PRÓXIMAS RUTAS

LAS SANDÍAS Y ACEITUNAS DE ANTOFAGASTA-CHILE.




     Las aceitunas del Olivar y las sandías de la Chimba



     Cuenta la historia (aquella que -por lo general - no figura en los libros) que por la década de los 50 (centuria del 1900) muchos pampinos migraron a nuestra ciudad y se establecieron en un sector conocido como “El Olivar”. Aquella población fue llamada “Pablo Krüger”, en memoria del constructor de las oficinas salitreras “María Elena” y “Pedro de Valdivia” y las calles llevan por nombre a muchas ex antiguas salitreras. Chacabuco, Los Dones, Francisco Puelma, Luissis, Domeyko, Araucana, Aurelia, Savona, entre otras. Pero el tema es, porqué este sector se conocía como “El Olivar” y es aquí cuando entra en este escrito el Sr. Jaime N. Alvarado García quién explica:

-    "En toda la extensión del predio donde se construyó la población “Pablo F. Krüger”, hubo un empecinado agricultor que plantó – a mediados de los años 40 - más de 400 olivos, distribuidos en prolijas hileras, regados mediante una red de cañerías y mangueras. No se conocía el riego por goteo. Pero, aun así, los olivos daban buenas aceitunas"

     La crisis del agua que afectó a nuestra ciudad en los años 50 sentenció la existencia de aquel olivar que porfiaba por subsistir en un suelo tan árido y agresivo como el nuestro. Don Jaime agrega en su escrito:

-   "Recuerdo haberlo recorrido cuando - plenos de entusiasmo - íbamos a presenciar la llegada de los autos de carrera. Eran los tiempos de Papín Jaras, Bartolomé Ortiz, Lorenzo Varoli, Sergio Neder y Nemesio Ravera.  Cuando el piloto argentino Salvador Ataguille llegó a la meta en solo tres ruedas"

   Del olivar ya no quedaba siquiera el cierre perimetral y los árboles comenzaban a secarse.

     Don Jaime, sin saberlo, nos brindó una añorada respuesta ante la extraña presencia de sandías y melones en el sector de La Chimba.

-        Años más tarde, Enrique Frölich, también de descendencia germana, haría brotar los arenales de “La Chimba”, cosechando melones, sandías y un “cuantuay” de frutas, verduras y hortalizas impensadas para los “quinteros” antofagastinos.

"Vino la construcción de la población Pablo K. Krüger y con la mano de la diosa fortuna, la buena voluntad de algunos albañiles y la coincidencia en los planos, muchos olivos sobrevivieron… Y aún dan frutos. Otros olivos fueron talados y convertidos en leña por los propios moradores. Quizás si -como pampinos - no concebían otro árbol que no fuera el pimiento"

En los postreros recuerdos de Don Jaime N. Alvarado García.

- Por esas cosas del destino, hace unos días visité a un colega que vive en uno de esos pasajes de la población “Pablo F. Krüger”. Y compartimos algunos condumios, incluyendo aceitunas… Frutos del generoso olivo que sobrevive desde esos años y que aún se permitió ofrendarnos un puñado de sus sabrosas aceitunas. En el momento de la despedida, por encima de los techos de casas aledañas, pude apreciar el enramado de otros olivos que se niegan a desaparecer: son los últimos testimonios de una bella historia de empeños.

1 comentario:

  1. Alucinantes estas historias que remontan a momentos de lugares e hitos de Antofagasta y del norte en general...ojalá alguien tuviera además, fotos para ver esos olivos por ejemplo,entre otras cosas...Saludos.

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