Santa María Magdalena de Cobija
La
verdad sea dicha, no sabemos porque iniciamos con este párrafo que
encontramos en ese maravilloso libro de Isaac Arce Ramírez “Narraciones
Históricas de Antofagasta” ¿Será porque este lugar sufrió constantes
calamidades y grafica la vida y el ocaso del antiguo puerto de Cobija?
“Prefectura
del Departamento de Cobija - febrero 18 de 1869.- Al Prefecto del Departamento
de La Paz - Señor: - El triste cuadro que presenta este puerto es digno de
llamar la atención de los demás pueblos de Bolivia. La fiebre amarilla que
tenía su asiento en las costas del Perú, y que jamás invadió las de Bolivia,
por fin ha llegado a hacer sentir el formidable peso de su devastación. En vano
es forcejear contra los fallos de la Providencia; en vano, porque apenas habrá
otra autoridad que como yo hubiese tomado las medidas de precaución, ya
impidiendo el contagio por mar y tierra, ya también ejercitando un sistema
higiénico en su más amplia extensión. Todo esfuerzo ha sido inútil, y hoy,
Señor Prefecto, se encuentra este puerto desolado. Los pocos habitantes que
existían han fugado en todas direcciones, huyendo del contagio, y de los que
aún quedaban, muy raras excepciones hay de los que se han salvado. “
***
“Tristes
gemidos salen de las casas, y los cadáveres se amontonan en el panteón:
La
Administración pública está casi paralizada.
Dígnese,
Señor Prefecto, hacerlo saber a los habitantes de ese distinguido departamento
y aceptar las altas consideraciones con que, quizás por última vez, soy de Ud.
atento servidor- José R. Taborga”.
José Raimundo Taborga Pizarro
Para
referirnos a la historia del poblado de Cobija, citaremos de manera textual
el trabajo de investigación “Paisajes Culturales de Cobija, Costa de
Antofagasta, Chile” Desarrollada por:
- Victoria
Castro: Investigadora Asociada Museo Chileno de Arte Precolombino. Universidad
Alberto Hurtado.
- Carlos
Aldunate: Investigador Asociado Museo Chileno de Arte Precolombino.
- Varinia
Varela: Investigadora Asociada Museo Chileno de Arte Precolombino.
La Historia Reciente de Santa María
Magdalena de Cobija
El escrito dice así:
Las
percepciones coloniales están hechas por un funcionario colonial y se refieren
precisamente a Cobija:
En
la ensenada de Atacama, ques donde está el puerto, hay cuatrocientos indios
pescadores uros, que no son bautizados ni reducidos, ni sirven a nadie, aunque
a los caciques de Atacama dan pescado en señal de reconocimiento. Es gente muy
bruta, no siembran ni cogen y susténtanse de sólo pescado (Lozano de Machuca
[1581] 1885: XXV).
Archivo Original de Lozano de Machuca:
No
es el momento de discutir el término “uro”, que menciona el cronista, pero sí
es necesario recalcar la relación asimétrica que establece entre las tierras
altas de Atacama y la costa en épocas coloniales muy tempranas, donde muy
probablemente se mantenían las mismas instituciones precolombinas. En este
contexto recordemos que Polo de Ondegardo ([1571] 1916:79-80) señalaba las
dificultades que surgían en el Collao, al tratar de encomendar los indios de
los valles costeros, porque pertenecían a cabeceras que estaban en la
altiplanicie.
Don Juan Polo de Ondegardo y Zárate
Podemos
asumir que mientras persiste el paisaje cultural asociado al pasado por parte
de los indígenas, ellos son testigos del arribo de gente muy diferente de
aquella que antaño bajaba de tierras altas; es gente ajena y desconocida.
Cobija, (22º 32”) fue fundada en 1587, con el nombre de Santa María Magdalena de Cobija, para servir de refugio a los
marinos en un tramo de la costa particularmente inhóspito (Fifer 1976: 53).
Fuera de escasas descripciones de este sector en crónicas hispánicas, el
conquistador español no mira ni se asienta en estos territorios sino de manera
esporádica. La escasez casi absoluta de agua, la lejanía y dificultades de acceso
a las tierras pobladas del interior, no fueron aliciente para un
establecimiento importante y definitivo. Esto ocurrió en toda la costa arreica
del desierto.
Sin
embargo, de lo expuesto, para la iglesia y en menor medida los encomenderos,
este territorio, a pesar de sus inconvenientes, tuvo algunos atractivos que
justificaron asentarse de manera esporádica en estos difíciles territorios.
En
términos generales, los pescadores que vivían a lo largo de la costa del Norte
Grande de Chile llamaron la atención de los europeos fundamentalmente en tres
aspectos: su condición de vida
(“bárbaros”, “gente bruta”, “pobres” o “miserables” (Bittmann 1979: 329,
1983:147), su movilidad y el aprovechamiento integral del lobo marino, para la
construcción de balsas, viviendas, vestimenta, recipientes, cordelería y
alimentos. Las citas de cronistas abundan en la riqueza de recursos marinos de
la zona, y en la habilidad y especialización de los pescadores para cazarlos
(Bibar [1558] 1966:12). Sin embargo, lo
que atrajo más su atención fueron las balsas de cuero de lobo, de las más
originales invenciones náuticas del mundo precolombino (Lizárraga
[1594.1608], 1987: 150, 148).
Evangelizadores y Encomenderos (s.
XVII - XVIII)
Los
conquistadores aprovechan la abundancia de peces, mariscos y mamíferos marinos
y la habilidad de los pescadores para hacer sus trueques y comercio. Para
facilitar el tráfico de estos recursos hacia las tierras altas, se aprovechan
elementos prehispánicos, tales como el sistema de rutas prehispánicas que
existía desde el período Formativo y que se había consolidado en épocas del
Intermedio Tardío y Tardío y la tecnología de la conservación del pescado, que
se procesaba para conseguir el charquecillo (Bauver en Bittmann, 1984:104).
Porque
en aquella costa se haze grandissima pesca de congrios, tollos, lisas, dorados,
armados, vagres, pulpos y otros muchos géneros de pescados que salpresan, y del
que lleuan grandes recuas de carneros a Potosí, Chuquisaca, Lipes, y a todas
aquellas provincias de la tierra de arriba, porque es el trato principal de
aquella tierra con que an enriquesido muchos (Vásquez de Espinoza [1630] 1948:
618). El puerto del mar del Sur más cercano a ella la ciudad de la Plata del
Pirú, es el de Cobija, donde hacen las grandes pesquerías de congrio, liza,
tollo y otros géneros de que se sustenta de pescado esta provincia de los
Charcas (…) a la ciudad de la Plata llegan productos como pescado; hay mucho de
la mar, saldo que se trae frescal, para las cuaresmas y entre año, tollo,
congrio, liza, sardina, garcielo, corvina y otros muchos (Pedro Ramírez de
Águila en Bittmann 1983: 147).
Es
interesante constatar la influencia de la Iglesia en Cobija y el litoral para
la evangelización de los camanchacas, para lo cual fue necesario entrenar a los
curas en las lenguas de la costa, pues estos no hablaban las generales quechua
y Aymara (AGI Charcas 92: fs.17r. y 72v 78v y 9v, en Castro 1997).
En
la primera mitad del S. XVII se celebran las primeras misas en Cobija en la
iglesia de Santa María Magdalena del Mar. Para esta época contamos con los
testimonios entregados en la Probanza de Méritos de Francisco de Otal (Castro
1997), que contienen significativas referencias para el sector, puesto que Otal
fue cura y vicario de Cobija, donde sirvió por más de 24 años. En toda esta
Probanza, hay distinciones entre los indios atacamas y los camanchacas, a
quienes invariablemente se les llama también “indios Pescadores”, apelativo que
indica claramente la utilización que las autoridades coloniales daban a los
pueblos locales.
Los
eclesiásticos de Cobija hacían tanto énfasis en la evangelización como en el
comercio y tráfico de pescado a las tierras altas de Atacama, Chuquisaca y
Potosí, para recibir prebendas de autoridades como el Obispo de Potosí, el que
escribe al cura Otal agradeciendo sus envíos de pescado “fresco”:
haciendo
la estimación que deuo del rregalo del atun que trajo el yndio muy saçonado y a
buen tiempo y es cossa lindissima y rregaladissima y si buessa merçed se
hallare en disPussiçion de ymbiarme mas deste genero y de los demas pescados
que suele ymbiar Por agosto Lo estimare y Pagare a los indios más mientras mas
cantidad trajeren y si desto pudiere benir frescas como el otro y en preza
entera Lo estimare con estremo aunque en la salmuera esta admirable (Castro
1997: A- 62 AGI Charcas 92: f90r)
Posteriormente,
Otal obtiene aprobación para que se le asignen seis “indios camanchacas
pescadores continuos” quienes deberán entregarle todo lo que pescan, a cambio
de un pago que servirá a estos pescadores para enterar lo que deben al
encomendero (Castro 1997: A-50; A-51. AGI Charcas 92: f72r, 72v y 74r).
Ponemos énfasis en esta nueva categoría que demuestra la nueva situación de
dominación, tan diferente a la andina, que tuvieron que afrontar los pueblos de
esta costa.
En
síntesis, el modo de vida tradicional indígena basado en la caza y recolección
persiste, así como la relación y dependencia con las tierras altas, esta vez
configurada en los nuevos términos establecidos por la colonia. Sin embargo,
hay alteraciones fundamentales introducidas por el establecimiento del enclave
colonial, aunque precario, en sus territorios, la evangelización, el tributo al
encomendero y las relaciones sociales y económicas con los españoles. De más
está señalar que la presencia europea fue una ruptura del paisaje de la época, de
profundo impacto a nivel ideológico sobre las costumbres indígenas por el peso
de la evangelización. Este sistema indígena coexiste con la construcción social
ibérica para este lugar, fundamentalmente eclesiástica, que tiene que ver tanto
con evangelizar como con el aprovechamiento de los recursos marinos.
A
pesar de estos cambios, los pescadores camanchacas o camanchiangos continúan
con un sistema de matrimonio endogámico, como lo demuestra el libro de Varias
Ojas (Aldunate et al. 2010).
El camino de Potosí, contrabandistas y
viajeros (S. XVIII)
Existe
información elocuente sobre el contrabando existente entre Tarapacá y Atacama,
que estaría en manos de población no indígena; según Cañete y Domínguez.
“Los
pobladores de Pica y Tarapacá, que por lo regular son españoles, cholos o
mestizos, se pasan a Atacama con mercaderías de la tierra, como son la coca,
bayeta de la tierra, algunas cintas, cuentas y otras frioleras, para cambiarlas
por trigo y maíz y también para el rescate de oro y plata; ellos vagan por todo
el distrito engañando a los infelices indios… (Larraín 1974: 234)”.
El
tráfico marino oficial de la plata de Potosí se hace por Arica, donde está la
Aduana, que a través de las Cajas Reales controla el pago del tributo. Esto
hace que Cobija, donde no hay autoridades coloniales ni controles
administrativos, sea un punto apetecido para el contrabando y las recaladas de
barcos extranjeros que burlan el estanco español.
Aprovechando
el puerto, la lejanía de centros poblados y el abandono de las autoridades
coloniales, Cobija se transforma en una recalada de contrabandistas europeos
que embarcan plata de Potosí, eludiendo pagar el impuesto del quinto real. El
siglo XVIII se caracteriza también por la llegada de viajeros y científicos
europeos.
En general, Cobija, durante la época
colonial, es considerada por las autoridades hispanas como un paisaje marginal,
propicio para actividades informales.
Por ello se densifica el tráfico del camino de Potosí a la costa; llegan
viajeros y expediciones científicas, siendo las más conocidas las de Vincent
Bauver (Bervau), francés, en 1707; Louis Feuillée, francés, en 1710; Amadée
Frezier, francés, en 1730; Jorge Juan y Santa Cecilia, españoles, en 1735;
Antonio de Ulloa, español, 1743, y Pedro Vicente Cañete y Domínguez, español,
en 1789.
Pedro Vicente Cañete y Domínguez
Para 1787 la población tributaria de
Cobija era de 10 originarios, 9 cholos con tierras y un cholo sin tierras y ya
en 1804, esta población había disminuido por lo menos a la mitad, lo que
muestra una clara disminución de los tributarios. Una situación que demuestra
abandono parcial del lugar y que los lugareños atribuían al abuso de los
encomenderos sobre los arrieros (Hidalgo 1983:139- 140).
Calama
es el punto nodal hacia el interior entre Cobija y las tierras altas
La
población que se le aporta menos es la de San Juan de Calama en distancia de
treinta y nuebe leguas desproveídas de otro auxilio que no sea las leñas, y el
yerbaje, para manutención de las bestias, y esto solo en los Parages de Guacate
que se halla siete leguas más adelante y en el de Chacame (sic) que corre de
diez a once siguiendo el mismo Rio. De aquí hasta llegar al Puerto se ofrece
una travesía de veinte y dos leguas con tan malos pasos, y Cuestas que a la
salida ofrecen no poco afán a los Arrieros, con todo de que caminan la mayor
parte de noche, y se valen de otras diligencias para auxiliar sus cabalgaduras (AGI Charcas 438. Carta Nª 156 del Gobernador
Intendente de Potosí, Pino Manrique, Hidalgo 1983: 141).
Libertadores y gobernantes ilustrados
de Bolivia (1815-1870)
El
siglo XIX es el que contiene la mayor cantidad de información y la mayor
cantidad de cambios particularmente en cuanto al diseño en el asentamiento y en
las prácticas sociales y económicas que se desarrollan en Cobija.
Bolívar
cifra en Cobija la esperanza de la naciente República y determina que es el
único puerto que Bolivia puede ocupar para su vinculación con el mundo, en una
época en que todas las comunicaciones a larga distancia eran marítimas. El
gobierno hace enormes esfuerzos para el desarrollo de este puerto, a pesar de
sus graves deficiencias. Las más grandes son su falta de agua y el estar
separado de los centros bolivianos por cientos de kilómetros del desierto más
árido del mundo y por serranías y salares inhóspitos, donde es muy difícil
establecer postas para los caminos.
Simón
José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco
El
cambio del paisaje es drástico tanto en su concepción, pues este territorio
pasa a tener una importancia estratégica de primer nivel para la naciente
república, cuanto a su expresión, pues se habilita y desarrolla una pequeña
ciudad con todos sus servicios.
El
28 de diciembre de 1825 se reconoce la caleta como pueblo bajo el nombre de
Lamar. En el decreto respectivo se funda el puerto mayor de Cobija o Lamar bajo
el mandato y la firma del libertador Simón Bolívar (Arce 2004:16-17).
Sucre
debió emprender el mejoramiento de Cobija; en mayo de 1826 le escribía a
Bolívar:
El
Puerto de la Mar (Cobija) se habilitará con mayor expectativa que beneficio… La
adquisición de Arica es de suma importancia para Bolivia. Sería un magnífico
puerto, especialmente con un buen camino a Cochabamba, pero si Perú lo retiene,
podríamos declarar puerto libre a Cobija, que causaría la declinación de Arica
(Fifer 1976: 54).
Así
es como se pone énfasis en la habilitación de caminos y postas; se instalan el
ejército, hospital, correo, aduana, etc., con sus respectivas construcciones, y
se intensifica el tráfico terrestre y el marino.
De
este modo, Cobija se transforma en el puerto de llegada de todas las
mercaderías de ultramar enviadas a Bolivia y de zarpe de las exportaciones
bolivianas, aunque se continuó utilizando a Arica, en el litoral peruano. Es el
tiempo del auge del comercio marítimo boliviano. Se establecen varias casas
comerciales que vinculan a Cobija con Potosí y La Paz (Bolivia), Valparaíso (Chile),
y Salta y Jujuy en Argentina (Conti 2003). Las principales son Cotera, Artola,
Tezanos - Pinto y Cía., Hnos. Latrille, la casa Durandeau, Dorado Hnos, etc. Al
mismo tiempo, se inician las primeras labores mineras de importancia y una
parte de los changos dedicados al mar, también se ocupan en faenas mineras.
Se
instala una planta desalinizadora de agua de mar, condición necesaria para un
asentamiento más permanente. Es el tiempo en que llega una gran cantidad de
viajeros y científicos de paso hacia Perú, Potosí, La Paz, Salta y Jujuy, como
por ejemplo, Francisco O´Connor, irlandés, en 1826, con la misión de buscar un
puerto para Bolivia (González 1992); Jacques Antoine Moorenhout, francés, en
1828; William Bollaert, francés, en 1828; Alcides D’Órbigny, francés, en 1830;
Rodolfo A. Philippi, alemán, en 1853-54; Johan J. Von Tschudi, austriaco, en
1858; León Palliére, francés, 1945; Herman Burmeister, alemán, en 1860; Manuel
Almagro, español, en 1864, quien estando en Cobija, “se aprovisionó de los
recursos necesarios para emprender la travesía del desierto de Atacama, en
busca de objetos etno-arqueológicos” (González 1992: 21); y André Bresson,
francés, 1870, entre otros.
Rodolfo A. Philippi
No
obstante, este interés, la guerra de la Confederación Perú Boliviana, las
invasiones peruanas a Cobija y la competencia de los puertos de Arica,
Antofagasta y Valparaíso, sumadas a las desventajas naturales de esta
localidad, conspiran contra el despegue de este puerto.
Las
desoladas apreciaciones sobre Cobija por parte de los viajeros europeos,
denotan la percepción de un paisaje muy diferente de aquel territorio lleno de
posibilidades para los originarios cazadores recolectores marinos del
territorio nortino. Un ejemplo: El paisaje de Cobija visto por A. D’Órbigny, en
1830:
Si
el perfume de las flores y el aspecto grandioso de la hermosa vegetación del
Brasil exaltó mi espíritu a mí llegada a Río de Janeiro, estuve muy lejos de
experimentar las mismas emociones al recorrer con los ojos los campos de
Cobija. Me sentí, por el contrario, profundamente entristecido, buscando
inútilmente rastros de verdor. La naturaleza parecía estar de duelo, y lejos de
hallar en esa tierra tan alabada del Perú, esa riqueza proverbial de aspecto,
cuya idea despierta su nombre en todo el resto del mundo, veía a la derecha un
cabo negro, formado de rocas desgarradas; frente, una costa donde el oleaje
rompía con estrépito, en medio de rocas; algunas casas de pobre apariencia, al
pie de la barranca cortada a pico; y, arriba, una llanura en pendiente
completamente pelada, que parte del mar y se eleva poco a poco hacia las
montañas abruptas y también secas y peladas. Todo el prestigio desapareció, y
experimenté, no sin vivo detrimento de tristeza, el doble temor de no hallar
nada pintoresco en esta tierra ingrata y ver defraudadas por completo mis
esperanzas de descubrimientos. Sin embargo, reflexionando, al ver esa costa
accidentada, esta vasta extensión marina, y arriba, rocas peladas, pensé que la
zoología marina y la geología me ofrecían todavía tesoros y bastantes medios
para llenar los momentos de descanso
(D’Órbigny [1826-33] 2002: 1029-1030).
Alcides D’Órbigny
Y,
sin embargo, coexisten al menos varios paisajes culturales fuertes, entre
otros: el del cazador recolector marino, que mira hacia el mar; el del
navegante y viajero que percibe su calidad de puerto, la informalidad producto
del abandono, y un paisaje, constituido por un diseño urbano, asentado en el lugar,
que lucha por ser ciudad.
En
1829, el gobierno de Bolivia separa a Atacama de Potosí y nombra un prefecto en
Cobija. Diez años después, Atacama es elevada a Departamento y dividida en dos
provincias: Lamar (el litoral) y Atacama, con un prefecto en Cobija y un
subprefecto en San Pedro de Atacama (García et al. 2000:66). Ello denota la aún
creciente importancia de Cobija como puerto principal, al tiempo que replica el
modelo jurisdiccional territorial que ya había implantado el poder eclesiástico
en el siglo XVII. También significa la permanencia de una arquitectura de
vivienda republicana temprana, para ser habitada por esta clase de
funcionarios. Más tarde, hacia 1860, también se ha establecido un consulado de
España en Cobija, con fines administrativos y comerciales (González 1992).
Un
capítulo de la mayor significación que se expresa formalmente durante el XIX y
es el eje articulador tierras altas – tierras bajas es la habilitación de
caminos.
Después
de la independencia de Bolivia, en 1825, cuando el puerto de Cobija se integró
al comercio internacional, cobraron importancia antiguos caminos indígenas que
conectaban el litoral Pacífico con el noroeste argentino, principalmente a
través de la ruta que iba de Cobija, pasando por San Pedro de Atacama, hasta el
noroeste argentino. De 1830 a 1860, período durante el cual los sectores
mercantiles de Salta y Jujuy utilizaron al puerto de Cobija para su comercio de
importaciones, se desarrolló la arriería como actividad relevante de los
habitantes de oasis y valles de ambos lados de la cordillera. Las cargas se
llevaban en asnos hasta Calama y de allí en mula hasta Salta o Potosí (Conti
2006).
En
efecto, hemos comprobado en terreno, prospectando el camino entre Cobija y
Calama (Castro et al. 2009), que uno de los marcadores del mismo, en el
presente, son los esqueletos blanquecinos de mulares, que jalonan el camino en
toda la extensión pampina. Por contraposición, en esta misma ruta no se hallan
restos óseos de camélidos, demostración patente de la falta de agua para unos y
la adaptación de otros.
Uno
de los más graves problemas con los que tropezó Bolivia para la habilitación de
Cobija fue su comunicación con el resto del país, problema que puede resumirse en
pocas palabras: desierto, falta de agua y de pastos, falta de postas para el
reposo de caminantes y de las arrías, cordillera, frío, cuestas, caminos llenos
de tropiezos y un sinfín de otras condiciones. Hacia finales de la colonia se
utilizaba la ruta Cobija - Chacance - Guacate Calama, Chiu Chiu. Santa Bárbara –
Polapi -Tapaquilchas (se entra en Lipes). Viscachillas – Alota - Río Grande – Amachuma
- Agua de Castilla - Porco - Potosí. En total, 177 leguas.
Este camino no varió
fundamentalmente en el período republicano (Flores et al. 2005). Igual que la
habilitación del Puerto, la habilitación del camino se inició formalmente en
1827, durante el gobierno de Sucre; los periódicos invitan a viajar a Cobija,
señalando itinerarios de Potosí a Cobija y de Oruro a Cobija (Cajías 1975:
65-66).
Camino de Cobija al interior de la región
De
acuerdo a los estudios previos y a los nuestros en terreno sobre el tramo
Cobija – Calama (Castro et al. 2009), se hicieron enormes esfuerzos para
mantener estos caminos y sus postas, pero las condiciones naturales, la escasez
de agua y la aridez del desierto, siempre conspiraron en su contra; esta
situación se asocia a la percepción de un paisaje yermo, árido, estéril,
inhabitable.
Durante
este siglo, Cobija sufre cambios significativos en su asentamiento, lo que se
aprecia fuertemente en su diseño urbano. Un médico de la Armada de Estados
Unidos, la describe en 1834:
Caminamos
hacia la casa del gobernador que está frente al desembarcadero, y doblando a la
izquierda nos encontramos con la calle principal y única de Cobija. Tendrá
quizás un cuarto de milla de largo, pero no está totalmente edificada. Las
casas son todas de un piso y están construidas de madera y adobe, en el estilo
más rudimentario posible, y muy pocas tienen patios. El revoque se prepara con
agua salada (…). La madera que se trae de Chiloé y Concepción resulta en total
más barata que el adobe (…) Una gran proporción de las casas está ocupada por
tiendas, donde se exponen gran variedad de artículos extranjeros tanto
americanos como europeos. El edificio más antiguo es una iglesia que se dice
fue levantada hace ciento cincuenta años. Está construido de adobes de tamaño
pequeño…un templo muy reducido y de humilde apariencia, abierto al mar por la
única puerta que posee, que es doble y está asegurada por un candado común; en
realidad, a menos que se llame la atención sobre ella, se podría creer que es
un establo (Fifer 1976:60).
Grabado de Cobija
Según el censo de 1832, Cobija tenía
una población de 560 habitantes, de los cuales 266 eran de origen chileno, 80
peruanos, 54 argentinos, 104 bolivianos, 3 portugueses, 4 colombianos, 15
franceses, 3 italianos, 4 ingleses, 2 ecuatorianos y un filipino.
Es
una época en que, a pesar de las condiciones precarias, hay optimismo por las
inversiones que se han ido haciendo en Cobija y el Presidente Santa Cruz confía
en 1834 en el éxito futuro de este puerto, destacando de este litoral, sus
riquezas en cobre (Fifer 1976:62). Pero la escasez del agua conspiraba siempre
en contra. Los pozos eran salobres e insuficientes y en la época colonial se
traía agua de Calama y San Pedro de Atacama. Las fuentes locales, en el costado
del cerro, estaban cerradas bajo llave, dejando un angosto caño al exterior
para llenar botellas (Fifer 1976:60-62).
Pozo de Agua ubicado al sur del poblado de Cobija
Pozo de Agua ubicado al sur del poblado de Cobija
Hacia
1839, el gobierno boliviano seguía haciendo enormes esfuerzos monetarios
destinando treinta mil dólares anuales para el fomento, pero todas las
tentativas para un comercio estable se frustraban por la agotadora ruta de
seiscientas millas entre el puerto y el altiplano. “Es un lugar siniestro, separado por un inmenso desierto de arena de
la parte habitada del país”, observaba Masterton y “que en el mejor de los
casos requiere por lo menos tres semanas de viaje hasta La Paz, en contraste
con los siete u ocho días que insume el de Arica” (Fifer 1976: 71).
A
pesar de todas estas dificultades permanentes, Cobija tiene su época de oro
para los comerciantes, en donde el diseño urbano y el tráfico marítimo y
terrestre dan cuenta de un cambio radical a nivel productivo. Es la actividad
del puerto de embarque, salida y llegada de bienes. Ello no debe hacernos
olvidar que, en la cotidianidad, familias de changos siguen aportando a la
alimentación diaria con su caza, recolección y pesca en la cordillera de la
costa y en el litoral.
Personajes
notables, como el fundador de Antofagasta, conocido como el “chango López”, que
en realidad fue un esforzado industrial minero residente de La Chimba, entonces
caleta y hoy parte de Antofagasta, viajaban continuamente a Cobija para
abastecerse de víveres frescos y de operarios. Extraía metales cerca de
Antofagasta, los que despachaba en su gran bote, El Halcón, hacia el puerto
(Arce 2004: 50). En realidad, todo se operaba en Cobija, porque todo llegaba y todo
salía de este nodo, en aparente contradicción con su denotada desolación. Era
el centro urbano – administrativo de todo el litoral regional y el único nexo
con las tierras altas de ambas vertientes de la cordillera de los Andes en
Atacama.
Juan López "Alfaro"
Hacia
1840, hay explotación de minas en toda la franja costera y en el interior. El
mineral extraído de esos lugares es transportado en carretas a la fundición
instalada en Cobija (Flores et al. 2005: 96). Aún en pleno siglo XXI,
encontramos las huellas de las ruedas sobre la arena terrosa del litoral y en
el camino de la pampa (Castro et al. 2009).
Con
una población mestiza y extranjera, la iglesia revitaliza la Parroquia de Santa
María Magdalena de Cobija, que atendía a toda la población del litoral entre el
río Loa hasta el paralelo 24º. También se asienta casa parroquial en la
localidad (Flores et al. 2005: 117-121).
Hacia 1862, se habían fundado dos
escuelas en Cobija (Arce 2004: 69), acorde con el plan no solo económico sino
también político, social y cultural para la población del puerto y del litoral
a nivel regional. También se había reorganizado el servicio de Aduanas.
Grabado de Cobija 1876
El
30 de octubre de 1871, desde Sucre, el Ministerio de Relaciones Exteriores
comunicaba:
Al
Señor Prefecto del Departamento de Cobija. Señor: En protección al desarrollo
económico y social del Departamento litoral de Cobija, al estado excepcional en
que se encuentra y en atención a su naciente población, compuesta en su mayor
parte por inmigrantes extranjeros, S.E. Presidente de la República ha resuelto:
Que pueden los extranjeros domiciliados en ese Departamento por más de un año,
y establecidos con alguna industria o profesión, desempeñar los cargos
concejiles que se necesitaren para servir los intereses de cada localidad,
teniendo libre ejercicio de su culto las colonias que se estableciesen en las
poblaciones de nueva creación…
(Arce 2004: 114).
Es
recién en el último tercio del siglo XIX, cuando Cobija empezará a ser
paulatinamente reemplazada por Antofagasta como puerto principal, entre otras
cosas porque entre 1860 y 1870 se descubren guaneras, salitre y nuevas minas y
la provincia boliviana de Atacama se convierte en un distrito más significativo
comercialmente. Justamente, la ciudad puerto de Antofagasta es fundada el 22 de
octubre de 1868 (Flores et al. 2005: 69). Bolivia crea una nueva subprefectura
en Caracoles y la capital pasa de Cobija al puerto de Antofagasta (García et
al. 2000: 67).
José Santos Ossa
En
pleno desarrollo industrial por los años 1870, el puerto sufrió tremendos
embates de la naturaleza. Dos terremotos seguidos de dos maremotos igualmente
devastadores y una peste de fiebre amarilla, terminan con las instalaciones
urbanas y portuarias de Cobija y diezman a su población.
La epidemia de fiebre amarilla en 1869, fue de tal magnitud que dejó al pueblo
casi deshabitado. Viudas y huérfanos quedaron desamparados. Sin embargo, hacia
1870, vuelve paulatinamente a repoblarse e incluso se funda un Banco para
facilitar las operaciones mercantiles: el “Banco Nacional de Bolivia”. Su
consejo general de administración se radicó en Valparaíso, teniendo como
presidente a Don Agustín Edwards Ross (Arce 2004: 94).
En este año también se
descubre la mina de plata de Caracoles, que acrecienta la gente interesada en
su explotación. El tráfico entre la costa y el mineral se hacía en su mayor
parte por Cobija, desde cuyo puerto había una distancia de 63 leguas. La ruta
iba de “Cobija a Culupo, 13 leguas; de Culupo a Miscanti, 15 leguas; de
Miscanti a Calama, 17 leguas; de Calama a Caracoles, 18 leguas” (Arce 2004:
98-99).
De
particular intensidad fue el terremoto y maremoto de 1877 para Cobija. Se
derrumbaron la mayor parte de los edificios y luego el mar arrasó con familias
completas (Arce 2004: 357). Hacia 1885 Cobija sólo tenía 429 habitantes y en
1907 el poblado fue definitivamente abandonado. El paisaje relicto que hoy
puede observarse en Cobija comprende estas ruinas de adobe, de alturas aún
imponentes, de las que queda uno que otro muro. En la superficie, los efectos
de los maremotos son evidentes. Nunca más se reedificó y la desolación se
siente hasta hoy, no obstante, la belleza escénica del lugar.
Imagen actual de Cobija
Imagen actual de Cobija
De
nuestra consideración: A este escrito queremos sumar los estudios arqueológicos
contenidos en el mismo trabajo, además de poder incluir parte de nuestra
investigación que guarda relación con la flora y fauna del sector, teniendo la
confianza que será un buen aporte y dará como resultado un estudio bien acabado
de la cordillera costera de Tocopilla.
Descarga Directa de la Investigación "Paisajes Culturales de Cobija"
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