EL CHILIHUEQUE
Saludos estimados amigos y
seguidores. El día de hoy hablaremos sobre el Chilihueque y esperamos que les
guste esta información y las imágenes. Recuerden. Todo lo que proponemos y
posteamos en este muro, es trabajo de Caminantes del Desierto, en esta
oportunidad (Como en muchas más) gentileza del Sr. Bichólogo Don Rodrigo
Castillo del Castillo y Castillo Tapia.
El Chilihueque
Hay quienes quieren creer, y
afirman, que existió en Chile un auquénido llamado Chilihueque, que se
extinguió tiempo después de la llegada de los conquistadores españoles.
Dicen también que era un animal doméstico de los indios, similar a la llama,
distinto al guanaco. Los mapuches llamaban al guanaco Luan, y a este animal
Hueque, nombre que derivaría en chilihueque después de que los españoles
trajeran las ovejas. Los indios llamaron también hueque a la oveja, y empezaron
a decir chilihueque -oveja nativa- al animal que ya tenían.
Si hemos de creer a los antiguos cronistas, los indígenas tenían gran cantidad de hueques al llegar los españoles, pues -según Pedro de Valdivia, en 1551- les habrían robado nada menos que mil cabezas a los indios en la zona de Concepción, con las que pudieron suplir la falta de provisiones, ya que no traían consigo ganados. Otros cronistas nos dicen que no eran numerosos, y que los indígenas los tenían en alta estima, pues se usaban para pagar el precio de las novias. Afirman que tenían unas cuantas cabezas, en tanto los caciques, dada su posición, podían permitirse tener entre 12 y 15 o más (Francisco de Cortés, 1558). Esta gran diferencia de número la utilizan algunos para argumentar que hay un error en lo afirmado por Valdivia, pero olvidan que recuperar una pérdida de mil cabezas de ganado -que deben haber pertenecido a muchos propietarios- no es cosa tan simple, y que habiéndolos usado los españoles como alimento, no pueden haber conseguido descendencia.
Según Gay, se utilizaba el chillihueque incluso para arar la tierra, unciéndolo
a un pequeño arado llamado ñequelvolque. Otros llegan a decir que se les vio en
tareas de transporte de carga, e incluso de transporte de agua para los vecinos
de Santiago (Alonso de Ovalle, 1646).
Las razones que se esgrimen para decir que no puede el chillihueque ser una llama carecen todas de sustento, o más bien indican un cierto desconocimiento del animal. De acuerdo a lo que dicen los citados cronistas -y otros más- no cabe suponer otra cosa sino que es simplemente la llama. No hay que perder de vista el hecho de que los indígenas tenían dos animales, el luan y el hueque. Cuando se habla (Francisco de Cortés, 1558) que tenían pocos animales, de los que ataban sólo uno y los demás se mantenían cerca de ése, resulta evidente que están hablando del luan, nuestro guanaco, por cuanto es costumbre de las hembras y crías mantenerse cerca del macho. Atando éste, ellas no se irán (esta conducta es propia también de las vicuñas), cosa que no ocurre con las llamas domesticadas, a las que se debe encerrar todas juntas. Se sabe que los mapuches cazaban al guanaco y lo mantenían en cautiverio de esta forma.
Se postula que las llamas habrían sido traídas por los incas al país, pero hay que recordar que este animal apareció hace unos 11 mil años, y hay evidencia arqueológica de que fue domesticado hace 6 mil. Los incas invadieron Chile recién en 1420, es decir, no menos de 4 mil años después. ¿Por qué hemos de suponer que los indígenas chilenos no la conocían desde hacía mucho tiempo antes? Debemos recordar que la llama era el único animal de transporte disponible, y que se comerciaba activamente entre las comunidades indígenas a ambos lados de la Cordillera de Los Andes, desde tiempos ancestrales. ¿Por que no podrían tener entonces llamas los pehuenches y mapuches?. Pero aún si fuese como dicen, y las llamas llegaron con los incas, estamos hablando de 100 años antes de la aparición del primer español en nuestro país, plazo más que suficiente para que se estableciera una ganadería de llamas.
Se sabe, fuera de toda duda, que el guanaco y la llama son el mismo animal, y
que las diferencias que hoy tienen se deben exclusivamente a la domesticación.
Ambas especies pueden cruzarse directamente produciendo crías fértiles, capaces
de procrear con sus padres o entre ellas. Incluso hoy es posible ver (en las
regiones donde ambos animales conviven) a los guanacos solitarios acercarse a
los rebaños de llamas para robarse hembras y cubrirlas, cosa que a los pastores
no preocupa mucho, pues las hembras vuelven posteriormente a su rebaño y su
descendencia se mezclará con las demás. Siendo así, si había guanacos en toda
la extensión del territorio nacional, hasta la Patagonia, ¿por qué no habría de
haber habido llamas? Y, por lo mismo, ¿qué razón podría haber para que se
produjera una especie única de la zona central de Chile, que no estuviera
asimismo presente allende la cordillera?
Hay quienes sostienen (M°
Antonia Benavente, por ejemplo) que los auquénidos conocidos, llamas y alpacas,
no podrían vivir a alturas inferiores a las que hoy viven, es decir, entre los
2.000 y los 4.000 msnm. Incluso arriesga decir que las alpacas sufrirían de una
enfermedad en las patas, porque requieren de terrenos húmedos para vivir. Sin
embargo, hoy mismo podemos ver que en Perú se crían estos animales hasta en la
costa, a altitudes de 1.000 o menos. Cardoso (1954) sostiene que la altura
ideal para la llama es de 3.000 metros. Pero, si el guanaco puede vivir a nivel
del mar o poco más, como podemos atestiguar quienes lo hemos visto recorrer
nuestras planicies y elevaciones costeras, ¿por qué no podría la llama, siendo
la misma especie domesticada, aclimatarse a tales alturas? Está comprobado que
los mapuches habitantes de la Isla Mocha mantenían allí guanacos, a los que llevaban
desde el continente. Para hacer esto, necesariamente tendría que haber un grado
de domesticación de estos animales. Los análisis de ADN realizados a los huesos
encontrados indican una coincidencia con guanacos de la subespecie cacsiliensis
(nuestro guanaco nortino). ¿Qué tan similares son en su ADN con las llamas? Lo
desconozco, pero me atrevería a decir que no debe existir gran diferencia. Por
otra parte: ¿acaso no bajaban caravanas de cientos de llamas hasta nuestras
costas, con el comercio entre el altiplano y los pueblos del litoral?
Necesariamente las llamas tendrían que ser capaces de soportar las bajas
alturas, si transportaban carga hasta la misma costa sin morir en el camino.
Ahora, en cuanto a su aspecto, los diversos cronistas describen a la llama, al
guanaco y al chillihueque como distintos, y eso da pié a la suposición de que
es otro animal, sin embargo yo tengo una teoría diferente, basada precisamente
en el aspecto de estos animales, que muchas veces -y sobre todo en aquellos
tiempos- puede inducir a error. Para la
gran mayoría de los chilenos (y del mundo), una llama es un animal con lana
larga, de color blanquecino, café o negro, que incluso llega a cubrir su
cabeza, por lo que la diferencian a simple vista de un guanaco, animal que
tiene una lana corta y rojiza y es mucho más esbelto. Pero la realidad es que
no existe una sola llama, sino al menos dos: la llama Q’ara, que es
precisamente la que se ocupa para carga, que tiene lana corta y un aspecto que
recuerda al guanaco, y la llama Ch'aku, que es lanuda y
la que todos reconocemos como tal.
Yo sostengo que el chilihueque no es sino una llama q’ara, que para los
españoles, que poco sabían de auquénidos, tiene que haberles parecido en un
todo semejante a los guanacos y distinta de las llamas ch’aku. Por eso se
identifica al chilihueque como un animal de carga y trabajo, porque eso es lo
que es una llama q’ara, un animal criado selectivamente para transportar carga.
Para producir lana se crían selectivamente las llamas ch’aku, y así ha sido por
milenios, por eso subsisten hasta el día de hoy ambas razas.
Ciertamente el tener -o haber tenido- un animal diferente y único, propio sólo de nuestro país y al que habríamos perdido, es una idea atractiva y con cierto aire romántico, pero creo que debemos ser prácticos y reconocer que eso no es más que una ilusión.
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