Desde los Arcones de los Recuerdos
Eran tantos los juegos que nos acompañaron en nuestra niñez,
juegos que se fueron perdiendo inexorablemente con el tiempo y la modernidad,
aunque, en ciertas ocasiones, estos asoman difusos desde el balcón de los
recuerdos debido a una palabra dispersa o una expresión lejana. “corre corre la
huaraca, el que mira para atrás, se le pega en la pelá”.
Nos dice Don Rodrigo Castillo del Castillo y Castillo Tapia.
Me llamó la atención, aunque no conocía el significado de esa
palabra, porque me recordó una expresión que oí muchas veces en mi infancia. Se
decía por entonces “dar un huaracazo”, para referirse a dar un golpe a alguien
con algo, pero nunca me pregunté, como hice ahora, el origen de aquello. ¿Por
qué se decía así? ¿De dónde provienen esa palabra y esa expresión?
No fue difícil averiguarlo, en todo caso, ya que abunda la
información sobre el tema. La huaraca, waraka o warak’a, es la honda de los
quechuas, una de sus principales armas y más antiguas. Fue usada en tiempos
remotos como arma a distancia, era temida por el daño que podía producir.
En la actualidad se sigue utilizando en las comunidades
indígenas, como un arma defensiva, tanto por hombres como por mujeres, y por
eso la imilla, del video, decía que ella era mala para usarla. hay incluso
fotografías recientes de su uso en Perú, por ejemplo, en enfrentamientos de los
indígenas, con la policía por conflictos territoriales. Esta arma es mucho más
antigua que el imperio inca, y la leyenda que relata sus comienzos nos dice que
uno de los cuatro hermanos que lo formaron, los hermanos Ayar, tenía una. Ayar
Cachi poseía una imponente huaraca, tanto así, que estando en la cima del cerro
Huanacaure, lanzó con ella una piedra, para demostrar su poder, y el golpe fue
tan grande que abrió una quebrada. Después de hacer esto varias veces, sus
hermanos temieron su poder, y decidieron deshacerse de él temiendo que pudiera
matarlos. Así, llevándolo con engaños, lo encerraron dentro del cerro
Pacaritambo, donde quedó atrapado para siempre.
Desde entonces, la huaraca habría sido usada como arma por
los incas. Los registros históricos nos dicen que Pachacútec Inca Yupanqui,
después de su triunfo sobre los Chancas en 1438, decidió dar una lección
ejemplarizadora a los curacas (jefes) que no lo apoyaron. Se enfrentó a Inca
Urco en Yucay, donde lo derrotó con un certero tiro de su huaraca, lanzándolo
al río con el golpe. Se conocen varias ilustraciones de los Incas (entendiendo
como tal a los gobernantes del Imperio) usando su huaraca, lo que demuestra su
importancia como arma; las imágenes más antiguas se deben a Felipe Guaman Poma
y se remontan al siglo XIV. En ellas se puede ver, por ejemplo, al ya
mencionado Pachacútec Inca Yupanqui y también a Huayna Capac Inca, quien usa su
huaraca desde arriba de un anda sostenida por cuatro sirvientes. Eso, es de
suponer, como un símbolo de su autoridad.
La huaraca tradicional se fabrica de lana de camélidos, y sus
proyectiles originales eran piedras redondeadas para hacerlas más efectivas, si
bien puede usarse cualquier piedra, como ocurre con todas las hondas de este
tipo alrededor del mundo. Aunque no faltan los despistados que afirman que la
huaraca proviene de otros continentes, citando incluso a David y Goliat para
demostrarlo, lo cierto es que esta arma ya existía -como hemos referido antes
de la llegada de los españoles a América.
Se tienen evidencias arqueológicas que las huaracas
(seguramente con otro nombre) ya existían en Perú en la cultura Chavín, unos
mil años antes de Cristo.
Los mexicas tenían su propia versión, confeccionada con fibras de ágave, a la que llamaban Tematlatl, y los mapuches la suya, que llamaban witruwe. Obviamente, en estas regiones se conoce como huaraca por ser de habla quechua.
Para finalizar, digamos entonces que huaracazo es, pues, un
golpe dado con la huaraca. Un azote, como le daban a uno hace algunas décadas,
con la correa, cuando se portaba mal. Supongo que más de algún marido quechua
se habrá hecho acreedor a unos buenos huaracazos por el lomo, por llegar tarde
y pasado de copas. Y de ahí viene también el canto de ese juego infantil de
antaño, el “corre la huaraca”, cuya canción decía “corre corre la huaraca, el
que mira para atrás, se le pega en la pelá”. Originalmente se jugaba con una
huaraca, pero luego pasó a usarse solamente un pañuelo con un nudo, con el que
se daba el “huaracazo” en la cabeza al que se daba vuelta para mirar.
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