El carancho cordillerano, llamado también carancho andino, caracara montañero, tiuque andino, Allqamari (aymara), Huaraguau (quechua), Aqchi (quechua chanca), china linda (Perú) y matamico (Argentina) es una rapaz muy hermosa, conocida por la ciencia como Phalcoboenus megalopterus.
Es interesante consignar que los incas del Imperio lo
conocían como Corequenque, palabra de la lengua puquina que significa allqamari
de oro, y que lo tenían en tan alta estima, que usaban dos de sus plumas, una
negra y otra blanca (a veces eran tres), en la mascaipacha, el tocado del Inca,
como señal de su autoridad (el tocado es el equivalente a una corona).
Con una llamativa librea negra y blanca, esta ave es
considerada todavía un augurio de buena suerte por el pueblo Aymara, que se
alegra al ver uno en vuelo.
En nuestro país habita desde Arica hasta Colchagua, viviendo
por lo general sobre los 2.000 y hasta los 5.000 msnm inclusive, aunque -como
ocurre con otras especies- en nuestro siempre sorprendente norte es posible
verlas a altitudes mucho más bajas, como el Tranque Sloman y Pedro de Valdivia,
e incluso se tienen registros de su visita al litoral de la Comuna de
Mejillones.
Aunque se le considera un ave tímida y reacia a la presencia
humana, la verdad es que no lo es tanto, pudiendo observársele cerca de zonas
pobladas. Suele andar solitario o en parejas, pero como su pariente el Traro,
también puede formar pequeños grupos, especialmente para cazar.
Como todas las rapaces de las alturas cordilleranas, anida en
depresiones de las rocas, en acantilados o grandes peñascos, donde pone de 2 a
3 huevos de color crema, profusamente manchados de rojo oscuro. El nido puede
ser construido con muchas ramas, o bien con ninguna, al parecer dependiendo de
la disponibilidad de éstas en la zona en que habite, y lo recubren dentro con
guano seco y lana de camélidos. Su reproducción es en la primavera, entre los
meses de octubre a diciembre.
Se alimenta de roedores, reptiles, aves, invertebrados (que
se da maña para desenterrar) e incluso carroña, que en las alturas de la puna
no duda en compartir -o sustraer- a los mismos cóndores, quienes parecen tener
bastante paciencia ante su atrevimiento (según hemos podido ver personalmente).
Es llamativo el hecho de que estas aves son capaces de voltear grandes piedras,
para capturar sus presas, lo que pueden hacer incluso con ayuda de otros
caranchos de su grupo.
Las imágenes nos fueron proporcionadas – En su minuto – por el
Sr. Ricardo Martini, por lo cual esta publicación, va en su recuerdo y memoria.
¿Qué nos dice el señor Bichólogo, Don Rodrigo Castillo del
Castillo y Castillo Tapia sobre esta hermosa avecilla?
Después de haber conocido algo de la historia natural del
Phalcoboenus megalopterus, esa ave que muchos llaman carancho, sin que se sepa
el por qué ni el origen de ese feo nombre, y otros llaman caracará, palabra de
origen guaraní que hace referencia a la voz de estas aves, pero que nosotros
preferiremos llamar Allqamari, pues es su nombre autóctono, nos parece bueno
dar a conocer también algo de su historia antigua, esa que se conserva y
transmite de generación a generación en los pueblos originarios de la puna.
Para los indígenas de la Sierra peruana (y probablemente para
los nuestros, aunque no podemos asegurar que así sea), el Allqamari es un ave
de buena fortuna. Antaño, se enseñaba a los niños a saludarlo cuando lo veían,
y desearle suerte. Hacer esto proporcionaría no pocas alegrías.
Interactuar con él tiene significado, por ejemplo, si el
Allqamari se presenta en el campo mientras se desterrona o siembra las papas
(cultivo ancestral altiplánico), es una señal inequívoca de una buena cosecha,
por lo que hay que trabajar con más entusiasmo y sembrar más.
Verlo comiendo significa prosperidad y si anda en pareja -sea
volando o caminando- indica amor seguro, cariño eterno, por lo que puedes estar
tranquilo con tu pareja, ya que todo está bien.
Si al amanecer lo encuentras mirando la salida del sol, es un
buen augurio, pero no quieras verlo al ocaso mirando ponerse al sol, porque es
mala señal.
Para los aymaras también tiene esta característica de ser un
ave de buena fortuna, cosa que ya explicábamos en nuestra publicación anterior,
y tienen además una leyenda sobre su origen.
La leyenda del Allqamari
Hace mucho, mucho tiempo atrás, en la lejana época en que los
seres divinos podían convertirse en personas y animales, un joven poblador
salió de su casa en el altiplano, para ir al pozo a buscar agua.
El pozo no estaba cerca, por lo que una vez lleno su cántaro
debía caminar un buen trecho para regresar a su casa, y mientras caminaba en
medio del silencio que hay en esas alturas, sintió unos pasos que lo seguían.
Asustado, se volteó a mirar, para encontrarse con una hermosa
imilla que lo seguía de cerca. Ella, después de saludarlo, le pidió si podía
darle agua, a lo que accedió de inmediato. La muchacha, después de haber
saciado su sed, le dio las gracias, y le dijo que, en pago por su buena
voluntad, le pidiera un deseo y ella se lo concedería. Sin pensarlo mucho, y deslumbrado por su
gracia y su belleza, el muchacho le dijo que su deseo era que se casaran y se
quedara con él. La imilla le dijo que no, que eso no era posible, pues ella era
la hija del Apu Illimani, quien tenía grandes poderes y no se lo permitiría.
Pero sí accedió a quedarse con él, pues le había agradado. Y
así pasó el tiempo, compartiendo a diario, conversando de todo lo que sabían,
riendo y divirtiéndose juntos, hasta un día en que ella le dijo que se había
enamorada de él, lo que lo hizo muy feliz. Mas, con eso se acabó su felicidad,
pues al día siguiente bajó del cielo un gran cóndor, enviado por el padre de la
imilla, el Apu Illimani, para llevársela de regreso a su casa. El cóndor, sin
más miramientos, la tomó entre sus garras y alzó el vuelo.
El joven enamorado corrió en pos del cóndor, por los cerros,
trepando y saltando en la dirección en que se alejaba, pero nada podía hacer,
el cóndor se elevaba más y más y él ya había llegado a una cumbre y no podía
subir más alto. Desesperado, agitando los brazos como si quisiera alcanzarla,
cayó al vacío... y empezó a volar.
Se había convertido en un ave, en el Allqamari, y volando
quiso alcanzar al cóndor, pero no pudo. Éste había llegado ya al Illimani, y no
había manera de poder rescatar a su amada de las manos de su padre.
Por eso, todavía hoy, cuando los Allqamaris ven a un cóndor,
vuelan tras él persiguiéndolo, reclamándole por haberse llevado a su amada. Y
por eso los aymaras en el altiplano se alegran y descubren su cabeza al verlos
volar, porque creen que es un símbolo de que sus propios propósitos se van a
cumplir.
Notas:
Los Apus (Señores, en quechua) son divinidades andinas,
asociadas generalmente a las montañas, los que se considera tienen influencia
sobre la región a la que sus aguas abastecen. De esta manera, el Apu Illimani
es el Señor o Divinidad del Volcán Illimani, cercano a La Paz, Bolivia.
Imilla: en aymara y quechua, muchacha, jovencita.
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