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jueves, 19 de junio de 2025

EL DESIERTO

El Desierto

Una cosa es verlo en imágenes, otra es vivirlo en carne propia


Podemos citar las primeras experiencias vividas en este extenso desierto por parte de aquellos que buscaban la riqueza contenida en las entrañas de la tierra, esas quedaron graficadas ya sea en breves o extensos escritos y mapas (sencillos e inentendibles) que están disponibles para los que gusten de este tipo de historias. De igual manera, el desierto ha preservado las huellas y señales de los antiguos caminantes. De aquellos que cruzaron el despoblado uniendo a los habitantes de la precordillera con la gente de la costa.

 

Pero, ¿qué es el desierto y qué produce, en la gente, el estar ahí?

 

La palabra desierto (según el diccionario actual) proviene del latín. Se origina en el vocablo desertus, deserta, desertum cuyo significado es abandonado, salvaje. Es un adjetivo derivado del participio presente del verbo deserere que está compuesto por el prefijo latino de- (alejamiento, privación) y el verbo serere (entrelazar, ligar, trabar). El concepto del adjetivo también pasó al sustantivo en español, aun cuando los romanos llamaban a los lugares desiertos con el término deserta, desertorum.

Como sustantivo, en su primera significación, lo define a partir de su origen latino: “lugar despoblado”. En segundo orden, como “territorio arenoso o pedregoso, que por la falta casi total de lluvias carece de vegetación o la tiene muy escasa”.

 

Más, como ya hemos adelantado, una cosa es ver el desierto en imágenes que inclusive, de esta manera, causa sobrecogimiento, pero, si hubiese que vivir una experiencia directa y actual en estas soledades, tal vez nuestra visión sea tan cercana o igual a la vivida por Gabriel Gallardo Alfaro, quién nos relata, a continuación, su travesía por el desierto de Antofagasta-Chile.

 

Gabriel Gallardo Alfaro nos dice:

 

Es el encanto del desierto. A primera vista se aprecia un paisaje inhóspito, sin vegetación alguna, sin una mísera planta, un lugar a simple vista, y en una primera apreciación, sin vida. De una soledad absoluta, de un silencio eterno, de un silencio fantasmal. Un silencio que asusta.

 

En mi adolescencia, una vez, por necesidad, caminé solo por el desierto y fue terrible. En aquella única oportunidad escuché el silencio por primera y única vez. No exagero, me asustó porque experimenté una sensación de soledad absoluta. Me sentí solo en el mundo. Entonces canté o silbé tratando de entonar una canción. Detenía mis pasos, agudizaba mis oídos y me volvía a escuchar mi respiración. Caminaba y solo escuchaba mis pasos. Si me detenía y contenía mi respiración para escuchar algún sonido, me daba cuenta de que no había otros sonidos que los que producía mi cuerpo.

 

En aquella oportunidad caminé la distancia que había entre los campamentos salitreros José Francisco Vergara y Coya Sur, más o menos desde las 12:30 A. M. Debía que llegar al banco a María Elena, para hacer un depósito y no alcancé la única micro que me llevaría. Yo tenía la misión de cobrar en los negocios y posteriormente hacer el depósito. Caminé a Coya Sur para tomar la micro que salía desde allí a María Elena, lo que me permitiría llegar antes de la hora del cierre del banco. Como muchacho, muy joven, jamás pensé que en cubrir la distancia entre los campamentos me tomaría tanto tiempo. Ni siquiera llegué antes de las dos a Coya Sur.

 

En aquella ocasión experimenté la sensación de estar solo en el planeta, en un mundo extraño, completamente desconocido para mí. Estando ahí, en medio de la nada, se siente un silencio tan grande, que asusta. Agudizando al máximo el oído, sin respirar, se escuchan los latidos del corazón. Así de extremo es el silencio. Además del silencio en una inmensa planicie, no se puede ver el paisaje a muy larga distancia, porque aparecen los espejismos, que hacen sentir como estando en una isla irreal, donde uno se gire, ve el agua que se mueve haciendo pequeñas ondulaciones, como provocadas por un viento inexistente. Todo como en un mundo fantástico.

 

Deben existir otras personas que hayan vivido lo mismo que me tocó padecer a mí en el desierto más árido del mundo.












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