¿Monos en Atacama la baja?
El ídolo de Lasana
Hasta este humilde escribano se va maravillando con algunas historias y con ciertos trazos de nuestra historia.
Hay tanto por aprender y tanto por desentrañar.
Pues bien. Nos indica Don Rodrigo Castillo del Castillo y Castillo Tapia luego de hojear alguno que otro libro de becerros.
Ciertamente, parece difícil de creer que, para los pueblos indígenas de nuestra región, los monos hayan sido parte de su panteón de divinidades. Pero, sin embargo y pese a lo extraño que nos pueda parecer, así fue.
Dentro de las prácticas religiosas autóctonas que la iglesia se esmeró en erradicar, estaba la adoración a ciertos ídolos, a los que los habitantes de localidades como Lasana, por ejemplo, realizaban ofrendas.
Aunque pueda parecer extraño que en esa zona de nuestro altiplano se conociesen los monos, y se les adorase, la verdad es que hay varias pruebas arqueológicas que dan sustento a esta relación, pruebas halladas en ciertas localidades entre los valles de Arica y Parinacota y El Loa. Incluso se han hallado osamentas de simios en una urna funeraria de la cultura Tiwanaku, en Pisagua. También se hallan representados en petroglifos y geoglifos, estos últimos descubiertos entre el valle de Lluta y la Quebrada de Tarapacá. Se sabe que los simios –como también guacamayos, zarigüeyas y otras especies- eran transportados desde los Yungas o desde el Oriente boliviano por las caravanas de llamas, base del comercio entre la costa y el interior del continente.
Cusillu, es el nombre que dan los aymaras a los monos, vocablo que tiene su raíz en cussi, que se puede interpretar como buen agüero. Cussi cussi se le llama también a una pequeña araña, a la que se asocia con la suerte y la alegría, en gran parte de la zona de habla quechua.
Los monos, pues, tuvieron una larga –y poco conocida- tradición como augurio de buena fortuna en el mundo indígena, a tal grado, que la iglesia no sólo no consiguió erradicarlos del todo del imaginario popular, sino que incluso en un momento de la historia terminó adoptándolos, como se puede ver en algunos templos católicos del sur peruano y oeste boliviano, en los que ocupan lugar en las ventanas, puertas y pilares, supuestamente porque la creencia en su buena suerte les habría otorgado el papel de sostener el edificio. Un claro ejemplo de esto se puede ver en las ruinas de la iglesia de la Santa Cruz, de Juli, Puno (1581 – 1914), en cuyas columnas se pueden apreciar monos.
Nota: No se conoce bien la forma real del plato de Lasana, apenas la descripción que hemos citado. La imagen que se adjunta es –entonces- una mera recreación que podría no tener semejanza con la realidad, por lo tanto es, sólo para fines ilustrativos.




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