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jueves, 18 de enero de 2024

ES UN CARANCHO PUES GANCHO

El carancho cordillerano, llamado también carancho andino, caracara montañero, tiuque andino, Allqamari (aymara), Huaraguau (quechua), Aqchi (quechua chanca), china linda (Perú) y matamico (Argentina) es una rapaz muy hermosa, conocida por la ciencia como Phalcoboenus megalopterus.



Es interesante consignar que los incas del Imperio lo conocían como Corequenque, palabra de la lengua puquina que significa allqamari de oro, y que lo tenían en tan alta estima, que usaban dos de sus plumas, una negra y otra blanca (a veces eran tres), en la mascaipacha, el tocado del Inca, como señal de su autoridad (el tocado es el equivalente a una corona).

Con una llamativa librea negra y blanca, esta ave es considerada todavía un augurio de buena suerte por el pueblo Aymara, que se alegra al ver uno en vuelo.

En nuestro país habita desde Arica hasta Colchagua, viviendo por lo general sobre los 2.000 y hasta los 5.000 msnm inclusive, aunque -como ocurre con otras especies- en nuestro siempre sorprendente norte es posible verlas a altitudes mucho más bajas, como el Tranque Sloman y Pedro de Valdivia, e incluso se tienen registros de su visita al litoral de la Comuna de Mejillones.

Aunque se le considera un ave tímida y reacia a la presencia humana, la verdad es que no lo es tanto, pudiendo observársele cerca de zonas pobladas. Suele andar solitario o en parejas, pero como su pariente el Traro, también puede formar pequeños grupos, especialmente para cazar.

Como todas las rapaces de las alturas cordilleranas, anida en depresiones de las rocas, en acantilados o grandes peñascos, donde pone de 2 a 3 huevos de color crema, profusamente manchados de rojo oscuro. El nido puede ser construido con muchas ramas, o bien con ninguna, al parecer dependiendo de la disponibilidad de éstas en la zona en que habite, y lo recubren dentro con guano seco y lana de camélidos. Su reproducción es en la primavera, entre los meses de octubre a diciembre.


Se alimenta de roedores, reptiles, aves, invertebrados (que se da maña para desenterrar) e incluso carroña, que en las alturas de la puna no duda en compartir -o sustraer- a los mismos cóndores, quienes parecen tener bastante paciencia ante su atrevimiento (según hemos podido ver personalmente). Es llamativo el hecho de que estas aves son capaces de voltear grandes piedras, para capturar sus presas, lo que pueden hacer incluso con ayuda de otros caranchos de su grupo.



Las imágenes nos fueron proporcionadas – En su minuto – por el Sr. Ricardo Martini, por lo cual esta publicación, va en su recuerdo y memoria.



¿Qué nos dice el señor Bichólogo, Don Rodrigo Castillo del Castillo y Castillo Tapia sobre esta hermosa avecilla?

 

Después de haber conocido algo de la historia natural del Phalcoboenus megalopterus, esa ave que muchos llaman carancho, sin que se sepa el por qué ni el origen de ese feo nombre, y otros llaman caracará, palabra de origen guaraní que hace referencia a la voz de estas aves, pero que nosotros preferiremos llamar Allqamari, pues es su nombre autóctono, nos parece bueno dar a conocer también algo de su historia antigua, esa que se conserva y transmite de generación a generación en los pueblos originarios de la puna.

Para los indígenas de la Sierra peruana (y probablemente para los nuestros, aunque no podemos asegurar que así sea), el Allqamari es un ave de buena fortuna. Antaño, se enseñaba a los niños a saludarlo cuando lo veían, y desearle suerte. Hacer esto proporcionaría no pocas alegrías.

Interactuar con él tiene significado, por ejemplo, si el Allqamari se presenta en el campo mientras se desterrona o siembra las papas (cultivo ancestral altiplánico), es una señal inequívoca de una buena cosecha, por lo que hay que trabajar con más entusiasmo y sembrar más.

Verlo comiendo significa prosperidad y si anda en pareja -sea volando o caminando- indica amor seguro, cariño eterno, por lo que puedes estar tranquilo con tu pareja, ya que todo está bien.

Si al amanecer lo encuentras mirando la salida del sol, es un buen augurio, pero no quieras verlo al ocaso mirando ponerse al sol, porque es mala señal.

Para los aymaras también tiene esta característica de ser un ave de buena fortuna, cosa que ya explicábamos en nuestra publicación anterior, y tienen además una leyenda sobre su origen.



La leyenda del Allqamari

Hace mucho, mucho tiempo atrás, en la lejana época en que los seres divinos podían convertirse en personas y animales, un joven poblador salió de su casa en el altiplano, para ir al pozo a buscar agua.

El pozo no estaba cerca, por lo que una vez lleno su cántaro debía caminar un buen trecho para regresar a su casa, y mientras caminaba en medio del silencio que hay en esas alturas, sintió unos pasos que lo seguían.

Asustado, se volteó a mirar, para encontrarse con una hermosa imilla que lo seguía de cerca. Ella, después de saludarlo, le pidió si podía darle agua, a lo que accedió de inmediato. La muchacha, después de haber saciado su sed, le dio las gracias, y le dijo que, en pago por su buena voluntad, le pidiera un deseo y ella se lo concedería.  Sin pensarlo mucho, y deslumbrado por su gracia y su belleza, el muchacho le dijo que su deseo era que se casaran y se quedara con él. La imilla le dijo que no, que eso no era posible, pues ella era la hija del Apu Illimani, quien tenía grandes poderes y no se lo permitiría.

Pero sí accedió a quedarse con él, pues le había agradado. Y así pasó el tiempo, compartiendo a diario, conversando de todo lo que sabían, riendo y divirtiéndose juntos, hasta un día en que ella le dijo que se había enamorada de él, lo que lo hizo muy feliz. Mas, con eso se acabó su felicidad, pues al día siguiente bajó del cielo un gran cóndor, enviado por el padre de la imilla, el Apu Illimani, para llevársela de regreso a su casa. El cóndor, sin más miramientos, la tomó entre sus garras y alzó el vuelo. 

El joven enamorado corrió en pos del cóndor, por los cerros, trepando y saltando en la dirección en que se alejaba, pero nada podía hacer, el cóndor se elevaba más y más y él ya había llegado a una cumbre y no podía subir más alto. Desesperado, agitando los brazos como si quisiera alcanzarla, cayó al vacío... y empezó a volar.

Se había convertido en un ave, en el Allqamari, y volando quiso alcanzar al cóndor, pero no pudo. Éste había llegado ya al Illimani, y no había manera de poder rescatar a su amada de las manos de su padre.

Por eso, todavía hoy, cuando los Allqamaris ven a un cóndor, vuelan tras él persiguiéndolo, reclamándole por haberse llevado a su amada. Y por eso los aymaras en el altiplano se alegran y descubren su cabeza al verlos volar, porque creen que es un símbolo de que sus propios propósitos se van a cumplir.



Notas:

Los Apus (Señores, en quechua) son divinidades andinas, asociadas generalmente a las montañas, los que se considera tienen influencia sobre la región a la que sus aguas abastecen. De esta manera, el Apu Illimani es el Señor o Divinidad del Volcán Illimani, cercano a La Paz, Bolivia.

Imilla: en aymara y quechua, muchacha, jovencita.


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