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miércoles, 10 de enero de 2024

LA HUARACA

 Desde los Arcones de los Recuerdos

Eran tantos los juegos que nos acompañaron en nuestra niñez, juegos que se fueron perdiendo inexorablemente con el tiempo y la modernidad, aunque, en ciertas ocasiones, estos asoman difusos desde el balcón de los recuerdos debido a una palabra dispersa o una expresión lejana. “corre corre la huaraca, el que mira para atrás, se le pega en la pelá”.


Nos dice Don Rodrigo Castillo del Castillo y Castillo Tapia.


Veía hace unos días un video en Tiktok de una imilla, de una joven campesina boliviana, y me llamó la atención el que, mientras caminaba grabando por el altiplano, dijera que ella era “mala para la huaraca”.

Me llamó la atención, aunque no conocía el significado de esa palabra, porque me recordó una expresión que oí muchas veces en mi infancia. Se decía por entonces “dar un huaracazo”, para referirse a dar un golpe a alguien con algo, pero nunca me pregunté, como hice ahora, el origen de aquello. ¿Por qué se decía así? ¿De dónde provienen esa palabra y esa expresión?

No fue difícil averiguarlo, en todo caso, ya que abunda la información sobre el tema. La huaraca, waraka o warak’a, es la honda de los quechuas, una de sus principales armas y más antiguas. Fue usada en tiempos remotos como arma a distancia, era temida por el daño que podía producir.



En la actualidad se sigue utilizando en las comunidades indígenas, como un arma defensiva, tanto por hombres como por mujeres, y por eso la imilla, del video, decía que ella era mala para usarla. hay incluso fotografías recientes de su uso en Perú, por ejemplo, en enfrentamientos de los indígenas, con la policía por conflictos territoriales. Esta arma es mucho más antigua que el imperio inca, y la leyenda que relata sus comienzos nos dice que uno de los cuatro hermanos que lo formaron, los hermanos Ayar, tenía una. Ayar Cachi poseía una imponente huaraca, tanto así, que estando en la cima del cerro Huanacaure, lanzó con ella una piedra, para demostrar su poder, y el golpe fue tan grande que abrió una quebrada. Después de hacer esto varias veces, sus hermanos temieron su poder, y decidieron deshacerse de él temiendo que pudiera matarlos. Así, llevándolo con engaños, lo encerraron dentro del cerro Pacaritambo, donde quedó atrapado para siempre.

Desde entonces, la huaraca habría sido usada como arma por los incas. Los registros históricos nos dicen que Pachacútec Inca Yupanqui, después de su triunfo sobre los Chancas en 1438, decidió dar una lección ejemplarizadora a los curacas (jefes) que no lo apoyaron. Se enfrentó a Inca Urco en Yucay, donde lo derrotó con un certero tiro de su huaraca, lanzándolo al río con el golpe. Se conocen varias ilustraciones de los Incas (entendiendo como tal a los gobernantes del Imperio) usando su huaraca, lo que demuestra su importancia como arma; las imágenes más antiguas se deben a Felipe Guaman Poma y se remontan al siglo XIV. En ellas se puede ver, por ejemplo, al ya mencionado Pachacútec Inca Yupanqui y también a Huayna Capac Inca, quien usa su huaraca desde arriba de un anda sostenida por cuatro sirvientes. Eso, es de suponer, como un símbolo de su autoridad.

La huaraca tradicional se fabrica de lana de camélidos, y sus proyectiles originales eran piedras redondeadas para hacerlas más efectivas, si bien puede usarse cualquier piedra, como ocurre con todas las hondas de este tipo alrededor del mundo. Aunque no faltan los despistados que afirman que la huaraca proviene de otros continentes, citando incluso a David y Goliat para demostrarlo, lo cierto es que esta arma ya existía -como hemos referido antes de la llegada de los españoles a América.

Se tienen evidencias arqueológicas que las huaracas (seguramente con otro nombre) ya existían en Perú en la cultura Chavín, unos mil años antes de Cristo.




Los mexicas tenían su propia versión, confeccionada con fibras de ágave, a la que llamaban Tematlatl, y los mapuches la suya, que llamaban witruwe. Obviamente, en estas regiones se conoce como huaraca por ser de habla quechua.

Para finalizar, digamos entonces que huaracazo es, pues, un golpe dado con la huaraca. Un azote, como le daban a uno hace algunas décadas, con la correa, cuando se portaba mal. Supongo que más de algún marido quechua se habrá hecho acreedor a unos buenos huaracazos por el lomo, por llegar tarde y pasado de copas. Y de ahí viene también el canto de ese juego infantil de antaño, el “corre la huaraca”, cuya canción decía “corre corre la huaraca, el que mira para atrás, se le pega en la pelá”. Originalmente se jugaba con una huaraca, pero luego pasó a usarse solamente un pañuelo con un nudo, con el que se daba el “huaracazo” en la cabeza al que se daba vuelta para mirar.

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