Una visión boliviana de la historia de Antofagasta y de la Guerra del Salitre
Chile llegaba hasta el 23. Siempre estuvimos con la razón y
luego vino la fuerza. Eso se llamó entonces “Reivindicación”. Los vecinos nos
declararon la guerra y no se les hizo caso, Hubo que esperar a la ratificación
de esta declaratoria y el asomo de la secreta alianza para recién avanzar más
allá de nuestras fronteras. Rumbo al norte.
Sabemos que resulta muy difícil reconstruir la historia
cuando los actores (vecinos del norte) nos la muestran tan diferente a la nuestra y carente de toda
objetividad (en más de las veces). Es por aquello que nos resulta muy grato el escuchar
las palabras de Don Ramiro Prudencio Lizón en una entrevista realizada por Abya
Yala Televisión de La Paz. Bolivia. Entrevista que queremos compartir con
ustedes sin cortes. No significa que estemos de acuerdo con todas sus afirmaciones,
pero comprobarán que sus palabras son regidas por la historia y no las
emociones.
Pero quién es Don Ramiro Prudencio Lizón. Es Licenciado en
Historia en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Magíster en Derecho
Internacional de la Universidad de Chile. Catedrático de la Academia
Diplomática de Bolivia. Asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
de Bolivia. Fue funcionario de la Cancillería
boliviana por más de 30 años; fue testigo de primera mano - como secretario de la
Embajada de Bolivia en Chile - cuando se realizó la Negociación de Charaña,
entre los años 1975 y 1978.
La Historia Dice:
"El 12 del presente mes, S.E. el presidente de la
República ordenó que fuerzas nacionales se trasladaran al desierto de Atacama
para reivindicar y ocupar en nombre de Chile los territorios que poseía antes
de ajustar cuentas con Bolivia los tratados de límites de 1866 y 1874".
"El tratado de 1866 fue anulado y desapareció con la
celebración del que lleva la fecha de 6 de agosto de 1874; y este último acaba
de ser abrogado por actos deliberados y persistentes del Gobierno de Bolivia,
que importan no sólo el desconocimiento completo de las obligaciones que aquel
pacto solemne le imponía, sino también una injuria a la lealtad y espíritu
conciliador de Chile, que el honor nacional no podía consentir".
"Agotados los expedientes de conciliación que su anhelo
por la tranquilidad de la América hacía a Chile poner en incesante ejercicio;
desoídos y desdeñados por Bolivia todos los llamamientos que se le dirigían al
cumplimiento de obligaciones legales pactadas en el tratado de 1874, no quedaba
a Chile otro camino que colocar nuevamente su bandera en los territorios que
era dueño y devolver con ella a la numerosa población chilena y extranjera, a
sus industrias y capitales allí radicados, la tranquilidad, la confianza y el
bienestar de que la administración boliviana les había hecho carecer..."
Hemos de agregar que:
El verdadero motivo de la reacción militar chilena no fue
tanto el impuesto de los 10 centavos, como han insistido hasta la tozudez los
publicistas bolivianos para sostener la tesis de la conspiración fraguada por
el vecino con la intención de apropiarse del territorio atacameño, sino que fue
la orden de expulsión de los trabajadores chilenos y el embargo y remate de las
instalaciones de la Compañía de Salitres de Antofagasta lo que provocó en definitiva la
ocupación chilena de la ciudad.
Con el cierre de la empresa, el desastre en la población fue
instantáneo, dejando a los primeros 2.000 obreros chilenos sin trabajo y
lanzados como mendigos al desierto, confiscándose todos sus modestos bienes.
Cornelio Saavedra, el célebre coronel pacificador de la Araucanía, escribiría
directamente al Presidente Pinto recomendando la ocupación de Antofagasta y el
bloqueo contra el intento de remate de la Compañía. Sabía que permitir dicha
acción hubiese sido el final de Chile a nivel de relaciones internacionales.
A Considerar:
Por siempre hemos tenido la esperanza de que la verdad poco a
poco se iría dando a conocer sobre los hechos acaecidos en nuestro
norte y que dieron origen a un conflicto que aún nos repercute y genera
odiosidades (La Guerra del salitre) Eso de aceptar que los otroras vencidos
cuenten la historia a su antojo es aceptable puesto que es su visión de la
historia, pero distinto es el tener que leer a connacionales disidentes y
llenos de odio que opinan sobre este tema (directamente entreguistas), eso es digno de análisis.
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