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viernes, 12 de marzo de 2021

LA MANTIS RELIGIOSA DE SAN PEDRO DE ATACAMA

 

La presencia de la Mantis religiosa en Antofagasta-Chile.


Esto (su presencia) nos lo había adelantado - hará unos 10 años atrás - el Sr. Héctor Dalmazzo, pero aún estábamos en el oscurantismo en cuanto a la entomología regional y muchos de los hallazgos (encuentros) no pudieron ser determinados con exactitud y quedaron guardados en el baúl del olvido.


Hará poco tiempo atrás volvieron a asomar algunas imágenes y he ahí que el Sr. Rodrigo Castillo del Castillo y Castillo Tapia procuró, con las pocas imágenes obtenidas, identificar o acercarse a la identificación de dicha especie hasta, que llegamos a marzo del 2021 y gracias a la fortuna y la camarita amiga del Sr. Néstor Dubó (Natural de Tocopilla) y Valeria Godoy, se pudo conseguir una secuencia fotográfica que permitió su identificación.


Ahora bien. Siempre queda la duda si estamos ante una especie con presencia nacional (en cuanto a su distribución) o, por el territorio que habita y alguna que otra característica, podría ser una nueva especie.

Lo interesante y de importancia (para aquellos que gustan de los insectos) nuestra región cuenta con una gran biodiversidad y no es tan desierto, “desierto”, como nos cuentan o nos quieren hacer parecer.


Las palabras del Sr. Rodrigo Castillo Tapia.


Un insecto que suele llamar mucho la atención, y es bastante conocido (aunque sea referencialmente) es la mantis religiosa, la que recibe ese nombre porque suele posarse con sus patas delanteras recogidas, dando la apariencia de que estuviera rezando.




Se conocen cerca de 2500 especies de mantis alrededor del mundo, con una mayor presencia y diversidad en las zonas tropicales, donde se pueden encontrar algunas de increíble colorido y belleza.


En nuestro país, en tanto, se conocen sólo dos especies (ambas con presencia en varios países de Sudamérica), la Coptopterix gayi, que podemos encontrar en la mayor parte del país, y la Coptopterix minuta, que se encuentra sólo en el extremo norte, en la Región de Arica y Parinacota, y que como su nombre indica es de tamaño menor.

Las mantis son fáciles de reconocer, ya que cuentan con una morfología muy singular, tanto por su cabeza triangular, de grandes ojos laterales, la que pueden girar casi completamente hacia atrás, como por sus patas delanteras raptoras, adaptadas con duras espinas, que les permiten atrapar firmemente a sus presas. La especie que podemos encontrar en algunos lugares de nuestra Región es la C. gayi. En esta especie, las hembras -de mayor tamaño que los machos- no poseen alas, en tanto los machos sí.



Son depredadores voraces, que se alimentan de toda suerte de insectos, a los que atrapan con sus patas delanteras y devoran vivos rápidamente. Para esto, se posan sobre hojas y flores valiéndose de su camuflaje, cuyo color puede variar bastante de acuerdo al lugar donde vivan, y esperan ahí hasta que alguna presa se acerque lo suficiente. No obstante, en ocasiones pueden perseguir brevemente a la presa si es necesario.

Es conocida la costumbre - de las hembras de mantis - de devorar al macho después de la cópula, así como la de cortar su cabeza durante ésta. Si bien ambas prácticas son reales, eso no implica que ocurran siempre. En su estado natural, en muchas ocasiones el macho puede irse vivo y entero, es sólo en cautiverio que el canibalismo se presenta como cosa habitual. La explicación para el hecho de cortarle la cabeza, es que así -por una condición morfológica- el macho se aparea de mejor forma, en tanto la de comérselo es la misma que para las hembras de muchos otros invertebrados que la practican: ya que el macho tiene la única función de inseminar a la hembra, después de esto se convierte en una simple fuente de alimento, que estando ahí mismo no se puede desaprovechar.



La hembras ponen sus huevos envueltos en una espuma, la que al secarse se endurece formando una ooteca, una especie de saco de duras paredes que queda fijado en alguna planta. De allí nacerán las crías, que practican el canibalismo entre ellas, de manera que su primera acción al salir es escapar de sus hermanos que hayan emergido antes de la ooteca, y alejarse de ellos.

Un dato curioso, no tan conocido, es que las mantis son uno de los invertebrados que más se compran y mantienen como mascotas, pese a que su vida no excede nunca de un año. Las hermosas especies asiáticas son muy cotizadas en Europa, a pesar de lo corto de su vida y a lo complejo que resulta mantenerlas y reproducirlas. Por ser insectos depredadores, no pueden vivir juntos, y deben mantenerse en contenedores aparte, donde son alimentados con insectos vivos. La pareja sólo puede reunirse para el apareamiento, el que constituye siempre un riesgo, pues si la hembra no acepta al macho simplemente se lo comerá.

Afortunadamente, nuestras mantis no corren mucho riesgo de convertirse en mascotas, ya que no tienen el atractivo de las especies tropicales.




Anexo:



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