Un breve recorrido por el Cantón Salitrero Central
El
Cantón Central, o Cantón Bolivia, tuvo gran importancia durante el ciclo de
expansión del salitre (1880 – 1930). Se define el concepto de Cantón, se
establece un nuevo periodo de expansión (1887 – 1920) y se concluye que este
Cantón, a pesar de su relevancia en la historia inicial del salitre durante el
siglo XIX, perteneció a un distrito salitrero tardío y, durante las dos
primeras décadas del siglo XX, pasó de ser el menos importante de los cinco
cantones salitreros (Tarapacá, Tocopilla, Antofagasta, Aguas Blancas y Taltal)
a ser uno de los más significativos. (Sergio González).
Es
cierto, nos pueden parecer todas iguales, algunas más grandes, otras más
pequeñas, pero todas ellas tuvieron una historia y una vida propia.
Dicen los historiadores, y lo hemos corroborado en terreno, que la industria del salitre tuvo un despertar muy tardío en nuestra Región, el que comienza muy cerca del centenario nacional (1904 – 1907). Es decir, la mayor parte de las ruinas que podemos ver por el camino son del 1900 en adelante y, las más, tuvieron una vida muy corta, prevaleciendo hasta la actualidad sólo aquellas que fueron construidas en los años ‘30, con el sistema de explotación Guggenheim. Esta innovación en los procesos de extracción permitió una mayor eficiencia química, que derivó en una menor necesidad de mano de obra, respecto a los procedimientos empleados hasta entonces con el sistema Shanks.
En
las salitreras del sistema Guggenheim (María Elena y Pedro de Valdivia) 7.000
hombres producían 70.000 toneladas de salitre, muy por encima de las plantas
del sistema Shanks, que con 9.000 trabajadores alcanzaban una producción
promedio de sólo 30.000.
(The Guggenheim process. Innovaciones y contrapuntos de un sistema técnico y de transporte en la industria del salitre en el Departamento de Tocopilla (Chile, 1926-1949)
Las
salitreras que siguieron trabajando con el antiguo sistema (las menos)
extremaron la reducción de costos con gran perjuicio de la gente, que debió
asumirlos, hasta que llegó el momento en que tuvieron que apagar sus hornos
definitivamente, por ser insostenibles.
Nuestro
breve preámbulo
La Región de Antofagasta es un extenso territorio que muchos de los connacionales -y de los foráneos- relacionan directamente con la minería, especialmente del cobre, y con el inhóspito desierto. Es decir, con aquel espacio en donde sólo encontraríamos arena, roca y parajes desprovistos de vida natural, sin el menor atisbo de vegetación. Pero antaño, cuando recién se comenzó a conocer y poblar este territorio y las noticias de los descubrimientos del salitre, plata y oro comenzaron a circular por el mundo, no fueron pocos los que se dieron a la aventura de venir en busca de esta riqueza que, según los entendidos, se hallaba a flor de suelo y fueron muy pocos los que dieron a la tarea de averiguar dónde se encontraban estos derroteros y los enormes costos que se debían pagar por acceder a estos, inclusive con la vida.
Según
los investigadores y según lo que hemos encontrado en los antiguos textos,
estos nuevos habitantes del desierto eran – mayoritariamente - connacionales
provenientes de las zonas mineras de nuestro país, especialmente desde Copiapó
y Coquimbo (actuales regiones de Atacama y de Coquimbo), más gente proveniente
de la zona central. Con el descubrimiento de la plata de Caracoles – al
interior de la región - hubo una gran migración, no sólo de hombres, también de
mujeres (a las cuales brindaremos su debido reconocimiento, independiente de
las tareas que hayan realizado) cuyo destino era exclusivamente dicha zona
minera. El lema era “El tiempo vale plata” y no se debe desperdiciar.
De
igual manera, la gran crisis salitrera que asoló a Tarapacá en 1870, dio a
lugar una gran migración de trabajadores cesantes (con sus familias) a las
nuevas faenas salitreras de Carmen Alto y Las Salinas, la incipiente empresa de
Ossa y compañía.
De
nuestra consideración.
No
queremos dejar fuera a aquellos que también formaron parte de este territorio y
dejaron su impronta en este nuevo ciudadano del Desierto. Hablamos del
ciudadano de Antofagasta.
Y
nos referimos con ello a los que tuvieron que buscar en este territorio su
seguridad y la posibilidad de subsistencia, ya que muchos de los que abrazaron
la causa de Matta y Gallo en la fallida revolución de Copiapó de 1859, luego
del fracaso, se asentaron en Caleta El Cobre, Gatico, Cobija y Tocopilla. Ellos
y sus hijos se hicieron presentes al llamado de enganche en la naciente
Antofagasta de 1879.
De
igual manera mencionaremos, de forma muy especial, a muchos - de los pocos -
que volvieron de la gran migración a California (la fiebre del oro). Gambusinos
que habían fracasado en sus intentos de enriquecerse y otros oscuros
personajes, habituados a una forma de vida distinta y que traían algo muy
especial en su fuero interno: la costumbre de vivir a costa del mínimo de
esfuerzo (por la razón o la fuerza).
¿Qué
se forja en este territorio con el correr del tiempo?
Don
Eugenio Pereira Salas (historiador chileno) dice: “El norte minero de
Antofagasta y Tarapacá forma una clase desconocida en nuestra historia. Es un
ambiente frenético, cuna de la conciencia del individualismo capitalista,
frente a las concepciones tradicionales del resto del país. Un nuevo tipo de
sociedad, sin arraigo colonial, sin encomienda o latifundio, más liberal en sus
concepciones, más realista en su conducta”.
Viaje
Explorativo de caminantes del Desierto
Recorriendo
la ex Oficina salitrera Blanco Encalada, Sargento Aldea y Francisco Puelma, y
las ex estaciones Sargento Aldea y Cerrillos.
Como nos es habitual, partimos temprano este miércoles 07 de enero de 2024 en
dirección al desierto, a los inicios productivos del cantón salitrero llamado
Bolivia o central. La misión en esta oportunidad es sencilla – o lo parece –
dirigirnos a lo que fuera la ex oficina Carmen alto (la primera oficina
salitrera de esta parte del territorio) distante a 120 kms de la ciudad de
Antofagasta, siguiendo la carretera que nos lleva con rumbo a Calama. En este
punto, que fijamos como inicio de la exploración, enfilamos rumbo a la oficina
salitrera más solitaria y distante del cantón, ubicada a casi 4 km de la
carretera en uno de los extremos de la quebrada en dirección sur. Allí, perdida
entre los lomajes del terreno, se encuentra la tan esquiva oficina Blanco
Encalada.
Han
de saber que la instauración de las carreteras concesionadas ocasionó el cierre
de los caminos vecinales, ya sea con alambradas y/o con montículos de tierra.
La idea es clara, evitar que se usen los antiguos caminos o que se instauren
nuevos para eludir los pagos de peajes, aunque hay que admitir que esta medida
no ha resultado del todo mala, ya que han disminuido las destrucciones de los
sitios históricos y la instauración de basureros clandestinos (reiteramos, no
todo es malo), pero nuestra tarea se ve dificultada y debemos buscar la forma
de llegar a la salitrera más distante que existió en este cantón central.
En
algún minuto (aunque fueron varias horas) nos recordamos de aquella canción
“Arriba quemando el sol”, estamos en verano y el calor es intenso por estos
parajes en donde no hay sombra y en donde no corre viento que nos alivie y, si
corre, éste es una mezcla de aire caliente con proyectiles del desierto
(tierra, caliche y guijarros).
Seguimos
avanzando. Chusca a la derecha, hoyo a la izquierda, caída en frente. Seguimos
avanzando. Nadie dijo que sería fácil.
Hasta
que llegamos. Han sido los 4 kilómetros más largos que hemos tenido.
Oficina
Salitrera Blanco Encalada.
Lo
que vemos es lo que resta, lo que hay “como dicen los más recios de la palabra”
y nos puede parecer – a la simple observación – ruinas sin atractivo alguno,
salvo por su historia, una salitrera tan igual a las demás en su construcción y
tan igual - a las demás - en su destino.
Las
casas (las que quedan) siguen milagrosamente en pie y son éstas las que nos
reciben. Aquello que les servía de pilares para sostener las estructuras, las
vigas de pino oregón, fueron meticulosamente retiradas, por lo cual, ya sin
sustento alguno, van cayendo con el pasar del tiempo. Al parecer, en esta
oficina no sólo hubo retiro de vigas y estructuras, también hubo un meticuloso
trabajo para recuperar los bloques de caliche o adobes del desierto (cosa
increíble) y digo increíble porque sale más económico el hacerlos de nuevo que
reutilizarlos.
Al
seguir explorando vamos notando que en donde hubo dependencias más complejas o
de algún valor, estas fueron retiradas y probablemente rematadas o viceversa,
rematadas y retiradas. La torta (ripios) es de un tamaño considerable, por
ende, debió funcionar por bastante tiempo y ocupar bastante mano de obra, pero
no será fácil el saberlo ya que no es mucha la información con la que contamos.
Mientras
reposamos en los túneles de los hornos (estos siguen intactos y resultan
interesantes) vamos rehaciendo – en nuestra mente – la maqueta de este lugar y
procuramos dar con el cementerio, el mejor indicador de las fechas de
funcionamiento. Los muertos ayudando a los vivos. Pero no nos fue posible dar
con él.
Vamos
a la historia, con algunas virutas históricas.
Hemos
de sentirnos bastante bien ya que nuestra especulación – sobre su población -
no estuvo muy alejada de la realidad.
Dice
la historia, que la ex oficina salitrera llegó a contar - en su mejor momento -
con más de 1100 personas, sobre 700 hombres y 400 mujeres. Nace bajo la
administración de Carrasco y Zanelli y posteriormente bajo The Lautaro Nitrate
Co. Ltd.
Sus
inicios:
Se
hace mención en los textos que el auge del salitre- en esta zona – se dio entre
1904 y 1907, con la construcción de varias oficinas salitreras, Es muy probable
que Blanco Encalada estuviese entre estas nuevas edificaciones, aunque sin
poder precisar su data de construcción e inicio de funcionamiento.
Esta
oficina tuvo un cese en la producción para el año 1918, un suceso extraño, ya
que la historia nos indica que la crisis que paralizó a la gran mayoría de las
oficinas salitreras fue la de 1921, crisis que inclusive paralizó a Blanco
Encalada. Esta oficina vuelve a asomar en años posteriores y no nos debe
extrañar que su cierre definitivo se haya producido por la gran crisis de 1930.
Que
contenía esta oficina:
Oficina
Salitrera "Blanco Encalada", bajo la propiedad de The Lautaro Nitrate
CO. Ltd. Agentes en Antofagasta señores Baburizza, Lukinovic & Cía.
Oficina
ubicada a 7 kilómetros de la Estación Salinas kilómetro 129 del F. C. de
Antofagasta a Bolivia.
Puertos
de Embarque: Antofagasta y Mejillones.
Producción:
La
capacidad productiva es de 25,000 quintales métricos de salitre mensual y 250
quintales métricos de yodo anualmente.
(En
una primera instancia, un quintal representaba 100 libras castellanas, por lo
que ante la pregunta de cuántos kilos tiene un quintal, en ese momento eran
46,008 kg. Más tarde, cuando se estableció el sistema métrico decimal, un
quintal pasó a redondearse a 50 kg. Sin embargo, en la actualidad el valor es
otro. Al día de hoy saber cuánto es un quintal es fácil, son 100 kg.)
La
Máquina o Establecimiento de Beneficio constaba de:
1
buzón con capacidad de 700 metros cúbicos.
7
Ascendraderas (Máquinas para triturar el caliche, posteriormente se denominaron
Chancadoras)
-
4 "Broadben"
-
2 "Krupp" de 24 por 17
pulgadas
-
1 "Marsden"
1
Correa trasportadora de 26 pies de largo, y 20 pulgadas de ancho, que trasporta
el material de las ascendraderas a los cachuchos.
20
cachuchos de 40 por 6 por 8 pies. (Cachucho. Estanque de gran capacidad llenado
con una carga de caliche chancado y agua vieja. Se calentaba mediante el paso
de calor de vapor de agua a través de serpentines situados en la periferia de
sus costados interiores, lo cual producía una masa hirviente que disolvía la
sal de Nitrato de Sodio (Salitre). Una vez que la solución se saturaba se
vaciaba en los estanques chulladores para clarificarla mediante la decantación
de las substancias insolubles y, posteriormente, se llevaba a bateas para
producir su cristalización ayudada por la evaporación solar. El resto del
material (ripio) se sacaba por la parte inferior del cachucho y se llevaba a
vaciar a la Torta de Ripios)
5
Chulladores con capacidad de 110 metros cúbicos. (Chulladores. Estanques
destinados a la clarificación del caldo salitroso que proviene de la
lixiviación del caliche en los cachuchos)
97
bateas de 26 metros cúbicos cada una, con 4 muelles de 50 metros de largo y dos
canchas con capacidad para depositar 100,000 quintales métricos de salitre.
1
instalación de líneas y carros volcadores, para sacar el ripio, con locomotoras
7
calderos.
-
4 Halleschetle
-
3 William Arnolt y Cía.
Planta
de Fuerza:
1
motor a vapor de 120 H.P. marca "Ruston Proctor"
1
motor a vapor de 180 II. P. marca "Ruston Proctor".
2
motores a explosión 1 Cambell de 40 H. P.
1
Hornsby de 12 1/2 H.P.
1
maestranza: 2 tornos, 3 taladros. 1 tijera, 1 cepillo.
1
cierra arco, 1 cierra mecánica, 2 tenazas a vapor, 1 martinete a vapor.
Estanques:
2
estanques para agua dulce, con capacidad de 82 metros cúbicos cada uno.
1
estanque para agua de pozo con capacidad de 338 metros cúbicos.
2
estanques para agua alimentación 1 de 35 metros cúbicos y 1 de 12 metros
cúbicos
2
estanques para agua vieja 1 de 35 metros cúbicos y 1 de 6 metros cúbicos.
1
estanque estrujes de 13 metros cúbicos.
2
estanques para relaves 1 de 108 metros cúbicos de capacidad y 1 de 36 metros
cúbicos de capacidad.
1
estanque para varios de 43 metros cúbicos.
Instalación
de petróleo:
Un
aparato para inyectar petróleo a los calderos compuesto de:
2
cilindros para calefacción.
2
filtros
2
bombas "Werthington".
1
estanque matriz, con capacidad para 1,839 metros cúbicos.
2
estanques de consumo con capacidad para 40 metros cúbicos cada uno.
Una
verdad a gritos.
Es
evidente. Si no hubiese sido por el tren, nada de esto – la industria del
salitre - hubiese sido posible o quizás, muy poco.
“Era
lógico que el transporte tradicional en carretas, arrastradas por yuntas de
animales, desde las canchas a las oficinas, y desde allí a los puertos de
embarque, jamás habrían permitido tal expansión de la industria y una rebaja
sustancial en los costos de producción. Aun hoy día el atento viajero, que
cruza el desierto nortino por senderos distantes de las grandes carreteras,
puede observar las carretas quebradas y las osamentas de los animales muertos
bajo un sol inclemente.
(Historia
del Ferrocarril en Chile)
Transporte:
Para el trasporte del caliche y su beneficio, esta oficina contaba con 18 kilómetros de línea férrea y con 8 rampas.
3
locomotoras
-
1 Henschel de 33 toneladas
-
1 Koppel de 18 toneladas
- 1 Avonside de 18 toneladas.
40
carros cachucheros con capacidad de 5 metros cúbicos cada uno.
Hay
además 19 carretas con sus correspondientes animales de tiro.
1
casa de producción de Yodo.
Campamento:
Contaba
con casas para familias, de calamina y de caliche. Piezas para solteros, casas
para empleados, baños públicos, etc. construidas de madera, forro exterior de
calamina.
Casa
de administración, para residencia, del Administrador, construidas totalmente
de madera.
1
edificio Pulpería, construido enteramente de madera, exterior de calamina, con
secciones de tienda, abarrotes, carnicería, recova, panadería, carbón y
depósito de vinos, cerveza, y refrescos.
1
edificio rancho del personal de empleados, pulpería, construcción madera, forro
exterior de calamina.
1
edificio, botica y sala de curaciones, con una pieza habitación para el
practicante, una sala destinada a la sección bienestar social, patio, baños.
No
se determina si había Escuela.
No
se determina si había Teatro.
En
los alrededores nos encontramos con una gran cantidad de basurales dispersos
que atribuimos a la gente que habitaba dicha oficina salitrera. Un festín para
los arqueólogos y un deleite para nuestros ojos, quienes miramos dichos tesoros
con avidez y respeto, nada se toca, nada se extrae, nada se mueve. No solo está
prohibido legalmente, también lo tenemos prohibido como institución.
Definitivamente
no hay cementerio en dicho lugar, algo extraño. Tal vez el hospital, la escuela
y el cementerio sean compartidos con alguna de las oficinas de las cercanías
pertenecientes a la Lautaro Nitrate, esta firma llegó a ser dueña de muchos de
los establecimientos de este cantón.
Es
momento de avanzar.
Enfilamos
a la carretera en dirección a la ex oficina salitrera Sargento Aldea, pero ese
relato quedará para después, en el siguiente escrito.
Dice
la historia:
Quienes
han revisado con detalle el desarrollo de la industria del salitre y
especialmente el mercado mundial de los fertilizantes –sobre todo si han
seguido los trabajos que en su época realizó el fiscal chileno de propaganda,
el ingeniero Alejandro Bertrand– pueden concluir que la crisis del salitre, en
tanto fertilizante, comenzó con la Primera Guerra Mundial, pero que,
paradójicamente, la economía del salitre fue salvada por la propia guerra al
requerir nitrato para uso bélico. Sin embargo, una vez concluida ésta, la
crisis se hizo evidente, especialmente por la retirada del mercado alemán del
nitrato y la posterior competencia con el nitrato sintético.
Si
se analiza el período solamente observando la producción y/o la exportación del
nitrato se podría concluir que el ciclo continuó expandiéndose con
posterioridad a 1920, debido a que esos indicadores seguían aumentando, al
igual que la mano de obra y el número de oficinas salitreras.
Sin
embargo, es preciso correlacionar esos indicadores con el precio internacional
del nitrato, el tipo de cambio (peniques por pesos), los costos de producción y
la productividad. De ahí se concluye que la inflexión surge con posterioridad
al término de la Primera Guerra Mundial, señalando el inicio de la crisis y el
término del ciclo de expansión del nitrato.
En
definitiva, 1930 fue la expresión final de una crisis que ya era no solo
evidente sino analizada con preocupación por especialistas desde 1920 en
adelante, como se deja expresado en la revista Caliche: Uno de los artículos de
esta publicación (correspondiente al nº 7 de octubre de 1919), denominado “La
ciencia y el porvenir de la industria salitrera” fue escrito originalmente en
1918 y publicado en El Mercurio de Valparaíso. Su autor, Hobsbawn, señala en
una de sus partes:
“Por
primera vez en su existencia la industria salitrera tiene que afrontar una
formidable competencia y carece de toda protección para defenderse.
Considerando los enormes intereses nacionales afectados, la culpabilidad solo
puede atribuirse al Gobierno del país, debido a la falta absoluta de previsión
al no tomar medidas para el estudio profundo de esta gran industria nacional,
permitiendo que la explotación se hiciera a su gusto, sin preocuparse de las
contingencias del futuro…” (Hobsbawn 1919: 263).
(El
cantón Bolivia o central durante el ciclo de expansión del nitrato)
Reminiscencias
Luces
de la historia
“…de
los cinco distritos productores de salitre, Antofagasta es el menos importante.
La única oficina que trabaja en este distrito, elabora en el puerto de
Antofagasta un caliche muy pobre, rico en sal y sulfatos, que es traído a la
costa por el ferrocarril de Antofagasta a Oruro, desde Pampa Alta, Carmen Alto,
Pampa Central y Salar del Carmen. Los yacimientos están como a 80 kilómetros de
la costa, en ambas laderas del valle de Sierra Gorda, cruzado por la vía
férrea. Cerca de esas pampas, la firma Carrasco, Zanelli y Cª ha levantado una
nueva oficina” (Semper y Michels 1908: 23). No imaginaron los sabios alemanes
que muy pronto, cuando se dio a conocer su obra en Chile –como lo aseveran los
propios traductores chilenos, el ingeniero Javier Gandarillas y el abogado
Orlado Ghigliotto– ya habían surgido varias sociedades para explotar las pampas
del distrito Antofagasta o cantón Bolivia. Esas sociedades eran Progreso,
Carmen, Candelaria, Leonor, Riviera, Loa, Araucana, Anita, Aurelia, Celia. La
salitrera a la que hacían referencia como “la única que trabaja en este
distrito” era aquella que organizó la Compañía de Salitres y Ferrocarril de
Antofagasta (C.S.F.A.), heredera de la famosa Sociedad Exploradora del Desierto
de Atacama, creada por José Santos Ossa, Francisco Puelma y Manuel Antonio
Lama. Años después surgirían dos salitreras con los nombres de Ossa y Puelma,
perpetuándolos en la historia del salitre del cantón Bolivia. La salitrera de
la firma Carrasco, Zanelli y Cª que mencionan Semper y Michels es Lastenia, que
tuvo una larga vida como oficina, ubicada en Salinas, en las proximidades de
Chacabuco.
En
definitiva, de la solitaria oficina salitrera que registraron en 1904 los
ingenieros alemanes Semper y Michels, a las 16 oficinas que estaban elaborando
en 1909 y las 25 que observamos en 1919, el cambio es manifiesto. Mientras las
ricas pampas calicheras de Tarapacá, especialmente de la zona central y norte,
comenzaban a agotarse, en Antofagasta se iniciaba un nuevo ciclo salitrero que
estaba en expansión. Ya no era el mismo mercado internacional del nitrato donde
las combinaciones salitreras pudieron especular con el precio hasta terminar
agotando la paciencia de los consumidores, especialmente de Alemania. Según
Enrique Reyes Navarro, las combinaciones, que eran organizadas por las grandes
compañías salitreras con sede en Londres (Permanent Nitrate Committee) y en
Iquique y Valparaíso (Asociación Salitrera de Propaganda):
Durante
el primer lustro del siglo XX –en 1903– funcionaban en Antofagasta cinco
oficinas: Antofagasta, Salar, Central, Pampa Alta y Lastenia (Memoria, 1904, p.
71), pero al inicio de 1904 solo estaban operativas dos de ellas, lo que
contrastaba con las cinco en Taltal y las seis en Tocopilla, resultado
primordial de las inversiones alemanas principalmente de H. B. Sloman y Folsch &
Martin (Memoria, 1904, p. 33).
Los
capitales germanos comenzaron a delinear el cantón del Toco, a partir de 1890
(Capaldo, Damm, Odone, 2010).
El
repunte del precio del salitre de los años 1904 y 1907 hizo que la región de
Antofagasta experimentara el mayor crecimiento de oficinas salitreras, pasando
de 12 a 44, según registraba el Ministerio de Hacienda en su Memoria de 1907
(Brown, 1963, p. 241). R. F. Penrose, quien visitó en 1907 la zona salitrera,
estimaba cerca de 100 oficinas en Tarapacá y unas 50 en Antofagasta (Penrose,
1910, p. 26).
Trabajos
maravillosos e imperdibles.
Para
saber más
El cantón Bolivia o central durante el
ciclo de expansión del nitrato.
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-10432010000100007
Historia
del Ferrocarril en Chile
La
Compañía de Salitres de Antofagasta, Chile. El desafío de su modernización
empresarial e innovación estratégica.
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-10432018000400133
Buen trabajo de investigacion y recoleccion de bibliografia. Felicitaciones!!
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