¡Pardiez! Nos
cerraron los caminos
Hagamos uno
nuevo entonces
Salud por
eso
Muy buenas
tardes tengan, estimados amigos y seguidores.
Este día
sábado —sábado en el cual nos recomiendan no embarcarse ni casarse— nos fuimos
a recorrer la cordillera costera de nuestra ciudad. Esta fue una actividad bien
improvisada, visita que salió de un minuto a otro con la finalidad de
arrancarse de los asados, empanadas, anticuchos, pebres, chichas, mistelas,
chacolíes, pipeños, mostos variados y ensaladas, delicias que nos gusta ingerir
en estas fechas, pero que cuesta sacarlos del cuerpo una vez que se han
asentado en la franja abdominal y que, en ocasiones, no salen ni con
exorcismos.
Pues bien.
Hace poco tiempo atrás nos podíamos adentrar por ciertos lugares de la
cordillera costera en procura de recorrer las zonas intermedias, aquellas que
se encuentran en medio de los cordones montañosos y de las abruptas serranías,
ya que es por donde hay mayor presencia de vegetación. En la actualidad, dichos
caminos fueron cerrados, cercados, vallados y cortados. Tratamos porfiadamente de
abrir nuevas vías, pero el terreno no lo permitió y sólo tuvimos una alternativa:
devolvernos y buscar un nuevo paraje para visitar. Esto no nos resultó complejo,
en realidad, ya que estamos rodeados de lugares interesantes. Así, aprovechamos
de ir a irrigar algunas especies que no recibieron precipitaciones en esta
temporada y que dado su escaso número pretendemos rescatar. Hablamos de la Tillandsia
virescens (clavel del aire), una especie muy propia de nuestro desierto pero
casi desaparecida, y de la Eriosyce rodentiophila, una cactácea que cuenta con poco
más de 10 individuos (en total, por estos parajes) y que presenta ciertas
particularidades que estamos procurando detallar.
Fue una
mañana soleada y recién nos estamos acomodando a estas temperaturas, que son
tan propias de nuestra región. Aves, reptiles, flores y cactus fueron las
estrellas de nuestra pampilla sabatina, algo distinto en un mes que alterna
vientos, fríos y calores.
Ya mañana nos
vamos al sur de nuestra región, donde la flora es dueña de cada palmo del
territorio, y por fin de mes visitaremos el desierto florido, un poco más al
sur del límite antofagastino.
Tenemos
agenda y contamos con salud. A viajar se ha dicho. Salud por eso.
Nota al
margen:
Donde dice: “No
embarcarse ni casarse”, ni el día ni la fecha importan, sólo importa la acción.
Ahora, retomando aquello de cerrar
caminos, creemos que en el fondo ésta no es una mala medida, aunque ciertamente
hay otras mucho mejores que podrían tomarse. Lamentablemente, los
antofagastinos tenemos ese mal que aqueja a todos los chilenos -la basura- y
gran parte de las zonas cercanas a nuestra ciudad son verdaderos basurales que
crecen día a día, a lo largo de los numerosos caminos que surcan nuestras
serranías. No parece haber lugar lo suficientemente alejado de la ciudad como
para que se libre de que alguien vaya a botar su basura -o escombros-
ensuciando y contaminando nuestro frágil entorno.
Todos los que nos hemos encontrado
frente a frente con esta realidad nos hacemos la misma pregunta: ¿Hasta cuándo
se permite esto? ¿Por qué no se toman medidas drásticas en contra de quienes
tienen estas prácticas, si contamos con autoridades que tienen las facultades
para hacerlo? ¿Es acaso malo el querer vivir en una ciudad limpia, con un
entorno limpio?
Ciertamente, cada vez son menos los
que claman por soluciones a esta situación y, por tanto, pareciera ser que no
queda más que aceptar que nos ganó la desidia de quienes debieran controlarlo y
la falta de cultura –y de criterio- de quienes ensucian.
En resumen:
Entre un maizal de males, que le
hace un choclo más o un choclo menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario