Esta es la primera vez que nos vamos de exploración un día sábado, más, cuando nos esperaba una ruta muy agotadora el siguiente día, pero la condición física está presente como para asumir estos desafíos y el territorio que queríamos abordar resultaba en extremo interesante.
La Ruta
Izcuña, Comuna de Taltal.
Partimos muy
temprano en dirección al sur-oeste, a la histórica Caleta El Cobre, aquella que
fue el bastión del legendario manco Moreno y el límite chileno (con población) de
más al norte durante gran parte del siglo XIX, antes de la guerra del Pacífico
y antes de la reivindicación del territorio. Hemos de afirmar que este
territorio es maravilloso (digno de ser conocido y visitado por todos) y ha de
ser porque la flora comienza a asomar en infinidad de colores y formas,
mientras que la fauna, ya no se resume tan solo a insectos y reptiles, en estos
espacios aún es factible encontrarnos con zorros y guanacos (Lama guanicoe
cacsilensis, la especie nortina).
Es indudable. Con la apertura de la carretera se han instalado, por todo el trayecto, una gran cantidad de personas (connacionales y otros no tanto) dando lugar a numerosas Caletas y generando nuevos espacios para el turismo (un hermoso ejemplo es Caleta Blanco Encalada con Don Antonio y la Señora Ada). Los extensos sectores de la cordillera costera, aún se pueden considerar sectores prístinos, lugares en donde se pueden hallar algunas faenas mineras muy artesanales, pero son escasas y ocasionales. Por estos espacios no vive nadie.
En ruta
Llevamos algo
más de dos horas de camino (con detenciones incluidas) y vamos cruzando la
última caleta antes de llegar a Izcuña, aunque nuestra sorpresa fue mayúscula
al encontrarnos con un letrero que indicaba el nombre de dicho lugar, “Caleta
El Botija”, Tal vez, los actuales ocupantes del sector no le encontraron sentido
al Botija a secas y lo asociaron con el personaje televisivo, es lo más
probable puesto que, los antiguos mapas de la zona remarcan el nombre de Botija
y no sabemos si es por la forma de la ensenada o porque en aquel lugar se
encontraron dichas vasijas, más, no estaba el tiempo como para preguntar por
dicho estrambótico o raro cambio.
Ya en Izcuña.
Si nos vamos
a la cartografía antigua, aquella que nos indica los primeros levantamientos e
hitos geográficos más relevantes de este espacio, nos encontraremos con nombres
como: La Izcuña, Izcugna e Izcuña. Ahora bien, no hay información sobre el
origen de dicho nombre, salvo, la consignada en el diccionario de pesca
artesanal del norte grande de Chile, del Dr. Juan Van Kessel quién nos brinda un
breve acercamiento: Izcuña es voz aymara; iscu es cal (Pag. 134).
Sobre la
quebrada – propiamente tal – es una extensa y profunda grieta que llega a los
faldeos del Cerro Paranal, donde se encuentra el observatorio del mismo nombre.
En el trayecto, especialmente por su parte superior, nos encontramos con
cientos de pinturas rupestres herencia de los antiguos habitantes de esta
costa, los camanchacos.
Nuestra
intención – en esta oportunidad – es llegar hasta la tercera aguada ubicada a
unos pocos kilómetros de la carretera y poder verificar – in situ – la flora
existente y quizás algo de fauna. Pudimos constatar que un osado conductor se adentró
por dicha quebrada en su vehículo todo terreno, atravesando – inmisericorde - grietas,
arrastres y dunales, es decir, cuanto obstáculo se le puso por el camino para
llegar a lo más interno, al sector de las charcas. La pregunta de mis
acompañantes fue “El porqué exigir tanto al vehículo si podía caminar”. He de
decir que, en mis recorridos he visto este accionar y lo hacen los cazadores de
Guanacos. Resulta evidente que, un animal grande (un guanaco adulto) pesa
bastante, por lo que deben tener un vehículo a mano para el traslado. No diré
que este fuera el caso, pero andamos por tierra de cazadores (lamentablemente).
Para nuestro
equipo de exploración aquello de llegar al punto elegido fue algo más difícil,
somos caminantes y tuvimos que inexorablemente caminar, más, cada paso nos
deparaba alguna que otra sorpresa, una flor, algún arbusto, pisadas recientes o
fecas de guanacos, pisadas de zorros, lagartos robustos y curiosos. El terreno
es un continuo de rocas que tapizan el suelo, las aguas han abierto surcos profundos
por el suelo y el transitar es complejo. Cinco años de sequía van dejando
huellas en la precaria vida, aunque al parecer algo de agua ha caído como maná
del cielo para permitir la subsistencia de las más fuertes y adaptadas a estas
condiciones.
Luego de
llegar tan solo a la primera aguada y vislumbrar a la segunda desde una cumbre,
emprendimos el regreso. La hora y la temperatura nos hicieron desistir de
seguir avanzando y aún nos queda la vuelta, esa que va por una extensa cuesta y
se debe hacer muy lentamente. Por estos parajes hasta la más leve avería se
torna compleja ya que no hay señal de comunicación y es muy poco el tráfico de
vehículos.
En la subida
se nos cruzó un guanaco bastante curioso, al parecer un macho juvenil, ya que
andaba solo. Es menester que los juveniles (los machos) son expulsados de la
manada para que sobrevivan por las suyas. Un buen encuentro, mejor dicho,
maravilloso. Él es el rey de estas áridas montañas, lo tratamos y retratamos
como tal. Soberbio animal en total libertad.
20.00 hr.
Llegamos a Antofagasta. Fue un muy buen día.
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