Buscamos su
toponimia, el significado de Lasana, pero no hemos dado con él, lo que no resulta muy
extraño, dado el origen atacameño (Lickan Antai) del poblado y lo poco que se
conserva de su lengua, el kunza.
Saludos
cordiales y fraternos a nuestras estimadas amigas y amigos.
Hoy les
hablaré de nuestro breve recorrido por el hermoso valle de Lasana – en el Alto
Loa - incluyendo la visita por su maravilloso Pucará o Pukara, aquel recinto
fortificado que, según los expertos, data del siglo XII.
El actual
poblado de Lasana – propiamente tal - se encuentra inmerso en una profunda
quebrada, la cual ha sido modelada por las aguas del río Loa. Su altura, sobre
el nivel del mar, no excede los 2.600 metros, por lo cual, aquello de caminar y
recorrer dicho lugar - sin sentir los malestares atribuibles a la altura - es
totalmente posible (Igual es aconsejable tomar resguardos e hidratarse
constantemente). La población no es muy numerosa, según los últimos censos,
aunque esta se ve incrementada en la temporada veraniega y muy especialmente
para las festividades religiosas.
En cuanto a
la economía.
Según lo que
pudimos constatar in situ -en el lugar, lo que vimos – Lasana apuesta
fuertemente por el turismo con una hermosa feria tradicional, restoranes para
todos los gustos y gastos y un muy buen trato de la gente para con el foráneo.
La agricultura es el fuerte de este valle y muy especialmente con los
deliciosos choclos y las zanahorias (Increíble, hay té y queque de zanahoria).
Según los conocedores, también se habla de una economía basada en la crianza de
animales, especialmente de aves, llamas y ovejas.
Más al
interior, por el cañón mismo del Loa, desde que acaban los caminos por donde
llevar nuestro cuerpecito pegado al asiento de un vehículo, sólo quedan los
senderos y las paredes de la quebrada, murallones abruptos que se estrechan en
ciertos lugares. La vegetación predominante son las colas de zorro
(Cortaderias) y las Chilcas, vegetación que brinda a este lugar una tonalidad
que sobresale, el verde de la vida. Mas, siempre hay otra forma de conocer y
recorrer y esta forma nos lleva por el camino minero, por el brazo norte del
río – en vehículo - y de esta manera podemos acceder a Conchi, tanto al
Viaducto, la estación y el embalse. Todo un paisaje a muy pocos kilómetros al noreste
de Lasana, por la misma quebrada que nos conduce al poblado.
Podemos
seguir avanzando más al oriente, el camino está en muy buenas condiciones y nos
encontraremos con otros sitios de interés, sitios que no son tan conocidos,
pero resultan interesantes. Taira y su alero es un ejemplo.
Es factible
encontrarnos por el camino con Vicuñas y con Guanacos. Los zorros siempre están
presentes y atentos, más aún en estos espacios en donde casi no encontramos
perros.
En la parte
superior de la quebrada, en los sectores de planicie y de laderas, asoma algo
de vegetación (dependiendo de la temporada y de las lluvias). Predominan los
arbustos llamados cachiyuyos (Atriplex) y muy especialmente las Cistanthes de
hermosas y coloridas flores. Todo un deleite para las abejas nativas, ésas que
no dan miel, pero que son muy importantes para la polinización de la flora
nativa. En todo este lugar – en la vastedad del territorio – sobresalen los
tutelares, las máximas cumbres. Muy de cerca, podemos observar al San Pedro y San
Pablo, don cumbres hermanadas (volcanes) que sobrepasan los 6.000 metros, todo
un reto para el que guste del montañismo y de la escalada.
Volviendo a
Lasana y su Pucará.
Lo primero
que llama la atención al descender a la quebrada – por cualquiera de sus vías
de acceso – es el promontorio central y sobre este, una gran estructura dando
forma a una fortificación construida con rocas, piedras y barro. La estructura
es extensa (alargada) mostrando al visitante que contuvo a una población
bastante numerosa y al denominarla como fortín o ciudadela, nos indica que los
habitantes del lugar (atacamas o Likan-Antay) estaban siempre preparados para
la defensa o tuvieron que defenderse – necesariamente - de algún agresor o
conquistador, como nos hacen saber los expertos. Ahora bien. Si tenemos en
cuenta a las lluvias, aquellas que, en la actualidad ocasionan grandes
inundaciones – especialmente en verano – no sería para nada extraño, que este
sitio tuviese, además, una connotación de salvaguarda y albergue para la población
ante crecidas inesperadas del río, curso que, en aquellos tiempos no contaba
con represa ni la nefasta intervención de terceros.
La Historia.
La cronología
de Max Uhle, recogida por Ricardo E. Latcham, señala como punto de partida para
la cultura atacameña, el siglo IX d.c., civilización que se prolonga hasta la
llegada de los incas en el siglo XIV, con aportes de influencia chincha en el
siglo XII.
Aunque fueron
cien años de dominación de los incas en estos territorios (según los
investigadores), el estudio del Pukara de Lasana y de las ruinas de otros
pueblos atacameños no revelan muy nítidamente alguna influencia arquitectónica
externa. Indudablemente la hay y si han de clasificar estas construcciones, se
podría decir que pertenecen al período megalítico andino anterior al incanato,
haciendo observar, sin embargo, profundas diferencias estructurales y una
ausencia de la ornamentación.
Algunos
extractos del estudio “Apuntes sobre el Pukara de Lasana de Roberto Montandon”
que consideramos relevante y, a tener presente durante nuestra visita y
recorrido.
Una gran
aseveración.
“Podemos
decir que los atacameños no participaron de las asombrosas habilidades
constructivas de los del Tiahuanaco, y sus construcciones son inferiores
también en la concepción y realización, a las de la época megalítica andina
peruana. Es difícil creer, para los atacameños, en una floración espontánea de
la arquitectura y de la «urbanización» como resultante de una necesidad
material y si aceptamos esta hipótesis, debemos forzosamente aceptar el arte
arquitectónico de los atacameños, como un arte autóctono, sin influencias
externas importantes. Si los atacameños recibieron inspiraciones de los Collas,
pueblo de formidables constructores de piedra, que alcanza su culminación cultural
en los últimos siglos de la época megalítica andina, no podemos sino observar
una cierta facultad de asimilación, pero una total incapacidad de superación”
La
preocupación de los atacameños en levantar pueblos-fortalezas revela el
carácter sedentario de esta colectividad o confederación de agricultores y una
necesidad de defenderse contra ambiciones exteriores o simplemente entre ellos;
demuestra desde luego, un carácter guerrero.
Pone a la vez
de relieve, un desarrollo mental superior a lo común, dentro de una medida de
tiempo, aunque incapaz de elevarse en un vuelo creador, hasta la cumbre de las
grandes culturas andinas”.
Recorrido.
Al ingresar
al recinto por los pasillos habilitados, advertimos por su tamaño que pudo
contener a una gran población, según los investigadores unas 700 a 800 personas
(entre niños y adultos). De igual manera, ninguna de las estructuras sobresale
de manera tal que podamos decir que se trata de un lugar que contuvo a un
gobernante (regente) o se trataba de un templo. Los investigadores dicen que se
puede hablar de una comunidad o unidad, pero que no estaba sujeta a un poder
central y no fue capital. Es decir. Hablando de la unidad atacameña, se debería
más bien señalar la persistencia, hasta la llegada del inca, de una confederación
de colectividades acantonadas en sus «ayllus», emparentados por el idioma, las
costumbres, una probable alianza militar y las mismas manifestaciones
culturales y religiosas.
La ausencia
de detalles y /u ornamentaciones en los muros nos hace pensar que se trataba de
personas con una forma muy sencilla de vida, es decir, gente de costumbres
sencillas.
Al llegar a
la parte superior del recinto, desde nuestra improvisada Atalaya, podemos
dominar – con la vista – todo el valle, desde su naciente al noreste y su
extremo al suroeste, solo quedando la duda de cómo podrían advertir el arribo
de foráneos o enemigos por la parte superior del cañón, por la planicie
propiamente tal, lejos de la vista de los pobladores. Debiésemos buscar por el
antiguo camino de acceso a esta quebrada y tal vez demos con alguna edificación
o estructura que sirviese como puesto de avanzada y/o de observación.
Al retorno de
nuestro recorrido por el pucará ingresamos al museo del lugar, un espacio que
contiene la historia del valle con algunas reliquias y objetos que resultan de
gran valor para entender la forma de vida de los lugareños.
Un Sayo.
Prenda típica que cubría gran parte del cuerpo hasta las rodillas.
Pequeñas
puntas de proyectiles - de cuarzo – usados para la caza y la defensa.
Alfarería
típica de la zona y tal vez de la época.
Una réplica -
a escala - del Pucará.
Salimos de
aquel sitio maravillados ya que, es la primera vez que este escribano accede al
lugar – independiente de las veces en las que he ido – y es la primera vez que
nos entregan una monografía indicando el recorrido y los puntos de interés.
Quedamos con la sensación de haber viajado en el tiempo y en la historia, el
haber hollado un suelo que no formó parte de nación alguna, eran simplemente
Atacamas y esta nación sigue vigente y seguirá vigente en el tiempo. Su forma
de vida es de total arraigo por la tierra y por sus costumbres. Lo bueno, no
sienten aversión por el foráneo, por el turista. Sienten orgullo de su historia
y la transmiten con la finalidad de que todo aquel que llega a Lasana sienta
admiración por sus antepasados, respeto por sus tradiciones y vuelva por el
lugar.
Corolario.
Maravillosa
gente de Lasana, la pasamos muy bien y aprendimos harto. Van nuestros saludos y
el máximo respeto por ustedes. Gracias por hacernos sentir tan bien y en casa,
gracias por cuidar y pasear a nuestra gente. Ellos iban a caminar, pero vuestra
cortesía pudo más.
Para saber un
poco más
Apuntes sobre
el Pukara de Lasana. Roberto Montandon
https://www.monumentos.gob.cl/sites/default/files/ccmn_ndeg_1_1950_opt.pdf
Las Saywas
del Inka en el desierto de Atacama.
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-68942017000200133
La Huaraca
https://caminantesdeldesierto.blogspot.com/2024/01/la-huaraca.html
Lasana y
Chiu-Chiu. Dr. Horacio Larraín Barros.
https://eco-antropologia.blogspot.com/search?q=lasana
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