Entre relámpagos, truenos y lluvia.
No fue tanto,
dirán algunos, y sí, no fue mucho, tan solo la sorpresa y los temores basados
en historias pasadas.
Saludos
tengan, estimadas amigas y amigos. Este domingo 07 de septiembre del año 2025
nos fuimos a caminar por la cordillera costera de nuestra comuna –la de
Antofagasta, Chile– con la misión de poder ver el estado actual de la flora en
las altas cumbres y por sus quebradas anexas. Era evidente que lo haríamos; ya
estamos muy cerca de la primavera y era menester corroborar cuánta agua había
caído por dichos lugares y si era factible el contar con floraciones este año,
algo poco en virtud de la supuesta agua caída, según los indicadores, pero
floraciones, al fin y al cabo.
Pues bien.
Esta parte del territorio –la que visitamos hoy– nos recibió con cielos
cubiertos (nubes altas) y el acostumbrado frío matutino, un día relativamente
grato para las actividades en la naturaleza. Al poco andar, la camanchaca se
hizo presente y comenzó a adentrarse rápidamente por los farellones costeros y,
en muy pocos minutos, cubrió todo el terreno, dificultando nuestro avance por
falta de visibilidad. El grupo tuvo que compactarse —para evitar las
desorientaciones— y, como no era factible el avanzar por sectores de abismos,
nos internamos muy adentro de la cordillera costera en busca de territorios más
seguros para el descenso.
Ya en la
cumbre del cerro mayor, aquel que se ubica en el extremo norte de la ciudad, la
naturaleza nos dio los primeros atisbos de mal tiempo. En dicho lugar no solo
disminuyó la visibilidad por efecto de la camanchaca, también comenzó a llover,
en ocasiones de manera tenue, en otras con grandes goterones, y la prudencia
nos indicó que debíamos salir de las quebradas y volver a casa.
Apenas
transcurrió algo más de tiempo, ya en casa, y cercanos a las 17.00 horas
comenzaron los relámpagos y los truenos que fueron visibles a simple vista.
Dicho fenómeno se advirtió para el lado norte y centro de la cordillera
costera, a espaldas de la ciudad, y la lluvia se dejó caer intensamente. En
nuestra mente se viene la idea de que este fenómeno será de cuidado y que
podría causar mucho daño en la población. A los pocos minutos de iniciado el
evento, se acaban los truenos, los relámpagos y la lluvia. Este fenómeno
climático duró la nada misma, pero no deja de sorprendernos aquello de haber
vivido un fenómeno que nos resulta extraño, no tan habitual para nuestra ciudad
(incluidas las lluvias).
Concluyendo:
En nuestro
recorrido observamos una gran variedad de flora que recién comienza a despertar
de su letargo.
Las tetragonias y las nolanas ya reverdecen, los chañarcillos comienzan a mostrar
sus brotes, el Zapallito cimarrón, especie que solo asoma cuando hay
precipitaciones, prospera por algunas quebradas y las Cistanthes (patas de
guanaco) junto a los hermosos lirios del desierto ya comienzan a emerger.
Quizás esta breve lluvia de domingo permitirá la germinación de más especies y
en mayor número. Hablamos de cristarias, narcisos, oxalis, etc.
Eso recién se
verá en un par de semanas más.
















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