Recorriendo la Oreja de Mejillones
Por las alturas y por las Cuencas
Nos adentramos por algunos espacios de la naturaleza
antofagastina, en los límites comunales, por sectores en donde pocos han
transitado y la vista se pierde triste en la inmensidad del desierto. Son lugares
que dejarían perplejos a muchos y con la pregunta del ¿Qué hago acá?
Fácil de explicar el porqué.
Hay investigadores (y sus investigaciones) que nos motivaron
a visitar este extenso territorio, el que separa la comuna de Antofagasta de la
comuna de Mejillones más, por estos lugares no hay caminos. Lo que encontramos son
huellas que apenas se perciben sobre el costrón salino que domina la planicie y
la chusca habitual, aquel molesto polvillo –muy fino y peligroso- que reúne el
viento en ciertos espacios, quién nos indica -por su colorido- que por allí se
debe continuar si nos atrevemos -primero – a sortear el obstáculo que este nos
ofrece que en más de las veces se traduce en quedar atrapado.
El primero que ingresó por estos lugares lo hizo en lomo de Mula,
un vehículo probado en todo terreno, pero ya no hay cuadrúpedos para hacer esta
ruta y solo nos debemos cuidar de que el vehículo no quede enterrado o no
quedar tirados, esto último si que resultaría complejo por las distancias a
desandar, a pie.
Pues bien. Han de saber –de igual manera- que, por esta parte
del territorio no hay cobijo alguno para el inclemente sol que abraza desde las
alturas y desde el suelo (al reflejar los rayos del sol en las costras salinas)
es un lugar en donde la arena se torna parte del horno que nos cocina a fuego
lento y también forma parte de la dieta (cuando aparecen las ventiscas) pero,
independiente de todo esto, que asoma como extremo para muchos, en estos
espacios hay vida (flora y fauna) hablamos
de especies adaptadas a estas condiciones tan extremas y la explicación (para
tamaño milagro) asoma muy fácil y tempranero, “La Camanchaca”, ese manto de
humedad, que en estos sectores ingresa al continente por varios kilómetros y es
este manto húmedo, el que va dejando, a su paso, las pocas gotas de agua que
permiten la sobrevida de un número muy reducido de especies, pero vida al fin y
al cabo.
Pero, ¿por qué ingresar por un espacio tan extremo si es tan
poco lo que podemos admirar y/o aprender? Según algunos.
Estos lugares son increíbles, espacios que consideramos aulas
de aprendizaje in situ, vastos sectores de increíble belleza y, un gran caudal
de tesoros, ya sea en sus formaciones geológicas, en sus fosileras, los extensos
campos llanos en donde se pueden encontrar los rastros del universo, los meteoritos,
además de líquenes, flora y fauna “Todo un patrimonio que se puede admirar
directamente en el territorio, es decir, no se extraen del lugar.”
Ahora. Con lo anterior podemos afirmar que nuestra Antofagasta
tiene harto que brindar al patrimonio nacional (Al conocimiento y al turismo) y
hay veces en donde se debe dar lumbre al gas -especialmente a las autoridades
pertinentes- para que estos espacios sean considerados como parte de los
recorridos y del tesoro regional. Para aquello, lo primero que debemos tener
presente (antes de ir a la luna) es educar a la población. No podemos hablar de
la cuarta revolución industrial (la robótica) si nuestra gente aún no sabe dónde
tirar su basura.
Vamos con algo de historia.
Lo que ellos vieron, nosotros también lo vimos. Donde ellos
estuvieron, también estuvimos nosotros.
Si nosotros les contamos todo esto a ustedes, de lo extremo
que pueden resultar estos espacios, en la actualidad, han de saber que hubo
investigadores -naturalistas- que visitaron estos parajes e hicieron mención de
esto mismo a mediados de los 1800.
Viaje al desierto de Atacama de Rodulfo Philippi en el verano
de 1853-54.
Dice el autor:
El último día del año ascendí al morro de Mejillones,
distante dos leguas en línea recta y elevado unos 810 metros. Pocas excursiones
me dieron tanta fatiga. No habiendo podido salir antes de las nueve, tenía al Sol
casi perpendicular sobre la cabeza, no había ningún objeto que diese la menor
sombra, el suelo estaba ardiente y el aire estaba perfectamente calmo. Varias
veces me hallé tan exhausto, que creía no alcanzar nunca el cerro.
No había en todo ese trecho el menor vestigio de una planta o
de un insecto, pero sí millares de caracoles vacíos del Bulimus xerophilus, Ph.
¿Dónde viven estos caracoles y qué comen? Creo que durante todo el tiempo de
sequía se esconden en la tierra, saliendo sólo cuando el aire está húmedo para
comer los líquenes que cubren a menudo los fragmentos mayores de granito.
Tal vez hay también en los meses de invierno neblinas en
estos cerros, que producen una vegetación efímera de plantas anuales, plantas
con cebollas, etc. Observé muchos pequeños hoyos en el suelo con un montoncito
de arena fina en su boca, pero no logré saber dónde terminaban, faltando
cualquier pajita para poder seguir su dirección. En esta loma me topé con el
sendero que toman los guaneros para llevar la leña de quisco de la cumbre del
morro a Angamos. Este morro se levanta en forma de un pequeño cono de una grada
elevada como 650 metros. En esta altura se muestra alguna vegetación: quiscos
del género cereus, la Eulychnia breviflora, una especie de echinocactus, un solanum
(flexuosum), una frankenia, una dinemandra, una alona, la Tetragonia maritima y
una alströmeria, la A. paupercula sp.
Muchas matas estaban enteramente secas. Me admiré mucho de
encontrar aquí rastros y estiércol de guanacos. ¿Hay acaso más vegetación en
los meses de invierno? Me sentí demasiado cansado para subir el último cono,
que era muy parado, y me contenté con rodearlo hasta tener la vista del arenal
que se extiende hasta la Chimba, cuyo largo es de casi 70 leguas y su ancho de
dos, y después volví.
Otra referencia a tener presente:
Nos dice el Dr. Juan Brüggen en su libro: “Geología de las
Guaneras de Chile”.
Desde años la forma exterior del cerro Bandurrias, situado.
al sur de Mejillones me llamó la atención por su forma muy parecida al Morro de
Mejillones. Constituye una meseta larga, pero muy estrecha que se ha
solevantado entre fallas de dirección N.-S. Su superficie es enteramente plana
y en medio de ella se levanta un pequeño morrito muy parecido al Morro de
Mejillones. La superficie plana es una terraza de abrasión cuyo subsuelo está
constituido por la roca. Pero en varias partes hay también conchuela - en la
meseta - que no deja lugar a dudas acerca del origen marino de la planicie.
De mayor interés es el pequeño Morro (el que sobresale sobre
la meseta del Bandurrias) que debe haber formado una isla o un grupo de islas
en el mar, de modo que hay mucha esperanza de que hayan existido condiciones
favorables para una mayor concentración de guano.
Por lo anterior podemos inferir que:
Algunas de las cumbres que sobresalen -en la actualidad- por
este lado del territorio, fueron islas y este gran detalle nos sirve para
procurar buscar los periodos y los procesos en los cuales estas islas, se
adosaron al continente y la vida (biodiversidad) que estas pudieron contener en
su camino de deriva.
Han de saber que, por estos espacios se encontraron los
vestigios de un pingüino que habitó por estos parajes durante el Plioceno (Unos
pocos millones de años atrás). Hablamos del Spheniscus chilensis, una especie ya
extinta.
Para saber más.
Caleta Herradura o Ensenada Los Choros:
https://caminantesdeldesierto.blogspot.com/2019/10/ensenada-los-choros.html
Vertebrados marinos Neógenos formación La Portada:
https://biblioteca.sernageomin.cl/.../SuarezM_et_al3.pdf
Evolución tectónica cenozoica del margen continental activo
de Antofagasta, norte de Chile.
https://xdoc.mx/preview/evolucion-tectonica-cenozoica-del-margen-continental-activo-de-5e8ce3d4635aa
Geología, las guaneras de Chile.
http://www.memoriachilena.gob.cl/archi.../pdfs/MC0064446.pdf
La Meseta del Bandurrias
https://caminantesdeldesierto.blogspot.com/2024/01/la-meseta-del-bandurrias.html
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