Tal
cual como aparece publicado posteamos este sorprendente escrito.
Sacrificios
humanos en la región
Chamán decapitaba a sus
seguidores en sector de María Elena. Sorprendente y milenario hallazgo
arqueológico evidencia oscuros rituales para “sobrevivir” en el desierto.
Imagen correspondiente a encuentro en sector costero de Michilla, comuna de Mejillones, región de Antofagasta-Chile.
Por
Jorge Melin Falcón
Juntas, la luna llena y
la luz de las fogatas dan un aspecto fantasmal, cambiante y misterioso al grupo
de hombres y mujeres participantes en el macabro ritual. La música acelera su
ritmo e intensidad, como si las zampoñas y los cascabeles hechos con semillas y
campanitas de bronce fueran anunciando el sangriento final.
Claramente es música
andina, pero muy distinta a la que se escucha hoy en día. Es la banda sonora
del chamán que, "convertido" en un felino, es el protagonista de la
ceremonia y quien está bajo los efectos de los poderosos alucinógenos. Tanto
como el hombre que, amarrado de pies y manos y con la vista hacia el cielo,
espera ansioso su destino.
Está aterrado, pero
extrañamente feliz. Convencido que su sacrificio servirá para que el río
-fuente de vida y razón de existir de la aldea- retome su caudal normal.
OFRENDA
Hace tiempo que el agua
escasea y si bien alcanza para el consumo humano y de los animales, el riego de
los cultivos está en peligro. El Mallku, espíritu que vive en las quebradas y
valles de la zona, que provee de recursos naturales a los habitantes del oasis,
está reclamando una ofrenda... Y en este caso es su cabeza.
(Mallku espíritu de las
montañas, conocido como mallku kunturi (el señor de gran altura)), es una
deidad aimara que representa la cumbre, no sólo geográfica, sino también
jerárquica; por ello también se denomina Mallku a un tipo de autoridad
política, que, junto a la T'alla, son autoridades de la marka (un tipo de
organización regional)
El ritual llega a su
clímax. La música está a un ritmo desquiciadamente acelerado y los presentes,
algunos totalmente alcoholizados, otros drogados -todos enfervorizados-,
explotan en un enredo de emociones cuando el chamán, el hombre-jaguar, corta la
cabeza del sacrificado.
El victimario, en el
momento que mejor demuestra el poder que tiene sobre sus semejantes, levanta la
cabeza cortada con una mano, mientras que con la otra sostiene el afilado
cuchillo de piedra que empleó para la decapitación.
Mejores días vendrán para
el poblado...
Esta escena, reconstruida
sobre la base de antecedentes disponibles hoy en día, intenta ser un
acercamiento a lo que ocurría habitualmente cerca del año 930 d.c.
Y el milenario señor de
la muerte no vivió ni en el África antigua ni en una tribu perdida de
Papúa-Nueva Guinea, sino que en la aldea de Chacance, en la Región de
Antofagasta. Específicamente en el curso del río Loa, cerca de María Elena.
DECAPITADOS
Los sacrificios por
decapitación ocurridos en nuestra región no son tan conocidos por la comunidad.
De los pocos antecedentes al respecto resaltan algunos vestigios hallados por
el padre Gustavo Le Paige en el altiplano. E incluso encontrar la tumba de un chamán es algo raro hasta en los países vecinos, territorios donde grandes
civilizaciones llegaron a formarse.
De ahí la importancia de
Chacance, cuya aldea y cementerio fueron descubiertos, en forma separada, por
el visitador especial del Consejo de Monumentos Nacionales, Claudio Castellón. Infatigable
investigador del desierto antofagastino, descubrió el poblado del chamán en
1977, para dos meses después dar, unos 200 metros más allá, con su cementerio.
Una de las tumbas era ocupada por el chamán y su acólito (especie de niño
asistente que en vida lo ayudaba).
Chacance se ubica al
costado oeste del río Loa Medio, a unos 14 kilómetros al este de María Elena,
en cuyo museo hoy descansan estos sensacionales descubrimientos arqueológicos.
Imagen correspondiente a encuentro en sector costero de Michilla, comuna de Mejillones, región de Antofagasta-Chile.
En la antigüedad, sin
embargo, ocupó una posición estratégica en el tránsito de caravanas entre la
costa y el altiplano y la zona andina, ya que se sitúa en un punto medio. Era
un oasis, ideal para asentarse porque las escarpadas paredes de los barrancos
dan paso en el sector a un amplio valle de suaves lomas de fácil acceso para
hombres y animales, e ideales para el cultivo del maíz. Además, en las
cercanías existía un hoy desaparecido bosque de algarrobos.
RUTA DE LA MUERTE
Era un paso obligado de
los viajeros del desierto, quienes en su mayoría "bajaban" por el
curso del Loa hasta ese punto, para después alcanzar la costa a través de las
quebradas de Gatico, Tames o Barriles.
Análisis por
termoluminiscencia a cerámica encontrada en la aldea de Chacance arrojaron
fechas en torno al 625 d.C.; mientras que uno fechado por carbono 14 a un
músculo de una pierna del chamán dio como resultado el 930 d.C.
Según explicó Claudio
Castellón, la diferencia hace pensar que el asentamiento debió estar poblado al
menos entre el 600 y el 950 d.C., lo que lo ubica entre el periodo Medio y el
Intermedio Temprano.
Si bien la mayor parte de
los elementos encontrados en el complejo arqueológico (aldea y cementerio)
parecen ser de origen atacameño, no es menos cierto que se han encontrado gran
cantidad de objetos foráneos. Entre ellos, del noroeste argentino (un cántaro
urna, donde descansa el cadáver de un niño), productos de las selvas
altiplánicas de Bolivia y de influencia del área ariqueño-tarapaqueña. Entre
estos últimos, textiles y capachos (grandes canastos que se usaban en la
espalda como una mochila). "Esto demuestra que la aldea tenía el carácter
de punto de contacto multiétnico, a raíz de su estratégica ubicación",
comentó el investigador.
ACÓLITO
Los elementos encontrados
son numerosísimos. Sólo la sepultura del chamán -conocida como la Tumba 5-
presentaba 130 piezas arqueológicas.
Este llamativo líder
espiritual murió alrededor de los 40 años y fue enterrado junto al acólito,
cuyo sexo aún no ha podido ser determinado, pero que tendría entre 6 y 7 años
de edad. Una venda de lana verde cubre hasta hoy los ojos del pequeño,
seguramente sacrificado para servir al señor de la muerte en la otra vida.
De este no se sabe su
causa de muerte. Sí que presentaba una avanzada infección en las encías y, por
los agujeros en la pelvis, principio de osteoporosis.
El chamán -explica
Castellón- era una especie de hechicero, curandero y guía espiritual de la
comunidad. Era quien contactaba a los aldeanos con sus deidades, por lo que el
respeto hacia él era alto, ascendiendo al "cargo" quizás por herencia
familiar, sus conocimientos o por demostrar grandes poderes.
Las excavaciones del
complejo arqueológico permitieron determinar que los rituales en que se
decapitaban personas eran algo habitual en Chacance. En efecto, hay otras
tumbas con cuerpos sin cabeza o entierros sólo de éstas, incluso en grupos de
hasta tres calaveras, "donde con toda seguridad el chamán tuvo alguna
intervención".
RITUALES
Al interior de la tumba
del sacerdote los investigadores encontraron un tubo insuflatorio de madera de
algarrobo para inhalar sustancias alucinógenas con un llamativo tallado,
característico del área andina. Se trata del Chachapuma o "personaje
decapitador", ya que siempre aparece con un hacha en una mano y una cabeza
separada de un cuerpo en la otra. "Este tubo llegó seguramente desde la
zona atacameña, influenciada por la cultura Tiawanako, pasando a ser parte de
la parafernalia del chamán", explicó Castellón.
También se encontraron
otros rituales como entierros de fetos de llamas decapitadas, lo que da cuenta
de la periodicidad de la práctica.
¿Las razones para la
decapitación? Hay varias alternativas y hasta puede ser una mezcla de ellas:
aumentar el alter ego del chamán (el personaje que representaba y su poder);
para ofrendar a algunas deidades andinas "sanguinarias", pero que
retribuían bien los sacrificios; o satisfacer las peticiones de los Mallku, que
proveían de los recursos naturales necesarios como para sobrevivir en el crudo
desierto.
Cualquiera sea la
respuesta, el complejo arqueológico de Chacance sirve para arrojar luz sobre un
pasado bastante desconocido de la Región de Antofagasta. El desierto más seco
del mundo también tiene una cruda historia de sangrientos sacrificios humanos
que, no obstante, deben ser comprendidos en su contexto, en la eterna lucha del
hombre por poblar este inhóspito, pero siempre sorprendente paisaje.
Tumba 5
La Tumba 5,
correspondiente al chamán, contenía gran cantidad de ofrendas, como tres
estatuillas de madera (una de ellas bicéfala), textiles de tradición ariqueña
junto a cerámicas y sombreros atacameños, un llamativo casco de cuero con
plumas -similar a otros hallados al sur de Iquique-, así como faldellines o
faldines. Sobre el entierro del líder espiritual se encontraron grandes
estatuillas de 1,78 y 1,62 mts. que se supone fueron cortadas a fuego desde un
promontorio que protegía la aldea y que fue descubierto posteriormente. Sobre todo,
esto y junto a otras ofrendas similares estaba el cuerpo momificado del pequeño
y desdichado acólito.
Hombre-jaguar
El chamán de Chacance era
un hombre-jaguar, felino de fuerte presencia en las tradiciones andinas, lo que
queda evidenciado en elementos que se encontraron en su tumba, como por ejemplo
un gorro con orejas de felino, una aljaba (porta flechas) y una serie de ídolos
tallados en madera. Estos últimos, representarían el proceso de trasmutación
imaginaria o sicológica de un hombre al animal, siempre bajo el fuerte efecto
de sustancias alucinógenas.
Según Castellón, éstas le
permitían la transformación, tener libre acceso a un misterioso otro mundo
vedado a los simples mortales, y experimentar visiones que pudieron haber sido
consideradas como augurios para el futuro.
Arqueólogos
Si bien Chacance y su
cementerio (sitios arqueológicos Chacance 1 y Chacance 2, respectivamente)
fueron descubiertos por Claudio Castellón, éste dejó posteriormente la
investigación más fina en manos del arqueólogo Francisco Téllez Cancino, y de
la entonces directora del Departamento de Arqueología de la Universidad del
Norte, la danesa Bentte Bittmann. Ellos, resalta Castellón, permitieron
rescatar de buena forma el complejo.
Bentte Bittmann
Después, gracias al apoyo
de proyectos Fondecyt, la arqueóloga Carolina Agüero y el paleopatólogo Marvin
Allison, se pudieron realizar los valiosos fechados de carbono 14 y
termoluminiscencia que arrojaron luz sobre la "edad" de Chacance.
Para complementar:
Dicen algunos estudios
que pretenden no escandalizar sobre ciertos hechos del pasado remoto, pero si educar:
Algunos pueblos
originarios no hacían sacrificios humanos, más bien "ofrendas
humanas" pero si entendemos bien (Dice un entendido en la materia) una
"ofrenda humana" sería el hacerse monja, sacerdote, consagrar tu vida
a los demás o a una causa... pero mientras eso ocurre no se va degollando a la
gente, lanzándola al vacío desde muros o dejando a niños en la montaña para que
se mueran... ¡Eso correspondería a sacrificios!
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