El Waychu según los Recc-Recc
Lo conocíamos como Troglodytes aedon, a nuestro Chercán. Pero
nos dicen ahora que ya no se llama así. Ese nombre ha quedado reservado para el
Chercán del hemisferio norte, que sería una especie diferente a la nuestra, la
que ha recibido el poco agraciado nombre de Troglodytes musculus.
¿Qué por qué lo consideramos poco agraciado? Bueno, porque
ese nombre nos recuerda al de otro animal que lo lleva: el Mus musculus, ese
pequeño roedor que nosotros llamamos laucha. Pero, en fin, quienes manejan el
orden taxonómico (que regula los nombres de las especies) tienen sus reglas y
hay que respetarlas, aunque algún nombre no nos agrade.
Para nosotros el nombre común es chercán (que proviene del
mapuche chedkañ), pero también tiene su nombre propio en las principales
lenguas nortinas: Recc-recc en Aymara y Waychu en quechua.
Es una de las aves más comunes de nuestro país, y resulta
posible verla con cierta facilidad, si se presta a tención a nuestro entorno,
ya que es de esas aves que se han habituado a vivir entre nosotros y hasta en
nuestras ciudades, adaptándose muy bien al entorno urbano, a altitudes que van
desde la costa hasta los 3.600 m.s.n.m.
Su pequeño tamaño lo oculta –no pocas veces- de nuestros
ojos, pero no obstante el ruidoso canto de los machos los pone continuamente en
evidencia. Debido a que son muy territoriales, utilizan su canto para advertir
a otros chercanes cuál es su territorio y que no dejarán pasar una intromisión.
De color canela o poco más oscuro, se camufla perfectamente
en el entorno, y aunque cuando anda en forma silenciosa es difícil de ver, su
costumbre de emitir un ligero piar mientras busca su alimento nos permitirá
verlo en acción, si ponemos un poco de atención.
Se alimenta de insectos y otros pequeños animales que busca
afanosamente en todo lugar, recorriendo cada pequeño rincón de patios y calles,
metiéndose entre las plantas de nuestros jardines y maceteros y hasta en los
lugares más impensados, tales como el radiador de los camiones y otros grandes
vehículos, por ejemplo.
Anida de preferencia en grietas de muros, oquedades de los
árboles o cualquier agujero suficientemente grande, en las zonas naturales,
pero en la ciudad aprovechará cualquier lugar que le parezca apropiado,
incluyendo cajas-nido creadas por el hombre o hasta los bolsillos de alguna
ropa olvidada en una percha.
La pareja construye el nido con pequeñas ramas y hierbas,
forrando su interior con materiales más suaves, como hebras de lana o hasta
papeles. Suelen criar hasta dos veces por temporada reproductiva, la que suele
extenderse entre septiembre y enero en nuestro país.
Desgraciadamente, a pesar de ser un pajarito tan chico, sus
nidos no se ven libres de la amenaza de la especie invasora Molothrus
bonariensis (mirlo argentino), que los ataca para reemplazar los huevos con los
suyos propios, consiguiendo así que, al nacer, los pequeños padres chercanes
deban alimentar a una cría de mirlo que es más del doble del tamaño de sus
padres adoptivos.
Cuento popular chileno:
El Chercán quería construir su nido, pero no lograba hacerlo
bien.
Pidió ayuda al Zorzal y luego al Gorrión. Ambos le dieron
instrucciones sobre cómo unir las ramas.
El Chercán interrumpía a los pájaros diciendo "¡Ya
sé!", y no prestaba atención a lo que le decían, por lo que su nido se
desarmaba repetidamente.
Doña Loica finalmente le dijo que había recibido mucha ayuda,
pero que debía aprender solo.
El Chercán, al esforzarse por sí mismo, logró hacer su propio
nido, aunque de manera muy desordenada, dando origen a la frase "como nido
de chercán".
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