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jueves, 6 de junio de 2024

VAMOS A LA CHOCA

 “Vamos a la choca”

Choca, para desconcierto de los extranjeros, le llamamos los chilenos -sobre todo en el ámbito laboral- a las once o el desayuno, e incluso al almuerzo, actualmente. Desconcierto, decimos, porque no se usa este término en ningún otro lugar, salvo en Chile, para designar a las horas de comida.



Proviene, se nos dice, de la minería y es ahí, en efecto, donde la conocimos y usamos durante décadas. La explicación que se da para su uso, o su origen, mejor dicho, estaría en la Mina de Sewell.

Se cuenta que en una de sus secciones -no diremos cuál porque hay discrepancias al respecto- llegaba la colación a lomos de una mula, como era habitual en aquellos tiempos. Pero esa mula en especial tenía un rasgo distintivo: le faltaba la cola. Ocurre en contadas ocasiones, por cuestiones de genética, que puede nacer algún animal así. Y en nuestro país se les llama (o llamaba antaño) “chocos” a los animales en tales casos, por tener sólo un muñón. Y siendo una mula (hembra), obviamente le llamaban “la choca”.

De ahí habría partido la tradición, del hecho de avisarse unos a otros “llegó la choca”, cuando llegaba la mula con la comida.


Como siempre, queriendo ser los abogados del diablo, pusimos en duda tal versión, y nos dimos a buscar alguna otra explicación. Pero no la conseguimos.

No hay otra forma de explicarlo, ya que, si fuese una palabra de origen indígena, por ejemplo, se conocería también en los países vecinos, aunque fuese deformada o con variaciones, como ocurre con otras palabras o expresiones.

Pero no hay nada de eso, de manera que es propio aceptar que ése y no otro es el origen de “la choca”, que ha dado origen también al “choquero” o “jarro choquero”, generalmente un jarro de aluminio o enlozado, para tomar el té. Y, por supuesto, a falta de ellos, uno confeccionado artesanalmente con un tarro de conservas y asa de alambre torcido. En casos extremos se hacía dejando una parte de la tapa sin abrir, para luego plegarla sobre sí misma y doblarla hacia abajo, dándole forma de una rudimentaria asa.  No era muy firme ni duradero, pero para el momento servía. Para muchos es éste -el artesanal- el verdadero choquero, para otros lo es el de enlozado, pero eso depende más que nada de la edad de la persona, y del lugar y condiciones en que haya trabajado.

Esta es una tradición ya antigua, aunque no hemos podido precisar qué tanto, pero si consideramos que los inicios del mineral de Sewell se remontan a 1905, sumado al uso de una mula en la faena, podemos hablar tranquilamente de unos 80 años, ya que hasta 1911, que se construyó el ferrocarril, todo el transporte desde y hacia el mineral se hacía de esta manera. No sabemos hasta cuándo se utilizaron mulas para las tareas menores, mas, si suponemos que hasta 1950, “la choca” debió realizar sus labores antes de esa fecha.

En todo caso, y para evitar confusiones, aclararemos que, si bien reciben el nombre de “choquero” en Chile actualmente, eso no implica que estos tachos hechos con una lata tengan el mismo origen que el nombre, éstos se hacían desde mucho antes y en todos los lugares, a la par con la introducción de las latas de conservas.



Podemos encontrar aún en algunos recónditos lugares de la pampa restos de algún “choquero”, hecho a la usanza obrera.



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