PRÓXIMAS RUTAS

sábado, 21 de enero de 2017

QUINTÍN QUEVEDO Y EL COMBATE DE TOCOPILLA



Quintín Quevedo

La presencia de un revolucionario boliviano que desde Caracoles intentó derribar al gobierno, azuzó los ánimos. 

En agosto de 1872, Quintín Quevedo llega a Antofagasta desde Valparaíso para derrocar al presidente Morales.

La expedición golpista es disuelta por el prefecto de Cobija. Quevedo, se refugia en la corbeta Esmeralda bajo el mando de Patricio Lynch, quien lo traslada al Perú. La falta de explicaciones del Chile a un supuesto apoyo a Quevedo impulsan a Bolivia a firmar un tratado defensivo con el Perú para salvaguardar los recursos de Antofagasta. 

El acontecimiento a que nos hemos referido más adelante y que, en realidad, puede calificarse de trascendental, es nada menos que la revolución del General Quintín Quevedo, en Antofagasta, y cuyas incidencias vamos a relatar sumariamente, pasando por alto los detalles de la gestación de este movimiento, calaverada que, injustamente, fue atribuida al Gobierno de Chile por los dirigentes de Bolivia. Citaremos, si, como dato histórico, que se cambiaron a este respecto enérgicas notas entre ambas cancillerías, y que con fecha 29 de agosto de 1872 el Gobierno de Chile dio por rotas las relaciones con Bolivia. 

Hagamos memoria de este suceso. 

Presidia la República de Bolivia por el año 1872, el General Agustín Morales.

 General y Presidente de Bolivia. Sr. Agustín Morales

Sus adversarios políticos que los tenía en gran número de acuerdo con el General Quintín Quevedo, que se encontraba en Valparaíso se propusieron deponerlo y, para llevar a cabo sus planes se encargó Quevedo de la organización del movimiento y de la adquisición de los elementos y materiales bélicos necesarios. 

Compró sigilosamente en dicho puerto, un regular número de rifles, carabinas de distintos sistemas y revólveres y contrató el vaporcito "Paquete de Maule" y la barca "María Luisa". Contaba, además, Quevedo, con 60 u 80 ciudadanos bolivianos que las revoluciones habían hecho emigrar a ese puerto, y con 100 individuos, más o menos, de distintas nacionalidades, enganchados ahí a cualquier precio. Con todos estos elementos se vino Quevedo a1 norte, para desarrollar su plan revolucionario. Era la mañana del 6 de agosto de 1872, cuando las naves en que venía la expedición de Quevedo aparecieron en la rada de Antofagasta y desembarcaron, sin inconvenientes alguno, su tropa, la que ocupó inmediatamente la plaza. 

Las autoridades, impuestas desde los primeros momentos de lo que ocurría, se reunieron y, después de corta deliberación acerca de la actitud que debían adoptar, resolvieron no oponer resistencia y dejar el campo libre a los insurrectos, y como a esa hora estaba fondeado en la bahía el vapor chileno "Lamar", listo para partir al norte, se embarcaron en dicha nave en unión de los funcionarios públicos, jefes de los diferentes servicios. 

Muchos residentes bolivianos de Antofagasta, desafectos a la política del Gobierno y que simpatizaban con la causa de Quevedo, se plegaron a sus filas, y el número de tropa se elevó entonces a 350 hombres, contándose entre estos como 30 ó 40 chilenos. Horas después de tomada la plaza, en forma tan pacifica, se hicieron los nombramientos de los funcionarios respectivos para ocupar los puestos públicos de las diversas reparticiones, y se colocaron proclamas en los sitios más céntricos y concurridos, dirigidas una, a la Nación y otra al Ejército. 

La primera empezaba así: 

"Bolivianos: la revolución que proclamó la libertad y cuya dirección fue entregada incautamente a un hombre de celebridad funesta, a Agustín Morales, manchado con el crimen del asesinato y condenado por el anatema, etc., etc". La otra decía:

"Compañeros de armas, antiguos soldados de Bolivia: Ya me tenéis sobre las playas de la patria, con el estandarte de la restauración nacional, para redimirla de un yugo vergonzoso. Guiado por el noble propósito que me conduce, marcho a través de los Andes, en vuestro encuentro, y os anticipo mi saludo fraternal Venid a mí, camaradas a confundiros e identificaros con vuestros compañeros.

Recordad que juntos hemos compartido penas y placeres en las campañas y en el vivac. Abandonad la bandera oprobiosa que os han impuesto y en cuyos pliegues anida la traición, la cobardía, la ignorancia, la tropelía y el crimen. La patria os llama por mi conducto. Escuchad su voz y ser dignos y felices haciendo la felicidad de Bolivia. Vuestro General y compañero. -Quintín Quevedo- Cuartel General en Antofagasta, a 6 de Agosto de 1872."

Al día siguiente de la ocupación, el General Quevedo reunió a los dueños y jefes de las principales casas que tenían negocios mineros y les exigió un empréstito especie de cupón de guerra de 10.000 Bs., a cuenta de derechos de exportación de metales, para poder sufragar los gastos más urgentes de su expedición, a lo que estos accedieron sin oposición alguna. 

Después de algunos días de permanencia en este puerto, y lista la tropa para una nueva incursión, el General Quevedo militar de gran actividad se propuso apoderarse de Cobija, para lo cual embarcó nuevamente su gente en el buque "María Luisa"; pero como sabia que Cobija tenía una buena guarnición, determinó desembarcar en Tocopilla como en efecto lo hizo y marchar por tierra al primero de los puertos nombrados, para tomarlo de sorpresa y por retaguardia. Pero coincidió esta resolución suya con el hecho de que apenas se supo en Cobija la ocupación de Antofagasta, el Prefecto señor Ruperto Fernández empezó a preparar toda su tropa para marchar en su auxilio y batir y desalojar a los revolucionarios. 

El día 9 de agosto fondeó en Cobija el vapor inglés "Paita", y las autoridades propusieron al capitán transportase la tropa a alguna caleta próxima a Antofagasta, a lo que se negó redondamente. Después de muchas e insistentes gestiones y ofreciéndole un excelente pago a la Compañía, el capitán aceptó conducirla hasta cerca de Mejillones, frente a la caleta del guano, a donde llegaron a las 5 de la tarde de ese mismo día.

 Mejillones 1879 (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)

Muchas dificultades se presentaron para la movilización por tierra de la gente y los elementos bélicos que traían, por cuya razón tuvieron que demorar ahí varios días, hasta que, al fin, supieron que los revolucionarios habían abandonado Antofagasta y aparecido en Tocopilla. Esta inesperada noticia hizo cambiar sus planes al jefe de las fuerzas del Gobierno, y el día 18 se embarcó otra vez con sus tropas rumbo a Cobija, para dirigirse desde ahí a atacar a los insurrectos.

 Cobija 1879 (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)


El 19, después de armar con cañones dos lanchas (Una de ellas a vapor) y conseguir algunas mulas, las fuerzas gobiernistas emprendieron la marcha, parte por mar y parte por tierra, en dirección a Tocopilla, donde estaba el cuartel general de Quevedo y su tropa. El 21 acamparon a medio camino (caleta de Atala), sin novedad alguna. El 22, a las 6 de la mañana, llegaron a Punta Blanca, a 2.1/2leguas distante de Tocopilla.

 Tocopilla 1879 (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)

Después de un pequeño descanso, emprendieron otra vez la marcha y llegaron a ese puerto. El vaporcito "López Gama" que estaba en poder de los revolucionarios y que había sido armado con tres cañones de artillería, rompió contra ellos sus fuegos, los que fueron contestados inmediatamente por los del Gobierno. Momentos después el "López Gama" apagó sus fuegos y se dirigió a1 centro de la bahía. Mientras tanto, las tropas del Gobierno siguieron avanzando hasta llegar a la misma población, donde se les hizo un simulacro de resistencia, pues los pocos soldados de la guarnición de tierra empezaron precipitadamente a embarcarse en el vaporcito "Morro". Momentos después se hacia la noche y parecía que un armisticio había hecho cesar por ambas partes las hostilidades.  

Cuando al día siguiente el Prefecto señor Fernández se aprontaba nuevamente para reiniciar la lucha, se sorprendió con la noticia que el General Quevedo había depuesto las armas voluntariamente y se había asilado bajo el pabellón chileno, a bordo de la corbeta "Esmeralda', que a la sazón se encontraba en dicho puerto, bajo las órdenes del Comandante don Luis A. Lynch, y a quien había hecho entrega de los dos vaporcitos de que se había apoderado, como consta de la siguiente nota que el Jefe ya citado envió a1 Prefecto señor Fernández: 

"Comandancia de las fuerzas navales de la República de Chile en el litoral de Bolivia.-Tocopilla, Agosto 23 de 1872 - Señor Prefecto:

El señor Quintín Quevedo, jefe de las fuerzas bolivianas que expedicionaban sobre este litoral, se me ha presentado por sí y a nombre de su gente, abordo de la corbeta Esmeralda en demanda de asilo, que se le ha concedido, hallándose a estas horas desarmado y dando por terminada la lucha en que se hallaba empeñado.

Recreación del Combate de Tocopilla (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)

En consecuencia, y habiéndome también declarado que los vapores de que disponía, el "Morro", que pertenece a las autoridades de Bolivia y el "López Gama", al señor de este mismo nombre, tengo la honra de ponerlos desde hoy a la disposición de U.S. sirviéndose U.S. encargar a las personas que hayan de recibirlos del oficial de la Marina de Chile que actualmente los custodia.

Con tal motivo, ruego a U.S. se sirva aceptar las consideraciones de particular aprecio con que soy atento y seguro servidor de U.S. (firmado) - Luis A. Lynch.- A. S.S. el Sr. Prefecto del Departamento Litoral".

A esta comunicación, contestó el señor Prefecto con una atenta nota, en uno de cuyos párrafos decía:"Es muy satisfactorio para la autoridad superior del departamento litoral, que la lucha que provocaran el señor Quevedo y sus compañeros de expedición, haya terminado de la manera que U.S. me indica, y que el pabellón chileno, que simboliza la gloria de una nación hermana y aliada de Bolivia le sirva de asilo en su desgracia". 

De esta manera, como se ve, un tanto cómica, terminó la improvisada como original expedición revolucionaria del General Quintín Quevedo y que tenía como finalidad, según lo decía la proclama, restaurar la libertad en Bolivia y redimirla del yugo oprobioso del Presidente don Agustín Morales. 

El buque "María Luisa", de propiedad de los insurrectos, fue capturado ese mismo día en Paquica, donde lo habían dejado en poder de tres marineros. El "María Luisa" fue declarado "buena presa" por el Gobierno de Bolivia, y algún tiempo después se remató en pública subasta. Era de 140 toneladas de registro y siguió enarbolando la bandera boliviana hasta que naufragó a Ia entrada de Constitución, el 10 de septiembre de 1875.

El "María Luisa" hacia el viaje desde Iquique y era mandado por el Capitán Cussianovic.

Ahora, refiriéndonos al "cupón de guerra" o empréstito de Bs. 10.000 Bs. recolectados en este puerto por orden del General Quevedo, existe la versión que casi la totalidad de esta suma fue entregada como depósito a un antiguo y conocido comerciante inglés que por muchos años residió entre nosotros, suma que dicho señor la consideró como "caída del cielo", como vulgarmente se dice, y que le sirvió para acrecentar su fortuna - que años más tarde fue cuantiosa - pues nadie volvió a reclamarle el ya citado dinero.

Esta versión nos ha sido confirmada por el antiguo vecino de la localidad señor Perkins Shank, que hoy reside en Mejillones y que nos merece completo crédito. Después de muchas vicisitudes, el General Quevedo falleció en Puno, Perú, lugar de su residencia, el 24 de agosto de 1876. Fue un hombre ilustrado e inteligente, y, como tal, tuvo una brillante actuación en su país. Político y escritor, fue candidato a la Presidencia de la República y Ministro Plenipotenciario en el Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. 

Un inspirado poeta boliviano - don Mariano Ramallo - dijo de él, con motivo de su fallecimiento en el ostracismo: 

"Llorad al hombre ilustre, cuyo aliento Hasta su triste, su postrer momento, Fue por la libertad: Respetad siempre sus cenizas caras; Su elevado civismo y sus preclaras Virtudes."

 Subdelegación de Mejillones 1879 (Biblioteca de Caminantes Del Desierto)


Referencias:

Narraciones Históricas de Antofagasta. Isaac Arce. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario