Por la ex oficina
salitrera Santa Luisa
Nuestra
puerta al Cantón Salitrero de Taltal
Cartografía
del norte de Chile de Luis Risopatrón
Nos encontramos por lugares inhóspitos, en donde el suelo crepita a nuestro paso y los muertos son muchos más que los vivos. Por estos parajes nada encontrarán ya que nada han dejado, tan solo tumbas y los restos de los que allí descansan eternamente. Aquella gente, mujeres, niños y hombres, que vivieron bajo el sol abrazador del desierto, seguirán perpetuamente bajo los designios de este.
Ten a bien –por
lo tanto- el respetar el eterno sueño de los que allí descansan.
Reciban
nuestro saludo más fraterno desde esta parte del Desierto, desde
Antofagasta-Chile.
Tal vez
algunos aún recuerdan que estamos en el mes del mar, inobjetablemente el mes de
Arturo Prat, Serrano, Aldea, Uribe y de la gesta heroica de Iquique, con la
Esmeralda incluida, aunque, la sombra de los que ensombrecen (cual pimiento
centenario) nos indican que debemos hablar exclusivamente de los días del
Patrimonio, días que se traducen en el mes y olvidarnos de aquel hecho
histórico que resultó gravitante para nuestra nación.
Pues bien. En
lo que resta del mes de mayo haremos ambas cosas, hablar del mar y hablar del
patrimonio ya que las nuevas generaciones no alcanzaron a celebrar o conmemorar
dichas efemérides y poco o nada conocen sobre la historia del 21 de mayo. De
igual manera, y esto puede resultar preocupante, son muchos los que poco o nada
conocen sobre el Patrimonio (material e inmaterial) de nuestro norte, salvo lo
que forma parte de la educación en la actualidad.
Donde el
suelo crepita.
Fue un día de
semana el que elegimos para visitar el fascinante territorio de Taltal, muy especialmente
el ex cantón salitrero de dicha comuna y algunos enclaves de naturaleza que se
ubican por lo más interno de la escarpada cordillera costera. Estamos en otoño,
temporada en donde los días son más fríos y la luz del sol deja de estar
presente a media tarde, por ende, todo lo que exploremos en dicho día debe
contar con horarios estrictos y las probables contingencias, tan solo sujetas a
las plegarias y la diosa fortuna. En este recorrido no puede haber errores,
aunque los imprevistos siempre asoman cual ley de Murphy.
Nuestra Rosa
de los Vientos nos lleva a la ciudad de Taltal y de allí seguimos rumbo al
este, por el camino que une a dicha ciudad con la ruta 5 norte (Sector de Aguas
Verdes). A medio camino tomamos una desviación que nos lleva al nor-este, por
una quebrada (muy hermosa) que asoma en nuestros mapas como Quebrada Taltal o
Agua verde. La vegetación es muy marcada, con una gran variedad y número de
especies. Por el medio de esta grieta nos vamos encontrando con varias aguadas
y minúsculos riachuelos, algunos de corto trayecto, que permiten la existencia
de toda esta vida natural. Hemos de confidenciar que no conocíamos esta parte
del territorio, un territorio que nos sobrecoge por sus formaciones geológicas
y por la gran presencia de instalaciones mineras.
Ya vamos por
el kilómetro 25 de esta ruta. Hará pocos kilómetros atrás que avistamos al
último arbusto de la quebrada (por su parte superior) y debemos doblar
-nuevamente- en dirección nor-este, pero ahora por un camino vecinal, de
tierra, ripio, chusca y sal.
Entran las
dudas, si seguimos por dicho derrotero (distante y desolado) pero deberemos
avanzar 24 kilómetros para acceder a las primeras oficinas salitreras del
Cantón y muy especialmente a la ex oficina Santa Luisa, una de las más
importantes y pobladas según las crónicas históricas.
Avancemos,
total, que nos podría pasar además de quedar parados en medio del desierto, sin
un alma en kilómetros a la redonda y sin señal, pero es el ánimo el que nos
motiva, sigamos adelante.
Sin un Alma a
nuestro alrededor
El camino se
volvió interminable, sorteando baches, montículos, chuscales. Las subidas eran
difíciles y estas nos trasladaban desde una quebrada a otra más, cuando
coronábamos la fuerte pendiente, el nuevo paisaje se mostraba majestuoso,
soberbio y empequeñecedor. Éramos -tan solo- unos minúsculos visitantes entre
tanta grandeza y sometidos voluntariamente a los arbitrios de la fortuna.
Ya estamos en
los parajes en donde se establecieron los connacionales y arañaron la dura
costra salina para obtener (finalmente) el salitre. Vemos por las cercanías,
las huellas por donde circuló el tren salitrero. De este solo quedan las tenues
huellas en el terreno puesto que, todo lo que formó parte de dicha industria,
se remató, vendió, saqueó, etc.
Si nombramos
algunos de los puntos geográficos de nuestro camino, muchos de los que nos leen
no sabrán donde están y de la importancia que tenían para las faenas de dicha
época. Pero debemos confidenciarles que, apenas pasamos por el cruce, de
caminos, de Cascabeles-Santa Luisa, pinchamos un neumático y no fue por la
presencia de piedras o de metales, fue por las cavidades que forman las aguas
de lluvia al depositarse en una parte del trazado, agua que disuelve las sales
del terreno y forma trampas que se rellenan -luego- con chusca. Estábamos en el
kilómetro 24, a pocos metros de la entrada a Santa Luisa, pero se vienen las
paradojas, los acertijos que juegan con nuestra lógica, aquello de seguir o
devolverse. Ya estamos aquí, ya no hay más neumático de repuesto, todo lo que
hemos avanzado lo deberemos desandar para volver a la civilización. Resultado
de la consulta entre los exploradores y la interna. A seguir.
En Santa
Luisa.
La historia
(esquiva y sesgante) nos habla de un gran campamento salitrero, una de las
mayores oficinas salitreras establecidas por esta parte del cantón Taltal. Es
la puerta de acceso al resto de las oficinas salitreras que se ubicaron por el
medio del desierto absoluto y fue una de las últimas en apagar los hornos (La
última fue Alemania). Estamos -literalmente – en medio de la nada, entre dos
serranías, sin siquiera un atisbo de vida o vegetación. Si miramos al este
vemos una línea que se pierde en la vastedad, es el camino que nos lleva a la
carretera, a la ruta panamericana, si miramos lo que hemos andado, es la misma
línea que se pierde por el desierto. Ante nuestros ojos, la nada misma, tan
solo restos, lo que no se pudieron llevar o lo que no tenía valor alguno. Más
arriba, tras las ruinas, el cementerio y nos debemos mover en el vehículo para
acortar la distancia. Por el camino nos encontramos con algunas tumbas
dispersas, no son recordatorios o animitas, son tumbas y es muy probable que se
trate de gentiles, de aquellos que no profesaban la religión
católica-apostólica por lo cual no merecían el descanso eterno en tierra
sagrada y más aún bendecida. Estamos en la entrada del campo santo. Un letrero
nos indica que fue declarado Patrimonio, pero hace falta algo de restauración,
el tiempo y el viento han ocasionado daños, también el agua (lluvias), pero los
saqueadores (viles) son los más preocupantes, esos que viven de los muertos y
quizás cuantos – de nuestros coterráneos - tienen arrimos o muebles en sus
casas, muebles de pino oregón hechos con madera de ataúdes o de los improvisados
mausoleos del ayer. Nada se salva de la depredación y aunque una gran mayoría
de los que allí descansan murieron producto de las plagas que azotaron este
norte, estos bellacos no tienen miedo alguno de profanar las tumbas y esgrimen
la explicación del pancito de mañana o la manutención de la familia. Recorremos
el campo santo con mucho respeto y sobriedad, vamos viendo nombres, fechas,
cantidad de urnas. Todo nos resulta importante ya que es el tiempo el culpable,
el que lo va borrando todo y por estos parajes, nadie se percatará cuando ya no
quede nada. Si Santa Luisa cerro en los años ´40 significa que los últimos
nacidos en dicho lugar han de tener 85 años, a tan solo unos pocos pasos para
que los últimos Santa Luisinos, ya no estén en esta tierra y ya no quede nadie
para mantener la memoria viva del lugar.
El Cantón
Salitrero de Taltal
Algo de
Historia
A partir de
1872, se inician los descubrimientos de yacimientos salitrales en Aguas Blancas
y Taltal, es la única región salitrera chilena de la época, zona que marca el
límite sur de la pampa salitrera. Estos yacimientos dieron origen a muchas
otras oficinas, como Luisa, Florencia, Lautaro, Atacama, Catalina, Central,
Porvenir, etc. Las grandes instalaciones de las oficinas “Alemania” y “Chile”,
ubicadas casi frente a Taltal, se levantaron años después. Los yacimientos
salitrales que originaron el cantón de Taltal se ubicaban al noreste de la
ciudad de Taltal, y lo conformaban 34 oficinas y algunas otras que no fueron
construidas; entre las grandes e importantes estaban: Santa Luisa que contaba
con 1400 trabajadores, Flor de Chile con 400 trabajadores, la Chile con 600
trabajadores, la Alemania con 700 trabajadores, J.A. Moreno ex Laguna,
Caupolicán ex Alianza con 950 trabajadores, y algunas pequeñas, pero
importantes también como Esperanza ex Julia con 250 trabajadores, Esmeralda con
150, San Pedro con 100 trabajadores.
La oficina
más grande del cantón fue Santa Luisa, ubicada a 81 kilómetros de Taltal. La
mayoría de las oficinas cambiaban de capitales y en algunos casos de nombre,
muchas tenían pequeñas escuelas, teatros, sala de bolos, hospitales, pulperías.
Algunas poseían aeródromos, canchas de futbol y basquetbol, y posterior a su
fundación prefecturas de carabineros.
Al tiempo que
en Tarapacá estaba en pleno funcionamiento una cada vez más prospera industria
salitrera, el distrito de Taltal era uno de los últimos en poner en marcha el
aprovechamiento del salitre. Los primeros reconocimientos de terrenos
salitrales, realizados por exploradores-empresarios como José Antonio Moreno y
Daniel Oliva, estaban fuertemente motivados por el atractivo modelo de negocio
habilitado en Tarapacá, al punto que el mismo gobierno incentivó el
aprovechamiento privado del salitre enviando expediciones y proyectando puertos
de embarque. Cuando se produjo el primer embarque de salitre en el Cantón de
Taltal en Caleta Oliva, entonces comenzaba a establecerse una embrionaria
población en el Puerto de Taltal, así como en la pampa del interior, donde las
primeras explotaciones salitreras empezaban a tomar forma. Sin embargo, este
prometedor comienzo contaría con múltiples obstáculos. Uno de ellos, patente en
las primeras exploraciones, fue la dificultad de encontrar agua en el árido
desierto. A ello se sumaba la ausencia de vías férreas para el transporte del
salitre hacia los puntos de embarque. En medio de este panorama el gobierno
chileno impulsó en 1880 un impuesto, válido para todos los distritos
salitreros, aunque se exceptuaría en el primer año de promulgación a los
recientes distritos de Aguas Blancas y Taltal. De todas maneras, la aplicación
del impuesto, los encarecidos costos de producción y la ausencia de
ferrocarril, conspiraron para un estancamiento de la actividad salitrera
durante diez años. En ese periodo, de 21 oficinas sólo dos mantuvieron
actividad permanente. Esta paralización generalizada tuvo como consecuencia que
la mayoría de las propiedades pasaran a sociedades extranjeras. Mientras tanto,
millares de trabajadores y sus familias desalojaban los campamentos pampinos,
para deambular hacia otras faenas salitreras, regresar a sus tierras de origen
o vagar sin destino claro, experiencias que se repetirían una y otra vez en la
vida del salitre.
Si bien el
desarrollo de la extracción salitrera se realizaba en paralelo a otras ramas de
la minería -como las del cobre, plata, oro y plomo-, el auge demográfico,
comercial e industrial experimentado por Taltal a inicios del Siglo XX se debe
principalmente al impulso de la explotación del Nitrato de Sodio. Esta conexión
se hará notoria en el profundo impacto en el devenir de Taltal que tendrá la
declinación del ciclo salitrero desde 1914 en adelante, proceso que se
radicalizará en 1930. La habilitación del Ferrocarril en 1882, propiedad de The
Taltal Railway Co., permitió salir de la paralización inicial a las oficinas
del Cantón de Taltal. El ferrocarril, que en sus primeros años alcanzaba hasta
la estación de Refresco, incentivó un notable incremento en los descubrimientos
mineros, así como en la actividad salitrera. Hacia 1900, ya se contaba con
Ferrocarril hasta Cachinal, y Taltal contaba con cinco oficinas -tres en funcionamiento-
y era responsable del 6% de la exportación nacional de salitre.
(Oscar
Bermúdez. Breve historia del Salitre: Síntesis histórica desde sus orígenes
hasta mediados del Siglo XX).
Santa Luisa
La oficina
Santa Luisa era una de las salitreras más grandes del cantón de Taltal, estaba
ubicada a unos 32,6 km de la Ruta 5, Panamericana, y a una distancia de 28,1 km
de la Salitrera Alemania. Durante el año 1879 y posteriores, el cantón de
Taltal ya poseía una decena de oficinas trabajando y algunas más en construcción,
pero todo el transporte se hacía en carretas que viajaban desde la pampa hasta
el puerto, algunas como Santa Luisa y Guillermo Matta lo hacían por quebrada
Cascabeles hasta el puerto Oliva habilitado para realizar estos embarques,
posteriormente lo hicieron por quebrada San Ramón.
En los años
más próspero de esta oficina salitrera el número de personas llegó casi a
3.000, y cuando la crisis de los años veinte afectó a esta oficina la cantidad
se mantuvo alrededor de 2000 personas.
A fines de
los años cuarenta esta oficina cerró para siempre.
Taltal es
maravilloso y tal vez no baste con nuestras palabras para ilustrarlos o
incentivarlos, por lo tanto, cuando tengan el tiempo, visiten Taltal. Donde el
pasado y el presente se juntan.
Para saber un
poco más.
El Cantón
Salitrero de Taltal
https://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0066596.pdf
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