Desde muy pequeños
que hemos escuchado hablar de piratas, tesoros y entierros. De noches propicias
para su búsqueda y de antiquísimos mapas para dar con ellos.
Algunos
tesoros ya son leyenda como el de Guayacán en Coquimbo, otros derroteros se han
ido perdiendo en el tiempo como el del Gringo Loco en Arica y otros yacen en el
olvido como los de Antofagasta, pero cada cierto tiempo la llama del buscador
de fortunas que va inmerso en los genes de cada uno de los chilenos se aviva. Especialmente en nosotros los antofagastinos… Es el sueño de la riqueza que se
encuentra ahí, ahí…. Al alcance de nuestras manos. Solo se debe tener presente
un detalle en estas historias, al parecer los muertos custodian sus posesiones.
EL TESORO DE LA ISLA LAGARTO
El Pirata Edward Davis
Nosotros
nunca conocimos al Sr. Ildefonso Pérez Zujovic, pero sabemos por la historia
que era un andariego y buscador de Fortunas. Aquellos que lo conocieron nos
dijeron que era hermano del ex ministro del Interior, Edmundo Pérez Zujovic y
que estaba obsesionado con un tesoro pirata escondido en los acantilados entre
Isla Lagarto y Punta Angamos, en las cercanías de Mejillones.
El solía
salir junto a un grupo de jóvenes de esa época (alrededor de 1930) porque era
muy excursionista, y parece que tenía un mapa con el cual se guiaba. Ildefonso
finalmente desistió y la historia se perdió en el tiempo", afirmó Gerardo
Claps en uno de sus comentarios que han perdurado en el tiempo.
Más. Si
vamos en búsqueda de aquel tesoro. ¿De qué Pirata se trataría y la fortuna vendría
en barras de plata y doblones de oro de 8 escudos?
La historia nos
dice que el presunto dueño de aquella fortuna enterrada es Edward Davis. Davis fue un corsario y bucanero inglés,
activo en el Caribe durante los años 1680 que llevó a cabo asaltos exitosos
contra León y Panamá en 1685, este último considerado como uno de los últimos
grandes ataques bucaneros contra un bastión español. Gran parte de su carrera
posterior fue recopilada por William Dampier en su libro Un nuevo viaje
alrededor del mundo escritos que no tienen demasiado valor histórico, debido a
que sus autores omiten hechos para evitar auto-inculparse de delitos de
piratería.
Jolly Roger
Posiblemente
de ascendencia flamenca, se registró por primera vez como uno de los miembros
de la "Aventura del Pacífico", dirigido por Bartolomé Sharp y John
Coxon en 1680. Luego de servir como navegador, él y varios otros, entre ellos
James Kelly abandonaron la expedición dentro de un año y regresó por tierra a
través de Panamá con John Cook.
Davis y Cook
En agosto de
1683, mientras que se vendían los botines capturados en Virginia, accedió a
unirse a una expedición de corso como un subordinado de Cook. Navegando hacia
el este, pronto capturaron un barco danés que tenía 35 cañones y provisiones el
cual bautizaron con el nombre de "Bachelor's Delight" (Las delicias
del soltero"). Poco después de llegar de África Occidental, navegando
hacia el Pacífico a través del Cabo de Hornos, Davis y los demás se unieron a
John Eaton antes de asaltar ciudades españolas a lo largo de la costa de Centro
y Sud América.
Tras la
muerte de Cook en julio de 1684, la tripulación de la "Delight"
eligió a Davis para sucederle. Sin embargo, la expedición se encontró con
algunas dificultades como un ataque fallido en El Realejo en Nicaragua que
daría lugar a la salida de Eaton, así como incursiones contra Paita, Perú y
Guayaquil, Ecuador que tuvieron poco valor (aunque la captura de varios barcos
de esclavos posibilitó que 15 esclavos se unieran a la tripulación).
Con el
Delight, el Cygnet y varios buques españoles más pequeños capturados, él
llevaría con éxito un ataque junto a Charles Swan y otros contra Panamá. A
pesar de que planeaban atacar la flota de plata peruana, los funcionarios
españoles lograron transferir más de 500 mil pesos en dos galeones y escoltados
por tres buques de guerra más pequeños, que eran capaces de evadir la flota
pirata navegando en un curso hacia el oeste hacia el exterior. A la espera de
la flota del tesoro, Davis y los otros se encontraron con una patrulla española
en la costa de Perú el 8 de junio y finalmente fueron perseguidos hasta la isla
de Corba.
Peleados
entre ellos mismos después de su derrota, y muchos culpando a Grognet, Davis
dejó la expedición junto con Swan, Townley, Harris, William Knight y navegó
hacia el norte con ocho barcos y 640 bucaneros.
Sin embargo,
las redadas contra León y Realejo tuvieron poco éxito lo que resulta en las
salidas de Swan y Townley que se fueron a México y Harris que después gran
parte de su tripulación moriría de fiebre amarilla en Honduras.
Con William
Knight, los bucaneros irrumpieron en los asentamientos costeros de Perú toman £
25,000 en joyas y la plata de Sana en marzo de 1686. Aunque las incursiones
posteriores produjeron una pequeña ganancia, 39 esclavos africanos fueron
liberados de Paita y más tarde se unieron a la expedición. Atacaron cinco
ciudades más entre los meses de mayo y junio, incluyendo el fallido ataque a La
Serena a mediados de septiembre
Después de
llegar al archipiélago Juan Fernández, en noviembre, él y Knight decidieron
dividir el botín con cada miembro de la tripulación recibiendo £ 1150 acordando
con Raveneau de Lussan y Knight dejar el grupo para partir hacia el Caribe.
Davis
continuó con 80 hombres logrando atacar y obtener £ 10,000 en Arica, Chile, en
febrero de 1687. Conoció a través de los cautivos el plan español para enviar
un escuadrón desde el Callao hacia Guayaquil contra el Capitán Pierre le Picard
que había tomado y pedido rescate por el gobernador local, con esta información
llegó a Guayaquil en mayo y ayudó a derrotar a la flota repartiéndose el botín
de £ 50,000 con le Picard.
Últimos años
Dejando
Guayaquil el 12 de junio, se detuvo en las Islas Galápagos y las Islas Juan
Fernández en su viaje de retorno a las colonias americanas. Se informó sobre el
descubrimiento de la tierra a 600 leguas de las islas Galápagos a 27° 20' S
(más tarde conocida como la Tierra de Davis, esto puede haber sido la isla de
Pascua). Él y el Delight llegó a la Indias Occidentales a principios de 1688 y,
finalmente, llega a Filadelfia en mayo. Aunque él y Lionel Wafer serían
encarcelados por piratería en Virginia durante dos años, con el tiempo vuelven
a Inglaterra en 1690 y con éxito dentro de dos años logró recuperar la mayor
parte de sus antiguas propiedades y fincas.
Él se
reivindica como uno de los primeros bucaneros en haber enterrado un tesoro en
la Isla del Coco, con su buque insignia, el "Bachelor's Delight"(las
delicias del soltero), en 1684 y 1702. Anclado en la bahía Chatham,
supuestamente dejó atrás varios cofres que contienen lingotes, piezas de a 8 y
300.000 libras en barra de plata y objetos tomados de asentamientos en Perú y
Chile.
EL DERROTERO DE NARANJO
Don Isaac
Arce Ramírez, En su libro “Narraciones Históricas de Antofagasta” nos cuenta.
Nicolás
Naranjo, el famoso y desventurado dueño y descubridor del derrotero de oro de
su nombre, hasta hoy ímprobamente buscado a lo largo de toda la costa de la
zona, y especialmente en las inmediaciones de Coloso, en cuyo sector creen
muchos está el sitio de su ubicación.
En efecto,
en, 1806, en la plazuela del convento de San Francisco, de la ciudad de La
Serena, con la venia del Cabildo, a vista de todos los vecinos, Naranjo
acometió la construcción de un barco que debía destinarlo al comercio del
congrio que se pescaba en abundancia en la costa de Atacama. El buque debía
llegar hasta el Perú, de donde traería, de retomo, los productos peculiares de
ese país. El negocio prometía ser espléndido. Tanto las autoridades como los
serenenses, sin distinción de clases, miraron con simpatía esta empresa que
demostraba la entereza de carácter de Naranjo; y tanto fue así, que
cuatrocientos soldados, por orden del Subdelegado Corregidor, y una multitud de
oficiosos, transportaron la flamante embarcación, sobre ruedas, hasta la Cruz
del Molino.
Subiendo Cerro Coloso
Esto ocurría
el día de San Bartolomé, patrono de la ciudad, en que era de rigor la
festividad o algarada conocida con el nombre de ALARDE GENTIL, con que los
serenenses manifestaban su regocijo en honor del santo de su devoción.
Por fin,
Naranjo se hizo a la vela con rumbo al puerto viejo de Caldera.
Aquí vendió
su barco, sin duda a buen precio, con la idea de adquirir después otro, si no
mejor, al menos de mayores dimensiones. Excursionó la costa y el interior del
desierto, donde se encontró con un indio sumamente extenuado por una larga y
penosa enfermedad, a quien le suministró algunos medicamentos con los cuales el
paciente se restableció por completo; y este, en compensación, lo llevó a un sitio
donde sabía que existía una riquísima mina de oro, de aquí el origen del
derrotero, según cuenta la tradición.
Coloso desde la altura
Viéndose
poseedor de tan inmensa fortuna Naranjo desistió de su primitiva industria del
congrio seco, por creerla demasiado insignificante ante la seductora
expectativa que tan casualmente se le presentara.
En tal
emergencia, regresó a La Serena en una pequeña embarcación, de propiedad de don
Santiago Irarrázaval, del marquesado de la Pica, de la era colonial y se trajo
en su maleta un bolsón de piedras que, beneficiadas, dieron por resultado diez
libras de oro.
Había que
explotar aquella riqueza con que tan pródigamente le brindara el destino; y sin
tiempo que perder, Naranjo alistó otra nueva embarcación, con las herramientas
necesarias para los trabajos que debía acometer.
Invitó a su
empresa, en calidad de mayordomo o empleado, a un amigo llamado Juan Pastenes,
descendiente del almirante compañero de Pedro de Valdivia, y se convino en que
el barco debía zarpar en la mañana del 25 de diciembre de aquel mismo año,
1806, con proa hacia el lugar del rico derrotero.
Ese mismo
día, muy temprano. Naranjo llamó a la puerta de Pastenes para decirle que
estaba listo para embarcarse; pero como fuera día de Navidades éste le contestó
que iría a bordo después de haber oído la misa del Rosario, circunstancia feliz
que lo libró de perecer en el naufragio en que, horas después, sucumbiría el
intrépido Naranjo.
Oída su
misa, Pastenes se trasladó al puerto; pero ya el buque navegaba viento en popa
rumbo al norte. A poco andar, y en la misma bahía de Coquimbo, empezó a
inclinarse de costado, tal vez por mal estiba de la carga, y frente a la Punta
de Teatinos, el débil barquichuelo se fue por ojo, ahogándose ocho hombres de
la tripulación y el propio don Nicolás Naranjo.
Consecuencia
de este naufragio, es el desconocimiento absoluto que hasta hoy se tiene sobre
la verdadera ubicación del histórico derrotero.
Desde Coloso al sur
La leyenda
ha tejido muchos relatos alrededor de esta riqueza; pero cuanto se ha dicho,
son puras fantasías, simples hipótesis que a nada práctico conducen. Lo
efectivo es, que la fabulosa riqueza ha existido y que, siguiendo los indicios
de la tradición, ésta se ha buscado en todo tiempo y las caravanas organizadas
en uno o en otro lugar, todas han convergido a las inmediaciones de las Caletas
o ensenadas de Jorjillo, Bolfín, Botija, etc., hasta Coloso.
Naranjo era
oriundo de Sevilla, capital de Andalucía, hijo de don Joaquín Naranjo y de doña
Ana Vargas Machuca. Hasta 1871, sobrevivía aún en La Serena, doña Carmen
Naranjo, hija de don Nicolás.
Antiguo Escrito
Hacia 1867,
un minero entusiasta, don Juan de Dios Picarte, se había establecido con un
campamento en la caleta de Jorjillo, al sur de Coloso, como ya se ha dicho, en
busca del derrotero de Naranjo. Tenía una buena casa de madera y contaba con
veinte trabajadores y muchos recursos. Picarte explotaba una mina y, a la vez,
buscaba el derrotero, todo por cuenta de don José Antonio Moreno.
Posteriormente,
y en distintas ocasiones, se han organizado cateos en este puerto, que han ido
tras las riquezas de que habla la tradición; pero ninguno ha tenido suerte en
sus exploraciones.
Así, el 17
de diciembre de 1928, el Dr. don Gregorio Carranza, que dedicaba también sus
actividades a la minería, se internó en las cercanías de Coloso, en compañía de
algunas personas, tras la búsqueda de este derrotero, encontrando allí la
muerte, pues ascendiendo en su exploración a la cima de uno de los altos cerros
cercanos al mar, sufrió una caída, de resultas de la cual falleció.
Vista de Coloso a Cabo Jara
EL ORO DE ATAHUALPA
¿A quién no
le gustaría encontrar el tributo de oro Inca depositado en la cumbre del cerro
Quimal?
Vista del Cerro Quimal
Para la
cultura Lickan Antay (o Atacameños), el cerro Quimal es un cerro sagrado,
rodeado de leyendas, algunas de las cuales (Princesa Quimal) vinculan
amorosamente con el volcán Licancabur (Príncipe Licancabur y Princesa Quimal).
Este tesoro
habría sido una ofrenda que las comunidades atacameñas enviaron al poderoso
señor inca Atahualpa, por el año 1533. Este prometió a Francisco Pizarro darle
mucho oro a cambio de su libertad y de todos los confines del Tawantinsuyu (el
Imperio de los Inka) comenzaron a trasladar oro para pagar el rescate y salvar
a su soberano. El tributo que consistía en 14,5 arrobas de oro sólido (unos 167
kilos) nunca llegó a destino debido a que la comitiva que lo transportaba
decidió esconderlo en plena Cordillera de Domeyko cuando se enteró de la
trágica muerte del gobernante a manos del conquistador español.
Atahualpa
LOS SUEÑOS QUE YA
DEJARON DE SER SUEÑO.
EL TESORO DEL GALEÓN SAN MARTÍN.
El tesoro
del San Martín. Un tesoro científico.
De los
archivos del Sr. Wilfredo Santoro Cerda
Sr. Wilfredo Santoro Cerda
La historia
de un galeón español del siglo 18 que fue transición entre dos grandes
corrientes de construcción naval y terminó varado en Mejillones apasiona a
eruditos y profanos.
Se trata del
"San Martín", una embarcación que encalló en los terrenos destinados
al megapuerto en 1759. Este galeón había salido desde Callao con dirección a
España vía Cabo de Hornos. Como era habitual en su época, iba cargado de oro,
plata y mercancía en general. Al llegar al sur de Chile presentó problemas que
lo obligaron a devolverse a Valparaíso.
Tras una
revisión se determinó que el "San Martín" debía ser reparado en
Callao, por lo que en Valparaíso se trasvasijó su carga. La embarcación hizo
una escala en Coquimbo, donde se adquirió madera para los trabajos. Pero a la
altura de Mejillones presentaba una vía de agua de tal magnitud que
sencillamente fue varado por sus propios tripulantes.
Pues bien.
Estos pormenores fueron determinados tras un largo trabajo científico, que se
concluyeron en Mejillones el 22 de marzo del año 2000.
El equipo
fue encabezado por el arqueólogo español Pedro Pujante, director del
Departamento de Investigación de la Universidad Internacional Sek, institución
ibérica que tiene sede en Chile. Lo apoyaron los arqueólogos subacuáticos
argentinos Javier García Cano y Mónica Patricia Valentini, el museólogo cubano
Joseph Gómez Villar y la conservadora y restauradora chilena Fanny Canessa
Vicencio.
"HÍBRIDO"
Este trabajo
científico tiene a lo menos dos particularidades. La primera es que el
"San Martín" es una rareza, por tratarse de un "híbrido"
entre dos grandes sistemas de construcción naval: el varenga-genol y el de
cuadernas -o inglés-.
El segundo
aspecto que lo hace especial es que se trata del primer estudio de estas
dimensiones que se hace en nuestro país, en el campo de la arqueología
subacuática. A pesar de nuestro extenso litoral, esa rama de la arqueología no
se ha proyectado en Chile.
No deja de
ser paradójico que todo este trabajo científico haya sido gatillado por la
iniciativa de un "cazador de tesoros". Fue nuestro connacional
Claudio Laverne quien en 1995 consiguió permisos habidos y por haber, obtuvo
algunos auspicios y con antecedentes propios, se lanzó tras el tesoro del
galeón español.
Pujante
detalló que fue a causa de esos permisos que el Consejo de Monumentos
Nacionales solicitó a la Universidad Sek la cobertura científica del
"pecio", como se definen técnicamente los barcos naufragados.
ARCHIVO DE
INDIAS
Desde 1995
-primera ocasión en que se trabajó en Mejillones- debieron transcurrir cinco
años para que el equipo científico retornara. Esta vez por 15 días. Durante
todo ese tiempo, el trabajo se concentró en la búsqueda de documentación. Esta
fue ubicada preferentemente en el Archivo General de Indias, pasando por los
archivos de Madrid y Provincial de Guipúzcoa.
Allí se
determinó que se trataba del "San Martín", un navío perteneciente a
un señor Lorenzo del Arco, que, tras adquirirlo, decidió hacerles algunas
modificaciones. Se le hundió en el primer viaje.
También los
científicos lograron determinar que este desafortunado galeón español
presentaba características de transición al sistema inglés muy tempranos para
su época, por lo que en realidad tenían entre manos una suerte de "eslabón
perdido" de la construcción naval. Esta condición -científicamente
hablando- es el tesoro que no encontró Laverne y ¿El tesoro del San Martín?
……….. Hay quienes creen que el mar aún esconde las riquezas del galeón
"San Martín". Si bien expertos
han descartado que el navío transportara oro o joyas al momento de naufragar,
se conoce de testimonios que indican lo contrario.
Más… Según
los reportes las bodegas del "San Martín" viajaban vacías, a lo más
con una carga de vajilla y los necesarios víveres, pero sin oro o joyas.
EL CERRO DEL ORO AL INTERIOR DE
TALTAL
Se pensaba
en un principio que era solo una leyenda al escuchar las narraciones de los
viejos que hablaban sobre el cerro de oro y plata que se encontraba, por allá,
donde sale el sol.
Mina Guanaco
Tuvo que
pasar tiempo hasta que fue descubierta una gran veta de oro al interior de
Taltal en el año 1885 y que recibió por nombre mina "El Guanaco". Era
tanta la riqueza de este yacimiento, que no solo fue famosa por su alta ley y
la prosperidad que brindó al país, también por los hurtos de minerales efectuado
por sus trabajadores.
Crónica de la época
Sectores aledaños a Mina Guanaco
Buenas tardes. Mi nombre es Juan Pablo, soy productor de tv y quisiera contactarlo. Mi mail es: juanpablo@griyo.tv Gracias!
ResponderEliminarlos lindos y bellos tesoros si se puede dar una solucion de encontrarlo
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