“Y tan mansita que la han de ver”
Es lo que he escuchado en todos estos años, tiempo en el que hemos
disfrutado de su presencia, más bien de la aparente cercanía de este hermoso
animal. Y no, no es mansa como se piensa, tiene su carácter y más aún en época
de celo y de crías.
Ya lo saben, de lejitos también salen las fotos.
Sobre esta Beata nos dice Don Rodrigo Castillo del Castillo y
Castillo Tapia, el señor Bichólogo pue´h.
La vicuña, Vicugna vicugna, es el camélido más pequeño del
mundo, y habita en el altiplano de Perú, Bolivia, Chile y Argentina, siendo en
el territorio peruano donde es más abundante. En Chile, dado lo reducido de la
zona que ocupan, no son muy numerosas. Existen dos subespecies de la vicuña, la
del norte o peruana, Vicugna vicugna mensalis, y la austral o sureña, Vicugna
vicugna vicugna. En el Perú sólo habita la ssp. mensalis y en Argentina sólo la
ssp. sureña, en tanto en Chile y Bolivia se encuentran ambas especies,
incluyendo una zona de encuentro, en la que se mezclan ambas, produciendo
híbridos que comparten características de las dos subespecies. Básicamente, la
peruana es de color más oscuro y rojizo, y lleva abundante lana blanca en el
pecho, cosa que no ocurre con la austral, ya que carece de ella y además es de
color más claro, con parte del costado de color blanco.
En aymara y quechua se les llamaba wikuña (quechua wik'uña),
que no es exactamente un nombre para el animal, sino que significa salvaje;
asimismo se usaba para nombrarlas el término wari wikuña, que significa animal
salvaje; también k'itha y puruma, animal que no tiene pastor; y, finalmente,
sallqa, sallaya y sayrakha, que significan -todos ellos- animal salvaje, sin
dueño.
Estas palabras, que no son específicamente nombres propios,
se usaban para señalar a vicuñas y guanacos, indistintamente. Los
conquistadores españoles, sin entender esto, asumieron wikuña como el nombre
del animal, y le llamaron vicuña.
La vicuña era un animal de importancia desde antes del
imperio incaico, pero es durante éste que alcanza su apogeo, ya que su lana
sólo podía ser aprovechada por el inca y su corte. Dado que no es posible
domesticarla para obtener su lana, se realizaban cacerías denominadas chaku (o
chaccu), que consistían en rodear las vicuñas conduciéndolas a un corral, para
luego proceder a esquilarlas. Esta esquila exceptuaba a las hembras preñadas o
amamantando, y sólo afectaba a los especímenes que tuvieran la lana de más de 4
cm de largo. Una vez esquilados los animales se liberaban de inmediato, para
que volvieran a sus pasturas, sin que hubieran sufrido más daño que el susto de
ser rodeados y encerrados. Esta captura y esquilado se realizaban anualmente,
considerándose una actividad ritual, que a día de hoy aún se realiza en el Perú
y que, pese al stress a que se someten los animales, es la mejor manera de
obtener su lana, ya que el mantenerlas encerradas todo el año, aún en terrenos
muy amplios, tiene efectos mucho más negativos.
Lamentablemente para los países donde este hermoso animal es
nativo, ya existen grandes rebaños en el extranjero, sobre todo en EEUU, que de
por sí tiene una abundancia mayor que Argentina y Chile, y se estima que en
unas décadas tendrá mayor población que los cuatro países juntos, ya que si
bien en un principio se aseguró que se importaban como mascotas, lo cierto es
que hoy se les está criando para aprovechar su lana, afectando así a quienes
deberían ser los únicos que la produzcan: los pueblos que ancestralmente lo
hicieron.
Rodrigo Castillo Tapia
Para saber más:
Manual de la Vicuña
Historia Natural de la Vicuña
https://www.researchgate.net/publication/292699799_Historia_natural_de_la_vicuna
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