Esta anécdota - como siempre ocurre - ha sufrido algunas
modificaciones, pero ten la seguridad que, lo que escucharas de nuestra parte,
es lo real.
Saludos marineros de agua dulce. Bajen raudos del carajo, afiancen
los cordajes y aseguren las amarras de amura. Los demás, sigan en su tarea de
cabos y menas mientras les cuento una historia sobre un enorme cachalote blanco
que habitaba las aguas del sur del país por él 1800.
Gregory Peck (Capitán
Ahab) Film Moby Dick
Como han de saber, eso de cazar ballenas para aprovechar su
carne, el aceite, la esperma, las barbas y los huesos no debe resultar nada nuevo
para los chilenos. Esto ya lo hicieron los antiguos habitantes asentados en
nuestras costas y mientras los Camanchacos (habitantes del norte de nuestro país)
navegaron en sus frágiles balsas de cuero de lobo marino en búsqueda de estos
grandes cetáceos, el pueblo Yámana que habitaba al sur del canal Beagle hasta
el cabo de Hornos, cuando divisaba que alguna ballena (Wapisa en idioma yámana)
se varaba en alguna caleta de esta zona austral, se comunicaban (por medio de
señales de humo) con los diferentes grupos dispersos para ir al festín de carne
de estos cetáceos navegando en sus frágiles canoas.
Con estas breves palabras queda de manifiesto que, no solo el
mineral corre por las venas de los connacionales, también somos una nación de afamados
lobos de mar, gente que recorrió todos los océanos del mundo dejándonos un
legado que, el tiempo inexorable, va borrando de la historia.
Ahora bien, he aquí una historia que nace en las costas chilenas – no es un mito – es una historia que nos lleva al pináculo de la industria ballenera mundial y muy especialmente a la caza de ballenas en nuestro país y según las referencias del Sr. Jorge Sepúlveda Ortiz en su libro: “La Epopeya de la Industria Ballenera Chilena” esta nos habla de una gran ballena blanca:
Video de Mocha Dick/Presionar sobre enlace
Mocha Dick
Creo que hay pocas personas que no hayan sido cautivadas por
la interesante aventura narrada en el filme “MOBY DICK”.
La novela Moby Dick, es obra de Herman Melville, uno de los
primeros clásicos de la literatura norteamericana.
Su autor siempre reconoció que se había inspirado en un caso
real: el naufragio del velero Essex, hundido por una ballena, hecho divulgado
por Owen Chase, sobreviviente.
Según lo publicado por Revista del Domingo del Mercurio, del
3 de Julio de 1988, la señora Ann Finch, curioseando en un viejo baúl de un
pariente ya fallecido, encontró un manuscrito amarillento. No le prestó
atención, pues creyó que se trataba de una antigua tarea escolar.
Veinte años después, en 1980, comentó dicho hallazgo al
director del Museo de Nantucket, lugar del que, de acuerdo con el relato,
Thomas Nickerson, joven tripulante de 14 años, zarpa en agosto de 1819 a bordo
del ballenero Essex al mando del capitán Pollard.
El buque se dirige hacia el sur por el Atlántico, con escala
en las Islas Azores y Cabo Verde.
Al pasar al Pacífico, frente a las costas de Chile, logra la
captura de varias ballenas. A bordo se faenan las ballenas, dejándoles una
carga de cientos de barriles de aceite.
El Essex recala en Talcahuano para rellenar víveres y luego
continúa hacia el norte, deteniéndose en las islas Galápagos. Allí carga
tortugas vivas, como alimento fresco, para proseguir hacia el weste tras la
ruta migratoria de las ballenas.
El 20 de noviembre de 1820, se avista un cachalote blanco
(ballena esperma o sperm whale) de gran tamaño que se dirige a rumbo de
colisión contra el ballenero, cuyo piloto maniobra para alejarse. Sin embargo,
el cachalote se estrella con violencia contra el buque.
Alejándose algunos cientos de metros, la ballena vuelve a
embestir a alta velocidad al ballenero por la amura de babor. Con una vía de
agua incontrolable, el Essex se comienza a escorar en pocos minutos.
La tripulación abandona su buque en tres botes. Luego de un
mes, llegan a la isla Henderson, cerca de Pitcairn, la isla de los amotinados
del “Bounty”.
El 15 de febrero de 1821, casi tres meses después del
naufragio y después de haberse separado los botes, el bote donde Nickerson se encontraba
es avistado y recogido por un buque inglés, el “Indian”.
A mediodía se avistaba la isla Más Afuera, del archipiélago
Robinson Crusoe, cuando ya se encontraban a 3.700 millas del lugar del
naufragio, y 89 días en la mar. En cinco días llegan a Valparaíso.
Otro bote con dos sobrevivientes, el capitán Pollard y
Ramsdell, es avistado a la cuadra del golfo de Arauco, por el bergantín
Dauphin. Los rescatados informaron que tres náufragos se habían quedado en la
isla Henderson.
Del tercer bote no se tuvo información alguna, presumiéndose
perdido.
Según Don Germán Munita, que ha investigado esta historia,
indica que hacia 1810, varias veces aparecieron informes del avistamiento de un
gran cachalote blanco, en las cercanías de la isla Mocha.
Un periodista de Nueva York publicó por esa época estos
avistamientos, bautizando al gigantesco cachalote blanco como “Mocha Dick”. De
ahí que el autor norteamericano eligiera el título de su novela como “Moby
Dick”.
¿Fue Chile un país ballenero?
Así es y esto queda graficado en el escrito del Sr. Jorge
Sepúlveda Ortiz, quién nos expresa que, en nuestro país, se establecieron
varias empresas dedicadas al rubro, con una gran cantidad de navíos que
recorrieron todos los océanos del mundo dejando su impronta.
¿La industria ballenera estuvo en todo el país?
Según los escritos, esta industria se encontraba - fundamentalmente
– en el sur del país, aunque aún es posible encontrar vestigios de aquellas en
este norte, especialmente en Iquique, pero aquellos lugares que no contaban con
factorías, propiamente tal, sus puertos servían para el descanso de los marinos
(de los largos viajes), para surtirse de vituallas y para preparar y/o reparar
los veleros.
Escritos:
La Epopeya de la Industria Ballenera Chilena.
http://www.historianaval.cl/publico/publicacion_archivo/publicaciones/34_2.pdf
De igual manera el Sr. Daniel Quiroz nos deleita e instruye con su publicación “Cazadores clásicos de Ballenas en las Costas de Chile (1819-1921)” El cual, no solo se aboca a la historia – desde el nacimiento de la industria ballenera en Chile – también menciona cuando esta acaba, cuando cesa definitivamente las capturas de ballenas en Chile.
“La caza de ballenas en las costas de Chile duró casi dos
siglos, desde que Archelus Hammond, primer oficial del ballenero británico Amelia,
de la casa Samuel Enderby & Sons, de Londres, cazara el primer cachalote en
1789 frente a las costas entre Arica e Iquique (Starbuck 1876: 96), hasta que
Héctor Macaya Silva, capitán del Juan 9, de la Sociedad Macaya Hermanos, de Talcahuano,
cazara la última, una ballena de aleta, en 1983”
“Cazadores clásicos de Ballenas en las Costas de Chile
(1819-1921)”
También del investigador Sr. Daniel Muñoz encontramos el
título:
Balleneros en la Niebla:
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-73562015000200015
Y, por último, el escrito: “Las Plantas Balleneras en Chile”
De nuestra consideración:
Este mundo, su gente, ha tomado o está tomando conciencia del
gran daño que hemos originado al planeta y - por nuestras conductas - a la gran
diversidad de especies que en el moran más, aun resulta necesario que algunos
estados se sumen o sean sumados (a la fuerza) a estas medidas de resguardo y protección,
especialmente en lo que guarda relación con la caza de Ballenas.
Debemos tener presente que, en un planeta finito, no es
posible producir y/o consumir infinitamente, eso va en contra – inclusive – de nuestra
existencia como especie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario