Un verde espejismo en el desierto
Todas las oficinas salitreras que hemos visitado contaron con
árboles, ya sea por su sombra o simplemente por la nostalgia de algunos por
tierras lejanas, en la actualidad solo es dable encontrar los restos de
aquellos. Es por esto que se resalta y se agradece la presencia de este
colosal árbol el cual brinda sombra y cobijo a más de alguna especie del
desierto.
Es - sin duda alguna - un Pimiento (Schinus molle L.) Un
enorme Pimiento y es muy probable que alguien lo plantase en el lugar puesto
que se dio la afanosa tarea de que tuviese el agua suficiente para prosperar.
Este solitario gigante que actualmente crece en el desierto más árido del
planeta y en sectores en donde nada vive sin ayuda, nos llama la atención,
puesto que parece un irónico espejismo que se yergue en la monotonía de las
pampa calichera muy cercano a la Ex Oficina Salitrera Pedro de Valdivia. Pero
no es extraño el encontrarnos con este árbol en nuestro norte, árbol que se
mantiene por siempre verde, cuya copa es densa y puede alcanzar una altura de
hasta 25 metros, con un tronco que puede llegar a medir 1,5 metros de diámetro.
Los estudios sobre su distribución dicen que se encuentra de
manera relativamente natural entre las provincias de Arica y Santiago, aunque
se ha extendido más al sur mediante el cultivo como árbol ornamental. Crece en
una amplia variedad de ambientes, siendo muy resistente a la sequía y a los
suelos salinos, desde el nivel del mar hasta los 3.500 metros de altitud. Su distribución se habría extendido mediante
cultivo y asilvestramiento, y actualmente se encuentra en Norteamérica, el
Caribe, América Central, África oriental, Medio Oriente, Israel y la zona
mediterránea de Europa.
No tiene problemas de conservación y su carácter autóctono en
Chile es discutido. Su cultivo en la
zona norte proviene de tiempos prehispánicos.
Por su fácil y económica propagación se utiliza con
frecuencia como árbol urbano y en bordes de carreteras, donde destaca por la
resistencia a la contaminación y escasa demanda de riego. Con los frutos fermentados se prepara chicha,
miel de molle y vinagre. Sin embargo, no deben ser consumidos crudos al ser
tóxicos. Las hojas y frutos tienen
propiedades insecticidas. Por ello, en la zona norte es común encontrar ramitas
de pimiento en la entrada de las casas para espantar los mosquitos.
Se le conoce como: Pimiento, pimiento boliviano, pimentero,
falsa pimienta, molle, molli, aguaribay, huaribay, cuyash, kullakz, anacahuita
o pirul.
¿Qué nos dice Don Andrés Sabella Gálvez sobre el Pimiento?
ALABANZA DEL PIMIENTO
¿Que nutre sus raíces que no temen avanzar hacia las entrañas
de las piedras?
El pimiento no es un árbol. Para crecer, generoso y solo, en
la desgarradora infelicidad de la pampa, se precisa haber sido, antes que
árbol, un minero: el pimiento es un minero que se convirtió, en proceso de
sangre y de fortuna, en un árbol extraño, de pie más allá de toda flora, como
pariente aventurero y solitario.
Es un minero que se quedó, repentinamente,
preso en sus alucinaciones y que varió su cabeza de áureas fantasías por un
ramaje duro y verdoso, como cabellera de dios de pantomima; y que permutó sus
manos por una fragancia que recuerda no se sabe qué bosques olvidados en el
tiempo; y que dio a sus piernas destino diferente, de anclas de la soledad: las
piernas de este minero son alimentadas por secretos jugos que le permiten
alzarse, sin claudicar jamás, en mitad del desierto.
Allí, verdea el pimiento,
como un padre de soles. Pastor de la distancia. Todo es plano y seco. Sólo él
rompe las horizontales de la monotonía con su actitud de anacoreta, con su
cuerpo de penitente, inmóvil y plácido.
Se le ve desde lejos. Y uno,
súbitamente, no podría asegurar que esa sombra que se yergue remota sea un
árbol, o un ser que decidió su suerte en amor de brasas y espejismos.
El
pimiento es un minero. Sí: un minero que, fatigado de explorar, decidió catear
la soledad celeste que en la pampa parece tan próxima. . . Dejó que el viento
le robara su mula; que sus alforjas fueran llevadas por los cateadores
fantasmas que, en las noches, varían las huellas y derraman las cantimploras,
vengando sus malandanzas; y se arrodilló en medio del desierto, y el desierto,
poco a poco, obtuvo de él un árbol; el único capaz de florecer en aquella cuna
del tormento.
Sus raíces se hunden valientes en la piedra ¡minero, al fin!
Y su aroma no es sino un ardid del transfigurado para descubrir, un día. La
veta del cielo.
Imperturbable al calor y frio extremo del desierto, los
fuertes vientos no lo abaten, solo el tiempo y el hombre pueden acabar con su
vida.
Una canción que conocemos y habla del Pimiento rojo del Norte. En la voz de Victor Jara.
El Pimiento. Victor Jara
Novela Norte Grande.
Árboles Nativos de Chile.
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