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jueves, 5 de noviembre de 2020

¿UN OASIS EN MEDIO DEL DESIERTO?

Frases que - dichas al pasar - suenan a broma aunque sean verdad.


Durante años circuló una historia - entre los integrantes más antiguos de los Caminantes - que, en medio del desierto, medio a medio de este, donde nada hay y nada crece. Había vegetación y era factible encontrarnos con árboles, inclusive árboles frutales.


Nunca nos dijeron el lugar exacto y tampoco había un santo a quién atribuir este milagro. En resumen, La idea sonaba más a mito que a verdad. ¿árboles en el desierto? Andá. A otro perro con ese hueso. He ahí nuestra respuesta.




Tiempo al tiempo

Hará unos pocos años atrás - 2016 aproximadamente y luego de las grandes lluvias del 2015- fuimos invitados por el gran gurú/sensei de Antofagasta, el Sr. Mauricio Vásquez Yocelevzky de los Yocelevzky y Yocelevzky a recorrer los antiguos parajes salitreros del cantón Aguas Blancas. Un espacio lleno de historia (sin duda alguna) en donde se establecieron a principios del siglo XIX muchas oficinas salitreras nombrando a la más recordada y reconocida “San Gregorio” e incluyendo a la mentada estación Yungay, y - para ser franco- es un lugar abiertamente desolador, inhóspito, carente de todo salvo de sol. Más, y casi en medio del desierto, nos encontramos con una destartalada vivienda, la única existente por estas soledades (una casa ya destruida por la acción casi exclusiva del sapiens-sapiens) y vaya sorpresa. Aún con vida asomaban - en el terreno - varios árboles, incluso algunos que abiertamente eran frutales.


Era el minuto de solicitar las disculpas a los viejos y quitarles el estigma de cuenta cuentos (disculpas al silencio), luego vino la tarea de averiguar quién tuvo la genial osadía o idea de hacer un vergel en el desierto, en un espacio donde hay harta agua aunque (en la actualidad) se debe perforar muy profundo para obtenerla (adivinen quién está haciendo eso desde hace ya unas décadas secando los acuíferos y dejando – literalmente – desierto al desierto).


Don Juan de la Cruz.


Por cosas del destino nos enteramos, que el gestor de la idea fue Don Juan de la Cruz, natural de Humberstone (región de Tarapacá) y antofagastino de tomo y lomo.


Juan era un busquillas, un adelantado a su época y estuvo en las primeras iniciativas agrícolas de La Chimba (sector las quintas agrícolas de Antofagasta) luego, por los años ´90 y sin saber como lo hizo, estableció su morada y su huerta en medio del desierto. Tal vez, en la actualidad, este espacio sería considerada una gran área verde y el surtidor de frutas y verduras para nuestra ciudad y región, lamentablemente Juan tomó el rumbo del descanso eterno y su idea (su trabajo) se desvanece lentamente bajo las arenas del lugar.


Va nuestro recuerdo sincero a una persona que sembró (literalmente) en el desierto, aunque ahora, un gran conglomerado, ocupe su agua, su napa y su espacio.


Ya es sabido. El que no corre, vuela. 


Lagunilla formada en medio del desierto con las lluvias del 2015
La aridez absoluta del paisaje

Lo que resta

Lo que resta

Árboles y Atriplex (Cachiyuyo)

Atriplex (Cachiyuyo)

Carrizo
Vestigios del pasado

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