El Trichocyphus del Alto Loa
(Una especie única)
La palabra extinción resuena fuerte - para aquel que la
entiende a cabalidad - y es sabido que muchas de las especies que pueblan este
mundo van por dicho camino. Tal vez, el interés de la preservación – conservar,
salvaguardar, cuidar - vaya por los grandes mamíferos, las aves o los reptiles,
es decir, por todas las especies que nos resultan atractivas, incluso domesticables,
pero pocos hablan sobre los insectos y dichos seres, minúsculos, resultan ser
muy importantes para la naturaleza, para su preservación, y también para
nuestra subsistencia.
Dicen los científicos en un estudio publicado en abril del
año 2022:
Los insectos han reducido su abundancia casi un 50%, y un 27%
de las especies han desaparecido debido al calentamiento global y las prácticas
intensivas de la agricultura.
Este resultado se ha obtenido tras combinar y analizar 264
trabajos científicos publicados durante 20 años. Este dato lanza otro mensaje
aterrador: el 80% de la biomasa de insectos se ha extinguido en los últimos 30
años. Esto no solo implica la pérdida de biodiversidad de especies, sino la
pérdida física y manifiesta de un elemento básico en la estructura de los
ecosistemas. En los hábitats donde no ha habido una actividad humana intensa en
la explotación de recursos, la pérdida de insectos es menor, por lo que deja
claro que la solución para mitigar el impacto que causamos pasa por buscar
métodos de consumo y producción menos agresivos.
Ahora ¿Qué pasa con los insectos de nuestra región?
Han de saber, que aún – hoy en día - se están descubriendo
nuevas especies en este árido territorio y es probable, que muchas de ellas desaparezcan
(se extingan) sin haber sido reconocidas por la ciencia, es decir, sin dejar
vestigio alguno de su existencia.
¿Esto es algo que nos debiese preocupar como sociedad?
La respuesta siempre queda a vuestro criterio.
Por el Alto Loa
En nuestro último viaje a las alturas del Loa, nos
encontramos con varios habitantes conocidos, pero también con uno nuevo, un
hermoso escarabajo de la familia Curculionidae (la misma de los gorgojos y los
burritos) que no habíamos tenido oportunidad de ver antes.
Este pequeño, de nombre Trichocyphus
formosus, es único en su género (no existen otros Trichocyphus) y se
encuentra también en Perú, Bolivia y Argentina. No obstante, existen tres
formas de este escarabajo, que en algún momento llegaron a considerarse
especies distintas, pero luego se dejaron solamente como variedades. De las
tres que existen, Trichocyphus formosus var. formosus, Trichocyphus formosus
var. rubricollis y Trichocyphus formosus
var. pulcher, esta última es la más bonita y llamativa. Y, casualmente, es la
única que es propia exclusivamente de Chile, pues las otras se comparten con
los países vecinos.
Habita por sobre los 2800 y hasta los 4000 msnm y lo
encontramos viviendo sobre una planta del género Senecio, tal vez Senecio
atacamensis. La literatura nos dice que, aunque sus especies hospederas nativas
son Diplostephium, Senecio y Lepidophyllum, es común encontrarlos sobre la
especie de uso agrícola Medicago sativa, la alfalfa.
No podemos decir más sobre él, por la simple razón de que no
es mucho lo que se sabe, la especie no ha sido estudiada más allá de lo
necesario para determinar su especie, como suele ocurrir con insectos que viven
en lugares alejados. No obstante, sabemos que los curculiónidos son coleópteros
fitófagos (es decir, que se alimentan de plantas) y si bien hay algunas
especies que se consideran dañinas para la agricultura, también las hay que se
consideran todo lo contrario, beneficiosas.
Resulta interesante el que si bien los curculiónidos en
general, al sentirse en peligro, se hacen los muertos dejándose caer al suelo y
quedando inmóviles, esta especie actuó de manera diferente, agarrándose con
todas sus fuerzas a la planta y no soltándola en ningún momento. Obviamente, no
le era necesaria tanta decisión, pues nosotros no queríamos otra cosa que
apreciarlo y lo dejamos en su lugar después de fotografiarlo para ustedes.
Muy grato nos resulta el poder complementar la información que entregan las páginas oficiales sobre la flora y la fauna de nuestra región, el patrimonio natural de Antofagasta-Chile, ahora, si lo supieron exclusivamente por nosotros, mejor aún.
Para eso estamos.
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