EL CONFLICTO DE LA MEDIA HORA.
Comenzaremos narrando esta historia desde su minuto histórico Febrero de 1906, para retornar a la génesis de la creación de las Mancomunales Obreras y los movimientos sociales de los trabajadores antofagastinos. Citaremos ante todo, uno de los estatutos que consideramos importante tomadas en acuerdo en sesión general por la Combinación Mancomunal de Obreros de Antofagasta. Lo relatado se extrajo de un dossier elaborado por el Sr. Javier Mercado Guerra a quién se agradece por sacar a relucir una etapa histórica y casi oculta de nuestra ciudad y que fue faro para todos los movimientos posteriores acaecidos en el norte de Chile.
El proceso de agitación anarquista llega a su punto máximo al interior de la Mancomunal el 14 de enero de 1906, cuando los estatutos de la organización son derogados:
“La Combinación Mancomunal de Obreros de Antofagasta en sesión general celebrada el día 14 de enero de 1906 acordó lo siguiente:
1º Derogar los actuales estatutos, por considerarlos defectuosos, hasta formar unos nuevos para reconstituirse.
2º No mezclarse absolutamente en política, por considerarla dañina para la unión i la armonía del elemento obrero.
3º Que desde el instante que este asiento central cuente con más de tres gremios en su seno empezará a organizarse, confeccionándose los estatutos que creyere necesarios”, a su vez se informaba que el presidente de la Mancomunal, Antonio Cornejo, había presentado nuevamente su renuncia, esta vez siendo aceptada. A partir de éste momento se inicia una masiva conversión de los gremios pertenecientes a la Mancomunal en Sociedades de Resistencia, el primer gremio en anunciar su cambio de bases fue el de los caldereros del ferrocarril salitrero.
En este contexto se da inicio a una campaña, impulsada desde esta renovada Mancomunal y a sugerencia de la Sociedad de Resistencia de caldereros del ferrocarril, con el objetivo de conseguir media hora más para almorzar,dado que en la mayor parte del país el tiempo concedido para tales efectos era de una hora y media, mientras que en Antofagasta era sólo de una hora, motivo por el cual los trabajadores, que en su mayoría vivían en las zonas periféricas del puerto, no alcanzaban a llegar a sus puestos de trabajo a la hora establecida, por lo cual se les descontaban los minutos de atraso en sus salarios. Por tales motivos, y a partir del 20 de enero de 1906, se realizó la elección de un Comité General encargado de elaborar una Solicitud-Circular para manifestar su posición ante los patrones, la circular concluía la petición diciendo que,
“no dudamos que vosotros haréis justicia, concediendo inmediatamente la media hora más de almuerzo que solicitamos, de vuestro espíritu de justicia y humanidad”.
Si bien es cierto que a pocos días de realizada la solicitud, las principales casas y firmas comerciales ya habían aceptado la petición de los trabajadores, estos se encontraron con la terquedad del administrador del Ferrocarril, propiedad de una firma inglesa y a cargo, en Chile, del Gerente General Mapletón Hoskins. Ante esta oposición se comienza a gestar un potente movimiento huelguístico en el puerto, que en unos pocos días se trasformaría en una huelga general de los trabajadores de la ciudad, contando un importante apoyo de los gremios pampinos.
En cierta medida, existe una correlación directa entre este asenso de las posiciones libertarias en el seno de la Mancomunal y la capacidad de integración al movimiento huelguista a sectores populares más diversos. Fenómeno que estaría dado por la propensión a exigencias más concretas y vinculadas en mayor medida a la realidad popular, esto estaría demostrado en el gran apoyo que concitó esta huelga generada desde la Mancomunal antofagastina dominada por la tendencia anarquista.
GREMIO PORTUARIO
La huelga se votó durante una reunión celebrada el día 29 de enero en la sede de la Gran Unión Marítima, a la que asistieron delegados de todos los gremios del puerto e incluso de delegaciones de trabajadores pampinos. Curiosamente, o quizás como explicación a la negativa del administrador, fue precisamente el gremio de los caldereros del ferrocarril quienes iniciaron el movimiento de solicitud en la extensión de la hora para almorzar y eran los más radicalizados por la propaganda anarquista, siendo los primeros en echar las bases de una Sociedad de Resistencia para su gremio.
Al día siguiente de tomado éste acuerdo, la ciudad amaneció totalmente paralizada, provocando un gran colapso en las faenas marítimas y del ferrocarril que no pudo establecer su funcionamiento normal. En seguida-comenta el Gerente General del Ferrocarril-“el 1º de febrero, una delegación llamada “el Comité de Obreros” visitó la oficina para pedir la extensión de la hora de almuerzo en media hora”. El administrador declinó en aceptar la petición una vez más, aduciendo que los obreros que visitaron su despacho no eran trabajadores de su empresa, al día siguiente fue un delegado en representación de los trabajadores del FF. CC., siendo aceptada la propuesta por Hoskins a cambio de la extensión de la jornada de trabajo de 5:30 a 6:00 de la tarde. El Comité de Huelga decidió aceptar la contrapropuesta del Gerente General, sin embargo la mayoría de los trabajadores no la aceptaron, continuando el paro general que ya se extendía por 4 días. Ante ésta situación los resguardos policiales a las propiedades públicas y privadas se fueron incrementando exageradamente, teniendo en cuenta el carácter sumamente pacífico de la movilización.
El Comité de Huelga, del cual formaba parte el reconocido libertario Alejandro Escobar y Carvallo, decidió reunir nuevamente a todos los gremios paralizados, con el fin de redactar una nueva circular, advirtiendo a Hoskins, que de no aceptar de una vez la petición, radicalizarían su postura exigiendo un aumento de 20% en los salario y una jornada de ocho horas, en ese momento se suma a la movilización casi la totalidad de los obreros de la pampa salitrera. En esta reunión también se acordó llamar a un comicio popular para el día siguiente, el 6 de febrero, en la plaza Colón. Para tal concentración obrera, el Intendente Santelices accedió la petición de algunos comerciantes y del mismo Hoskins, con el fin de formar una Guardia Civil o de Honor, quienes utilizarían armas facilitadas por el Batallón Esmeralda de la ciudad, ésta guardia tendría a cargo la mantención del orden frente a posibles disturbios. El comicio en la plaza Colón estaba programado para las 5 de la tarde, y ya desde algunas horas antes las expresiones de violencia popular, frente al ambiente ultra-militarizado de la ciudad, se habían hecho sentir,
PLAZA COLÓN 1906
“En la mañana un grupo de huelguistas apedreó i después destrozó una maquina del ferrocarril sin que las fuerzas supiesen contenerlos. Más tarde como a las 2, otro grupo de jente anónima que nunca falta en estos casos, asaltó una carreta cargada de cajones de cerveza i que pasaba por la calle Prat entre las de San Martín i Latorre”. Alrededor de las 4 de la tarde comenzó a bajar desde los cerros el grueso de la población paralizada, congregándose en la plaza Colón cerca 4000 personas. El meeting transcurrió sin mayores sobresaltos. Antes de que terminara el comicio popular, apareció en un costado de la plaza la Guardia Civil, despertando reprobación de los huelguistas, quienes mediante, insultos, silbidos y piedras, gritaban “exclamaciones como esta: “Abajo los pijes armados”, motivo este más que suficiente para que los bandidos burgueses, los asesinos de levita, dispararan sus armas sobre el pacifico pueblo”, algunos miembros de esta Guardia Civil, se refugiaron en el edificio del Club de la Unión, desde el cual comenzaron también a dispararle a la multitud que corría desesperada. En este momento, las fuerzas policiales apostadas en la otra esquina de la plaza por calle Washington, viendo que la multitud se les venía encima, también abrieron fuego contra los manifestantes. El total de víctimas fatales nunca se pudo saber con certeza, la estadística oficial establece que fueron 48, sin embargo es probable que hayan sido muchas más, así como también fueron cientos los trabajadores, mujeres y niños heridos. El Marítimo, decía al respecto que el “¡6 de febrero de 1906! Marcará una fecha, en lo sucesivo, de glorioso sacrificio para el proletariado antofagastino, i cubrirá de negro baldón la faz de la torpe burguesía”
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Tras estos luctuosos actos de represión la ‘revancha popular’ no se hizo esperar. Al otro día “desde muy temprano comenzó a levantarse el pueblo i formar corrillos donde comentaban con acritud los sucesos del día anterior. Poco a poco esos corrillos fueron tomando grandes proporciones i para evitar posteriores sucesos se ordenó su dispersión”, medida que no dio resultado ya que en horas de la tarde “un grupo de jentes, que unos sugieren eran obreros i otros atestiguan estaba compuesto de individuos de mala fama, asaltaron a un joven de apellido Rogers” confundiéndole con uno de los individuos que participó en la masacre, la “enfurecida masa cometió el más salvaje crimen que se puede imaginar”. Pese a esto, la ‘sed de venganza’ no se sació, por lo que se asaltó, saqueó y prendió fuego a la céntrica tienda La Chupalla, incendió que tomó bastas proporciones, arrasando con las instalaciones del periódico El Industrial. No bastando con esto, la asonada popular comenzó a quemar otras propiedades comerciales en calle Angamos, también las propiedades del Ferrocarril se vieron afectadas cuando “los patios quedaron desprotegidos, lo que aprovechó un grupo de personas para incendiar dos vagones cargados con salitre, y arrancar cien metros de rieles”.
Tras algunos días de tensa calma, el Comité de Huelga decidió dar por terminado el movimiento huelguista el día jueves 8, y tras la llegada de nuevos refuerzos militares, para el día sábado 10 de febrero la gran mayoría de los trabajadores ya estaba reintegrado a sus labores normales, sin haber logrado la media hora más para almorzar, o bien fueron despedidos.
EMBARCADEROS DE ANTOFAGASTA Y PORTUARIOS 1906
La historia de la matanza de la Plaza Colón no es solo resumible a una fecha histórica propiamente tal, tuvo su origen 3 años antes, pero veamos la historia completa.
El estudio del proceso de politización popular es quizás uno de los aspectos historiográficos que más ha interesado tanto a historiadores como a diversos cientistas sociales. En este sentido, uno de los periodos determinantes para su comprensión ha sido el de fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, época marcada por el conflicto social y el predominio de la llamada “cuestión social” en el debate público, pasando a ser éste un tema de intensa discusión en diversos ámbitos de la sociedad chilena, es así como “a medida que avanzaban las primeras décadas del siglo XX la cuestión social se fue reconfigurando como “cuestión política” motivo de fuertes enfrentamientos y fuente de erosión de los mecanismos de legitimación”. Visto este proceso desde la perspectiva popular, se asiste a un periodo de fecunda organización y movilización de los sujetos en pos de estructurar las estrategias para salir de su desmedrada situación. En este sentido la historiografía marxista ‘clásica’ chilena ha tendido a analizar este periodo como una cristalización de la conciencia de clase del proletariado chileno, con su consecuente manifestación en el plano político formal. El lugar donde, de preferencia, habría fructificado este proceso sería el espacio salitrero del Norte Grande chileno, dado sus niveles de concentración proletaria y su vinculación directa con los procesos de modernización capitalista. Estas interpretaciones estuvieron determinadas, en gran medida, por una aplicación rígida del modelo teórico del ‘materialismo histórico’. Es hacia las décadas de los 80’ y 90’ cuando algunas de estas tesis comenzaron a ser rebatidas, desde ya Julio Pinto comenzó a demostrar el débil sustento empírico de algunos de estos estudios históricos, sin negar su importancia como iniciadores de una historiografía situada en la perspectiva obrera o popular, este autor estableció una vertiente de análisis que enfatizaba en “la “naturalidad” del proceso y abandonando la noción de etapas “necesarias” en la evolución política o social de una clase”, derivando así a una concepción de politización más amplia que la establecida por la historiografía marxista ‘clásica’, integrando otros elementos constituyentes de este proceso y matizando en la importancia e incidencia real de las tendencia “rupturistas” o “autónomas” de politización popular (esencialmente socialistas y en menor medida anarquistas) sobre el conjunto de la población. Igualmente Mario Garcés ha realizado importantes aportes para la comprensión del proceso de politización popular a comienzos del siglo XX, estableciendo que éste proceso no es estimable solamente desde la capacidad popular de organizarse en torno a demandas, reivindicaciones o presiones dirigidas hacia el Estado, sino que también “compromete otro conjunto de aspectos que se verifican al ‘interior’ del propio campo popular” en este sentido también es un proceso de afirmación de la identidad de un actor social que “no se verifica sólo por oposición a un sujeto o actor antagónico, sino que por la propia capacidad que alcanza el actor para auto reconocerse y hacer más eficaz su propia acción histórica”.
DESCARGA DE CARBÓN EN MUELLES DE ANTOFAGASTA
A partir de esta línea interpretativa se entenderá, en este estudio, por ‘politización popular’ a la socialización de una identidad capaz de aglutinar a un espectro social ampliado de sujetos populares que se auto-reconocen y se movilizan entorno a un discurso concreto y representativo de sus vivencias y aspiraciones.Tomando en cuenta ésta categorización, y sin desconocer la existencia de otras vertientes de análisis sobre el concepto de politización popular, me he propuesto analizar el rol de la Combinación Mancomunal de Obreros de Antofagasta en la construcción de una identidad “obrerista” dentro del movimiento popular salitrero, por medio de la elaboración discursiva y de las prácticas reivindicativas, para de esta forma, propiciar un acercamiento al proceso de politización popular explicado por la vía de la construcción de una ‘identidad proletaria u obrerista’ en el movimiento popular antofagastino entre los años 1903 a 1906, años marcados por dos importantes movilizaciones populares en la zona. De esta forma, se intentará destacar la importancia jugada, entre otros factores, por la construcción identitaria emanada desde la Mancomunal obrera en el proceso de politización de los sectores populares antofagastinos, en este sentido la Mancomunal habría tenido la particularidad de generar un proceso de socialización de la construcción identitaria que habría determinado un crecido apego popular a la organización, especialmente durante la huelga general de 1906 en Antofagasta. Este análisis está limitado geográficamente al radio de acción abarcado por la Mancomunal antofagastina, que en un comienzo se estableció como órgano representativo sólo de los gremios urbanos de Antofagasta, pero que luego fue integrando en su representatividad a los gremios de trabajadores de la pampa. Se ha optado por analizar específicamente a la Mancomunal antofagastina debido a un interés general acerca de los procesos sociales ocurridos en esta región ante la escasez de estudios en profundidad que reparen en las particularidades de esta zona salitrera a comienzos del siglo XX, así como también responde a una preocupación aún más concreta por intentar vislumbrar las posibles conexiones o eventuales diferencias con los procesos ocurridos durante el ciclo de expansión salitrera en Tarapacá, donde tienden a concentrase los estudios histórico-sociales referidos a este periodo.
1. DIFUSIÓN DE LAS PRÁCTICAS SOCIETARIAS DENTRO DEL MUNDO POPULAR ANTOFAGASTINO
No fue sino hasta fines del siglo XIX cuando se pudo apreciar un incremento de las prácticas societarias de carácter mutualista dentro de los sectores populares salitreros. Siguiendo la trayectoria del sujeto minero instalado en las faenas salitreras, Julio Pinto ha destacado la fuerte persistencia, en la pampa hacia la década de 1870, de una violencia social cotidiana propia del mundo peonal, sin embargo, hacia la década de 1880 ya tiende a observar una merma en este tipo de acciones, estableciendo que “la violencia obrera comienza a aparecer menos como una inquietud de la autoridad policíaca y más como una molestia para los empleadores”. Con el advenimiento de la década de 1890, este autor tiende a apreciar una combinación de formas de violencia peonal ‘tradicional’ con formas de protesta social ‘civilizadas’, sobre todo en el contexto de la primera gran huelga general de país iniciada el 2 de julio de 1890 por los gremios de lancheros de Iquique y que a los pocos días después, el 11 de julio, se extendería a los gremios de Antofagasta. Durante la coyuntura de quiebre dentro de las clases dirigentes en la guerra civil de 1891, se percibe una nueva forma ‘no violenta’ y más organizada en torno a demandas concretas como estrategia para enfrentar el conflicto social por parte de los sectores trabajadores salitreros.
BAHÍA DE ANTOFAGASTA 1890-1900
En este contexto social es posible apreciar el surgimiento de diversas organizaciones obreras en la región salitrera, caracterizadas por el protagonismo popular ‘autónomo’, es decir, fuera de la lógica mutualista-paternalista que había primado en este tipo de organizaciones durante la década de 1880 y que no tuvieron mayor importancia numérica en su rol de convocatoria popular. Es tras la guerra civil de 1891 cuando las sociedades obreras comienzan a ganar fuerza dentro de los sectores populares salitreros, de forma tal que “el discurso societario ganó en autoridad, seguridad y afirmación de su identidad trabajadora. En suma, la presencia fantasmal y subordinada de los años ochenta fue reemplazada por un accionar cada vez más protagónico”, instalándose progresivamente un discurso clasista, internacionalista y de dignificación popular creciente.
Este tipo de organizaciones societarias tuvieron un rol gravitante dentro del mundo popular salitrero, particularmente en los centros urbanos-portuarios como en Iquique y Antofagasta.
En este sentido una de las organizaciones más sobresaliente durante este periodo de expansión de las prácticas societarias en la región salitrera fue la Gran Unión Marítima, fundada en Iquique en 1892 y en Antofagasta en 1894, esta última se proponía en sus estatutos:
“1º Fomentar la moralidad, la protección en el trabajo i la instrucción de sus miembros” así como también “será absolutamente ajena a todo movimiento, que se envuelva en carácter político o relijioso”, siendo estos elementos propios del mutualismo, pero que no excluyen la posibilidad de un acercamiento hacia el sindicalismo, dado por el creciente proceso de identificación popular con el medio laboral.
MUELLES DE ANTOFAGASTA 1900-1906
La Gran Unión Marítima se estableció como continuadora del antiguo Gremio de Jornaleros y Lancheros históricamente dependientes del Estado, sin embargo esta vez el reorganizado gremio tendría un marcado carácter autónomo y contestatario. Fueron algunos miembros de ésta organización mutual quienes posteriormente se proponen crear una organización obrera de orden territorial-federativa, surgiendo así la idea de instalar en Antofagasta una Combinación Mancomunal de Obreros como la organizada en Iquique como forma de contraponerse a los intereses de la Combinación Salitrera de empresarios que se organizaba con el fin de regular la producción y los precios del mercado para su propio beneficio.
II. MANCOMUNAL DE OBREROS DE ANTOFAGASTA Y LA CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA ‘OBRERISTA’
La industria salitrera en la zona de Antofagasta, a diferencia de Tarapacá, no se desarrolló sino hasta fines de la década de 1860. En este sentido la mayor concentración laboral se encontraba precisamente en Tarapacá, donde se realizaban extracciones importantes de nitratos desde hacía al menos tres décadas antes que en la provincia de Antofagasta. Sin embargo, para el cambio de siglo, la industria salitrera en la provincia de Antofagasta comenzaría a vivir un renovado impulso, principalmente debido a las nuevas tecnologías de elaboración que permitieron la explotación de nitratos de más baja ley, como los existentes en Antofagasta. Las cifras demográficas para 1907 son claras en este sentido:
Provincia Población total Nº de extranjeros
Tarapacá 110.036 43.744
Antofagasta 113.323 17.800
Se puede apreciar el fuerte incremento de la población en la provincia de Antofagasta, esto debido a que “en los últimos años, la explotación de las extensas salitreras de la provincia de Antofagasta, ha desviado en parte la enorme corriente migratoria que antes poblaba Tarapacá. Esta es la causa de que el crecimiento de la población [de Tarapacá] no haya continuado en los últimos doce años”, este fuerte incremento migratorio hacia Antofagasta coincide con la masificación de las prácticas societarias en la provincia.
La Sociedad Mancomunal de Obreros surgió a comienzos del año 1901 en Iquique comandada por el lanchero Andón Díaz. Esta organización surgió en Antofagasta hacia enero de 1903 presidida por Antonio Cornejo. Es interesante observar la fuerte influencia de los gremios marítimos en la conformación de esta organización obrera, dicha influencia se hace evidente dado que el periódico oficial de la Mancomunal antofagastina pasó a ser El Marítimo, órgano aparecido antes del nacimiento de la misma Mancomunal en la región y que representaba a los gremios de estibadores y lancheros agrupados en la Gran Unión Marítima creada en 1894, sin embargo este periódico gremial no fructiferó dado que, “por el mes de mayo del año que pasó [1902]” una vez publicado este periódico “aconteció que el individuo que paga a los compañeros del gremio de lancheros, se desató en improperios contra el periódico”, por lo que no pudo seguir siendo publicado. Una vez creada, en enero de 1903, la Mancomunal de Antofagasta se comienza a publicar nuevamente El Marítimo, pero esta vez dejando claramente establecido que esta publicación “es órgano de una sociedad denominada Combinación de Obreros; es decir de todas las clases obreras sin distinción”, ya que la prensa local insistía en identificarlo como órgano representante sólo de los gremios lancheros y estibadores.
EMBARCADEROS DE ANTOFAGASTA 1900-1906
Ya instalada la Mancomunal en el puerto, sus dirigentes y afiliados realizaron ingentes esfuerzos por intentar agrupar a la mayor cantidad de gremios de trabajadores en su organización, y no sólo del puerto sino que también de la pampa salitrera, estableciendo siempre como modelo a la Mancomunal iquiqueña, planteando que, “la Jigantesca Mancomunal de Tarapacá domina todas las oficinas desde el puerto de Tocopilla al interior. ¿I por que la Mancomunal de Antofagasta no reúne todo el elemento trabajador desde Taltal? Hasta los rayos de Ollagüe, las secciones minerales que son mas sacrificadas”
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En cierta medida, es posible establecer que el esfuerzo de los mancomunados de Antofagasta por situar a su organización como representante, lo más amplia posible, de las clase trabajadora de la provincia sí dio resultado, dado que ya para fines del año 1904 se decía que “con augurio de franca fraternidad, nos llegan adhesiones de los compañeros de trabajo de las oficinas Lastenia, Anita, Pampa Central, Calama, Chuquicamata i Conchi” esto sumado a las delegaciones ya formadas en Caleta Coloso y en la Oficina Pepita, delegaciones establecidas pocos meses después de creada la Mancomunal en la provincia.
Por medio de la publicación semanal del órgano oficial de la Mancomunal de Obreros de Antofagasta, creo posible propiciar un acercamiento a la construcción identitaria emanada de ésta organización, construcción que tiendo a observar como una representación de una realidad concreta que pretendió sintetizar la compleja y diversa realidad social de los sectores populares salitreros. Esta construcción identitaria estuvo marcada por diversas corrientes ideológicas, que para la época no se encontraban del todo definidas unas con otras, de esta forma “coexisten diversas líneas político ideológicas” en la organización: “la posición demócrata, la socialista y la anarquista [que] pueden ser detectadas en su seno de modo puro o en múltiples combinaciones”.
Algunos autores, como Sergio Grez, han interpretado el periodo de asenso de la organización Mancomunal a comienzos del siglo XX como un periodo de transición en el actor social conductor del movimiento popular que transitaría desde el artesanado hacia el proletariado, transición que habría incidido a su vez en las formas de organización. En este sentido, las mancomunales vendrían a ser la “expresión de cierta indiferenciación de funciones en el seno de muchas organizaciones sociales” donde “las fronteras entre el sindicalismo y el mutualismo no eran netas”. Otra visión es la de Enrique Reyes, quien tras cuestionarse sobre la forma en que se vinculan las prácticas reivindicativas de carácter urbano (artesanal) con las reivindicaciones obreras del norte minero, llega a la conclusión de que hacia la primera década del siglo XX asistimos a un proceso cualitativamente distinto y unificador entorno al acceso de toma de conciencia de la masa proletaria, una demostración de este nuevo proceso, sería la conformación de Mancomunales obreras. Así mientras para Grez las Mancomunales son signo de un periodo de transición en el movimiento popular, para Reyes éstas serían el signo de un proceso cualitativamente distinto.
Si observamos el discurso identitario emanado desde la misma Mancomunal, en este caso antofagastina, podemos apreciar que existe una fuerte tendencia hacia una identificación con el medio laboral, más orientada a una organización de carácter sindical que a una de carácter mutual. En este sentido se podría coincidir con Enrique Reyes, corroborando la existencia de un proceso cualitativamente distinto a comienzos del siglo XX, situación que se demostraría por la creciente identificación ‘obrerista’ de los sujetos en tanto elemento de reafirmación identitaria de un nuevo sujeto a la cabeza del movimiento social.
MUELLES DE ANTOFAGASTA 1900-1906
El fuerte carácter identitario ‘obrerista’ en la Mancomunal obrera de Antofagasta, se impulsó desde las mismas bases de la organización, postulando que “para ser miembros de la Combinación se requiere:
1º pertenecer a la clase obrera”. Sin embargo, esta calificación de miembro de la ‘clase obrera’ como requisito, ha sido tomada linealmente por muchos historiadores marxistas ‘estructuralistas’ que pretendían ver en estas organizaciones, las primeras bases de conformación para una ‘vanguardia’ proletaria revolucionaria. Sin embargo, es posible notar que la utilización de la categoría ‘clase obrera’ por la Mancomunal no va dirigida en ese sentido, sino más bien a todos los sectores trabajadores y pobres de la población. Queda claro en este párrafo.
“yo llamo obreros a aquellos que viven de su sagrado trabajo. A aquellos que en el taller les corre por su frente arrugada el helado sudor, que produce el trabajo. A aquellos que entran a las 6 i salen a las 5 ½ de la tarde […] a aquellos de manos duras i encalladas”
La identificación con el ámbito laboral, es un elemento predominante en el discurso Mancomunal, a través del cual se hacía una distinción entre explotados y explotadores, con fuertes caracteres de ‘orgullo obrero’. Es posible apreciar este elemento de distinción según la ocupación laboral en afirmaciones tales como, “i que les importa a esos cabos sin jineta el pesado sacrificio del trabajo, cuando sus manos jamás han tomado una pala, ni menos sus hombros han recibido el más pequeño saco”.
En el caso particular de la Mancomunal antofagastina, desde sus inicios se intenta vincular el movimiento social de la zona con el fuerte movimiento popular tarapaqueño postulando que, “por fin brilló la estrella de la libertad [que] con sus vivísimos fulgores alumbró los cerebros de los esforzados obreros de Antofagasta i mostró a sus hijos el gran programa de los bravíos de Tarapacá”.
Por otra parte, es usual encontrar al interior del mundo salitrero la coexistencia solidaria a nivel popular de diversas nacionalidades, que se demuestra, de alguna manera, en la utilización de banderas tanto chilenas, como peruanas y bolivianas en las manifestaciones, e incluso en un caso ha sido posible observar la utilización de las banderas de Venezuela y Cuba, en un acto realizado por los mancomunados de la Oficina Pepita, en recibimiento del presidente de la Mancomunal de Antofagasta, Antonio Cornejo.
Quizás una de las deficiencias más grandes que han existido en los análisis sobre la politización popular salitrera durante este periodo, es la homogenización identitaria que se hace al adoptar el discurso emanado de las organizaciones obreras como reflejo fiel de la compleja realidad social popular, dejando de lado muchos aspectos propios del mundo pampino, de esta manera es necesario tener en cuenta que el movimiento generado por las organizaciones obreras “no fue el portador de los intereses y demandas de todo el espectro popular, ya que siempre fue más obrerista que campesino, más industrial que poblacional y más politizado que social”. En este sentido posible percibir que el discurso identitario de la Mancomunal fue más integrador, promoviendo una politización en su acepción más amplia, no sólo como una capacidad de interlocución con el Estado y la clase dirigente, sino que también integrando elementos identitarios más complejos orientados a representar a un espectro amplio de los sectores populares. De forma tal que la visión de mundo de la Mancomunal “se emparenta con elementos provenientes de la tradición cristiana, de la cultura popular o de la sensibilidad chilena de su época”.Pese a aquello el discurso ‘regenerativo’ y de ‘ilustración obrera’ fue potente, a través de éste la organización pretendía influir en los cambios de hábitos cotidianos de los sectores populares, como la tendencia a la violencia y al consumo desmedido de alcohol, haciendo llamados tales como,
“el día sábado cuando recibáis vuestro jornal no os marchéis al burdel […] idos a vuestras casas, dad el dinero a vuestras esposas, si no tenéis que hacer, id al teatro […]
frecuentad círculos sociales” para así no caer en la “embriagues, el vicio mas detestable que existe en la naturaleza”.
Esta interpelación a un ‘obrerismo ilustrado’ ha llegado a de ser interpretada por algunos autores como una especie de “alianza implícita”, “tanto de los de ‘arriba’ como los sectores ilustrados de los ‘de abajo’ […] a favor del disciplinamiento y el orden”. Sin embargo, es necesario aclarar que el movimiento mancomunal fue diverso, y muy marcado por las particularidades locales, logrando instaurar un discurso identitario más amplio que el que se impondría posteriormente desde la política popular partidista, más aún existen casos en que el discurso contra el capital es prioritario y se antepone al discurso ‘obrerista ilustrado’, como es el caso de defensa desplegada por la Mancomunal sobre un obrero ebrio que fue asesinado en la oficina salitrera Lastenia. Sobre este caso la Mancomunal informaba que “una vez más tendremos que lamentar las diferentes irregularidades que existen entre el humilde obrero i el que es apoyado por don Dinero”, cuando en la madrugada del lunes 12 de diciembre de 1904 fue asesinado el obrero Froilán Albornoz, toda vez que éste “había estado tomando el día domingo en la calle Calama i como tuviera un disgusto con un tal “ñato Figueroa” que es dueño de la casa donde se remuele todos los días que el año trae, se dieron de bofetadas, mas como Albornoz estaba en estado de ebriedad, resultó que dicho ñato salió victorioso”. Este artículo editado por la Mancomunal antofagastina denota el apego del discurso identitario de la organización hacia las formas de sociabilidad popular, al no reparar nunca en que el trabajador pampino se hallaba en estado de ebriedad y un día lunes en la madrugada cuando fue asesinado, sino que más bien se enfoca a denunciar los niveles de explotación y miseria de los trabajadores pampinos debido al poder absoluto del capital, de esta forma se antepone el elemento clasista por sobre el ideal de ‘ilustración obrera tan difundido por otras organizaciones obreras de la época.
En este sentido, una de las particularidades del movimiento Mancomunal en Antofagasta fue su capacidad de instalar un creciente sentimiento de identidad clasista y confrontacional dentro de los sectores populares a través de sus alusiones identitarias a las instancias sociales y laborales cotidianas de los sujetos, contribuyendo de esta manera a la socialización de la identidad popular, mediante la cual los sujetos pudieron verse representados concretamente ante la comunidad, potenciando su constitución en un actor social dinámico en el ámbito local durante un periodo de activas movilizaciones reivindicativas en la región salitrera. De esta forma una instancia privilegiada para observar de qué manera esta construcción identitaria actuó como generadora de politización popular serían las mismas acciones huelguísticas desplegadas por los sectores populares de Antofagasta.
III. AGITACIÓN HUELGUÍSTICA Y EL ROL DE LA MANCOMUNAL EN LAS MOVILIZACIONES POPULARES
La actividad huelguista era percibida desde la Mancomunal como un ‘arma’ legítima de lucha en contra del Capital. Así, y pese a la conciencia que se expresaba sobre la factibilidad de que la mayoría de las veces estos movimientos de protestas se vuelvan en perjuicio de los mismos trabajadores, las huelgas fueron desde un primer momento legitimadas y estimuladas por la Mancomunal. Pese a que esta organización no jugó un papel importante en todas las acciones de protesta, sí es posible apreciar que durante el periodo analizado y de mayor fuerza de la Mancomunal antofagastina (1903-1906), los movimientos huelguísticos aumentan exponencialmente en relación al periodo anterior. A manera de tener una visión más nítida sobre el rol de la Mancomunal en los movimientos huelguistas, se analizaran dos importantes movimientos reivindicativos.
Huelga de Marítimos. Junio y julio de 1903
El conflicto se comienza a gestar hacia los últimos días del mes de junio de 1903, cuando “la Mancomunal de Antofagasta, al tomar por su propia cuenta los trabajos de embarque y desembarque, habían desplazado al contratista Stevenson”. Esta situación se desprende de una práctica ampliamente utilizada por la Mancomunal desde su aparición en la región, mediante la cual establecía una competencia a los contratistas que se ocupaban de las faenas de carga y descarga de los diversos muelles existentes en la ciudad.
El éxito para la Mancomunal de tal operación comercial radicaba en que lograban rebajar los costos totales de las operaciones de $ 1,20 a $ 0,70 por tonelada de descarga, de los cuales $ 0,60 pasaban directamente al trabajador y $ 0,10 al ahorro común de la Mancomunal En cambio el contratista que cobraba 1,20, pagaba a los trabajadores $ 0,45 quedándose con el resto para su beneficio y pago de comisiones a los barcos que contrataban sus servicios. Ante esta situación Stevenson, contrató “individuos venidos del sur para ocuparlos en las faenas marítimas” pero estos “no reunían las condiciones requeridas ni la aptitud i competencias necesarias”, con este fracaso Stevenson optó por rebajar su tarifa a la llegada del buque “Banfield”, a lo que la Mancomunal también respondió bajando su tarifa, “fue entonces [señala El Marítimo en un comunicado] cuando el capitán del “Banfield” instigado por Stevenson i con grave perjuicio para los intereses de sus armadores, pretendiendo desacreditar a nuestra institución, no aceptó nuestra segunda i para él ventajosa propuesta”, de esta forma los trabajadores marítimos se declararon en huelga.
GREMIO DE LOS RIPIADORES SALITREROS
A grandes rasgos es posible percibir que la Mancomunal tenía un grado de organización potente e influyente dentro de los gremios marítimos. La huelga de trabajadores debió haber sido amplia pese a tratarse solamente de los gremios marítimos, en primer lugar, por los daños causados al contratista, quien debió traer trabajadores del sur, lo que habla de la fuerza aglutinadora de la Mancomunal, y en segundo lugar, debió ser un número importante de trabajadores paralizados, debido a “las precauciones de la autoridad hasta el punto de emplear la fuerza de línea en el resguardo del orden público” .
Finalmente el conflicto se resolvió a favor de los capitalistas, quienes despidieron a un gran número de trabajadores que participaron del movimiento, de manera tal que la Mancomunal se hizo cargo de ellos “proporcionando pasajes a los obreros cesantes para que se trasladaran a Iquique”.
Sin embargo, para la Mancomunal antofagastina esta fue una experiencia trascendental, y que en cierta medida se estaba esperando. Los meses anteriores al estallido de la huelga, se había abierto un intenso debate en las páginas de El Marítimo sobre, los beneficios o perjuicios que traían las huelgas para el obrero. Se realizaron profundas muestras de solidaridad para con los trabajadores caídos en los sucesos de mayo del mismo año en Valparaíso, y una vez comenzado el conflicto la postura de la Mancomunal fue clara, manifestando que “tócale hoi a nuestro puerto ser el que reclama por sus derechos que coartados por adulones del capital ve una ofensa directa lanzada en pleno rostro a la joven i poderosa Mancomunal de Obreros”.
Durante esta primera huelga bajo la conducción de la Mancomunal antofagastina, no es posible apreciar la existencia de una convocatoria ampliada, ni siquiera a otros gremios del puerto, menos aún la existencia de reivindicaciones sociales que abarque a otros sectores populares que no sean los trabajadores marítimos, esencialmente debido a que se trataba de un conflicto puntual, y más aún si tenemos en cuenta los cortos cinco meses de vida de esta organización. De todas formas es posible observar un alto grado de organización y conducción del movimiento a través de la organización Mancomunal.
B) Huelga general de trabajadores. Enero y Febrero de 1906.
Esta movilización social que terminó con la matanza de huelguistas en la plaza Colón de Antofagasta, vista desde la perspectiva de la Mancomunal, es parte de un proceso de ascenso del movimiento social antofagastino, en el que la misma Mancomunal se encuentra estrechamente vinculada desde sus orígenes.
Un primer elemento a destacar es el gran predominio de la tendencia anarquista en “algunas Mancomunales, la que se hace especialmente fuerte en la de Antofagasta” a partir de 1905. El proceso de creciente influencia de la tendencia anarquista al interior de la Mancomunal antofagastina se comienza a gestar por medio de una disputa ideológica en los artículos publicados por El Marítimo, disputa protagonizada por Luis Emilio Recabarren, quien se encontraba en el vecino puerto de Tocopilla, en contra de algunos postulados libertarios, pese a que plantea que anarquistas y socialistas comparten los mismos ideales, dice que “es una lástima que esos compañeros que se dicen anarquistas, gasten dinero y tiempo en calumniarnos a nosotros haciendo causa común con nuestro enemigos, los salitreros”.
La polémica iniciada a través del órgano de la Mancomunal continuó, llegando incluso a hechos de descalificación personal, situación que se tradujo en la solicitud de renuncia por parte del presidente de la organización, Antonio Cornejo, de tendencia demócrata. Éste acusa a Luis Berruti, libertario italiano, de hacerle “imposible soportar por más tiempo el peso de la calumnia” decidiendo “hacer renuncia indeclinable del puesto de Presidente Jeneral”, renuncia que fue finalmente rechazada por la Junta General de la Mancomunal.
El asenso de las influencias anarquistas continuó cuando en las elecciones del Directorio del 28 de enero de 1905, es electo como secretario general Manuel Estaban Aguirre, reconocido libertario quien tendría un rol importante posteriormente como fundador del Centro Redención, así como también figuraría “entre quienes condujeron la primera columna de pampinos que llegaban a Iquique” durante la huelga general de diciembre de 1907. Aguirre pronto pasa a ser el redactor del periódico El Marítimo, con lo que es posible observar un discurso predominantemente libertario y que llamaba continuamente a la acción directa, el mismo Aguirre destacaba que, “el hombre que aspira la tranquilidad de la inacción es un suicida. Quien claudica de la lucha es un muerto […] sí, la lucha perenne; el espíritu de rebeldía es intrínseco a la Naturaleza i la lucha innata en la existencia misma”.
Sin duda muchos elementos saltan a la vista durante el desarrollo de esta movilización social, el primero está relacionado con la trascendental influencia del anarquismo a través de la Mancomunal, como generador del movimiento huelguista. A su vez, es posible observar acciones de violencia que pueden ser calificadas como ‘tradicionales’, pero que sin embargo, tenían tras ellas una sólida bases organizacional dada por la Mancomunal, quien generó y lideró desde un comienzo este movimiento de protesta.
¿Por qué este movimiento logró un amplio apoyo popular, en condiciones que nunca antes se había apreciado un movimiento masivo de tales características en la zona? Creo que la base de la explicación radica en que, este movimiento en determinado momento logró desembarazase del discurso identitario más ‘ilustrado’ y situarse más en el plano de la identidad popular ‘cotidiana’, ahí precisamente radicaría la particular consistencia del movimiento, que finalmente terminó por ser acabado por el fuego represivo de la simbiosis Estado-capital.
En este mismo sentido, se puede apreciar que la construcción identitaria emanada de la Mancomunal actuó, en unos pocos años, como catalizadora del movimiento popular de la zona, dada la particularidad de poder instalarse dentro de las identidades cotidianas de los sujetos, en este sentido la existencia de una corriente libertaria predominante en el seno de la Mancomunal habría incidido determinantemente en la difusión de un discurso ‘identitario’ más vinculado a la realidad social popular, esto estaría representado por la propensión de los llamados a la acción directa y a tomar las iniciativas desde las bases para la solución de los problemas sociales y laborales de los sujetos.
MUELLES DE ANTOFAGASTA-A LA GIRA
CONCLUSIONES DEL AUTOR.
Observando la progresiva instalación y difusión de un discurso identitario ‘obrerista’ emanado desde la Mancomunal antofagastina, es posible establecer que dicha construcción discursiva actuó como generadora de una socialización identitaria, la cual se encuentra reafirmada en las acciones y movilizaciones de protesta analizadas en esta investigación. Claramente, la primera huelga analizada respondió a una movilización de protesta limitada a los sectores trabajadores marítimos y que no tuvo la capacidad de concitar un apoyo popular ampliado. Si observamos el desarrollo de esta primera movilización liderada por la Mancomunal en comparación con la huelga general de 1906, podemos advertir que, pese a que esta última movilización de protesta se generó también a raíz de un problema particular de un gremio, en este caso el de los caldereros del ferrocarril, ésta sí logró concitar un amplio apoyo popular
Generada ésta base ‘identitaria’ más ampliada y no sólo circunscrita a los sectores históricamente más organizados e ‘ilustrados’ del movimiento popular, como lo eran los gremios marítimos, se pudo generar un movimiento aglutinador de protesta social. Sin duda el desarrollo de una movilización ampliada a la mayoría de los gremios tanto urbanos como pampinos, denota la existencia de un auto-reconocimiento de los sujetos en una experiencia social común. El discurso de la Mancomunal antofagastina, al estar dirigido a las ‘clases trabajadoras y pobres’ en su conjunto y al instalarse en el plano de las identidades populares, produjo una vía de canalización del sentimiento popular en torno a sus principales preocupaciones,conflictos y anhelos por materializar, produciendo un dinamismo en el proceso de politización popular basado en el auto-reconocimiento de los sujetos entorno a su identidad y experiencias comunes.
Este elemento ‘identitario’ ampliado emanado desde la Mancomunal, que interpeló a diversos sectores populares,habría producido,en la movilización de 1906, a diferencia de lo ocurrido en 1903, el desbordamiento de la huelga ante los hechos de represión. Este elemento es de gran importancia, ya que permite observar las características de algunos de los sujetos participantes en esta movilización de protesta. En este sentido, los hechos de violencia social posterior a la represión, tanto civil como militar, que terminaron con la movilización popular de 1906 en Antofagasta, dejan de manifiesto la preeminencia ‘tradicional’ dentro del mundo popular salitrero, con una fuerte propensión hacia la violencia social. Estos hechos de violencia popular, demuestran en alguna medida la presencia de sujetos que no necesariamente responden a las características de los sujetos que propician la vía ‘organizada, pacífica y civilizada’ para reflejar el descontento social. En este sentido, un periódico local es claro al manifestar una cierta indiferenciación sobre el origen de los sujetos que actuaron en estos hechos de ‘venganza popular’ estableciendo que estos eran “grupo[s] de jentes, que unos sugieren eran obreros i otros atestiguan estaba compuesto de individuos de mala fama”. Claramente, el ser ‘obrero’ era visto por las clases dirigentes como un sujeto más ‘racional y civilizado’, mientras que ser de ‘mala fama’ implicaba todo lo contrario, era ser un individuo ‘violento e incivilizado’, pero precisamente la incapacidad de distinguir nítidamente la composición social de los sujetos que realizaron estas acción de violencia, indica el carácter diverso de la movilización social, siendo la misma movilización la actúa como instancia en que los sujetos se auto-reconocen como parte de una misma experiencia de marginalidad, explotación y represión, por lo tanto el elemento identitario que la Mancomunal logró sintetizar en su construcción y socialización habría actuado a favor de la composición diversa y amplia de sectores populares participantes, tanto de grupos con experiencia organizativa, como es el caso de los gremios marítimos y urbanos en general, como también de otros sectores populares que solidarizaron con la movilización iniciada por los caldereros del ferrocarril y que encontraron en esta movilización una vía de expresión para sus propias demandas. Con estos elementos se puede establecer que tras la construcción ‘identitaria obrerista’ que la Mancomunal logró socializar dentro del mundo popular salitrero en Antofagasta, se generó en pocos años un amplio movimiento social catalizador del proceso de politización popular, en tanto un proceso de reafirmación identitaria del actor social popular, tendiente a generar demandas y acciones ‘autónomas’ como forma de resolver sus principales problemas sociales y laborales.
(Escrito extraído del estudio del Sr. Javier Mercado Guerra y contrastados con los escritos de los señores José Antonio González e Ivan Ljubetic Vargas. Imágenes recopiladas por nuestra organización)
Que dijo la revista Zig-Zag al país en su número del 18 de
febrero de 1906.Nota sin encabezado alguno.
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ResponderEliminarMe gustaría resaltar que la primera fotografía (MANCOMUNALES OBRERAS DE ANTOFAGASTA) corresponde a la ciudad de Iquique, del cruce de las calles serrano con Aníbal pinto, donde en la actualidad aún existe una de las viviendas que se muestran.
ResponderEliminarAl igual que la segunda (MEETING DE OBREROS) que corresponde a la tarde del 21 de diciembre de 1907, antes la matanza de la escuela santa maría y es una fotografía tomada desde la escuela a lo que era la plaza montt, donde estaba ubicado el circo que se logra ver en la misma fotografía.
Se agradece vuestro comentario, haremos las modificaciones correspondientes...
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