Un domingo de Patrimonios
El día de
ayer, domingo 25 de marzo del año en curso, nos fuimos a celebrar -en la
naturaleza- el día de los patrimonios (o del patrimonio, si más les agrada) y los
sitios elegidos eran atractivos (para este escribano) más, la opinión debía
emanar de los asistentes, si los hubiera.
He de ser
franco, pensé que no habrían interesados para esta jornada ya que, uno de los
lugares a visitar no tiene la publicidad necesaria o requerida para despertar
el interés de la gente, estamos hablando del Hito 24, límite que separaba a
este Chile hermoso de Bolivia en los tiempos de la medianería (1866-1872).
Durante los
años ´90 el literato Raúl Zurita plasmó en tierra (entre los arrastres de
tierra, arena y cuarzos) su frase más emblemática, “Ni Pena Ni Miedo” enorme
escrito que se visualiza desde las ventanillas de los aviones, en días
despejados y que motivó (para bien o para mal) la construcción de un camino
para llegar al lugar.
He de decir,
por lo anteriormente descrito, que este lugar es mucho más que las letras en
las laderas (cosa que resulta interesante). Este espacio es naturaleza, flora y
fauna, es historia, ya que - al bajar por las quebradas - nos encontramos con
el monolito que indicaba que hasta allí llegaba nuestro país y también puede
considerarse un gran museo geológico por la presencia de minerales, granitos,
ceniza volcánica y cuarzos de todos los colores imaginables. Si se pudiese
destacar –con la debida señalética- todo lo que se puede encontrar al recorrer
dicho espacio, estaríamos ampliando el conocimiento de nuestra gente y no se resaltaría
tan sólo un escrito que puede interesar únicamente a algunos.
Molesta
bastante aquello de que nos quieran guiar en lo que debemos ver y considerar
importante, eso tiene visos de manipulación.
Al salir de
aquel territorio, pasamos por donde vivió
y laboró uno de los más grandes asesinos seriales de este norte (y del país),
cosa que debiese quedar en el olvido (según muchos) pero que en nuestra opinión
forma parte de nuestra historia y debe rescatarse. Estábamos en lo que fue el
territorio del “Monstruo de Varillas”, quién pagó sus numerosas culpas frente a
un pelotón de fusilamiento, allá por el año 1923.
Luego de
contar la historia -muy sucintamente - y decirles a los asistentes que si se
portaban mal con el guía, los visitaría -en la noche- el mentado monstruo, nos
fuimos en dirección al monumento La Mano del Desierto, estructura que aflora
por un costado de la carretera y que algunos quieren elevar al carácter de
ícono comunal.
Cuando llegó
el momento de la foto grupal, alguien dijo que faltaba nuestra bandera para que
quedase graficada nuestra visita, aduciendo que sin este símbolo que nos
identifica no ameritaba tomarla.
Luego de unos
pocos minutos, muy pocos por supuesto, llegó el momento de volver a la ciudad y
recién ahí vino el comentario del “Que poco tiempo estuvimos acá” y “¿No hay
nada más que ver?” Pues no, no hay nada más que ver, todos al vehículo,
volvemos a casa.
Durante el retorno
vinieron los comentarios: se tomaron muchas fotos en la mano del desierto, pero
lo grato, aquello que nos dejó satisfechos, fue que todos gozaron y disfrutaron
el recorrido por el Hito 24 e, independientemente de que el camino se hizo exclusivamente
para ver el geoglifo de Raúl Zurita, fueron las misceláneas las que agradaron a
nuestros invitados, es decir, la caminata por la cumbre de las Lomas, los
cuarzos, las trincheras con sus depósitos de ceniza volcánica y la inmensidad
del paisaje.
Fue un grato domingo
en compañía de grandes personas, por lugares maravillosos en la cordillera
costera de Antofagasta-Chile. Un territorio que aún no pone cercas, vallados o
límites físicos a nuestro caminar o nuestra mente. Donde aún nos sentimos en
libertad de transitar.
Que grato nos
resulta el caminar con conocimiento de causa, aquello de ir aprendiendo del
territorio.
Para seguir
leyendo, solo si quieren.
“Ni Pena Ni
Miedo”
https://caminantesdeldesierto.blogspot.com/2011/06/bitacora-de-caminantes-del-desierto.html
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