Llegaron a estas tierras por miles y no fue por simple migración,
más bien fueron traídos, por aquí se quedaron y por estos parajes prosperaron.
Equus asinus, ése es el nombre científico del burro, el común
y silvestre burro que muchos hemos conocido de cerca, y no pocos en este país
no han visto jamás.
Pudiera parecernos, así a primera vista, que el burro es un
animalito inofensivo, con ese aire tristón que tiene. Pero nada más lejos de la
realidad, el burro no es inofensivo y hasta puede ser peligroso, cuando se cría
y vive en condiciones silvestres.
Debemos saber que en Chile poco se usa ya este animal de la
forma tradicional, es decir, para carga y trabajo. Cada vez quedan menos en los
pueblos y zonas rurales. Quien puede mantener un animal, prefiere un caballo,
que presta mejor servicio e imagen, porque obviamente un hombre se ve mejor
sobre un caballo que sobre un humilde jumento.
Pero esto no quiere decir que estén desapareciendo por completo, no. Sigue habiendo burros, principalmente en las cuatro regiones del norte, donde se han establecido poblaciones de burros ferales, y también rebaños que -teniendo dueños- son dejados en libertad de moverse a su antojo. Tiene fuerte presencia, nos dicen las escasas estadísticas, en el altiplano de Tarapacá, donde habitan no menos de 1600 asnos ferales, que -por lo demás- causan bastante perjuicio, tanto a los cultivos de las comunidades indígenas, como al medio ambiente mismo.
Un mayor impacto estaría causando en Atacama, donde hay más de 5.000 de ellos.
Y decimos que causan daño al medio ambiente porque, si bien
no compiten directamente con vicuñas y guanacos, ya que ocupan distintos nichos
para vivir y alimentarse, sí impactan severamente en la vegetación y el suelo.
Se desconoce, por otra parte, de qué manera puedan afectar a la de por sí
escasa población sobreviviente de tarucas, el huemul del norte, en Tarapacá.
Los burros tienen una alimentación muy generalista, pudiendo
comer casi cualquier cosa, de manera que a falta de algo mejor pueden comer
incluso cactus. Además, a diferencia de vicuñas y guanacos, es derrochador al
alimentarse, pudiendo arrancar una planta sólo para comerse un par de ramas, dejando
morir el resto. Hay evidencias de que en
Atacama están causando un severo impacto en plantas y cactáceas que están en
vías de extinción, por lo que el Ministerio del Medio Ambiente lo clasificó
como especie dañina, ya en 2015. No obstante, la Ley de caza aún no los define
como tales, lo que autorizaría que se les pueda cazar como una forma de
controlar su población.
¿Y cuál es la situación en nuestra Región?
No se sabe, ya que no hay estudios al respecto. Sin embargo,
es innegable que están presentes. Según cierta publicación gubernamental, hay
presencia de burros en Morro Moreno, La Portada y La Chimba. Sabemos que esto
no es así, que esa información es demasiado antigua para ser considerada como
cierta. Pero también sabemos que hay poblaciones de burros en la Región de
Antofagasta, porque las hemos visto en innumerables ocasiones. Las más de las
veces se trata de animales que se crían solitarios, sin intervención del ser
humano. En otras, hemos observado que les proveen de agua, pero los mantienen
en libertad para que se alimenten por sí mismos. Y es esto lo que nos preocupa,
porque ¿dónde pueden sobrevivir burros en nuestra región? Simple, en los pocos
lugares en que hay vegetación, vegetación que en su mayoría es endémica y está
en riesgo.
Obviamente, si ni siquiera hay un estudio poblacional, mucho
menos habrá uno que registre el impacto que estos animales producen en los
oasis de niebla en que habitan, en nuestra costa. Honestamente, no los he visto
en nuestro altiplano, aunque hay registros fotográficos que los sitúan en la
laguna Cejar y otros sectores de San Pedro de Atacama. Sí se pueden ver con
facilidad en las cercanías del Parque Pan de Azúcar, en la zona de Taltal y
-sin falta- en Paposo.
El burro es un animal que tiene buena imagen, hasta se ven
tiernos y dulces cuando son pequeños, pero es innegable que tienen un afecto
negativo en los ambientes en que vive, como es innegable que es una especie
exótica invasora. Y aunque hasta ahora no se le está considerando como especie
dañina en la Ley de Caza, a nuestro juicio debería estarlo. Además, quien tenga
burros debería mantenerlos en forma responsable, y no dejarlos a su libre
albedrío, ya que eso es una forma típica de eludir responsabilidades: si el
burro no causa problemas, es mío, si llegara a causarlos y debo asumir
responsabilidad, entonces no lo es.
Y ojo, para quienes gustan de fotografiarse con animales y
tomarse selfis cerca de ellos: 𝐞𝐥 𝐛𝐮𝐫𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐢𝐧𝐨𝐟𝐞𝐧𝐬𝐢𝐯𝐨, sobre todo cuando son ferales o
viven en completa libertad, los machos pueden ser bastante agresivos, si
sienten que se están acercando mucho a sus hembras o crías. No sólo pueden
patear, sino también morder fuertemente con graves consecuencias. De hecho, en
España se utiliza a los burros para cuidar los rebaños de ovejas, pues se
enfrenta sin dudar a los mismos lobos, a los que puede incluso matar.
No es exagerado, pues, tomar precauciones y evitar acercarse demasiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario