Antofagasta desde el ayer y desde las alturas
A nosotros, especialmente a mi persona, me
gusta 1879, pero más me agrada 1866 por un tema de justicia histórica. A
algunos, ni siquiera le gusta la historia, pero en honor a mi abuela, que no se
rindió jamás carajo. Ella siempre decía. Si es lo que ves, es lo que hay.
Pues. Hay recorridos que nos resultan extensos
y agotadores, pero son muy entretenidos y digo entretenidos porque nos llevan
por espacios desconocidos y nos permiten hablar sobre los inicios de nuestra
ciudad, de la llamada Peña Blanca y/o La Chimba. Han de saber que, por estos
parajes se establecieron las primeras faenas mineras de nuestra zona y sus
vestigios están doquier.
Ahora bien. Antofagasta cuenta con dos símbolos representativos, uno heredado por la naturaleza, La Portada y otro por los primeros antofagastinos, El Ancla invertida.
Acceder al símbolo de Antofagasta, al Ancla
histórica, ya amerita un cierto esfuerzo de nuestra parte. Hay que seguir las
grietas del cerro y bordear los abismos, que son muchos, pero el paisaje bien
vale la pena. De allí continuamos por los caminos vecinales, caminos mineros en
más de las veces y de cuando en vez nos apersonamos por alguno que otro mirador
de altura para recién, en el km 7 de nuestra caminata, comenzar con la emoción
y la adrenalina, con los serpenteantes senderos de bordes, con las grietas, los
saltos y los muros. Desde aquel momento, todo paso debe ser dado con seguridad
y extremar las precauciones. La roca - en todo este lugar - es frágil, insegura,
quebradiza y en cada cierto trecho asoman algunas plantas que llevan a pensar,
a algunos, de que viven si todo es tan árido por estas alturas. Son flores
maravillosas, especies únicas, adaptadas a estas condiciones.
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