PRÓXIMAS RUTAS

jueves, 13 de junio de 2019

EN RECUERDO A LOS OFICIOS DEL AYER


El perdido oficio de las Lloronas

En recuerdo y en honor al Capitán Rulito, Maquinista de la 606 Santa Fe

     Escuchando esos versos de Andrés Rivanera “En los devanes del tiempo” musicalizados allá por los años ´60 e interpretados por el gran Jorge Yáñez y Los Moros. Se vienen a mí memoria tantos personajes de oficios varios que nos resultaban habituales el verlos en las calles del Chile de antaño y porqué no decirlo, de nuestra Antofagasta.

El Abrómico de Antofagasta, El Aguatero de Tocopilla, El Afilador de Cuchillos. 

     Tal vez, de todos aquellos personajes que se cruzaron por nuestro camino, nunca supimos sus nombres, pero no nos eran seres invisibles - como se podría pensar en la actualidad - fueron parte de nuestras vidas, parte de las costumbres populares como pintorescos personajes, personajes que ya se han perdido para siempre, aunque de cuando en vez asoman por las calles antofagastinas provocando la emoción de los más viejos. Ellos son parte, definitivamente, de un ayer sin regreso.

     Son muy vagos los recuerdos que conservo de un funeral en especial – cuando yo era muy pequeño aún – el funeral tuvo suceso por la zona centro del país. Un funeral que contó con la numerosa presencia de la parentela y amistades, en donde la comida era muy abundante, recuerdo bien que se escuchaban cantos, risas y música ya que estaban Las Cantoras, señoras que con guitarras y colombinas más una extraña voz gangosa, entonaban tonadas y lamentos , también recuerdo que al lado del cajón, donde dormía el finado, se encontraban unas señoras que debieron querer mucho al caballero, por la forma en que lloraban, luego me enteré – con el tiempo -  que eran Las Lloronas, señoras que eran contratadas con el único fin de llorar al difunto y mientras más alharaca, mejor paga y prestigio. En un rincón y bajo el cuidado de las abuelas, nos encontrábamos con el sector de mistelas. El lugar donde todos llegaban a pedir el Gloria´o, Enguindado, anisado o simplemente las onces (aguardiente) estos brebajes y mistelas eran el secreto de las abuelas y su preparación se fue perdiendo en el tiempo. Las cantoras y lloronas también eran habituales en los funerales de los angelitos, una tragedia muy común en este norte cuando arreciaban las pestes.

     Llegado un determinado momento se corría la voz como en susurro o con un simple grito que avisaba que en la puerta estaba la Carroza Fúnebre, vehículo tirado por caballos y conducido por un señor que siempre venía elegantemente vestido, hasta con el sombrero de copa, había llegado el momento de parar la fiesta y la comida, había que acompañar al difunto en su último recorrido. Todos los caballeros de riguroso negro y las señoras de negro o café, este último color era el preferido de las viudas con manda a una virgen de la cual no recuerdo su nombre. Detrás del féretro y acompañando el cortejo, seguían en procesión las lloronas. 

Las Lloronas

     De vuelta a casa los adultos aprovechaban el tiempo de pasar las penas y nos llevaban a la plaza, un lugar que resultaba mágico para los que vivimos esos años ya que podíamos correr cerca de la fuente de agua, tomarnos fotos, con el Fotógrafo del Cajón, sentados en el León de la Plaza, pedir algodón de dulces o el maní tostado en el Bote Manicero, también podíamos escuchar al Organillero quién siempre tenía un loro o un mono que sacaba la suerte desde un sombrero, previo pago de una moneda. Quién no disfrutó del Loro bailarín o algo así (baile).

El Buque Manicero

     Al terminar la tarde y con el cansancio al máximo, era el momento de volver a casa, en el pausado retorno y con lento caminar, aún nos quedaba espacio en el estómago para el Pan de Huevo o el Moteméi (lo uno o lo otro) en esos tiempos no era apuntar a todo, siempre se tenía que pensar muy bien, que es lo que se quería, puesto que si fallábamos o nos arrepentíamos, había que esperar hasta el otro mes o hasta el otro funeral.

Moteméi

     Ya en casa todo era muy estricto (en los deberes) y con horarios totalmente establecidos, incluso para los vendedores callejeros que eran habituales y tradicionales. El Lechero siempre pasaba entre 08:00 y 08:30 hrs. Nunca entendí por qué siempre se miraba el color de pelos y de ojos de los niños comparándolo con este vendedor ¿qué extraño no? La Vendedora de Luche más que una voz, era un alarido que resonaba en toda la cuadra y siempre pasaba un par de días a la semana. Había otros maestros (Léase Maestros) que se llamaban de acuerdo a la necesidad, todos ellos con su oficio de décadas e inclusive con aprendices. El Reparador de Bateas, El carretonero aquel que estaba para el traslado de enseres y maletas, El Reparador de Colchones, El Reparador de Ollas, El Afilador de cuchillos. Eran los tiempos (no muy lejanos) en donde los pocos bienes se reparaban y he ahí la desgracia de aquellos oficios en nuestros días del compra y tira.

Los Carreteros y los Carretoneros

     Con el tiempo nos vamos dando cuenta que la palabra modernidad no es cosa de este siglo y eso se comprueba al mirar la historia y ver que existieron muchos otros oficios y artes, cuyos ejecutantes se perdieron en la vorágine del pasado.

El Escritor de Cartas
El Sereno y el Aguatero
El Cargador de Abrómicos
El Vendedor Callejero de Cigarros
El Vendedor de Leña y Carbón
El Deshollinador
El Sastre y la Modista

Vendedor de Cigarros
Vendedor de Aves (Pajarero)

     Hoy, precisamente hoy, los escribanos – como yo – también estamos pasando al olvido ¿el motivo? Ya son pocos los que leen y muchos prefieren cosas breves y la diversión inmediata (la inmediatez) tal vez, en unos pocos años, este gran arte de escribir (divagar) también se perderá.

     Todos los oficios de antaño no han sido abandonados por falta de interés de sus ejecutantes, todo va en constante innovación, he ahí la necesidad de avanzar con la modernidad o morir.

Calesa o Victoria en la entrada del Cementerio General


UNA GRAN PARADOJA ¿DONDE ESTÁN LOS TELMATOBIUS HALLI?



¿Dónde está el enigmático Telmatobius halli Noble 1938?

Re descubrimiento y clasificación de una especie de rana no vista desde hace 80 años.
Pablo Fibla, Hugo Salinas, Gabriel Lobos, Talía Del Pozo, Alejandra Fabres, Marco A. Méndez


     Un enigma que ha persistido durante mucho tiempo en la herpetología chilena es el caso de Telmatobius halli. Esta especie, descrita por Noble en 1938, fue la primera especie de Telmatobius descrita para Chile, basado en seis hembras y seis renacuajos recolectadas "cerca de Ollagüe” en el norte de Chile, el 25 de junio de 1935.

Telmatobius halli Noble, 1938. Sapo de Hall

     Ollagüe es una localidad de la región de Antofagasta ubicada a unos 3700 m.s.n.m.

     Durante mucho tiempo, otras especies de Telmatobius fueron encontrados en el río Loa y el arroyo Vilama y fueron reconocidas en diferentes estudios como Telmatobius Halli (Cei 1962, 1986, Northland et al. 1990, Veloso et al. 1982). Sin embargo, Formas et al. (1999, 2003) reconoció estos Telmatobius como nuevas especies (Telmatobius dankoi y Telmatobius vilamensis), aunque se sigue buscando la especie y se han formado varias expediciones, especialmente cerca de su localidad tipo. Dos especies adicionales se han descrito cerca Ollague (Telmatobius fronteriensis y Telmatobius philippii). Se debe agregar que hay una brecha importante en el original de Telmatobius halli. La principal duda parte por la localidad tipo referenciada por Noble (1938). indica que, la localidad de Telmatobius halli era cerca de Ollagüe", es ambiguo, no indica claramente el lugar en donde se encontraron las especies por primera vez; Además, Ollagüe se encuentra a unos 3700 m.s.n.m. y no a 3.000 m.s.n.m. como lo indica Noble (1938). La descripción no incluía coordenadas geográficas, que era lo normal para las descripciones de especies. Sin embargo, para la Telmatobius halli y esto parece ser el principal impedimento para obtener una correcta identificación de la especie y nuevos informes.

     Ahora bien, la Telmatobius halli fue la primera especie endémica de Telmatobius descrita en Chile, reportada por Noble en 1938 cerca de la localidad de Ollagüe, en la zona alta andina de la región de Antofagasta. Hasta la fecha, no hay especímenes asignables a esta especie que no sean las series de tipo; Aunque muchas expediciones han tratado de buscar Telmatobius halli, no han tenido éxito, pero han encontrado y descrito nuevas especies en esta área.


     Con el fin de aclarar el origen del enigmático Telmatobius halli, revisamos el itinerario de la expedición llevada a cabo por F.G. Hall en el Altiplano chileno, para ubicar una localidad tipo. Contrastamos la morfología del holotipo, con la de especímenes recientemente recolectados de la nueva localidad, para confirmar la identidad de la población; y finalmente, se realizan análisis filogenéticos para aclarar la posición sistemática de este taxón. La revisión histórica de la expedición que recolectó estas ranas muestra que es probable que Telmatobius halli haya sido recolectado cerca de Collahuasi, a unos 50 km al noroeste de Ollagüe, sitio que hemos asignado como una localidad de tipo putativo para T. halli. Los análisis morfológicos apoyan esta hipótesis, mientras que los resultados filogenéticos muestran que los especímenes asignados a esta especie forman un grupo monofilético, y es un clado hermano de Telmatobius chusmisensis. Por lo tanto, hay proposiciones que la localidad tipo de Telmatobius halli se cambie de "alrededor de Ollagüe" al área del barranco del Copaquire, por lo que su distribución se limitaría a este sistema y al barranco Choja-Chijlla, ambos en la zona alta andina del Región de Tarapacá, Chile.


- Telmatobius vilamensis Formas, Benavides & Cuevas, 2003
Sapo de Vilama

     Esta especie es sólo conocida en la Localidad Tipo, Rio Vilama, Provincia El Loa, ubicada a 2.500 m.s.n.m. El sitio corresponde a la intersección del río Vilama y el camino entre San Pedro de Atacama y El Tatio. Según Formas (2004) la distribución de la especie podría ser más amplia que la conocida.


REFERENCIA:


- Telmatobius dankoi Formas, Northland, Capetillo, Núñez, Cuevas & Brieva, 1999.
Sapo de Danko

     Esta especie es conocida solamente en su localidad tipo: Las Cascadas, 3 km al sur de Calama, Provincia de El Loa, Región de Antofagasta, Chile; 2.260 m.s.n.m. (Formas et al. 1999). Por lo tanto, la extensión de la presencia de T. dankoi se Página 2 de 8 circunscribe a su localidad tipo.


REFERENCIA:


- Telmatobius fronteriensis Benavides, Ortiz & Formas, 2002.
Sapo
     Esta especie es conocida solamente en su localidad tipo: Puquios, 15 km al N.O. de Ollagüe, Provincia de El Loa, Región de Antofagasta, Chile; aproximadamente a 4.150 m.s.n.m. de altitud (Benavides et al. 2002a). La extensión de la presencia de T. fronteriensis se circunscribe a su localidad tipo.


REFERENCIA: 


- Telmatobius philippii Cuevas & Formas, 2002.
Sapo de Philippi

     Esta especie es conocida solamente en dos localidades muy cercanas en Chile: Quebrada Amincha, 7 km al NO de Ollagüe, Provincia de El Loa, Región de Antofagasta, 3.800 m.s.n.m. y Quebrada del Inca, ubicada aproximadamente 1 km al N de la anterior (Cuevas & Formas 2002). No es posible estimar el polígono de extensión de la presencia para esta especie, ya que sólo existen dos sitios de colecta conocidos, cuya distancia en línea recta es de 3 km.


REFERENCIA:


REFERENCIA GENERAL:



martes, 11 de junio de 2019

LA CELEBRACIÓN DEL ANIVERSARIO DE ANTOFAGASTA



     El día 03 de febrero de 1948 el Salón de Honor de la antigua Municipalidad de Antofagasta estaba colmado de asistentes. Entre estos, los intelectuales más distinguidos de nuestra ciudad: Andrés Sabella y Mario Bahamonde, los historiadores Isaac Arce y Enrique Agullo. También se encontraban las autoridades oficiales del momento: el Intendente Manuel Pino, el Obispo Hernán Frías y el General Silvestre Urízar. De igual manera se podía distinguir la figura de José Papic Radnic, quién era el presidente del Centro para el Progreso, que, aunque no tenía ningún cargo oficial, era un personaje respetado y querido por la comunidad.

Recreación del Sr. Guillermo Poblete V. 

     En el centro de la testera el alcalde de la ciudad, el joven abogado Juan de Dios Carmona Peralta. El tema por resolver “Nuestra ciudad no contaba con una fecha que le permitiera celebrar el aniversario de su fundación”. Por tanto, se tornaba necesario crear un hito que fuera capaz de formar un sentimiento localista, porque “sus habitantes carecen del espíritu de lucha. Se trata de crear amor por esta zona y mayor preocupación de cada uno de sus habitantes por sus problemas”. Carmona pensaba que señalando una fecha de aniversario se crearía un sentimiento de identidad: el hombre enraizado en su tierra.

Juan de Dios Carmona

     En febrero de 1948 la ciudad vivía angustiada. El agua se repartía a gotas y la energía eléctrica amenazaba terminar su potencia. Tampoco había suficientes alimentos. Las mamitas adquirían leche para sus hijos en las farmacias, previa presentación de receta médica. El pan nuestro de cada día, se vendía en forma restringida, cuando había harina. Por eso el Centro para el Progreso, había liderado al pueblo, para reivindicar la necesidad de una mayor atención por el poder central.

     En lo político, el presidente Gabriel González Videla, promulgó la ley de Defensa Permanente de la Democracia, que excluyó de sus derechos ciudadanos a los militantes comunistas- Aplicada esta ley en la municipalidad, la mayoría de sus Regidores fueron desterrados a Pisagua.

Gabriel González Videla

     En esas circunstancias, asumió como alcalde el regidor Juan de Dios Carmona, hombre de prestigio y muy respetado por la ciudadanía. La propuesta de Carmona era fijar el día 14 de febrero, cómo el día de Antofagasta. La fecha ignoraba los 13 años de vida del pueblo llamado La Chimba o Peña Blanca. Lo cierto es que nadie podía afirmar cual era la fecha del nacimiento de Antofagasta mientras que el 14 de febrero recordaba la ocupación e inicio de la guerra reivindicando así la soberanía chilena. No hubo un solo tiro, nadie cayó muerto y no hubo un campo de batalla. En el momento en que el alcalde expresó su propuesta, la asamblea se dividió, la mayoría aprobaba la proposición, mientras una minoría la rechazaba. El Obispo y los historiadores Agullo y Arce, rechazaron la propuesta. La discusión se tornó acalorada hasta que Mario Bahamonde dio el argumento de fondo. La verdadera tesis que sostenía el alcalde y sus seguidores: “… tenemos tradición y toda ella debe estar más ligada al corazón que los archivos”.

Mario Bahamonde Silva y Enrique Agullo Bastías

     El trío opositor recalcó que se estaba fijando, un hecho bélico que nada tenía que ver con la fundación de Antofagasta. Era revivir un acontecimiento no grato para Perú y Bolivia y que en nada contribuía a la amistad y la unidad de los pueblos americanos.

     Los argumentos contrarios fueron en vano; el apoyo del general Urízar, de Papic y los escritores Sabella y Bahamonde, pesó más que los argumentos de los historiadores. Terminada la reunión, el alcalde llevaba en sus manos, la aprobación de su propuesta. Comenzando a preparar el primer aniversario de la ciudad.

Andrés Sabella Galvez
José Papic Radnic

Del escrito “Episodios de la Vida Regional” del Sr. Floreal Recabarren Rojas.

     El alcalde sabía que el doctor Gonzalo Castro Toro era el hueso más duro de roer. Así fue. Previo a la sesión exploto un duelo epistolar entre ambos. El doctor criticó férreamente la idea del 14 como día de la ciudad, apoyándose en los antecedentes de los historiadores que intentaban evitar la confusión entre la guerra y los orígenes de la ciudad. Carmona respondió con duras palabras, usando todas las armas de un combate epistolar. El regidor Castro Toro replicó con malicia, calificando como violenta la respuesta, pero que "en cambio, traduce con bastante claridad la imagen de uno de sus subalternos" (al parecer se refería al prosecretario Alfonso Jeria) y terminaba la nota con una ironía: “. Usted tiene por delante una larga vida pública y no será este el primer hijito adoptivo que se le va a morir". El debate epistolar termino con la aprobación municipal de la idea del alcalde. 

     No fue con cesárea ni fórceps. Fue si un parto difícil.

EL CASO DE MACHUCA



Según Ernesto Eduardo Contreras Muñoz
Licenciado en Antropología Social

     La consecuencia panregional de los procesos agrarios del noroeste argentino, fue que comuneros de Rinconada, Santa Catalina y Susques, junto con puneños de las estancias de Tinte y de Puesto Grande, presumiblemente debido a que las tierras de pastoreo ya no alcanzaban para todos, y producto de la atracción que significaba el floreciente negocio de la llareta y del azufre, demandados entre 1915 y 1955 por el Mineral de Chuquicamata, emigraron ya en pleno siglo XX, a los territorios de Machuca y Río Grande ubicados en territorio chileno.


     En efecto, la yareta (Azorella compacta), planta de cojín que crece sobre los 4.000 m.s.n.m., reconocida por sus excepcionales propiedades calóricas, fue utilizada como combustible en la fundición de Chuquicamata y para uso doméstico en el campamento minero, para lo que se instaló una muy bien estructurada red para su explotación y distribución (ARMESTO et al, 1983). Por otro lado, el proceso de refinamiento del concentrado de cobre requería de ácido sulfúrico, el que hasta fechas recientes era procesado a partir del azufre extraído desde los abundantes yacimientos de la zona de Ollagüe, Toconce y del sector alto andino comprendido entre San Pedro de Atacama y el Tatio.

     Los relatos de la historia oral de Machuca vinculan el negocio minero en Chuquicamata con una de las principales oleadas de inmigrantes producidas entre 1910 y 1915. Es así como M. C. (53 años, sexo masculino, nacido en Machuca) nos relata cómo la línea paterna de sus antepasados en Machuca se funda precisamente en aquella época por el argentino Manuel Colque originario de Mina Pirquitas y su señora Concepciona Cruz, proveniente de Quetena. Por otro lado, en la misma época mencionada, el señor Tomás Tinte Flores originario de Cochinoca, Argentina y la señora Andrea Vilca, originaria de Guatín, Chile, forman la línea materna de su familia.

     Otro informante, A.C, (55 años, sexo masculino, nacido en Machuca) nos informa que “por necesidad se vinieron desde Argentina y Bolivia las familias Mendoza, Choque, Cruz, Tinte y Lique... hasta las azufreras y yareteras... A lomo de animal transportaban el azufre desde Putana a Chuqui”.

     Para 1920 ya existía un muy bien montado sistema de extracción, transporte y comercialización de los recursos obtenidos en las laderas de la Cordillera de Los Andes, que dio por resultado además de la inmigración mencionada, la instalación de una intrincada red de caminos y de guarniciones de Carabineros, que produjo consecuencias dignas de una etnografía más detallada.

     En efecto, en octubre de 1941, fue promulgado por el presidente Pedro Aguirre Cerda, el Decreto Supremo Nº 1427, que vino a reglamentar la explotación y transporte de la yareta por caminos públicos y terrenos fiscales de la antigua Provincia de Antofagasta.

     Dentro de las medidas administrativas tomadas para la aplicación de dicho reglamento, se incluyó la habilitación del retén de Carabineros de Tocorpuri, para controlar el cumplimiento de las exigencias contempladas para la explotación del recurso yareta , que era transportada desde la zona de El Tatio y desde los alrededores de Machuca hacia la faena minera de Chuquicamata y para custodiar que dichas faenas no afectaran la actividad ganadera de los “llameros indigentes”, como eran referidos los pastores inmigrantes en el decreto firmado por el Presidente de Chile.

     Los relatos de la historia oral del sector refieren una feria de acopio en la Estación de San Pedro, en el Rio Loa, hasta donde concurrían los machuqueños a entregar sus cargas de llareta a lomo de burro, para ser transbordarla al ferrocarril a Chuquicamata. De alguna forma el tipo de intercambio y pago de pulpería quedó plasmada en la festividad ritual del 25 de Julio en Machuca, el que invitamos a estudiar.


     A pesar de que ya en 1899, los poblados de Machuca y Río Grande se encontraban señalados como estancias de pastores en el Diccionario Geográfico de la República de Chile y en 1907 estaban referenciados en el Mapa de la Comisión Chilena de Límites (RISOPATRÓN, 1924), estos no se encontraban reseñados en los censos coloniales y republicanos anteriores a esas fechas.

Fotografía tomada el 25 de Julio para la celebración del ritual de San Santiago en Machuca. Se puede apreciar los hombres de casco en el calvario representando el de pie a la ley y el orden, con una ’metralleta de palo’ en la mano y el cajero sentado pagando en trozos de cerámica…… En la puerta exterior del patio hay dos guardias ‘armados’ controlando el paso en esta ritualización de eventos que marcaron la vida comunitaria a tal punto que son recreados año a año para esta singular celebración.

   Suponemos que los primeros pobladores que habían ocupado Machuca con anterioridad a las migraciones masivas producidas en 1915 habían llegado allí huyendo de la represión posterior a las revueltas de 1875. Lo concreto es que la historia oral de los comuneros de Machuca recuerda cómo los inmigrantes de la oleada masiva de 1915 inscriben en 1916 las tierras comunitarias.

     En efecto en 1916, se inscribe en el conservador de Bienes raíces de Antofagasta un título de propiedad sobre una superficie de 26.000 Hectáreas, bajo el nombre de campo de Pastoreo de Machuca que corresponde al territorio indígena de Machuca. En el mismo año se inscriben en el mismo Conservador de Bienes Raíces de Calama, 46.000 hectáreas en favor de la comunidad de Santiago de Río Grande. El floreciente negocio de la yareta, el influjo de las oleadas migratorias y el pregón del título de mayor cabida a nombre del fisco de Chile, son los factores que se combinan en esta temprana inscripción comunitaria.

En esta fotografía del interior de la Iglesia del poblado de Machuca se puede apreciar la fecha de construcción del altar que data de 1933, mientras que las piedras talladas del piso de la entrada esta grabada la fecha 1923, año recordado por la construcción de la loza de la Iglesia.



     Para redondear este aporte a los antecedentes de la constitución de propiedad en Machuca y Río Grande, los relatos de la historia oral de Río Grande recuerdan que la inmigración de un importante número de familias provenientes del noroeste argentino hacia la quebrada de Río Grande fue fomentada por la demanda de productos agrícolas y ganaderos y la demanda por fuerza de trabajo por parte de la mina de cobre de San Bartolo ubicada en sus inmediaciones. Este hecho refleja, a nuestro entender la lógica de región transfronteriza, que subyace a los movimientos demográficos en la Puna de Atacama.

     Los relatos de historia oral recopilados en Machuca referencian también que, en la década de 1960, el título de propiedad comunitario adquiere deudas tributarias, de las que los comuneros son eximidos en virtud de la Ley de Reforma Agraria. Este derecho adquirido, es revocado en mayo de 1979 mediante la promulgación del Decreto Ley N° 2568 de la Junta Militar, que además vino a derogar los derechos conferidos a los comuneros indígenas por la Ley Indígena N°17.729 de 1972. Esta situación llevó nuevamente a la propiedad de Machuca a tener deudas tributarias, lo que condujo en 1993 al “proceso de remate de la propiedad”, el que fue salvado en el mismo año por la entrada en vigencia de la Ley Indígena 19.253, que eximió, nuevamente, del pago de contribuciones a las tierras indígenas.

     La conciencia de la lucha dada por la restitución de las tierras comunitarias en la zona septentrional de la puna, entre 1872 y 1915, fue uno de los factores que fomentó la búsqueda de protección jurídica que los comuneros inmigrantes de Machuca y Río Grande dieron a sus tierras comunitarias en 1916. Este hecho implicó la apropiación y uso de estrategias propias de la ideología y de las instituciones hegemónicas. Este hecho distingue a las comunidades de Machuca y Río Grande, con respecto al resto de las comunidades atacameñas de la Provincia de El Loa, que no inscribieron derechos de propiedad comunitarios sino hasta que el Estado de Chile comenzó a aplicar en 1994 los preceptos contenidos en la Ley Indígena N° 19.253 de 1993.

“Con las excepciones del título de propiedad inscrito en 1932 a favor de la comunidad de Ayquina y la inscripción de Don Sacramento Panire del Ojo de Agua de Turi para la misma comunidad en 1907 (Ver Aldunate 1885”

La mantención de los lazos transfronterizos

     Los machuqueños mantienen hoy fuertes lazos con las comunidades puneñas del borde oriental de la Puna de Atacama, privilegiando el compadrazgo con parientes que quedaron en los lugares de origen de sus antepasados.

     Los relatos de la historia oral de Machuca refieren este compadrazgo característico, a la manera de la institución estudiada en la vertiente argentina por Göbel (GÖBEL, 1998) y de la referida para la vertiente del Salado por Castro.

"Teodoro Esquivel nacido en Quetena, radicado más tarde en Susques por matrimonio, llegó a Chile como burrero. Ángel le pidió la bendición para su hija Estercita Colque Tito, […] el señor Teodoro la bendijo por lo que los une una relación de agradecimiento… dejó ocho de sus burros a cargo del cuidado de Estercita para su hacienda futura (M.C., 53 años, masculino, originario de Machuca)"

     Ángel Colque, a quien se refiere el relato anterior es uno de los comuneros de Machuca “que más ha recorrido el mundo”, él también tiene llamos en Susques producto de otro apadrinaje:

"Cuando joven trabajé en los lavaderos de oro de las tierras de mis parientes en Orailina [al sur de Rosario]. Cuando fui de visita, su comadre Teófila pidió bendición para su hija Mireya Berna Esquivel. Acepté y le dejé once de los llamos, cinco para su hacienda y seis al partir (A.C., 55 años, masculino, originario de Machuca)"

Las soberanías y los pobladores de la Puna de Atacama.

     Según el geógrafo canadiense Isaiah Bowman, los indígenas de la Puna de Atacama conservaban en 1913 un grado de autonomía comunitaria que les permitía la mantención de sus prácticas culturales. Desde el punto de vista de los indios la no intervención del gobierno en las costumbres locales es una gran ventaja. Los indios gozan de un alto grado de independencia y aislamiento, y a este respecto su vida se ha visto muy poco alterada en sus condiciones en los últimos cuatro siglos (BOWMAN, 1941:291).

     Esta situación coincide con lo señalado por Alejandro Benedetti, quien establece que los informes de los exploradores y científicos contratados por el gobierno federal insistían en el escaso valor de los recursos del “Territorio Nacional de Los Andes” (BENEDETTI, 2002). Aquel fue el imaginario que también prevaleció durante el ejercicio de soberanía nacional por parte de Bolivia y Chile antes de 1900.

     La historia de la constitución de los estados nacionales latinoamericanos durante todo el S. XIX, estuvo en distintos grados subordinada a los intereses de las potencias europeas y norteamericanas en lo que Gabriel Salazar denomina “imperialismo nor-atlántico” (SALAZAR, 2003), a través de la acción e intereses de sociedades secretas y los intereses de las casas comerciales protegidas por el orden colonial de enclave. Por lo tanto, no nos extraña que los representantes diplomáticos de las potencias hayan sido activos comerciantes, como tampoco que las funciones del Estado en territorios extremos como el de Atacama, se hayan también delegado a funcionarios-comerciantes (GUNDERMANN, 2002 Ms, MADRAZO 2001).

     En la Puna de Atacama, los intereses de negocios mineros, comerciales y de transporte ferroviario tuvieron acento norteamericano, tras el abandono del ‘interior’ producto de la fiebre salitrera que tenía ocupado a los empresarios ingleses y chilenos y al Estado de Chile en la mantención del orden y contención de la masa obrera.

     Aunque en 1883, los actos de soberanía chilena sobre la Puna de Atacama quedan establecidos con la instalación de un batallón de fronteras en Antofagasta de la Sierra, el que según Bertrand, cumplía la función de barrera sanitaria ante el brote de cólera en el noroeste argentino (BERTRAND, 1885), pero por sobre todo , por el nombramiento de inspectores para los distritos de la Novena Subdelegación de San Pedro de Atacama del Departamento de Antofagasta, decretado por el Comandante de Armas de San Pedro de Atacama Don Pedro Cortez. Los distritos incluidos en este Decreto administrativo son: Condeduque, Solcol, Solo, Sequitor, Toconao, Quetena, Rosario, Susques, Pastos Grandes, Catua, Antofagasta de la Sierra, Socaire y Peine.

     Cabe mencionar que la revisión de diversas fuentes entre las que podemos mencionar a Bertrand (BERTRAND, 1885), Espinoza (ESPINOZA, 1928), Piñero (PIÑERO, 1937), tienden a señalar una constante disputa jurisdiccional entre intereses argentinos, chilenos y bolivianos sobre la Puna de Atacama durante la Posguerra del Pacífico, la que se verá resuelta recién en 1899, con el Laudo Arbitral sobre la Puna de Atacama. Estas arremetidas soberanas de los tres países mencionados, y el cobro de impuestos, sin duda ponían en jaque a las comunidades puneñas de aquella comarca fronteriza, como bien lo relata Sanhueza (SANHUEZA, 2001).

     Luego del laudo arbitral norteamericano de 1899 se constituye, el Territorio Argentino de Los Andes que abarca casi tres cuartas partes de la Puna de Atacama oriental. Se reparten 20.000 kms 2 de aquel territorio para Chile y 80.000 kms 2 para Argentina. Antes, se había definido el paralelo 23 como el límite sur de Bolivia, habiéndose adelantado la segregación del territorio de la Puna de Atacama y su población, al dejar a las Comunidades de Quetena en Territorio Boliviano.

     El proceso llevado a cabo en Argentina para incorporar a las poblaciones indígenas puneñas al ideario nacional argentino fue un proceso marcado en sus inicios por una enorme resistencia de los indígenas que habían sido separados de su matriz territorial. E. Boman (BOMAN, 1991, Vol. II: 435), nos informa que la bandera argentina fue quemada en Susques y cómo el primer gobernador argentino del territorio Nacional de los Andes fue expulsado de la localidad. Esta situación se corresponde con lo planteado por M. Sanhueza (SANHUEZA, 2003 Ms.) en el sentido de que algunos años antes el alcalde de Susques solicita los sellos de la República de Chile para asegurar el vínculo con la chilenidad, de todas maneras, favorable, debido a que en Argentina existía el pago de arriendos a los ‘abusivos’ hacendados terratenientes.

“José Antonio González Pizarro, en su libro “El Catolicismo en el Desierto de Atacama”, gráfica la acción de las guarniciones militares y de los capellanes castrenses en los pueblos mineros del “despoblado”, para imponer la misión que suponía la alianza del Estado Chileno y la Iglesia Católica, Págs. 53-65. Cabe recordar que formalmente, esta alianza se mantuvo hasta 1925, cuando la Iglesia Católica dejó de formalmente de ser parte del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto”

     De hecho, G. Paz en su estudio sobre Tierra y Resistencia Campesina en la Puna 1875- 1910, da cuenta cómo los comuneros de Yavi y Cochinoca amenazan a las autoridades con “despatriarnos del suelo argentino i á cojernos al que nos sea de alguna forma ventajosa y libre” (PAZ, 1993:216-218).



La Génesis de la Emigración

     En la zona de origen de los antepasados de Machuca (Casabindo, Cochinoca, Rinconada), desde años antes de la emigración, la contribución mobiliar implantada en 1863 era el principal impuesto que recaía sobre los indígenas de la puna septentrional. Este gravaba con un 5% las crías de los ganados y los frutos de las cosechas valuados anualmente por el gobierno (PAZ, 1994:211).

"El arriendo era la principal carga que debían soportar los campesinos de la puna […] Como ocupantes precarios de tierras ajenas pagaban año a año un canon, el arriendo, fijado por el propietario de la finca según la cantidad de ganado y cultivos del arrendatario tuviera al momento del recuento. Además de esta renta, que se pagaba normalmente en dinero y en ocasiones en especie, el propietario podía exigirles una contribución en trabajo de aproximadamente dos semanas al año (PAZ, 1994:211)"

     Esta base de poder permitía a la elite local ejercer sobre el campesinado puneño una violencia que se hacía más evidente en los momentos de la recaudación de impuestos y arriendos, cuando la elite cometía abusos que eran frecuentemente denunciados por los campesinos a las más altas autoridades. (PAZ, 1994:212)

     Antes de la guerra del salitre (1879-1883), la Puna de Atacama correspondía al territorio jurisdiccional boliviano. En aquel período se mantenían los impuestos coloniales o indigenales. Tanto era el interés que existía por el negocio de la lana asociado a la producción ganadera de camélidos en la Puna, que el propio Mariano Melgarejo, dictador de Bolivia entre 1865 y 1871, adquirió los títulos sobre las tierras comunales de los indígenas de la Puna de Atacama en Pastos Grandes, Antofagasta de la Sierra y San Antonio en lo que se denominó la Finca de San Antonio (Bowman, 1941:313).

     Relatos del siglo XIX señalan que desalojado el poder español del Alto Perú, el entero Corregimiento de Atacama se incorporó espontáneamente a la Provincia de Salta en el año 1816, quedando bajo soberanía argentina hasta 1825, año en que el General boliviano Guillermo Miller hizo expulsar al Subdelegado de Salta, quedando Bolivia en posesión del territorio de la que desde entonces sería la Provincia de la Mar. Aquella situación coincidía con el término de la guerra por la independencia de Bolivia y se mantuvo hasta 1879 (DELGADO, 2003).

     Durante ese período las poblaciones puneñas de Atacama la Alta: Susques, Rosario de Atacama y Antofagasta de la Sierra (hoy Catamarca), conformadas mayormente por indígenas, se dedicaban fundamentalmente al pastoreo, aunque con un alto grado de movilidad espacial para complementar su economía. Esas actividades fueron las que les permitieron obtener el metálico para pagar la contribución al Fisco, cuyo cobro es uno de los ejes a través del cual se puede analizar la presencia estatal. Esa presencia no estaría limitada al ámbito económico, sino también se hacía extensiva al ámbito simbólico, como continuación del pacto colonial que garantizara a los indígenas su permanencia y usufructo de las tierras a cambio del pago de dos cuotas semestrales denominada tercio de San Juan en junio y el de Navidad en Diciembre (DELGADO, 2003:14).

     El cobro de contribución indigenal es la fuente documental de información sobre Susques que permite observar la vinculación entre población y el Estado boliviano, el grado de presencia fiscal y simbólica de este último sobre el área y quizás la única que nos aporte información sobre sus pobladores en un sector periférico y marginal. Mientras que la abolición del tributo indigenal en el antiguo Virreinato del Río de la Plata fue decretada por la Junta Provisional Gubernativa en 1811 y ratificada por la Asamblea Constituyente el 12 de marzo de 1813, dicha contribución fue mantenida en Alto Perú que era bastión del realismo. En 1825 fue suprimida por Bolívar y restaurada por la Asamblea Constituyente de la República boliviana de 1826.” Bolivia abolió el tributo varias veces, aunque sólo en el papel: tan pronto como se extinguía, renacía bajo rotulo distinto”. (DELGADO, 2003:5)

"Los indígenas poseen un conocimiento cabal de su territorio que, aunque marginal, desierto y hostil en el clima, es un circuito transitado – por políticos exiliados, contrabandistas y caudillos [...] Su situación periférica, desértica y poco controlada por las autoridades estatales, es por lo tanto un espacio ideal de acceso fronterizo a cualquiera de las tres naciones: Bolivia, Chile o Argentina (DELGADO, 2003:13)"

     Después de la guerra, la jurisdicción sobre la Puna de Atacama pasa a ser chilena, habiéndose nombrado en 1883, por el subdelegado militar de San Pedro de Atacama, un Inspector a cargo de cada uno de los distritos de este Territorio. Los distritos dependientes de la autoridad de San Pedro de Atacama eran por esta época, Quetena (hoy, Bolivia), Rosario, Susques, Pastos Grandes, Catua y Antofagasta de la Sierra (hoy Argentina) (SANHUEZA, 2001).

     En general los cambios de pertenencia estatal no parecen haber tenido mucha incidencia en los indígenas puneños, más allá de las presiones, costos o beneficios que aportara el Estado soberano de ese momento, sobre la economía pastoril y su suplemento de movilidad espacial tradicional que excedía los espacios fronterizos que pretendían instaurar los Estados Nacionales a sus habitantes. (DELGADO, 2003:18).

     Sanhueza menciona que, durante todo el proceso de instauración de soberanía chilena en la Puna de Atacama, la presencia estatal nunca fue sólida ni estable, limitándose al nombramiento de autoridades o representantes locales. Sólo al peligrar la pretendida jurisdicción, se tomaron medidas de carácter militar, instalando guarniciones en algunos puntos de la Puna.

"Los indígenas puneños parecen haberse incorporado en la época chilena como peones a los grandes circuitos comerciales de ganado mular, vacuno y caballar hacia el otro lado de la Cordillera [Chile]. Estos arreos de animales provenían de las zonas ganaderas de Jujuy, Salta, Catamarca o regiones más meridionales para abastecer la demanda de carne, mercaderías y animales de carga en el desierto salitrero (DELGADO, 2003:20)"



REFERENCIA:
Universidad de Chile Facultad de Ciencias Sociales Escuela de Ciencias Sociales Departamento de Antropología.
PUEBLOS TRANSFRONTERIZOS EN LA PUNA DE ATACAMA:
CONECTIVIDAD DE redes En El País Más Allá de las Nubes.
Memoria para optar al título profesional de Antropólogo Social
Ernesto Eduardo Contreras Muñoz
Licenciado en Antropología Social
Profesora Guía: Victoria Castro
2005

http://www.tesis.uchile.cl/tesis/uchile/2005/contreras_e/sources/contreras_e.pdf