La Rinconada
El Sueño Silente
Al observar estas construcciones tan deterioradas y
abandonadas a su suerte, resulta muy difícil el no imaginar – al igual que en
las salitreras o en las numerosas placillas – que, en algún minuto, de un
rincón cualquiera, romperá la música con sus melódicos compases y las alegres
parejas saldrán a bailar con sus trajes de historia olvidada. Es indudable,
estas edificaciones que nos parecen tan antiguas (por su deterioro) pero son
contemporáneas, apenas unas décadas del ayer y hoy, yacen abandonadas, silentes,
alimentando el mito de espectros que pululan entre sus paredes.
Para el visitante
Avanzamos por aquel maravilloso camino costero que nos lleva
al conocido balneario de Juan López, balneario ubicado en el extremo norte de
la ciudad de Antofagasta (al sur de la oreja de Mejillones), y digo maravilloso
camino por las panorámicas que nos brinda, incluido el Monumento natural La
Portada y por el estado de este, agrego esto – muy especialmente - para
aquellos que lo conocieron y recorrieron en su época, cuando sólo era una huella de tierra y chusca,
cuando pocos osaban transitarlo.
Pues bien, en mis tiempos, años 80 y 90, este sector propiamente
tal, conocido como La Rinconada, ya contaba con aquella enorme laguna de aguas
salobres que lo caracteriza y también contaba con aquella mina, a media ladera,
que en la actualidad está transformada en una Portada chica. No sabemos cuándo
– exactamente - se comenzaron a erigir las estructuras que sobresalen en la
actualidad.
Lo que sería
Pocos saben que estas edificaciones son el fruto del sueño turístico de una sola persona,
de Don Alejandro Manríquez, un sueño que comenzó a materializarse a mediados de
los años ´90 y que jamás pudo concretarse como tal.
Este lugar contaría con una discoteca, hotel, quinchos y
juegos, como atestiguan las construcciones que están ahí.
Lo que sucedió
Cuentan los entendidos que antes de su
construcción hubo
promesas de permisos y de patentes para su funcionamiento pero, una vez
erigidos los edificios, estos
permisos jamás se brindaron y/o concretaron, quedando todo en el olvido y sin
la debida autorización. Al no poder funcionar, ni poderse
utilizar para otros fines que los que se habían soñado, quedaron allí
abandonados, sujetos a la acción vandálica de quienes llegaran al sector, y a
la acción del viento salobre y las arenas, que poco a poco los fueron
cubriendo.
Estar allí, entre esas ruinas, no deja de ser estremecedor. Hace pensar en lo
que habrá sentido ese hombre, que invirtió millones de pesos en una idea,
confiado en promesas y palabras que luego serían desconocidas y olvidadas, al
ver que todo fue en vano. No podemos imaginar lo que sería para él, no sólo el
ver el dinero desperdiciado en un proyecto que - habiéndose terminado-, no
llegó ni siquiera a inaugurarse, sino también el ver un hermoso sueño, que sólo
aportaba a la ciudad y a nadie dañaba, destrozarse contra la frialdad de las
autoridades de ese tiempo.
Don Alejandro Manríquez, de quién
sólo conocemos por este proyecto hoy abandonado a la acción del tiempo, falleció el año 2014 y,
según cuentan, sus cenizas fueron esparcidas en
ese lugar
por el que tanto quiso hacer.
Don Alejandro. Descanse en Paz.
De nuestra
consideración:
Es lógico el pensar - por todo lo visto en esta región – que
aquellas promesas efectivamente fueron dadas para que se llevara a efecto este proyecto, pero
que luego, al
pasar del tiempo, cambiaron las ideas, los intereses o las
intenciones, y esas
frágiles concesiones fueron perdiendo vigencia y la palabra empeñada pasó al
olvido.
Esto es algo común en estas tierras de riquezas y sueños,
de engaños y traiciones, basta recordar la historia de nuestro primer habitante, la del insigne Juan López.
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