Hará unos pocos
días atrás, salió una información que causó alguno que otro revuelo en las
redes sociales, el lugar en donde se encuentra emplazada la reconocida animita
de Evaristo Montt era presa de las llamas. El clamor popular no se hizo esperar
y mientras la gran mayoría acusaba la intervención desquiciada de terceros,
otros – los más cautos – aseguraban que el fuego era producto de la gran
acumulación de cera de las velas del lugar. Pero ¿quién era este personaje que
cada cierto tiempo asoma en las noticias locales, regionales e inclusive a
nivel nacional?
Animita de Evaristo Montt
Para comenzar
nuestra historia han de saber que, la animita de Evaristo es una de las
animitas más grandes de Chile y está ubicada aquí, en Antofagasta, específicamente
en la calle Pedro de Valdivia cercana a la intersección de la calle Montevideo,
en un antiguo tramo de muro que se conserva casi exclusivamente por la
presencia del culto popular allí establecido. Su presencia salta inmediatamente
a la vista por la gran cantidad de velas y de placas que nos indica que, en ese
sitio, hay una antigua, constante y profunda devoción.
Fuego en el lugar de la animita
Este personaje –
motivo de culto – es Evaristo Montt quién, “a pesar de los abolengos políticos
del apellido en su época” (Cita textual), era un sencillo cuidador y sereno del
servicio de trenes del Ferrocarril Antofagasta-Bolivia (FCAB) y realizaba labores
de rondín. Sin embargo, otras referencias dicen que su labor de sereno o
farolero no era en este punto exacto del recinto donde tuvo lugar su muerte,
sino que, justo se encontraba transitando por este sector cuando sucedió la
tragedia, para su desgracia final.
Pero vamos a conocer la
historia de Evaristo según “Oreste Plath”
Oreste Plath
Evaristo Montt
En la madrugada
del 16 de julio de 1924, en la Estación Norte de la Empresa de Ferrocarriles de
Antofagasta a Bolivia, se encontraba listo para salir al interior un tren
conductor de petróleo con destino a las oficinas salitreras. Poco antes del
viaje hizo explosión el caldero de la locomotora, matando al maquinista Juan E.
Cáceres, de 40 años, casado, con hijos, al fogonero Eulicio Ramírez, de 45
años, casado con hijos, al sereno José Evaristo Montt, de 36 años, casado con
cinco hijos, y quedando herido Claudio Chacana, cambiador, de 46 años, con
contusiones, quien murió poco después.
Imagen de Evaristo Montt
El sereno José
Evaristo Montt Monsálvez llegaba al sitio donde se encontraba la locomotora,
para transmitir al maquinista Cáceres la orden de partida del tren, cuando
estalló el caldero. La detonación se sintió en toda la ciudad y causó alarma en
el vecindario. Muchas personas salieron a las calles para inquirir informaciones
y luego se supo la tremenda desgracia. Restos humanos y trozos de fierro de la
locomotora fueron encontrados a 2000 metros de distancia del punto donde se
produjo la explosión. Pudo haber sido mayor la catástrofe si se incendian los
numerosos estanques llenos de petróleo. Como era de suponerlo, la muerte de
estos meritorios obreros llenó de dolor a todos los ferroviarios.
Reunida la
Unión Ferroviaria, a la cual pertenecían las tres víctimas, tomó los acuerdos
de paralizar totalmente las faenas del tren de Antofagasta a Bolivia, en señal
de protesta y de duelo por la muerte de sus hermanos. Se acordó el envío de
telegramas, dando cuenta de "esta determinación de obreros y empleados, a
todas las secciones de la Pampa y de Mejillones, para que procediera al paro.
Con el objeto de rendir un solemne homenaje a las víctimas, sus restos fueron
trasladados al local del Teatro Obrero, donde se le erigió una capilla
ardiente. Se invitó por medio de la
prensa a todas las instituciones de asalariados a acompañar los restos y a
suspender sus faenas, a media tarde, como una bien entendida solidaridad
proletaria. Los funerales fueron imponentes por la masiva concurrencia que
acompañó a los caídos.
Parte de Muerte de Evaristo Montt
Indicador de entrada a la morgue de Evaristo Montt
Animita
Este accidente
impactó en forma especial, pues se dijo que el cuerpo de Evaristo Montt voló
por los aires, cruzando la reja del edificio de la Estación, y que la cabeza
cayó a muchos metros de la explosión. Este lugar habría sido la esquina de
Valdivia con Montevideo, donde se levantaría un altar popular. Una larga
muralla sería la base y sustentación de placas, que comienzan a adherirse.
Algunos de estos exvotos, breves notas, son una manera humana, llamativa,
espontánea de decir, de pedir lo íntimo. Los devotos, se identifican en estas
placas y otros colocan únicamente sus iniciales. Este muro de los lamentos y de
los agradecimientos negrea con el humo de miles de velas que lloran su lágrima
día y noche. Velas que al derretirse forman manchones líquidos, volviendo al
suelo imposible de pisar. Al caer la tarde tiene mucha concurrencia y el sector
es una luminaria, que polariza la atención. Casetas y templetes enfilan uno al
lado del otro formando calles, una población, la de la "Animita"
Evaristo Montt. Esta es, tal vez, la de mayor veneración en Antofagasta, por la
extensión que ocupa su altar. El pueblo siente cercanos a los muertos trágicos.
A ellos se acerca, se detiene como un descanso, como pausa de respeto y fe. Las
características de esta tragedia, la muerte de este hombre tiene repercusión en
el espíritu del pueblo.
Este suceso conmovedor tiene su expresión cristiana en
esta "Animita".
En uno de estos nichos se encontrarían Evaristo y los dos trágicos acompañantes
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