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jueves, 2 de enero de 2025

LOS AMIGOS DEL ALMA

 Las Crónicas de los Caminantes del Desierto.

 

“Los Amigos del Alma”



 Según me contó un contador de historias, hablamos de aquellos juglares - modernos - que nunca faltan en ningún lugar y que tienen por virtud, el atesorar en su memoria ciertas historias. Hablamos de aquellas vivencias o relatos que no caben o, no entran en los libros, pero resultan gratas de escuchar y conocer.

 

"Amistad”

(Escrito de Don Rodrigo Castillo Tapia)

 

Había, en el Centro de Rescate de la Fauna Silvestre de Antofagasta, 2 Traros (Hablamos de aquellas hermosas aves rapaces de la familia Falconidae.

 

Estas aves se encontraban encerradas en una misma jaula y por un mismo motivo, devolverles la salud. 

 

Estos Traros vivieron allí, juntos, por un largo tiempo, aunque era muy distinta su condición. Uno de ellos estaba lisiado de por vida, la articulación de una de sus alas estaba rota y no podía ya volar, era muy limitante y notoria su lesión.

 

El otro, en tanto, a pesar de haber llegado también herido, resultaba factible el recuperarlo y habían hecho - en este Centro - todo lo que parecía necesario para lograrlo.

 

Conforme pasaba el tiempo, junto con aumentar la salud de la segunda rapaz, aumentaba también la camaradería entre ambas. Es sabido que los Traros son sociables, y hasta se les puede ver en grupo en alguna ocasión.

 

Llegó el día.

 

El día en que quienes los cuidaban estimaron que el Traro lastimado estaba ya sano, y listo para recuperar su libertad, hicieron los preparativos y lo fueron a soltar en un lugar alejado, le abrieron la puerta de la jaula y esperaron a distancia. Al poco rato, salió el ave, primero con prudencia, luego con mayor seguridad y, agitando las alas, se echó a volar. Se fue hacia los cielos y, visto que habían cumplido la tarea, todos volvieron al Centro de rescate, satisfechos del deber cumplido su tarea.

 

 Al poco tiempo

 

Pero lo que nadie esperaba es que, pasado un tiempo, ese "volvieron" se hiciera también extensivo al Traro liberado. Nadie imaginó que un día lo encontrarían sobre las rejas de la jaula - en la que estuvo encerrada - y mucho menos esperaban que viniera a visitar a su antiguo, al compañero de encierro, hasta le llevó comida, algunas veces, dejándola caer por entre la reja.

 

Aquella rapaz, que ahora vuela libre por los cielos de Antofagasta, no había olvidado a su socio, a aquel Traro con quien compartió sus días de aflicción, y allí estaba nuevamente con él, visitándolo con una lealtad que - entre humanos - es difícil de encontrar.

 

Eso es lo que me contó el contador de historias y cualquiera que vaya al Centro de rescate lo puede constatar, porque todavía se puede divisar a este Traro amigo - si se tiene suerte - posado en lo alto de alguna de las grandes jaulas.









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