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lunes, 15 de enero de 2018

SACRIFICIOS HUMANOS EN LA REGIÓN


Tal cual como aparece publicado posteamos este sorprendente escrito.

Sacrificios humanos en la región

    Chamán decapitaba a sus seguidores en sector de María Elena. Sorprendente y milenario hallazgo arqueológico evidencia oscuros rituales para “sobrevivir” en el desierto.

Imagen correspondiente a encuentro en sector costero de Michilla, comuna de Mejillones, región de Antofagasta-Chile.

Por Jorge Melin Falcón

     Juntas, la luna llena y la luz de las fogatas dan un aspecto fantasmal, cambiante y misterioso al grupo de hombres y mujeres participantes en el macabro ritual. La música acelera su ritmo e intensidad, como si las zampoñas y los cascabeles hechos con semillas y campanitas de bronce fueran anunciando el sangriento final.

     Claramente es música andina, pero muy distinta a la que se escucha hoy en día. Es la banda sonora del chamán que, "convertido" en un felino, es el protagonista de la ceremonia y quien está bajo los efectos de los poderosos alucinógenos. Tanto como el hombre que, amarrado de pies y manos y con la vista hacia el cielo, espera ansioso su destino.
     Está aterrado, pero extrañamente feliz. Convencido que su sacrificio servirá para que el río -fuente de vida y razón de existir de la aldea- retome su caudal normal.

OFRENDA

     Hace tiempo que el agua escasea y si bien alcanza para el consumo humano y de los animales, el riego de los cultivos está en peligro. El Mallku, espíritu que vive en las quebradas y valles de la zona, que provee de recursos naturales a los habitantes del oasis, está reclamando una ofrenda... Y en este caso es su cabeza.

(Mallku espíritu de las montañas, conocido como mallku kunturi (el señor de gran altura)), es una deidad aimara que representa la cumbre, no sólo geográfica, sino también jerárquica; por ello también se denomina Mallku a un tipo de autoridad política, que, junto a la T'alla, son autoridades de la marka (un tipo de organización regional)

     El ritual llega a su clímax. La música está a un ritmo desquiciadamente acelerado y los presentes, algunos totalmente alcoholizados, otros drogados -todos enfervorizados-, explotan en un enredo de emociones cuando el chamán, el hombre-jaguar, corta la cabeza del sacrificado.
    El victimario, en el momento que mejor demuestra el poder que tiene sobre sus semejantes, levanta la cabeza cortada con una mano, mientras que con la otra sostiene el afilado cuchillo de piedra que empleó para la decapitación.

Mejores días vendrán para el poblado...

    Esta escena, reconstruida sobre la base de antecedentes disponibles hoy en día, intenta ser un acercamiento a lo que ocurría habitualmente cerca del año 930 d.c.
Y el milenario señor de la muerte no vivió ni en el África antigua ni en una tribu perdida de Papúa-Nueva Guinea, sino que en la aldea de Chacance, en la Región de Antofagasta. Específicamente en el curso del río Loa, cerca de María Elena.

DECAPITADOS

     Los sacrificios por decapitación ocurridos en nuestra región no son tan conocidos por la comunidad. De los pocos antecedentes al respecto resaltan algunos vestigios hallados por el padre Gustavo Le Paige en el altiplano. E incluso encontrar la tumba de un chamán es algo raro hasta en los países vecinos, territorios donde grandes civilizaciones llegaron a formarse.

     De ahí la importancia de Chacance, cuya aldea y cementerio fueron descubiertos, en forma separada, por el visitador especial del Consejo de Monumentos Nacionales, Claudio Castellón. Infatigable investigador del desierto antofagastino, descubrió el poblado del chamán en 1977, para dos meses después dar, unos 200 metros más allá, con su cementerio. Una de las tumbas era ocupada por el chamán y su acólito (especie de niño asistente que en vida lo ayudaba).
    Chacance se ubica al costado oeste del río Loa Medio, a unos 14 kilómetros al este de María Elena, en cuyo museo hoy descansan estos sensacionales descubrimientos arqueológicos.

Imagen correspondiente a encuentro en sector costero de Michilla, comuna de Mejillones, región de Antofagasta-Chile.

     En la antigüedad, sin embargo, ocupó una posición estratégica en el tránsito de caravanas entre la costa y el altiplano y la zona andina, ya que se sitúa en un punto medio. Era un oasis, ideal para asentarse porque las escarpadas paredes de los barrancos dan paso en el sector a un amplio valle de suaves lomas de fácil acceso para hombres y animales, e ideales para el cultivo del maíz. Además, en las cercanías existía un hoy desaparecido bosque de algarrobos.

 RUTA DE LA MUERTE

     Era un paso obligado de los viajeros del desierto, quienes en su mayoría "bajaban" por el curso del Loa hasta ese punto, para después alcanzar la costa a través de las quebradas de Gatico, Tames o Barriles.

    Análisis por termoluminiscencia a cerámica encontrada en la aldea de Chacance arrojaron fechas en torno al 625 d.C.; mientras que uno fechado por carbono 14 a un músculo de una pierna del chamán dio como resultado el 930 d.C.
    Según explicó Claudio Castellón, la diferencia hace pensar que el asentamiento debió estar poblado al menos entre el 600 y el 950 d.C., lo que lo ubica entre el periodo Medio y el Intermedio Temprano.

     Si bien la mayor parte de los elementos encontrados en el complejo arqueológico (aldea y cementerio) parecen ser de origen atacameño, no es menos cierto que se han encontrado gran cantidad de objetos foráneos. Entre ellos, del noroeste argentino (un cántaro urna, donde descansa el cadáver de un niño), productos de las selvas altiplánicas de Bolivia y de influencia del área ariqueño-tarapaqueña. Entre estos últimos, textiles y capachos (grandes canastos que se usaban en la espalda como una mochila). "Esto demuestra que la aldea tenía el carácter de punto de contacto multiétnico, a raíz de su estratégica ubicación", comentó el investigador.

ACÓLITO

    Los elementos encontrados son numerosísimos. Sólo la sepultura del chamán -conocida como la Tumba 5- presentaba 130 piezas arqueológicas.
     Este llamativo líder espiritual murió alrededor de los 40 años y fue enterrado junto al acólito, cuyo sexo aún no ha podido ser determinado, pero que tendría entre 6 y 7 años de edad. Una venda de lana verde cubre hasta hoy los ojos del pequeño, seguramente sacrificado para servir al señor de la muerte en la otra vida.
     De este no se sabe su causa de muerte. Sí que presentaba una avanzada infección en las encías y, por los agujeros en la pelvis, principio de osteoporosis.
El chamán -explica Castellón- era una especie de hechicero, curandero y guía espiritual de la comunidad. Era quien contactaba a los aldeanos con sus deidades, por lo que el respeto hacia él era alto, ascendiendo al "cargo" quizás por herencia familiar, sus conocimientos o por demostrar grandes poderes.
     Las excavaciones del complejo arqueológico permitieron determinar que los rituales en que se decapitaban personas eran algo habitual en Chacance. En efecto, hay otras tumbas con cuerpos sin cabeza o entierros sólo de éstas, incluso en grupos de hasta tres calaveras, "donde con toda seguridad el chamán tuvo alguna intervención".

RITUALES

     Al interior de la tumba del sacerdote los investigadores encontraron un tubo insuflatorio de madera de algarrobo para inhalar sustancias alucinógenas con un llamativo tallado, característico del área andina. Se trata del Chachapuma o "personaje decapitador", ya que siempre aparece con un hacha en una mano y una cabeza separada de un cuerpo en la otra. "Este tubo llegó seguramente desde la zona atacameña, influenciada por la cultura Tiawanako, pasando a ser parte de la parafernalia del chamán", explicó Castellón.
     También se encontraron otros rituales como entierros de fetos de llamas decapitadas, lo que da cuenta de la periodicidad de la práctica.

     ¿Las razones para la decapitación? Hay varias alternativas y hasta puede ser una mezcla de ellas: aumentar el alter ego del chamán (el personaje que representaba y su poder); para ofrendar a algunas deidades andinas "sanguinarias", pero que retribuían bien los sacrificios; o satisfacer las peticiones de los Mallku, que proveían de los recursos naturales necesarios como para sobrevivir en el crudo desierto.

     Cualquiera sea la respuesta, el complejo arqueológico de Chacance sirve para arrojar luz sobre un pasado bastante desconocido de la Región de Antofagasta. El desierto más seco del mundo también tiene una cruda historia de sangrientos sacrificios humanos que, no obstante, deben ser comprendidos en su contexto, en la eterna lucha del hombre por poblar este inhóspito, pero siempre sorprendente paisaje.

Tumba 5

     La Tumba 5, correspondiente al chamán, contenía gran cantidad de ofrendas, como tres estatuillas de madera (una de ellas bicéfala), textiles de tradición ariqueña junto a cerámicas y sombreros atacameños, un llamativo casco de cuero con plumas -similar a otros hallados al sur de Iquique-, así como faldellines o faldines. Sobre el entierro del líder espiritual se encontraron grandes estatuillas de 1,78 y 1,62 mts. que se supone fueron cortadas a fuego desde un promontorio que protegía la aldea y que fue descubierto posteriormente. Sobre todo, esto y junto a otras ofrendas similares estaba el cuerpo momificado del pequeño y desdichado acólito.

Hombre-jaguar

     El chamán de Chacance era un hombre-jaguar, felino de fuerte presencia en las tradiciones andinas, lo que queda evidenciado en elementos que se encontraron en su tumba, como por ejemplo un gorro con orejas de felino, una aljaba (porta flechas) y una serie de ídolos tallados en madera. Estos últimos, representarían el proceso de trasmutación imaginaria o sicológica de un hombre al animal, siempre bajo el fuerte efecto de sustancias alucinógenas.
    Según Castellón, éstas le permitían la transformación, tener libre acceso a un misterioso otro mundo vedado a los simples mortales, y experimentar visiones que pudieron haber sido consideradas como augurios para el futuro.

Arqueólogos

     Si bien Chacance y su cementerio (sitios arqueológicos Chacance 1 y Chacance 2, respectivamente) fueron descubiertos por Claudio Castellón, éste dejó posteriormente la investigación más fina en manos del arqueólogo Francisco Téllez Cancino, y de la entonces directora del Departamento de Arqueología de la Universidad del Norte, la danesa Bentte Bittmann. Ellos, resalta Castellón, permitieron rescatar de buena forma el complejo.

Bentte Bittmann

    Después, gracias al apoyo de proyectos Fondecyt, la arqueóloga Carolina Agüero y el paleopatólogo Marvin Allison, se pudieron realizar los valiosos fechados de carbono 14 y termoluminiscencia que arrojaron luz sobre la "edad" de Chacance.

Para complementar:

     Dicen algunos estudios que pretenden no escandalizar sobre ciertos hechos del pasado remoto, pero si educar:


     Algunos pueblos originarios no hacían sacrificios humanos, más bien "ofrendas humanas" pero si entendemos bien (Dice un entendido en la materia) una "ofrenda humana" sería el hacerse monja, sacerdote, consagrar tu vida a los demás o a una causa... pero mientras eso ocurre no se va degollando a la gente, lanzándola al vacío desde muros o dejando a niños en la montaña para que se mueran... ¡Eso correspondería a sacrificios!

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