de algunos días de
permanencia en este puerto, y lista la tropa para una nueva incursión, el
General Quevedo militar de gran actividad se propuso apoderarse de Cobija, para
lo cual embarcó nuevamente su gente en el buque "María Luisa"; pero
como sabía que Cobija tenía una buena guarnición, determinó desembarcar en
Tocopilla como en efecto lo hizo y marchar por tierra al primero de los puertos
nombrados, para tomarlo de sorpresa y por retaguardia. Pero coincidió esta
resolución suya con el hecho de que apenas se supo en Cobija la ocupación de
Antofagasta, el Prefecto señor Ruperto Fernández empezó a preparar toda su
tropa para marchar en su auxilio y batir y desalojar a los revolucionarios. El
día 9 de agosto fondeó en Cobija el vapor inglés "Paita", y las
autoridades propusieron al capitán transportase la tropa a alguna caleta próxima
a Antofagasta, a lo que se negó redondamente. Después de muchas e insistentes
gestiones y ofreciéndole un excelente pago a la Compañía, el capitán aceptó
conducirla hasta cerca de Mejillones, frente a la caleta del guano, a donde
llegaron a las 5 de la tarde de ese mismo día.
Mejillones 1879 (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)
Muchas dificultades se presentaron para la movilización por
tierra de la gente y los elementos bélicos que traían, por cuya razón tuvieron
que demorar ahí varios días, hasta que, al fin, supieron que los
revolucionarios habían abandonado Antofagasta y aparecido en Tocopilla. Esta
inesperada noticia hizo cambiar sus planes al jefe de las fuerzas del Gobierno,
y el día 18 se embarcó otra vez con sus tropas rumbo a Cobija, para dirigirse
desde ahí a atacar a los insurrectos.
Cobija 1879 (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)
El 19, después de armar con cañones dos lanchas (Una de ellas a vapor) y conseguir algunas mulas, las fuerzas gobiernistas emprendieron la marcha, parte por mar y parte por tierra, en dirección a Tocopilla, donde estaba el cuartel general de Quevedo y su tropa. El 21 acamparon a medio camino (caleta de Atala), sin novedad alguna. El 22, a las 6 de la mañana, llegaron a Punta Blanca, a 2.1/2leguas distante de Tocopilla.
Tocopilla 1879 (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)
Después de un pequeño descanso, emprendieron otra vez la
marcha y llegaron a ese puerto. El vaporcito "López Gama" que estaba
en poder de los revolucionarios y que había sido armado con tres cañones de
artillería, rompió contra ellos sus fuegos, los que fueron contestados
inmediatamente por los del Gobierno. Momentos después el "López Gama"
apagó sus fuegos y se dirigió a1 centro de la bahía. Mientras tanto, las tropas
del Gobierno siguieron avanzando hasta llegar a la misma población, donde se
les hizo un simulacro de resistencia, pues los pocos soldados de la guarnición
de tierra empezaron precipitadamente a embarcarse en el vaporcito
"Morro". Momentos después se hacia la noche y parecía que un
armisticio había hecho cesar por ambas partes las hostilidades.
Cuando al día siguiente el Prefecto señor
Fernández se aprontaba nuevamente para reiniciar la lucha, se sorprendió con la
noticia que el General Quevedo había depuesto las armas voluntariamente y se
había asilado bajo el pabellón chileno, a bordo de la corbeta "Esmeralda',
que a la sazón se encontraba en dicho puerto, bajo las órdenes del Comandante
don Luis A. Lynch, y a quien había hecho entrega de los dos vaporcitos de que
se había apoderado, como consta de la siguiente nota que el Jefe ya citado
envió a1 Prefecto señor Fernández: "Comandancia de las fuerzas navales de
la República de Chile en el litoral de Bolivia.-Tocopilla, Agosto 23 de 1872-
Señor Prefecto:-El señor Quintín Quevedo, jefe de las fuerzas bolivianas que
expedicionaban sobre este litoral, se me ha presentado por sí y a nombre de su
gente, abordo de la corbeta Esmeralda en demanda de asilo, que se le ha
concedido, hallándose a estas horas desarmado y dando por terminada la lucha en
que se hallaba empeñado.
Recreación del Combate de Tocopilla (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)
En consecuencia, y habiéndome también
declarado que los vapores de que disponía, el "Morro", que pertenece
a las autoridades de Bolivia y el "López Gama", al señor de este
mismo nombre, tengo la honra de ponerlos desde hoy a la disposición de U.S.
sirviéndose U.S. encargar a las personas que hayan de recibirlos del oficial de
la Marina de Chile que actualmente los custodia. Con tal motivo, ruego a U.S. se sirva aceptar las
consideraciones de particular aprecio con que soy atento y seguro servidor de
U.S. (firmado) -Luis A. Lynch.- A. S.S. el Sr. Prefecto del Departamento
Litoral".
A esta
comunicación, contestó el señor Prefecto con una atenta nota, en uno de cuyos
párrafos decía:"Es muy satisfactorio para la autoridad superior del
departamento litoral, que la lucha que provocaran el señor Quevedo y sus
compañeros de expedición, haya terminado de la manera que U.S. me indica, y que
el pabellón chileno, que simboliza la gloria de una nación hermana y aliada de
Bolivia le sirva de asilo en su desgracia". De esta manera, como se ve, un
tanto cómica, terminó la improvisada como original expedición revolucionaria
del General Quintín Quevedo y que tenía como finalidad, según lo decía la
proclama, restaurar la libertad en Bolivia y redimirla del yugo oprobioso del
Presidente don Agustín Morales. El buque "María Luisa", de propiedad
de los insurrectos, fue capturado ese mismo día en Paquica, donde lo habían
dejado en poder de tres marineros. El "María Luisa" fue declarado
"buena presa" por el Gobierno de Bolivia, y algún tiempo después se
remató en pública subasta. Era de 140 toneladas de registro y siguió
enarbolando la bandera boliviana hasta que naufragó a Ia entrada de
Constitución, el 10 de septiembre de 1875.
El "María
Luisa" hacia el viaje desde Iquique y era mandado por el Capitán
Cussianovic.
Ahora, refiriéndonos al "cupón de guerra" o
empréstito de Bs. 10.000 Bs. recolectados en este puerto por orden del General
Quevedo, existe la versión que casi la totalidad de esta suma fue entregada
como depósito a un antiguo y conocido comerciante inglés que por muchos años
residió entre nosotros, suma que dicho señor la consideró como "caída del
cielo", como vulgarmente se dice, y que le sirvió para acrecentar su
fortuna - que años más tarde fue cuantiosa - pues nadie volvió a reclamarle el ya
citado dinero.
Esta versión nos
ha sido confirmada por el antiguo vecino de la localidad señor Perkins Shank,
que hoy reside en Mejillones y que nos merece completo crédito. Después de
muchas vicisitudes, el General Quevedo falleció en Puno, Perú, lugar de su residencia,
el 24 de agosto de 1876. Fue un hombre ilustrado e inteligente, y, como tal,
tuvo una brillante actuación en su país. Político y escritor, fue candidato a
la Presidencia de la República y Ministro Plenipotenciario en el Brasil,
Argentina, Paraguay y Uruguay. Un inspirado poeta boliviano-don Mariano
Ramallo- dijo de él, con motivo de su fallecimiento en el ostracismo:
"Llorad al hombre ilustre, cuyo aliento Hasta su triste, su postrer
momento, Fue por la libertad: Respetad siempre sus cenizas caras; Su elevado
civismo y sus preclaras Virtudes."
Subdelegación de Mejillones 1879 (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)