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sábado, 20 de septiembre de 2025

¡PARDIEZ! NOS CERRARON LOS CAMINOS


¡Pardiez! Nos cerraron los caminos

Hagamos uno nuevo entonces

Salud por eso




 

Muy buenas tardes tengan, estimados amigos y seguidores.

 

Este día sábado —sábado en el cual nos recomiendan no embarcarse ni casarse— nos fuimos a recorrer la cordillera costera de nuestra ciudad. Esta fue una actividad bien improvisada, visita que salió de un minuto a otro con la finalidad de arrancarse de los asados, empanadas, anticuchos, pebres, chichas, mistelas, chacolíes, pipeños, mostos variados y ensaladas, delicias que nos gusta ingerir en estas fechas, pero que cuesta sacarlos del cuerpo una vez que se han asentado en la franja abdominal y que, en ocasiones, no salen ni con exorcismos.

Pues bien. Hace poco tiempo atrás nos podíamos adentrar por ciertos lugares de la cordillera costera en procura de recorrer las zonas intermedias, aquellas que se encuentran en medio de los cordones montañosos y de las abruptas serranías, ya que es por donde hay mayor presencia de vegetación. En la actualidad, dichos caminos fueron cerrados, cercados, vallados y cortados. Tratamos porfiadamente de abrir nuevas vías, pero el terreno no lo permitió y sólo tuvimos una alternativa: devolvernos y buscar un nuevo paraje para visitar. Esto no nos resultó complejo, en realidad, ya que estamos rodeados de lugares interesantes. Así, aprovechamos de ir a irrigar algunas especies que no recibieron precipitaciones en esta temporada y que dado su escaso número pretendemos rescatar. Hablamos de la Tillandsia virescens (clavel del aire), una especie muy propia de nuestro desierto pero casi desaparecida, y de la Eriosyce rodentiophila, una cactácea que cuenta con poco más de 10 individuos (en total, por estos parajes) y que presenta ciertas particularidades que estamos procurando detallar.

Fue una mañana soleada y recién nos estamos acomodando a estas temperaturas, que son tan propias de nuestra región. Aves, reptiles, flores y cactus fueron las estrellas de nuestra pampilla sabatina, algo distinto en un mes que alterna vientos, fríos y calores.

Ya mañana nos vamos al sur de nuestra región, donde la flora es dueña de cada palmo del territorio, y por fin de mes visitaremos el desierto florido, un poco más al sur del límite antofagastino.

Tenemos agenda y contamos con salud. A viajar se ha dicho. Salud por eso.

Nota al margen:

Donde dice: “No embarcarse ni casarse”, ni el día ni la fecha  importan, sólo importa la acción.

 

Ahora, retomando aquello de cerrar caminos, creemos que en el fondo ésta no es una mala medida, aunque ciertamente hay otras mucho mejores que podrían tomarse. Lamentablemente, los antofagastinos tenemos ese mal que aqueja a todos los chilenos -la basura- y gran parte de las zonas cercanas a nuestra ciudad son verdaderos basurales que crecen día a día, a lo largo de los numerosos caminos que surcan nuestras serranías. No parece haber lugar lo suficientemente alejado de la ciudad como para que se libre de que alguien vaya a botar su basura -o escombros- ensuciando y contaminando nuestro frágil entorno.

Todos los que nos hemos encontrado frente a frente con esta realidad nos hacemos la misma pregunta: ¿Hasta cuándo se permite esto? ¿Por qué no se toman medidas drásticas en contra de quienes tienen estas prácticas, si contamos con autoridades que tienen las facultades para hacerlo? ¿Es acaso malo el querer vivir en una ciudad limpia, con un entorno limpio?

Ciertamente, cada vez son menos los que claman por soluciones a esta situación y, por tanto, pareciera ser que no queda más que aceptar que nos ganó la desidia de quienes debieran controlarlo y la falta de cultura –y de criterio- de quienes ensucian.

 

En resumen:

Entre un maizal de males, que le hace un choclo más o un choclo menos.














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