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viernes, 23 de mayo de 2025

EL CIUDADANO ABAROA

El Ciudadano Abaroa


Hay que partir explicando – a quién lo amerite por supuesto- que este escrito no pretende ser una biografía detallada, es tan sólo una breve recopilación que nació por nuestro interés en el personaje y el merecido respeto que aún se le prodiga a su memoria por estas tierras. Es decir, tan solo una reseña.

 

Te contaremos pues:

 

Hará un tiempo atrás, digamos un par de años para ser exactos, un historiador chileno radicado en Bolivia sacó una publicación. Según él una investigación exhaustiva, con la finalidad de dejar en evidencia a un ciudadano chileno que usufructuaba – de manera exclusiva y abusiva - de las aguas del río Silala apoyado por el invasor del sur, el gobierno chileno. Dicha publicación sería develada - en directo - en un programa de televisión de dicho país, con las consabidas fanfarrias y expectación de los teleaudientes. Ver a un chileno hablando en contra de Chile, ¿qué mejor aliciente y publicidad para atraer público?

Al poco andar – de la conversación – sale el nombre del mercader del agua y, más que dar el nombre, solo bastó con uno de los apellidos para acabar rápidamente con la entrevista, pasar a comerciales y desembarazarse del historiador. Este apellido era Abaroa y el mentado empresario, era ni más ni menos que descendiente directo de aquel venerado Mártir que murió en el vado de Topater (Combate de Calama) exclamando:

 - ¡Que se rinda su abuela carajo! Es decir, Don Eduardo Abaroa Hidalgo

Ahora bien, ¿por qué digo mártir y no héroe, lo que cabría acotar ante tales circunstancias?

Porque, según algunas corrientes de pensamiento de ciertos historiadores bolivianos, héroe es aquel que, vivo o muerto, logra su objetivo, mientras que mártir es aquél que muere a sabiendas que su sacrificio en nada cambiará el curso de los hechos (esto es cosa de ellos, yo solo transmito lo que se dice)

 

Dicho programa resultó bastante interesante ya que nos ilustró sobre gran parte de la vida de este héroe boliviano, la que - a decir verdad - resulta ser una historia muy desconocida para gran parte de nosotros, ciudadanos que sólo procuramos aprender -por malla escolar- a ciertos héroes nacionales y alguna que otra gesta que se considere relevante y de igual manera, en dicho programa también se dejó en claro que aquel apellido estaba muy bien asentado en este lado del continente.

 

¿Que tiene que ver Abaroa con Antofagasta?

 

Como antofagastinos, moramos en el territorio por el cual se dio inicio a la Guerra del Pacífico (Guerra del Guano y del Salitre) y para muchos (según sus conocimientos) comenzó un 14 de febrero de 1879 con la Ocupación de Antofagasta, más la palabra que mejor define dicha acción bélica es Reivindicación, ya que nuestras autoridades siempre sostuvieron que nuestros límites eran el paralelo 23, es decir, un poco más al norte de Mejillones y los actos bélicos no iniciaron el día 14 de febrero, sino más bien, concluyeron en aquel día (en una primera etapa) con el desembarco y ocupación de la ciudad y del territorio al sur del grado 23. Al norte de este grado seguía siendo boliviano al igual que los poblados del interior.   

 

¿No se fueron?

He de confesarles que nunca fue de nuestro interés el conocer el destino de los ciudadanos bolivianos que se encontraban por estas tierras durante el 14 de febrero o para la toma de Calama, Mejillones y Tocopilla. Ciertas referencias – históricas por supuesto - nos dicen que las autoridades se marcharon luego de sus correspondientes descargos y alegatos, que algunas familias se embarcaron raudas al norte y otras (las del interior) partieron rumbo a Bolivia, pero fueron muchos más los que se quedaron definitivamente por estos lares -en este terruño- y, sorpresa, entre aquellos que no partieron estaban los hijos de Eduardo Abaroa, el mismo de la abuela, cuya descendencia se enraizó y prosperó en este norte bajo el cobijo y simpatía de Moros y Cristianos, es decir, de toda la comunidad y las autoridades de aquel entonces. No hubo discriminación y menos aún, antipatías.

 

¿Abaroa? No nos suena -para nada- a un origen altiplánico


Pues bien. Cuando visitamos las páginas – especialmente las genealógicas - en búsqueda de los orígenes del apellido Abaroa, nos indica que tiene un origen español específicamente vasco, es decir, alguno de sus antecesores provino de la madre patria y se estableció por estos parajes. Hasta aquí nada extraño, hablamos de un ciudadano boliviano que entregó su vida por su país y para los que conocemos Calama y Topáter -en las márgenes del río Loa- relacionamos de inmediato dicha escaramuza con su máximo héroe, Eduardo Abaroa y con Bolivia, pero algo ocurrió posteriormente, ya que las ramas de dicho apellido resultan ser – en la actualidad - más abundantes en nuestro país, Chile, que en la propia Bolivia, y para qué hablar de la presencia de los Abaroa en Centroamérica y América del Norte.

Pensar que, hasta un poco antes de esta miscelánea o viruta histórica, dábamos por cierto que todos los ciudadanos bolivianos avecindados en estas latitudes, y muy especialmente los apellidados Abaroa, habían sido los primeros en marchar a su país luego de la ocupación de Antofagasta y la toma de Calama, ya sea voluntaria o involuntariamente, y que dicho apellido era -casi– exclusivo del país altiplánico.

Pero ¿Quién fue Eduardo Abaroa Hidalgo?

¿Quiénes fueron sus descendientes?

¿Por qué esta descendencia se quedó en Chile?

Eduardo Abaroa Hidalgo nace en San Pedro de Atacama el 13 de octubre de 1839 y muere en Calama el 23 de marzo de 1879). Proviene de una familia tradicional de la zona precordillerana de San Pedro de Atacama, fue el quinto de los ocho hijos de Juan Abaroa y Benita Hidalgo. Sus hermanos fueron: Cesaria, Guadalupe, casada en 1850 con Mariano Franco Acuña; Ignacio (n. 1833), casado con Francisca Angulo Almendares; José, Gregoria, Corina e Irene (n. 1842), casada con Juan Bautista Ascárate Trujillo.

Se desempeñó -laboralmente- como comerciante, contador y empresario. Poseía -además- tierras de pastizales y vegas en Calama que eran utilizadas para la alimentación del ganado y producción de alfalfa. Calama en dicho tiempo era un pequeño pueblo de paso, tanto de caravanas de ganado y de minerales.

Se casó con Irene Rivero Pachas, con quien tuvo cinco hijos: Andrónico, Eugenio, Amalia, Antonia y Juan Eduardo.



La historia que lo llevó a la gloria.

 

Tras el estallido de la guerra del Pacífico en 1879, que enfrentó a los países aliados de Bolivia y Perú contra Chile, se incorporó voluntariamente a las tropas bolivianas. Fue el primero de los civiles en ofrecerse como voluntario al abogado y coronel de milicias Ladislao Cabrera y se convirtió en su brazo derecho para los preparativos de la defensa. Cuando todo estuvo listo, Cabrera le aconsejó que volviese al lado de su familia a lo que él contestó:

 

Soy boliviano, esto es Bolivia y aquí me quedo.

 

Nota:

Según otros documentos, la respuesta de Abaroa habría tenido lugar en el consulado de Francia en Antofagasta entre Eduardo Abaroa, quien dirigía la resistencia civil, y el coronel Villagrán, a cargo de la invasión chilena).

Las tropas chilenas provenían de Antofagasta vía Caracoles en una marcha a pie y en pleno desierto de 230 kilómetros aproximadamente. Esas fuerzas venían a cargo del teniente coronel Eleuterio Ramírez Molina.

 

Durante la Batalla de Calama (23 de marzo de 1879), el primer choque armado de la guerra, el coronel Abaroa era parte de una fuerza boliviana reducida en número, cuya misión era defender un puente (actual puente Topater) que cruza sobre el río Loa y era la vía de acceso por el lado sur a la ciudad de Calama.

Este se lanzó a la lucha con inquebrantable decisión. No le bastó quedarse en una de las trincheras del Topater. Cruzó el río encabezando al Mayor Patiño, el oficial Burgos y los ocho fusileros que lo acompañaban. Patiño, Burgos y los soldados cayeron prisioneros. Él permaneció en una zanja armado con su Winchester —que llevaba desde el principio— y junto a otros dos fusiles recogidos de compañeros caídos a su lado.

El peón que vino con él desde San Pedro de Atacama lo ayudaba a cargarlos.


Defensores de Calama. Recreación.



El subteniente chileno Carlos Souper narró en una carta que se publicó en un diario de Valparaíso:

 

Cuando el enemigo desamparó las trincheras fuimos avanzando, saltando fosos y cercas, llegando a un cerco chico, donde había muchos matorrales y un fosito de 10 varas de largo, con un puentecito de menos de una vara de ancho por donde había que pasar.

Nos sorprendió constatar que un boliviano desde dentro hiciera fuego a más de 100 hombres, entre caballería y el 2.º de línea, que iban a pasar por allí. Pues amigos, nos dio balas duro y fue imposible pillarlo por mucho que se lo buscaba.

Carlos Souper

 

El coronel Villagrán consideró la acción de Abaroa como temeraria, pero patriótica, por lo cual al principio dio órdenes de no abatirlo. Sin embargo, luego de pasadas las horas y con soldados chilenos heridos, conminó a la rendición a Abaroa. El coronel Villagrán no podía esperar más, y lanzó un grito a su oponente:

 

"¡Ríndase y le concedo la vida!"

El conminante grito resonó en el Paso de Topater, y la respuesta, plena de orgullo y llena de la sinrazón de los hombres que combaten, tiro su rifle al suelo y tronó en el aire:

 

"¿Rendirme yo? ¡Qué se rinda su abuela, carajo!"

 

Y en ese grito, con esa respuesta, el ciudadano Abaroa pasó a la historia. El coronel Villagrán no pudo esperar más ya que las fuerzas de Eduardo Abaroa causaban demoras y bajas al ejército chileno y fue muy difícil dar con él entre las trincheras. El coronel Villagrán ordenó el disparo de los fusiles. Lo impactaron 2 proyectiles, por lo cual quedó tendido y mientras intentaba seguir disparando, murió ante el asombro de los soldados chilenos; junto a él cayeron 20 bolivianos.



Terminada la batalla, el cuerpo de Abaroa fue enterrado con honores militares por el Ejército chileno, el día 23 de marzo en el cementerio de Calama. Su entierro fue hecho con honores de héroe: se efectuaron veintiún disparos en su honor y fue envuelto en la bandera chilena, a falta de una bandera boliviana para este póstumo homenaje.

 

El 21 de marzo de 1952, con motivo del 73.º aniversario de su muerte, el gobierno boliviano repatrió el cuerpo de Abaroa, el que fue escoltado por el ejército chileno con honores militares hasta la frontera, donde fue recibido por su símil boliviano. En su exhumación, se recuperaron restos de la bandera chilena con que fue enterrado y casquillos de las balas disparadas en su honor. Posteriormente, fue enterrado con honores y en medio de una muchedumbre en la plaza de La Paz que lleva el nombre del héroe.

 

Reconocimiento en Chile

 

Además de los honores militares durante el traslado de sus restos, en la ciudad de Calama el 10 de abril de 2007, el gobierno chileno instaló una placa recordatoria en su honor en el Regimiento Topáter.

Calama cuenta con una de sus calles principales con el nombre del héroe.

 

Los Descendientes

Los hijos de los Abaroa Rivero mantuvieron contacto con los territorios en disputa -actualmente parte de Chile- donde desarrollaron sus actividades posteriores.

Andrónico Abaroa Rivero (San Pedro de Atacama, 24 de octubre de 1863-Calama, 27 de febrero de 1937), fue comerciante, ganadero e industrial, fue también cónsul vitalicio de Bolivia en Calama.  Casó con Lastenia Córdoba, con quien tuvo dos hijos, Juan y Elena, esta última radicada en Antofagasta y casada con el inmigrante croata Policarpo Luksic Ljubetic, siendo los fundadores de la familia Luksic.




Eugenio Abaroa Rivero (San Pedro de Atacama, 1866- ¿?), casado con Margarita Franco, fue agricultor, con descendencia en San Pedro.

Amalia Abaroa Rivero (bautizada en San Pedro de Atacama, 23 de septiembre de 1868- ¿?), se casó el 26 de octubre de 1891 en su pueblo natal con Luciano de los Ríos, con quien se estableció en Salta durante el siglo XX.

Antonia Abaroa Rivero (bautizada en Chiu-Chiu, 13 de agosto de 1874- ¿?), radicada en Antofagasta durante el siglo XX.

Juan Eduardo Abaroa Rivero (Calama, 1878- ¿?), radicado en su ciudad natal, fue comerciante y tuvo por hijos a José, Óscar, Elsa, Eliana y Adelaida.

Andrónico, el emprendedor 

De estos herederos, fue Andrónico Abaroa Rivero, el hijo mayor del matrimonio, quien detentaba un espíritu emprendedor y se convirtió en un importante y altruista empresario de Calama. A finales del siglo XIX, aprovechando la fertilidad de este oasis, se dedicó al sembradío de alfalfa en los terrenos que heredó de su padre, y al abastecimiento de ganado para los campamentos mineros cercanos a Calama, formalizando en 1909 la famosa “Ganadera Abaroa”. Creó una importante corriente de comercio entre los oasis del desierto Atacama con los países vecinos.

Él tuvo siempre un talento especial para los negocios, y un cariño especial por su ciudad. Su fortuna le permitió ser el primer Calameño en contar (entre otras cosas) con vehículo motorizado, además, en 1907 fue el fundador y primer director de la Primera Compañía y Cuerpo de Bomberos de Calama, sitios donde, hasta el día de hoy, se mantienen algunas piezas históricas de él, tales como su retrato y las actas de fundación. También financió gran parte de la construcción de la actual catedral de Calama, y su nombre quedó ligado estrechamente a la historia de esa ciudad.

La historia nos dice:

… Tras la muerte de su padre en la defensa de Calama, en 1879, Andrónico -con tan solo 14 años- se encargaría de administrar las tierras heredadas de Eduardo Abaroa…

Fue el primero en crear una fábrica de explosivos en Calama y, en el año 1913, construyó una empresa hidroeléctrica, para abastecer a sus fábricas y vender energía a terceros. La hidroeléctrica se instaló en Calama a orillas del río Loa, en un sector popularizado, en aquellos años, con el nombre de “Las Turbinas”, estableciendo la “Firma Abaroa y Compañía”.

Sin embargo, el elemento clave para acrecentar la fortuna familiar fue el descubrimiento de las reservas de cobre más grandes del mundo, ubicadas en la mina de Chuquicamata, ya que, al ser de la zona, ellos tuvieron la oportunidad de convertirse en los principales proveedores de alimentos, materiales y servicios para Chuquicamata (entonces perteneciente a la Anaconda Copper Company). Es ahí donde comienza a hacerse su fortuna y la de sus hermanos.

En la década de 1930, el municipio de Calama da lectura a un contrato con la firma Abaroa y compañía, para el suministro de energía para el alumbrado público eléctrico del entonces pueblo de Calama. El mismo año en que Andrónico dejó este mundo.

Fue operado de emergencia la mañana del 27 de febrero de 1937, en el cercano puerto de Antofagasta, falleciendo al mediodía de aquel triste día. Sus restos llegaron a Calama el día siguiente, a las 16:00 hrs, en un carro ambulancia proporcionado por el FFCC. Andrónico descansa hasta nuestros días en el mausoleo que construyó en vida en el cementerio municipal de Calama.

 

Elena, la hija boliviana  

La hija de Andrónico Abaroa se llamó Elena, que nació en Tupiza (Potosí, Bolivia) y llegó a vivir a Chile cuando cumplió los 18 años. Los medios impresos chilenos, como La Segunda y la revista Qué pasa, entre 2013 y 2014, la citan como “la hija de un acaudalado empresario antofagastino” (Andrónico Abaroa), que detentaba “mucho carácter y una inteligencia privilegiada”. Elena se casó a principios del siglo XX con Policarpo Luksic, originario de Croacia.

A la muerte de don Andrónico Abaroa, Elena heredó los negocios de éste, junto a su hermano Juan, pero ella resultó heredar también el talento organizativo y la habilidad de negocios de su padre, con los que conservó la fortuna familiar y educó a sus hijos en Europa y Estados Unidos. De los dos hijos que tuvo Elena con Policarpo, fue Andrónico Luksic Abaroa quien heredó el talento para los negocios (el otro hijo se llama Vladimir)

Cuando sus dos hijos terminaron sus estudios de colegio, Elena los citó en su escritorio y les dijo que su responsabilidad terminaba ahí y que de ahora en adelante ellos debían forjar su destino; además, la madre le dio 1.000 dólares a cada uno, según el reportaje “Una historia personal”, que publicó Qué pasa en marzo de 2013.

Andrónico Luksic Abaroa partió rumbo a Europa, a París, a estudiar leyes. Sin embargo, en ese viaje es que se adentra en el mundo de los negocios, relacionados con el intercambio de dinero. “Cuatro años después regresó a Antofagasta con US$ 30 mil (unos US$ 1,3 millones de hoy) los que invirtió en una casa de cambios y una concesionaria Ford de su tío Juan. Luego, adquirió -con un socio- la mina de cobre Portezuelo, pero cuatro años después una firma japonesa le ofreció comprarla, pagándole 500 mil dólares (US$ 21,5 millones actuales). A los 30 años ya era millonario, nos dice un reportaje de La Segunda.

El Grupo Luksic fue fundado por Andrónico Luksic Abaroa en los años 50 en Antofagasta. Sus actividades iniciales se relacionaban con la minería, con el cobre como punta de lanza, y con su concesionaria Ford. En la actualidad, las inversiones de este emporio están en varios rubros, que van desde las telecomunicaciones, pasando por servicios financieros, hasta la manufactura, e incluso se sabe que tienen inversiones en Inglaterra, China y Croacia. En agosto de 2005 murió Andrónico Luksic Abaroa, a quien se le llama “el Patriarca”.  Sus tres hijos, Andrónico, Guillermo (quien murió en 2013) y Jean Paul, se pusieron al frente de sus negocios.

 

Una paradoja de la historia de esta familia es, sin duda, que el centro neurálgico desde donde los Luksic-Abaroa alcanzaron el éxito y comenzaron a construir su fortuna, fue en Antofagasta, en territorio chileno.

 


 

Como corolario:

 

Mientras los restos de Abaroa reposan en Bolivia, parte de su descendencia aun transita, vive y prospera por el territorio chileno.

 

Ahora ¿Quién es el insigne historiador que procura sacar algún rédito hablando tan mal de nuestro país?

La verdad, no vale la pena el siquiera nombrarlo. No debe de haber sido muy feliz su estadía en este país que lo vio nacer.

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