El Cementerio de los Apestados
En algunas décadas de estos lugares ya no quedará nada, si podemos considerar
que actualmente queda algo.
La mayoría de las ex oficinas salitreras que tapizan el suelo
de la región de Antofagasta se encuentran a un costado de la carretera
principal, es muy probable que el trazado de este camino estuviera en función
de aquellas oficinas, del traslado de su gente, de la carga y del abastecimiento. Ante esto. No nos debe resultar extraño el ver las enormes
tortas de material estéril y los vestigios de sus construcciones, pero algo nos
llama la atención y estas son las cruces del desierto. Nos referimos a los
cementerios salitreros, espacios en donde reposan los restos mortales de los
antiguos moradores del salitre y por lo general son sitios muy deteriorados,
totalmente intervenidos por las personas (saqueadores) en inútil búsqueda de antigüedades
o riquezas. Pero hay un cementerio que
siempre nos llamó la atención por su gran cantidad de cruces y su aislamiento,
investigamos y pudimos dar con los antecedentes para explicar el porqué de esto.
Se le conoce como el Cementerio de los apestados o el cementerio
de los niños. Es un cementerio surgido a principios del siglo XX ubicado al
costado de la ruta entre Antofagasta y Calama en la comuna de Sierra Gorda,
Chile. Se encuentra a 20 km al oeste del poblado de Sierra Gorda (Chile), a 5
km al este del extinto poblado Pampa Unión y contiguo a la ex-oficina salitrera
María.
Imagen de SenderosCulturales.cl
No posee cerco alguno, las inhumaciones están a un metro bajo la dura
costra salina de la pampa. Sus cruces son de madera, la gran mayoría sin nombre
ni fecha, las más pudientes están rodeadas con enrejados de hierro y se estima
que el camposanto contiene aproximadamente de 3.000 a 3.500 tumbas sin registro
alguno, la mayoría son de infantes y está aledaño a la ruta G-25
de donde es visible. Las dataciones de
las tumbas (las escasas que aún registran fecha) parten en 1912 y terminan en
las últimas filas hacia el sur en 1929.
Este cementerio surgió de la necesidad de inhumar lejos de
los asentamientos a fallecidos por las epidemias que asolaron nuestra región en los años
1903 a 1920, principalmente la peste bubónica transmitida por las pulgas de roedores y la Fiebre amarilla. Los más afectados fueron los niños, la población
infantil de las oficinas salitreras. Aunque el Cementerio de los apestados es
uno de los tantos cementerios abandonados en la Pampa del Salitre; tiene la singularidad
de que la mayor parte de su población la constituyen infantes y es único en
Chile.
Imagen de SenderosCulturales.cl
Podríamos pensar que tanta desgracia junta debe haber
embargado a madres y padres por igual, pero la historia no hace llegar este
pequeño artículo:
“La muerte de un niño en la pampa no era un acontecimiento
extraordinario, especialmente por las recurrentes pestes que azotaron los
campamentos y la alta morbilidad infantil, aunque por la influencia campesina e
indígena, la muerte de un niño o de un “angelito” podía ser también un
acontecimiento de gran recogimiento”
(Sergio González Miranda. Hombres y Mujeres de la Pampa)
Siendo la gran mayoría de los salitreros personas venidas
del sur del país, es probable que las prácticas y tradiciones realizadas ante
la muerte de un angelito sean las mismas que narraremos a continuación:
Primero. Se denomina "angelito" a los niños que
fallecen antes de cumplir los tres años, aunque en ocasiones la práctica se ha
realizado a niños de hasta 7 años. Ésta es una ceremonia consistente en el
constante rezo del rosario y cánticos piadosos, acompañado de cena de medianoche,
ingesta de licor conocido como "gloriao" (nombre que dice relación
con la gloria del niño al ir al cielo). Asimismo, en una mesa, la "mesa de
los santos", se colocan distintas imágenes religiosas, se prende una sola
vela rodeada de flores blancas, y se construye un altar donde, muchas veces, se
instala el cadáver del niño muerto disfrazado como ángel: vestido con una
túnica blanca adornada con lazos celestes y, algunas veces, con unas alitas
para ayudarle en su viaje celestial. En ocasiones se instala el cuerpo del niño
sentado o de pie, con las manitos juntas apretando un ramo de flores blancas.
La jornada es acompañada de rezos, cánticos y, ocasionalmente de baile.
El fundamento de esta ceremonia es que cuando muere un niño
pequeño, asciende directamente al cielo por su cualidad de no pecador. Por lo
mismo, no se le debe llorar; si esto sucediera, se le hace un mal al alma del
difunto.
El cortejo funerario está formado solamente de hombres,
quedando las mujeres acompañando a los deudos y tomando mate con cedrón para
aplacar la pena.
Gabriela Pizarro. Investigadora, educadora e intérprete del
folclor chileno
Sobre la historia de este Cementerio, su establecimiento.
Indica en la Página Senderos Culturales:
Las fuentes históricas indican que las epidemias se iniciaron
con la peste bubónica la cual fue traída en 1903 por el vapor SS Columbia
procedente desde San Francisco, Estados Unidos. Este vapor había recalado en El
Callao, Perú donde se había infectado gravemente con ratas. Se le llamó el
barco maldito porque con cada recalada que hacía, las ratas que transportaba
saltaban al mar y nadaban a la orilla, estas transmitieron mediante sus pulgas
la peste en Iquique, Taltal, Antofagasta, Mejillones y Valparaíso. La región de
Antofagasta y en especial la región pampina de Calama fue la más afectada con
esta pandemia dando inicio a 20 años de pandemias en los cobijos de las
salitreras. Para 1907, los casos registrados eran 695 de los cuales 302
fallecieron en toda la actual segunda región.
También a principio de 1910 otros navíos procedentes del
puerto peruano de El Callao trajeron a la pampa por vía del ferrocarril, la
fiebre amarilla, la viruela, el tifus exantemático epidémico, el sarampión y
nuevamente la peste bubónica en un segundo y más mortal brote pandémico
teniendo para julio 988 fallecidos y más de 3.053 casos. En 1912, rebrotó con
virulencia la fiebre amarilla, la tuberculosis y la viruela. El cementerio de
los apestados se inicia en estas fechas. Estas pestes asolaron espontáneamente
y principalmente a las oficinas salitreras de la pampa nortina ubicadas en la
actual Comuna de Antofagasta afectando mayoritariamente a la población
infantil.
Corolario.
Hemos de saber que la muerte fue un factor muy presente en la
sociedad chilena en la segunda mitad del siglo XIX. La mortalidad infantil
superó los 300 por mil nacidos vivos (promedio) y la esperanza de vida al nacer
para un hombre no pasaba los 28 años. La lista de enfermedades, pestes y
epidemias que afectó a la población de Chile es extensa. El cólera produjo
grandes pandemias a lo largo de todo el siglo, aunque en Chile apareció con
rasgos epidémicos entre 1886 y 1887. En aquella oportunidad los centros urbanos
más afectados llegaron a perder hasta el 5 por ciento de su población. Otro mal
que afligió a la población chilena con mortalidad permanente fue la viruela;
hasta 1925 son incontables las epidemias que se conocen. Ni siquiera la
voluntad de propagar la vacuna, las medidas para aislar a los enfermos de
viruela o para enterrar sus restos terminaron con esta enfermedad. En los seis
años que van de 1890 a 1895 murieron 24.618 personas a causa de esta enfermedad
y entre 1905 y 1906 murieron 14.000 chilenos. Otras enfermedades que, por las
condiciones de higiene que vivió la población adquirieron el carácter de
epidemia, fueron la tuberculosis, el tifus, el sarampión y otras enfermedades
infecciosas.
Referencias:
Interesante artículo. Se agradece y se comparte.
ResponderEliminarQue lastima lástima las vidas que se perdieron vehículos
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