Ollagüe
toma su nombre de la palabra Aymara ullañahua, que significa "bella vista”
Han
de ser muy pocos los momentos en donde este escribano recolector puede decir
que se encuentra ante una encrucijada y esta es una de ellas. La idea de este
escrito es hablar sobre Ollague, pero no sabría decir si es más importante
hablar de las bellezas de esta comuna – Tierra de salares y Montañas- de la bondades y atractivos de su poblado o
principalmente de su gente. Pues bien. Tal vez no tengan conocimiento de que
Ollague es el espacio en el cual se asienta la mayor cantidad de personas auto
reconocidos como Quechuas y con la cual – éstas - poseen un vínculo ancestral.
El
territorio comprendido por la Comuna de Ollague, pertenece a la Provincia de El
Loa y se ubica en el extremo noreste de la región de Antofagasta-Chile. Esta
comuna limita al norte y noroeste con la Región de Tarapacá, desde la cumbre
del Volcán Olca hasta el cerro Alconcha; al oeste con la comuna de Calama,
desde el cerro antes mencionado hasta el volcán San Pablo. Al sur nuevamente
con la misma comuna, en una línea que va desde el volcán San Pablo, pasando por
el cerro Lay Lay, hasta el Inacaliri. Al este limita con Bolivia. Es necesario
mencionar que, debido a diferentes procesos migratorios, un importante número
de quechuas se encuentran asentados en la ciudad de Calama y reconocen a
Ollague como su lugar de origen.
El
territorio de esta comuna (en su totalidad) está ubicado en altura, presenta
grandes amplitudes térmicas diarias debido a su alto índice de continentalidad
y se caracteriza por tener importantes precipitaciones en verano (desde diciembre
a febrero) y no así durante el invierno. En esta zona se aprecia un alto índice
de endorreísmo (Fenómeno que consiste en la afluencia de las aguas de un
territorio hacia el interior de este, sin desagüe al mar), posible de explicar
por las extraordinarias condiciones de aridez, debido a la incidencia que
ejerce la distribución longitudinal del relieve en la obstrucción de la humedad
atmosférica costera y por el alcance de las lluvias altiplánicas, que son la
única fuente de escurrimiento superficial, junto con las acumulaciones de nieve
ubicadas a lo alto de la precordillera y cordillera. Los sistemas de drenaje
presentan como nivel de base local los salares, a consecuencia de la
obstrucción que ejercen las precordilleras para el escurrimiento al océano.
Los
límites de la comuna están bordeados por cerros y volcanes desarrollados en
dirección Norte-Sur, cuyas alturas fluctúan entre los 4.831 m.s.n.m., en el
cerro Alconcha, y los 6.176 m.s.n.m. en el volcán Aucanquilcha, destacando
siempre los conos volcánicos por su mayor altura. El área central presenta una
zona baja, extendida en sentido sur a noreste, que se ve rodeada por dos
cadenas volcánicas, donde se ubican los salares de Ascotán, San Martín o
Carcote y Ollagüe. Están separados por una línea de cumbre que arranca desde el
Cerro Chela por el este hasta el cerro Canchajapichina por el oeste. Así, el
cordón planiforme del este actúa como biombo orográfico entre los planos
inclinados del oeste y los salares prealtiplánicos (Gundermann y González 1993;
Romo 1998). Desde los puntos más altos de los faldeos volcánicos surgen
numerosas quebradas como las de Amincha, Cuevitas, El Aguilucho, El Quince, El
Inca, etc., algunas de las cuales drenan temporalmente la cuenca
Ascotán-Carcote. Existen además un importante número de lagunas superficiales
como Cuchicha, Aguas Calientes y Luna, producto de la dinámica propia de los
salares.
Se
identifican varios subsectores en esta comuna, siendo los más evidentes
aquellos conformados por el sistema de salares escalonados en un sentido de sur
a noreste, Ascotán, San Martín o Carcote y Ollagüe, los mismos que fueron
ocupados desde momentos prehispánicos con fines de caza y que en algunos
sectores siguen siendo usados en sus orillas con fines ganaderos. Destacan estos
sectores por la presencia de bórax en sus superficies, material que continúa
siendo explotado hoy en día. Los otros subsectores rodean o prolongan a los
anteriores, uno de ellos se ubica al norte de la comuna y contiene las
localidades de Cosca y Puquios, caracterizada por su uso ganadero, la presencia
de llareta y de azufre en una de sus cumbres. El segundo, localizado hacia el
sur, comprende desde la Pampa de la Perdiz hasta Inacaliri, destacando la
actual ausencia de llareta por la sobre explotación, así como algunos sectores
ricos en azufre; en este sector hasta hace unos años se criaban animales
menores. El tercero es un sector periférico constituidos por los cerros y
volcanes que cierran la comuna por el este y oeste, donde se encuentran
importantes yacimientos de azufre (volcanes de Aucanquilcha y Santa Rosa)
además de llaretales ahora agotados; es posible identificar sectores de uso
ganadero que aún siguen siendo aprovechados por algunas familias (Gundermann y
González 1993).
Cabe
destacar que actualmente se siguen aprovechando desde el punto de vista
agrícola las quebradas de Puquios, Cohasa, el Inca, Caichape y Amincha,
correspondiendo dicha producción a un auto abastecimiento de tipo familiar.
Siendo, sin duda, la ganadería la actividad económica tradicional más
importante de la zona, caracterizándose por una movilidad estacional que
involucra a los subsectores antes descritos, además del sector de Chela,
correspondiente a la comuna de Calama pero que desde tiempos antiguos integra
el espacio de ocupación de esta población.
Historia del poblamiento humano en la
zona
Entregar
una breve reseña de la ocupación humana asentada en Ollagüe desde sus inicios,
es ciertamente una tarea compleja, sobre todo si se considera la desinformación
existente acerca de los procesos prehispánicos que se dieron en este
territorio, siendo posible su reconstrucción sólo a partir de los trabajos
pioneros realizados por Leandro Bravo en la localidad y por la utilización de
la información aportada por las investigaciones efectuadas en zonas aledañas,
además de datos aislados entregados por algunos arqueólogos. En cuanto al
período colonial también se cuenta con escasa información al respecto,
habiéndose articulado dicha información gracias a los trabajos efectuados en zonas
cercanas. El período histórico se articuló en base a la información entregada
por Bravo (s/f. Ms), Gundermann y González (1993) y Romo (1998). Lo anterior
demuestra la poca preocupación que se ha tenido por conocer la historia de este
territorio, situación que se quiere revertir en un futuro próximo por la
importancia que tiene para la actual Etnia Quechua contar con dicho
conocimiento.
Período Prehispánico
Considerando
los escasos antecedentes que se tienen sobre la ocupación prehispánica del altiplano
de Ollagüe, es posible plantear que hacia los 5.000 a 4.000 a. C. pequeñas
bandas de cazadores recolectores usufructuaban de los recursos ofrecidos por
los sistemas de salares y quebradas de la zona. Vestigios culturales de esta
etapa de desarrollo han sido encontrados en las antiguas playas de los salares
de San Martín y Ascotán, así como en las vegas y lagunas de Cuchicha, Aguas
Calientes, Sapunta y Luna asociadas a los salares antes mencionados (Le Paige
1958; Bravo s/f Ms; Núñez 1965; Cárdenas 2000 Ms), además de quebrada del Inca
(Núñez 2002 Com. Pers). Al parecer, fueron estos espacios los que articularon
la movilidad de estas bandas de cazadores recolectores, ya que sería en estos
lugares donde podían cazar camélidos silvestres y aves acuáticas, además de
obtener diferentes recursos vegetales para recolectar. Es posible que la
movilidad estacional de dichas poblaciones haya alcanzado sectores como la
cuenca del Loa, el altiplano de Lípez y/o las inmediaciones del salar de Uyuni,
ocupándose desde ese entonces este espacio como un sector de conexión de
diferentes pisos ecológicos.
Posteriormente,
en momentos en los cuales la subsistencia de estas poblaciones deja de depender
de lo que el medio ambiente le ofrece, gracias al largo proceso de domesticación
de plantas y animales, es posible que la zona de Ollagüe haya sido ocupada, de
manera dispersa, por grupos de pastores vinculados culturalmente con aquellos
asentados en el altiplano boliviano colindante. Así mismo, este territorio pudo
ser transitado por las primeras caravanas de llamas que transportaban productos
hacia la cuenca del Loa y San Pedro de Atacama o por aquellas que venían desde
dichos lugares hacia la meseta altoandina (Núñez y Dillehay 1978). Una vez
consolidado el sistema de vida agro pastoril en este territorio, entre el 900
al 1.380 d. C. se continuó ocupando el sector oeste del salar de San Martín,
específicamente las vegas y lagunas de Cuchicha, Caichape, Sapunta, Carcote,
Laguna Verde y Luna, aunque esta vez dichos espacios --además de la caza de
guanacos y avifauna-- aseguraron la supervivencia y reproducción de los rebaños
de llamas y alpacas (Bravo s/f Ms; Cárdenas 2000 Ms). También se ocupó la
quebrada de Cohasa, donde se construyeron depósitos de almacenamiento, y
presumiblemente la quebrada del Inca donde pudo realizarse una explotación
agrícola menor, al igual que en la de Puquios. De acuerdo con el tamaño y
cantidad de los sitios arqueológicos encontrados para este período, la
población asentada en este sector parece no haber sido numéricamente
importante, seguramente debido a que se trataba de espacios pastoriles
periféricos con relación a aquellos territorios ubicados en el norte de Lípez,
con cuya población se encontraban culturalmente emparentados los pastores de
Ollagüe. De este modo, a diferencia del sistema estanciero ollagüino, en Lípez
se habitaron aldeas de mayor y menor envergadura y estancias dispersas a lo
largo de la meseta altoandina, a las que se suman algunos pukaras o sitios
defensivos ocupados en momentos de tensión y conflicto social (Arellano y
Berberián 1981; Nielsen 1999). Respecto a todo lo anterior, es importante
mencionar que la información etnohistórica plantea que, en este período de
tiempo, el altiplano de Lípez --integrado también por la puna ollagüina-- se
encontraba habitado por poblaciones de habla aymara y al parecer en menor
medida por otras lenguas: puquina y/o uruquilla, las que sólo posteriormente
conocerán el quechua con la llegada del Inca (entre otros Martínez 1992; Castro
1998).
Es
plausible postular que es en esta etapa cuando más claramente se visualiza a
Ollagüe como un territorio de frontera cultural entre los atacameños y las
poblaciones altiplánicas, así como un espacio de comunicación entre estos
grupos y de articulación de áreas económicamente complementarias. En este
sentido, las evidencias arqueológicas confirman la presencia de gente
originaria del altiplano de Lípez en el Loa Superior y en las quebradas
adyacentes al Salar de Atacama, asentadas de manera temporal o más establemente
para acceder a los recursos de estas zonas ecológicas. También se encuentran
algunas evidencias de la presencia atacameña en la meseta altoandina, por lo
que es posible plantear que la movilidad de estas poblaciones fue en ambas
direcciones (Fernández 1977; Aldunate y Castro 1981; Schiappacasse et. Al.
1989; Ayala 2000). En este contexto, Ollagüe pudo operar como uno de los
sectores de tránsito de las caravanas de llamas que llevaban y traían productos
de estas zonas, conectando así a las poblaciones costeras, vallunas, de oasis y
altiplánicas que ocupaban la actual Región de Antofagasta en Chile y el
Departamento de Potosí en Bolivia (Núñez y Dillehay 1978).
En
distintas momentos del siglo XIV, estas poblaciones del altiplano de Lípez y de
la Región Atacameña se ven envueltas en el proceso de expansión del
Tawantinsuyu, el cual se observa claramente en los tramos del camino del inca y
en la presencia de su patrón arquitectónico en asentamientos locales y/o en
otros construidos a su llegada a estos territorios; las evidencias de dicho
proceso también son vistas en los patrones funerarios, la cerámica utilizada y
los tejidos que forman parte del vestuario de estos grupos humanos, además de
otros indicadores materiales (entre otros Aldunate 1993; Castro 1992; Castro
et. al. 1993; Adán y Uribe 1995 y 1999; Nielsen 1999). En Ollagüe se encuentran
vestigios de la presencia incaica en las quebradas de Cohasa y El Inca,
destacando la primera por haberse identificado allí el entierro de un individuo
con ofrendas de tejidos, cántaros, un arco y un quipu de indudable filiación
incaica (Jorge Condori 2002 Com. Pers.). Hasta el momento no se sabe si la
quebrada El Inca fue aprovechada agrícolamente desde momentos previos o recién
con la llegada de influencias incaicas a la región, pero sí se sabe que con
estos fines se construyeron terrazas de cultivo en sus laderas, así como se
utilizaron depósitos de almacenamiento construidos en los farellones de las
quebradas.
De
acuerdo con la tradición oral de los actuales habitantes de Ollagüe, en este
territorio es posible identificar diferentes tramos del camino incaico o
inkañan, el cual entra desde el altiplano de Lípez y cruza por Ollagüe y/o
Portezuelo del Inka, para seguir por Cebollar y Ascotán, bajando a las cuencas
del Loa y el Salado por el sector de Colana. Desde allí sigue hacia Paniri y/o
Cupo, llega a las vegas de Turi y continua hacia Caspana, desde donde sigue
hacia el sur hasta llegar a San Pedro de Atacama (Aldunate et. al. 2002 Ms). En
Lípez este camino pasa cerca de la actual localidad de Alota, desde donde se
conectaría con los núcleos poblacionales más importantes de la región, entre
los cuales sobresale Lakaya por presentar estructuras de patrón incaico
(Nielsen 1999). A su vez, un ramal de este camino conecta a Ollagüe por el
norte con el asentamiento minero de Collahuasi, el cual ocupó una posición
importante en la red vial incaica gracias a que sus recursos mineros (cobre y
oro) marcaron la orientación productiva de la zona. Al respecto, cabe mencionar
que los sitios incaicos de la localidad de Caspana también dan cuenta del
interés del Tawantinsuyu por acceder a sectores ricos en mineral de cobre,
destacando Cerro Verde por haber sido un centro minero de importancia regional
(Adán y Uribe 1999).
Período Colonial
Posteriormente,
con el arribo de los españoles durante la época colonial (ca. XVI-XVIII) se
produjeron profundos cambios en la vida de las poblaciones indígenas, desde la
llegada de enfermedades desconocidas hasta la imposición de una nueva religión.
Junto con esto, se los redujo en pueblos de indios, su trabajo era entregado a
nuevos señores, debieron participar de una labor minera en creciente
desarrollo, insertarse en una economía mercantil y convivir con un idioma
diferente en desmedro del propio. Era de esperar que todo esto contribuyera a
un choque cultural violento, ya que las estrategias de conquista española no
sólo pretendían cuestionar el bagaje cultural de estas poblaciones, sino
modificarlo por completo dentro de un proceso de dominación absoluto e impuesto
por la fuerza.
La
evangelización colonial consideró medidas tan extremas como el proceso de
extirpación de idolatrías, a través del cual se prohibía a los indígenas
practicar cualquier tipo de ritos en honor a sus dioses. De este modo, se quiso
erradicar todas aquellas costumbres y fiestas relacionadas con el culto a los
cerros, a la tierra y al sol, entre otros, para obligarlos a aceptar las
creencias católicas con el culto a su dios y sus santos (Castro 1997). Sin embargo,
a pesar del fuerte proceso al cual fueron sometidos, los indígenas pusieron en
marcha diferentes mecanismos para mantener de algún modo sus prácticas
religiosas, ya sea realizando sus ceremonias a escondidas o combinando sus
antiguas creencias con las recién impuestas, generando así el catolicismo
andino indígena.
Por
otro lado, sin duda el fenómeno colonial que produjo una drástica
transformación de la organización territorial preexistente fue la reducción de
los indígenas en "pueblos de indios", promulgada a finales del siglo
XVI por el Virrey Toledo. De acuerdo con Gundermann (Ms), con este proceso se
objetiva el proyecto de una sociedad colonial dualizada con un segmento social
espacialmente situado –“la república de indios” -- y, por ésta y otras razones,
sujeto a formas eficientes de control. Con las reducciones se instituyen las
condiciones para la transformación de las sociedades indígenas andinas
precolombinas en la etnia "india" colonial. En este contexto, Ollagüe
debió ser importante como territorio articulador de diferentes pisos
altitudinales, aunque sin duda, siguió siendo una zona periférica en relación a
los pueblos de indios del altiplano inmediato, la cuenca del Loa y San Pedro de
Atacama. Como vimos en páginas precedentes, desde tiempos prehispánicos la
ocupación humana de Ollagüe se caracteriza por no ser numéricamente
considerable, razón por la cual es lógico que en este territorio no se haya
establecido ninguna reducción, a diferencia de lo que ocurrió en aquellos
sectores adyacentes de mayor densidad poblacional como Nor Lípez y Atacama.
Por
otro lado, el establecimiento del sistema de repartimiento de tierras y
encomiendas de indios permitió explotar la fuerza laboral de los indígenas,
quienes además debían pagar tributo, convirtiéndose así en una verdadera
esclavitud disfrazada por parte de la Corona Española. En estas circunstancias,
ante la imposibilidad de pagar, algunos indígenas huían de los encomenderos y
corregidores, pero eran perseguidos, capturados y obligados a trabajar, siendo
retenidos "legalmente" y forzados a trabajar gratis (Rivera 1995). Al
respecto, cabe mencionar que una de las características más sobresalientes de
los territorios comprendidos por los Corregimientos de Lípez, Atacama, Chichas
y Tucumán --cuyos orígenes pueden remontarse a tiempos precolombinos--, fue el
desarrollo de actividades económicas regidas por un sistema de
complementariedad ecológica que obligaba a una alta movilidad dentro de un
espacio macro regional; movilidad que al parecer también estuvo relacionada --en
parte-- con la necesidad que tenían los indígenas de liberarse de los tributos
(Martínez 1992; Castro 1998). Al parecer, en momentos más tardíos de la colonia
era cada vez más común no encontrar a los tributarios en su núcleo de origen:
"en Atacama la característica heterogénea del terreno, los diferentes
sistemas de trashumancia del ganado y la inserción de los tributarios en
haciendas del Tucumán, Chichas y minas de Lípez sin perder los derechos en las
unidades de origen, favorecieron un movimiento constante de la población y un
patrón disperso de asentamiento. Aun cuando quienes emigraron a otras
circunscripciones seguían pagando sus tributos a caciques, su cobranza se hizo
cada vez más difícil a medida que avanzaba el siglo XVIII" (Hidalgo 1987).
De
este modo, el territorio de Ollagüe pudo desempeñarse como uno de los
corredores de conexión entre diferentes pisos ecológicos que posibilitó dicha
movilidad interregional. Al respecto cabe mencionar que para el siglo XVI se
describen relaciones comerciales entre Lípez y Atacama y, aunque no se cuenta
con referencias concretas sobre la presencia de originarios de Lípez en
Atacama, existe información sobre indios de Atacama en el altiplano de Lípez,
frente a los cuales el Inca habría puesto orejones para vigilarlos. Durante el
siglo XVII gente de Lípez se congregaba en el Loa Medio y Superior, estando
Calama y Chiu Chiu vinculados a las rutas de tráfico de pescado desde la costa
hacia Potosí. Para el siglo XVIII sólo se tiene información que vincula a Lípez
con Ayquina durante las sublevaciones kataristas, además de la referencia de un
mestizo de Lípez en dicha localidad. Posteriormente, durante el siglo XIX se
registran pobladores de Lípez en Calama, Chiu Chiu y Ayquina, convirtiéndose
este último poblado en el centro de las actividades de gente de Lípez en
Atacama. A mediados del siglo XIX e inicios del XX nuevamente se encuentran
datos sobre su estadía en Toconce, Paniri, Incaliri, Linzor y Tatio (entre
otros Martínez 1992; Castro 1998).
Período Republicano
En
tiempos republicanos, la población pastoril de Ollagüe comienza a articularse
al desarrollo de la minería con diferentes modalidades, ya sea vendiendo sus
productos pecuarios a los centros mineros, o posteriormente cuando las azufreras
están en funcionamiento y comienza la explotación a gran escala de cobre, con
la venta de combustible vegetal (llareta) a estos centros mineros. En este
contexto, una de las características principales de la ocupación de la zona de
Ollagüe es su vinculación con la actividad minera, en circunstancias en que el
trabajo agrícola se vio siempre limitado por las restricciones que impone el
medio ambiente en este sentido, las cuales incluso afectaron en alguna medida a
la ganadería. Como vimos en páginas precedentes, se trata de una puna árida y
salada, con escasas precipitaciones y con un régimen térmico extremo, en la
cual sólo las llamas y los burros han podido mantenerse en ciertas cantidades
al haberse integrado a diversas actividades extractivas.
Durante
momentos coloniales tardíos y republicanos previos a la anexión de este
territorio al Estado chileno, esta zona fue una de las rutas utilizadas para
conectar los centros mineros y de población del altiplano sur y la cordillera
oriental con la costa, pasando por los oasis de Atacama la Baja ubicados en la
cuenca del Loa. Esta misma ruta sería aprovechada más tarde para la salida de
minerales mediante la utilización de carretas, como ocurría con el bórax antes
de la construcción del ferrocarril Antofagasta-Bolivia.
Durante
la ocupación chilena, incluso algunos momentos después, los centros de mayor
actividad económica de la Región de Antofagasta estaban situados en la pampa
salitrera. En estas circunstancias, Ollagüe era un distrito minero bastante
marginal, existían yacimientos que tenían poca actividad y escaso nivel de
desarrollo tecnológico y de infraestructura debido a la ausencia de capitales,
la imagen de fuerte actividad que evocan los restos de minas, plantas e
instalaciones mineras, no es posible entenderla sin la existencia del
ferrocarril Antofagasta - Bolivia. Casi todo fue posible gracias al
ferrocarril, ya que se trataba de explotaciones a gran escala para la época,
cuya producción estaba destinada al mercado interno (azufre), pero la mayoría a
la exportación (bórax y cobre). Esto suponía medios de transporte capaces de
trasladar grandes cantidades a costos convenientes. Antes existían
explotaciones como en Ascotán, pero es con la construcción del ferrocarril que
se incentiva la apertura y ampliación de las explotaciones mineras.
Respecto
a la explotación de bórax en particular, fueron compañías mineras extranjeras
las que se instalan en la zona para explotar el mineral no metálico, una de las
más importantes La Bórax Consolidated Ltda., que inició sus actividades a fines
del siglo pasado (hacia 1885). Esta empresa dejó de funcionar alrededor de
1966, al parecer a raíz de una caída de la ley del mineral disponible en
Ascotán y por tanto a un aumento de los costos de producción, así como a una eventual
baja de los precios internacionales del bórax. Como la habilitación definitiva
del ferrocarril se efectuó durante los últimos años del siglo XIX, habría unas
décadas en que el transporte del mineral refinado se hizo en carreta por la
vieja ruta que unía Calama, Chiu-Chiu, Ascotán y Ollagüe, esta ruta tenía
además prolongaciones hacia Potosí en Bolivia.
En
sus faenas la empresa empleaba unas 35 personas de manera permanente. Los
operarios y trabajadores de pampa eran casi exclusivamente bolivianos,
provenientes de poblados cercanos a la frontera como Calcha, Copacabana, San
Agustín y Alota. Los empleados y personal de mayor rango y responsabilidad eran
chilenos y por lo general provenían de la zona (Ollagüe, Amincha u otras faenas
mineras). Estos últimos trabajaban por sueldos fijos, en tanto que los
operarios lo hacían a trato, sistema imperante hasta hoy.
Para
las labores en los yacimientos y el transporte de borato a canchas de secado,
procesado y almacenaje se contaba con un ferrocarril de trocha angosta, tirado
por locomotoras a vapor, que posteriormente se reemplazaron por motores a
diésel, el cambio de sector dentro de los yacimientos en explotación
determinaba también traslados de los tendidos de los rieles. Se producían
diariamente unas 80 toneladas de mineral de alta ley. El mineral era
transportado a Brasil y Uruguay, una parte era también vendida a Soquimich y a
la Química Sudamericana de Santiago. Esta era la única empresa presente en el
salar de Ascotán.
Otra
empresa inglesa operaba también en el yacimiento de Collahuasi, al norte de
Ollagüe, el cobre era transportado desde la mina hasta Ollagüe, para llegar
finalmente a Antofagasta. En la última etapa de su explotación (fines de los
años 20 y comienzos años 30) se empleaban camiones para hacer los empalmes
entre la mina y la estación receptora. Sus faenas paralizaron en el año
1932-33, posiblemente como una secuela de la gran crisis del 30. En ella
llegaron a laborar 1500 personas de muy diversas procedencias. Posiblemente, se
trató en su mayoría de quechuas bolivianos, tal como ocurrió en los yacimientos
de bórax y azufre, (Gundermann y González 1993).
En
cuanto a la explotación de azufre en este territorio, la evidencia más clara de
sus inicios se relaciona con la elaboración de minerales de cobre a gran
escala, su activación estaría vinculada con la demanda generada por
Chuquicamata desde los años 20 y por Mantos Blancos después, siendo las más
antiguas e importantes explotaciones de la zona las de Aucanquilcha y el volcán
Santa Rosa u Ollagüe. Además, aprovechando el sistema ferroviario que empalmaba
hacia Collahuasi también se desarrollaron otras explotaciones de este tipo en
Puquios de Borlando, Oacaña de Petrinovic, las minas bolivianas de San Pablo de
Napa, Beatriz y Caite, en el cerro Polán.
Sin
duda, la azufrera más importante fue la de Aucanquilcha que en ciertos períodos
de auge habría llegado a ocupar 700 hombres, aunque las dotaciones normales
habrían sido de 200 personas más o menos. El mineral era transportado en
andarivel desde la cumbre hasta Amincha, desde donde se llevaba en camiones
hasta la planta instalada en las afueras del pueblo de Ollagüe. Posteriormente,
hacia 1950, la planta fue comprada por Carrasco a la Caja de Crédito Minero. La
planta y campamento se trasladó a Amincha, donde sigue actualmente, aunque
paralizada. Esta azufrera es la última gran explotación minera de la zona y al
paralizar sus faenas el año 1992 se desencadenó la crisis de población que vive
actualmente la Comuna de Ollagüe.
Gran
parte de la fuerza de trabajo que ocupaba esta mina era boliviana, de sitios
cercanos como Uyuni, San Agustín, Copacabana, San Juan de Colcha y Santiago. El
resto eran atacameños de lugares como San Pedro de Atacama, Caspana o Calama.
Los salarios que recibían los mineros bolivianos eran inferiores, pero, a pesar
de dicha situación, para ellos era conveniente trabajar en Chile porque los
ingresos eran más altos de los que podían percibir desarrollando las mismas
actividades en su país. Un cierto número de ellos llegaba con toda o parte de
su familia. Otros, que llegaban solos, por lo común permanecían temporadas
cortas de 3 a 4 meses, lo que ocasionaba una rotación permanente de personal.
La
segunda compañía importante de la zona era la azufrera de Buenaventura de
Borlando, donde laboraban unas 80 personas, la mayoría de ellas quechuas
bolivianos. Paralizó sus actividades hacia el año 1976, al parecer por
agotamiento del yacimiento. En una primera etapa el mineral se bajaba en
andarivel hasta la planta de refinación y almacenaje, ubicada en Buenaventura.
Luego en el año 1948 el andarivel fue vendido y reemplazado por camiones. Tanto
en esta azufrera como en Amincha los principales clientes eran Chuquicamata y
Mantos Blancos.
Por
otro lado, otra importante actividad económica del siglo XX fue lo que en
Ollagüe y sus inmediaciones se llamó "el ciclo de la llareta". Entre
1930 y 1955 esta actividad involucró a un contingente de campesinos locales,
atacameños del sector del río Salado y quechuas de Bolivia. Además de la enorme
demanda de Chuquicamata, las empresas mineras de la zona también ocupaban
grandes cantidades de este combustible vegetal en los procesos de secado,
calcinación, fundición, generadores eléctricos y en general maquinaria a vapor.
En
el caso de Chuquicamata actuaban empresarios intermediarios (en el sector de
Ollagüe los hermanos Undargarín). Las empresas de la zona tenían llaretales
propios que explotaban a través de sistemas de trabajo a destajo. La azufrera
Aucanquilcha explotaba la llareta del mismo cerro y Buenaventura se abastecía
en Puquios, pero también aprovechaban los llaretales de los cerros Cebollar,
Polapi y Palpana. Compraban quintales de 50 kgs. a campesinos y peones, los que
después de cortarla la dejaban secar unos 6 meses antes de trasladarla a los
sitios de acopio y compra. Además de explotar llaretales propios, estas
empresas también adquirían este combustible a arrieros bolivianos (que lo
traían desde los cerros Araral, Cañapa y Jardín) y chilenos (que llegaban desde
el río Loa, Ojos de San Pedro y Cupo). Posteriormente estos últimos
concentraron sus entregas en la estación San Pedro. Según un testimonio
rescatado por Gundermann y González (1993) “En todos los cerros había gente que
tenía ganado, en Caichape, Cosca, Cuchicha, Cebollar y Chela... en Caichape se
encontraban los Aymani y aquí en Cebollar los Bautista. En Polani estaban los
Barrientos y Ballesteros. En Puquios estaban los Urrelos, que se trasladaban de
un lugar a otro en busca de pasto...en ojos de San Pedro también había como
diez habitantes, ahí se encontraban los Llipes y Cruz”. En total no alcanzaban
a ser más de 30 familias.
Se
trataba de familias o pequeños grupos de familias aisladas, que se asentaban
con su ganado en sectores provistos de agua, pastos permanentes y praderas
estacionales, entre los cuales se rotaba el pastoreo. Eran tiempos en que
llovía más y la cubierta vegetacional era más abundante. La composición de sus
rebaños era mixta: llamas, burros, ovejas y cabras. Al parecer, el promedio de
tenencia no pasaría de 100 cabezas por hogar. Además de productos de
autoconsumo (carne, leche, lana para tejidos, cueros), estas familias
abastecían de carne a las empresas mineras. En algunos sitios también eran
posibles cultivos a pequeña escala, como en Quebrada del Inca, Chela, Cosca,
Puquios y Caichape. Se trataba de siembra de hortalizas (como zanahorias y
habas), quinoa y papas, con un carácter marcadamente estacional. (Gundermann y
González 1993).
Al
parecer, en la mayoría de los casos las entradas generadas por la venta de
productos pecuarios no eran suficientes para asegurar la reproducción de las
familias campesinas. Por esta razón también laboraron por mucho tiempo en las
llareteras de los cerros en que vivían o trabajando directamente, de manera
estable o esporádica, en las mismas faenas mineras. Se trataba de economías
familiares mixtas, que se mantuvieron y prosperaron por haber sido capaces de
conjugar una estrategia de diversificación de ingresos. Esto señala que, en
condiciones ambientales mejores, la ganadería no fue un rubro a partir del cual
pudiera sostenerse un número muy alto de población. De esta manera, Con el
término del ciclo de la llareta después de 1955 y con el cierre de faenas y el
progresivo decaimiento de la actividad económica local, muchos de estos
pastores migraron junto a los demás mineros, preferentemente hacia Calama. En
este sentido, debemos destacar que el fenómeno de la migración hacia los
centros poblados cercanos es un proceso que se viene dando desde hace bastante
tiempo, de acuerdo con las características estacionales de este tipo de
actividad extractiva.
Respecto
al actual poblado de Ollagüe, éste se constituyó alrededor de la última
estación del mismo nombre del ferrocarril Antofagasta-Bolivia, la que, junto a
San Pedro, es la más importante de las estaciones del tramo comprendido entre
Calama y la frontera. Otras estaciones intermedias fueron San Salvador, Conchi,
Polapi, Ascotán, Cebollar y San Martín. Por ser la estación terminal en la
frontera chilena, desde temprano Ollagüe fue dotada de servicios de agua
potable y luz eléctrica a motor para la administración, bodegas, almacenes,
casas del personal e instalaciones anexas. Por su ubicación fronteriza supuso
también la instalación de diversos servicios estatales. Para dimensionar su
importancia, se puede decir que contó con un Juez de Distrito y un Cónsul
boliviano asignado permanentemente al lugar. Así mismo, fue un centro
neurálgico del movimiento ferrocarrilero, no sólo de las explotaciones mineras
aledañas, sino también de las azufreras bolivianas de más al norte, así como en
su momento lo fue en relación con Collahuasi. En este sentido y según informan
los mismos habitantes de Ollagüe en la actualidad, en algunos momentos el
poblado llegó a tener 1.500 habitantes.
Tal
como se puede observar a lo largo de esta presentación, históricamente la zona
de Ollagüe ha sido un área periférica, aunque durante el siglo XX tuvo ciertos
períodos de esplendor con bastante actividad económica y población numerosa.
Sin embargo, la actividad minera ha sido el factor clave de activación en
complementación con su característica como zona de rutas y transporte, en los
primeros tiempos con las caravanas de llamas, posteriormente con la arriería,
después con las carretas, con el ferrocarril y finalmente por el transporte
terrestre.
Manifestaciones Culturales de la
Comunidad Quechua de Ollagüe
A
través de lo anterior hemos podido dar cuenta de la historia ocupacional de la
comuna de Ollagüe, donde se asientan la mayoría de los quechuas de la Segunda
Región de Chile. Actualmente, la Comunidad Quechua de Ollagüe, se caracteriza
por poseer manifestaciones culturales propias que le otorgan especificidad como
grupo, éstas son parte de una cultura campesina de comunidades pastoriles de
altas montañas, originada en la síntesis cultural colonial que desde el siglo
XVII tomó forma por la región andina. La expresión más conocida de estos
sistemas culturales es el catolicismo andino indígena, resultante de la
imbricación de aportes culturales propiamente amerindios y elementos
peninsulares (Gundermann y González, 1993).
Entre
éstas, una de las más importantes es la Fiesta del Santo Patrono del Pueblo San
Antonio de Padua que se realiza durante cuatro días y congrega tanto a los
habitantes de la comuna como a los migrantes urbanos. Las actividades se
inician el día 12 de junio con el sacrificio ritual de dos llamos, uno
correspondiente al Alferado y otro al Mayordomo, quienes son los pasantes de la
fiesta. Ese mismo día en la tarde se efectúa la Entrada de Ceras, que es el
traslado del santo a la iglesia. El 13 de junio, día del Alferado, las
actividades comienzan con una Chocolatada a los niños y después la “mesa de 11”
donde a los asistentes se les entrega golosinas; luego hay una misa y posteriormente
una procesión por las calles del pueblo. El ciclo de actividades del día 13 se
repite el día 14 que es el del Mayordomo cuando también hay misa y procesión.
El último día termina con la entrega oficial de los santos a los nuevos
pasantes y con el recuento y Contabilidad de los que ya pasaron. Cada pasante
debe velar semanalmente el santo y ofrecerle una misa a mitad del período
anual. Durante todos los días que dura la fiesta y luego de las actividades
sagradas se realizan bailes con música de bandas bolivianas, o a veces, de
Caspana.
Otra
manifestación cultural de importancia es la Virgen de Andacollo de Coska,
también conocida como Virgen del Rosario de Coska, que se celebra en el poblado
ritual del mismo nombre, en las cercanías de Ollagüe, el día 25 de diciembre.
En esta se conjugan tanto los aportes del catolicismo andino con ciertas
prácticas con correlato prehispánico. Esta festividad, que crece año tras año,
también es un espacio de encuentro de las familias que han migrado. Esta
celebración se organiza alrededor de cuatro pasantías: la de un alférez de la
Virgen de Andacollo, un mayordomo de una segunda Virgen de Andacollo, un
pasante de la Otava y un pasante llamero, cada uno con su sala. La jerarquía o
importancia de las pasantías estaría dado en el orden descrito. El día 24 se
efectúan costumbres que corresponden a pagos a la tierra y a las divinidades,
estos son oficiados por un Auki (viejo, anciano o sabio en lengua quechua). El
día 25, de la víspera se sacrifican cuatro llamas blancas, machos, uno por cada
patrocinante. El día 26 es el del Alferado mayor, en ese día se hace una misa
de campaña, luego un almuerzo, y posteriormente una procesión alrededor del
pueblo. La atención de comida a los asistentes corre por cuenta de cada
patrocinador, al igual que el baile nocturno y la animación. El día 27 es el
día del mayordomo, en general es un día que reproduce las actividades del día
anterior. El 28 finalmente, es el día del pasante de la otava y del baile
llamero, donde se presentan los bailes religiosos promesantes (Llameritos,
Gitanos, Negros Tundiques, Caporales, Tobas, Morenada), este día también se
hace la contabilidad y la entrega de los patrocinantes que acaban de cumplir a
los que han asumido la responsabilidad para el año que se inicia.
Una
tercera tradición local es el “enfloramiento de animales” que se realiza entre
los meses de enero y febrero (en la zona es llamado el día de Comadre), en esa
oportunidad se adorna a todo el ganado con “flores” de lana de diferentes
colores, se sacrifica a un animal en el corral, de esa carne se prepara la
comida para toda la gente que está acompañando y su sangre es desparramada
alrededor de éste mientras se efectúa una oración pidiendo por la prosperidad
de la tropa a los cerros, aguadas, vegas y bofedales nombrándolos.
Por
último, podemos nombrar el Día de los Difuntos (1° de noviembre) que también es
objeto de un ritual de mucha riqueza y complejidad. Para este día se preparan
mesas con comida y pan, éste los lugareños lo nombran como Turco. Cuando muere
una persona esta preparación se hace durante tres años consecutivos, al tercer
año hay que preparar la misma mesa que se hizo para el primer año. Cuando muere
alguien, a los ocho días se junta su ropa y se quema, para que descanse el alma
de la persona que ha muerto se le hace una misa en la iglesia. También hay
gente que sacrifica un llamo o un cordero al cumplirse un año.
Caracterización social y poblacional
de los quechuas de Ollagüe en la actualidad
La
Comuna de Ollagüe se define como rural debido a la carencia de centros urbanos,
siendo el poblado del mismo nombre el centro político y administrativo. Su
ubicación en la frontera con Bolivia, lo ha constituido en un lugar estratégico
geopolíticamente hablando, ya que desde tiempos remotos existe un constante
tráfico de personas entre ambos países (Romo 1998).
En
términos generales, cabe mencionar que en 1996 la población total de la comuna
era de 219 habitantes distribuidos en el poblado de Ollagüe (centro de la
comuna, 139 habitantes), Amincha (5 habitantes), Puquios (2 habitantes),
Ascotán (25 habitantes), Coska (5 habitantes) y Cebollar (32 habitantes) y el
caserío de Chela, que, aunque administrativamente depende de Calama, posee
vínculos históricos con Ollagüe, donde se concentra la mayor parte de la
población. En segundo lugar, en cuanto a cantidad de población, se sitúan los
centros mineros de Cebollar y Ascotán; el resto de los poblados se encuentran
escasamente habitados y básicamente por pastores.
El
tipo de asentamiento predominante en esta zona es el campamento minero de tipo
temporal, algunos lograron mantenerse en el tiempo (Ascotán, Cebollar) y otros
se encuentran hoy abandonados (Amincha y Buenaventura). Los campamentos se
ubican en lugares cercanos a sitios de acopio o elaboración del mineral, su
construcción es rústica y muchas veces de carácter temporal. Varios de los
asentamientos han desarrollado más de una actividad, como es el caso de las
estaciones de ferrocarril, relacionadas con el transporte de mineral, las que
se convirtieron en poblados mineros. Una tercera forma de asentamiento, menos
numerosa que la anterior en cuanto a cantidad de población, es la de los
caseríos ganaderos, los que pueden ser ocupados permanente o temporalmente en
las localidades de Chela, El Chaco, Quebrada del Inca y Puquios. El poblado de
Coska posee características particulares, ya que se encuentra habitado por
pocos pastores, pero debe su importancia a que es un centro ceremonial cuyas
casas son ocupadas con ocasión de la fiesta religiosa de la Virgen de Andacollo
de Coska, permaneciendo abandonadas durante el resto del año.
Debido
a la relación existente entre el poblamiento de esta zona y la actividad
minera, siempre se han presentado repentinas fluctuaciones en cuanto a la
cantidad de población, las que van a la par con la apertura o cierre de las
fuentes laborales existentes en el lugar. Esto se observa claramente en las
bruscas variaciones de la población en los diferentes asentamientos mineros, en
contraste a la estabilidad que presentan los pastores, como nos muestra la
Tabla 2. Cabe destacar que debido a la alta movilidad de los pastores algunos
sectores se muestran deshabitados en el censo ya que sus habitantes no se
encontraban en el lugar en ese momento.
Hacia
1970 la Comuna de Ollagüe contaba con 911 habitantes, ya desde esa fecha se
notaba un decrecimiento poblacional progresivo, acentuándose esta situación de
manera dramática a fines de 1992, con el cierre definitivo de la última mina de
azufre en explotación, tal como se señaló en los antecedentes históricos (ver
Tabla 2). En la actualidad los saldos migratorios resultan negativos,
proporcionando una tasa de crecimiento de la población que para 1993 era de –
47%. (Romo 1998).
De
acuerdo con la información de 1993, la distribución por sexo, como consecuencia
de la actividad minera, muestra que un 68% de la población sería masculina, con
el resultado de un índice de masculinidad de 0,46 mujeres por cada hombre. La
estructura de población por edad muestra el predominio de personas adultas
jóvenes, correspondiendo al 60% de la población en dicho año. De esto se deduce
que se trata de trabajadores, en algunos casos con sus familias, mientras que
las personas mayores migran hacia los centros urbanos.
Actualmente
Ollague cuenta con una población de 321 habitantes, según el censo realizado en
2017 y es la comuna menos poblada del norte del país.
Hoy
día, la falta de empleos en la comuna es un hecho notorio, la principal fuente
laboral son los servicios públicos (municipalidad, escuela, carabineros, posta,
etc.) y en este último período la municipalidad cumple un rol fundamental
subsidiando a la decaída actividad económica en la zona. Otras fuentes de
ingresos son la actividad minera reducida a la explotación del bórax en Ascotán
y Cebollar, las que actualmente cuentan con una mano de obra mayoritariamente
de Bolivia, y el ferrocarril.
Otro
problema que presenta la zona es su aislamiento geográfico, lo que redunda en
problemas de abastecimiento y comunicaciones. En cuanto al transporte público,
el principal lo constituye en tren Antofagasta – Bolivia, en el que se
trasladan personas y bienes desde y hacia Calama. Otra vía de comunicación es
el camino internacional que va desde Calama hacia Bolivia, pasando por Ollagüe,
a través de esta vía existe un medio de transporte público (bus) que sube a
Ollagüe dos veces por semana. También existen una serie de caminos secundarios
que unen los distintos poblados, los cuales no tienen mantenimiento constante,
por lo que continuamente quedan inutilizados por el mal tiempo. Respecto al
abastecimiento, este es un tema de crucial importancia en toda la comuna ya que
presenta graves deficiencias. Existe particular carencia de frutas y verduras,
la carne por lo general es menos escasa ya que eventualmente puede obtenerse de
los ganaderos de la zona. Los almacenes se ven desabastecidos muchas veces por
la dificultad de conseguir transporte para las mercaderías, por lo que muchas
personas se abastecen directamente en Calama y algunos productos se adquieren
de comerciantes bolivianos.
Como
vimos, el poblado de Ollagüe es el más importante de la zona y sigue siendo un
polo de atracción para los pastores de la comuna que migran de forma temporal o
definitiva. Allí se encuentra la Escuela San Antonio de Padua que cuenta con
enseñanza básica completa y un internado, ambos gratuitos, donde en 1996
asistían 43 alumnos (7 de ellos internos). Además, existe un centro de acogida
para niños menores de 6 años. Otro servicio importante es la posta, que es
atendida por un auxiliar paramédico y se encuentra debidamente equipada, sin
embargo, la mayoría de la población atiende sus problemas con la ronda médica,
recurre al autotratamiento mediante la medicina tradicional (Romo 1998) o en
Calama. Otra atracción que ejerce este poblado es la presencia de ciertas
comodidades que no existen en los caseríos rurales, entre estos se cuenta el
agua potable y alcantarillado, la energía eléctrica, el teléfono público, la
televisión y la radio.
Entre
las instituciones que se encuentran presentes en este poblado están la
Municipalidad, la Aduana, Policía Internacional, Servicio Agrícola y Ganadero,
y una Tenencia de Carabineros de Chile. La presencia de estos organismos se
debe a la ubicación fronteriza con Bolivia, siendo este poblado la última
estación chilena del ferrocarril, por lo que allí se realiza el control de
movimiento de personas y bienes entre ambos países. Un hecho importante de
destacar es que la presencia de estos organismos ha afectado el tráfico de
productos y personas históricamente realizado por esta zona, limitándose de
manera significativa y contribuyendo al desabastecimiento del lugar.
Las
dificultades para determinar la cantidad actual de población autodenominada
quechua se relacionan principalmente con la ausencia de esta categoría de
adscripción étnica en los censos de población anteriores, esto conlleva a que
la acción estatal en pro de los indígenas no sea eficientemente, sobre todo
para la cantidad de indígenas quechuas presentes en los centros urbanos. Por
datos entregados por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (PET-CONADI
1998), se puede determinar que, del total de indígenas a nivel nacional, sólo
un 0,54% pertenecen a la etnia quechua, cifra que incluiría a los residentes en
Ollagüe como a los migrantes de Calama (ver Tabla).
Aunque
escuetos, estos datos sirven para contextualizar de manera muy somera la
situación de los quechuas en el contexto nacional y regional en relación con
los otros grupos indígenas que se encuentran en nuestro país. Los estudios
realizados sobre los quechuas propiamente tal dentro de Chile son mínimos y no
permiten establecer de manera más precisa cuales son las necesidades, realidad
y contexto en el cual se desarrolla este grupo.
Información
Los
Quechuas y Ollague
Ollague
Los
Quechuas
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