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martes, 10 de junio de 2025

LAS CALLES DEL AYER

Antofagasta-Chile

Las Calles del Ayer

Antofagasta-Chile 1922


El día de hoy nos fuimos a recorrer nuestra ciudad, la perla del Norte, y el motivo que nos convocó parecía simple (esto lo pensamos siempre) aunque tenía sus inconvenientes. Nuestra propuesta fue el de recorrer las antiguas canteras de la ciudad, aquellas que se encuentran en las faldas de los cerros centrales, pero dichas canteras han pasado por una centuria de transformaciones (con cementerio incluido) y en la actualidad están ocupadas por la población o ya forman parte de estas, es decir, llegar a ellas -a este pasado histórico que convocó laboralmente a mucha gente- no es difícil, pero acceder sí lo es.

Hemos de tener muy en claro que no todo lo antiguo es patrimonio, pero lo que han formado los vecinos de la población Miramar -en los vestigios de dicha cantera- es sorprendente. Una pequeña plaza -muy bien tenida- con una hermosa escalera que da al alto del territorio y nos muestra una maravillosa vista de la ciudad.  

 

¿Porqué de dicha visita?

 

Un hecho insólito para nuestros tiempos.

 

Don Rodrigo Castillo Tapia nos dice:

 

Hace poco más de 100 años atrás, bajo la administración del alcalde Maximiliano Poblete –el mejor alcalde que ha tenido la ciudad, al parecer-, y merced a un préstamo obtenido en Londres, se destinaron 136.000 libras esterlinas para la pavimentación de las calles de la ciudad. (Algo que resultaría irrealizable en este tiempo, y conllevaría a demandas varias por parte del Estado en contra del edil, ya que las calles son responsabilidad del Ministerio)

Pues bien, de entre los oferentes, se aceptaron las siguientes propuestas:

De la firma “City Street Improvement Co.”, con su pavimento “Bithulithic” de la “Warren Brothers”, para las calles Sucre, Prat y Baquedano, desde Washington a Matta; Washington y San Martín, desde Bolívar hasta Maipú y Matta entre Serrano y Copiapó.

De la firma “Puelma y Lavín”, con su pavimento “Macadam”, para las calles Sucre, Prat y Baquedano desde Matta hasta la Avenida Argentina, y para calle 14 de Febrero y Avenida del Brasil, hasta llegar al Club Hípico (actual Estadio Regional).

Y de la firma “José Antonio Rosales”, para el pavimento Adoquinado sobre base de concreto, para los extremos de las calles, incluyendo la calle Washington, cercana en ese entonces a los muelles y malecones.

Cada uno de estos pavimentos se trabajaba de manera diferente, y sirvieron como prueba de su efectividad para su uso posterior en otras ciudades. Es de destacar que, en 1917, dos años después de la instalación de estos pavimentos, en la propia capital, Santiago, se hablaba con admiración de las calles de Antofagasta, como puede leerse todavía en la Revista Zig-Zag del 21 de julio de ese año.

De estos tres pavimentos, el menos duradero resultó ser el Macadam, que consistía en una carpeta de 25 cm de piedras trituradas de tres tamaños diferentes, yendo la más gruesa abajo. Esto se compactaba con rodillos para darle cohesión. Este pavimento debió ser posteriormente reemplazado, por su deficiente desempeño, tanto con adoquines como con Bithulithic.

El pavimento Bithulithic, del que se sabemos por registros escritos que duró más de 15 años en perfectas condiciones, llevaba áridos de diversa granulometría (desde 75 mm hasta polvo) mezclados con bitumen (asfalto) y es el predecesor del asfalto de uso actual.

Y, finalmente, pero sin embargo el más duradero, aunque no el más apreciado, el pavimento de adoquines, que aún hoy, 110 años después, podemos ver en algunos pocos lugares de nuestra ciudad, tales como el Pasaje Andrónico Abaroa (junto al Registro Civil), el final de calle 14 de Febrero y el acceso al Cementerio. No sólo se ha hecho poco por conservar este histórico pavimento, sino al contrario, mucho se ha hecho por eliminarlo, ya sea cubriéndolo con el feo asfalto, o simplemente reemplazándolo por éste. Una actitud francamente deplorable de las sucesivas autoridades edilicias de Antofagasta, que nada han hecho por conservar la memoria de nuestra ciudad.

Estos adoquines, cuyo nombre proviene del árabe “ad-dukkân”, que significa “piedra a escuadra”, miden 25 cm de largo por 15 de ancho, y fueron trabajados a mano en varias canteras de la firma “Rosales”, las que se encontraban en lugares que entonces eran las afueras de la ciudad, pero que hoy están inmersas en esta. Todavía pueden observarse los grandes cortes que se hicieron en las rocas para obtener los adoquines, quedando una suerte de amplios anfiteatros que muchos antiguos antofagastinos conocen y recuerdan muy bien.

Los adoquines se instalaban uno a uno, en apretado conjunto, rellenando los resquicios con arena, y constituyen un pavimento muy duradero, el que se puede observar todavía en algunas calles de nuestras ciudades, y no sólo en nuestro país.

Lamentaremos siempre la falta de cuidado y mantenimiento de los pocos adoquines que quedan todavía en Antofagasta, los que son el mejor reflejo del poco aprecio que se tiene en la ciudad por su propia historia.

 

Como Corolario:

 

Muchos no conocen Antofagasta o tan sólo ubican alguno que otro sitio que asoma disperso en antiguas postales o imágenes, menos aún sabrán la disposición de sus calles y sus nombres, pero anexaremos un mapa (bien detallado) para que sepan de lo que hablamos y entiendan este pasaje histórico que exponemos a ustedes.


















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