Antofagasta es considerada, desde siempre, la tierra de la riqueza infinita pero, durante mucho tiempo solo fue desolación (despoblado), un espacio carente de todo y muy especialmente del más vital de los elementos - el agua - y como reza el dicho: “Sin agua no hay posibilidades de vida” y todo podría haber sido muy distinto - en nuestros inicios - si no hubiese sido por las muchas sorpresas que este desierto nos brindó para su conquista, fue allí donde la existencia de las aguadas costeras constituyeron una invaluable fuente de agua que, permitió la subsistencia de los primeros habitantes y de los primeros colonizadores. No obstante, a medida que la población aumentaba, debieron buscar nuevas soluciones, aplicando nuevas tecnologías, especialmente de las resacadoras lo que permitió abastecerse directamente del mar.
¿Qué pasó entonces con estas aguadas costeras? El tiempo y la
modernidad permitieron que se fueran perdiendo sus huellas y le restaron total importancia
hasta quedar en el olvido. Más, antiguos escritos nos permiten traer al
presente estos lugares y esta es la oportunidad de mostrar algunas de ellas
para el conocimiento y deleite de ustedes. Sean entonces bienvenidos a nuestra
búsqueda. A las Aguadas de Antofagasta y en esta oportunidad nos vamos a las
aguadas de Cobija.
Cobija es en la actualidad una caleta pesquera perteneciente
a la comuna de Tocopilla, Región de Antofagasta (Chile). Se ubica en las costas
del océano Pacífico, entre las ciudades de Tocopilla y Antofagasta.
Fue fundada en 1825 a instancias de Simón Bolívar con el
nombre de Puerto La Mar (o Lamar), y fue un puerto boliviano hasta su ocupación
por tropas chilenas en marzo (21) de 1879 en el marco de la Guerra del Pacífico
o del Salitre. Fue la capital del departamento boliviano del Litoral hasta
1875.
En cuanto a su historia contemporánea, la cual no es de
nuestro interés en esta oportunidad, nos dice:
Simón Bolívar se propuso crear un puerto para el
recientemente organizado estado boliviano. En un principio se pensó en el
puerto de Arica; sin embargo, fracasadas las conversaciones con el Perú para la
cesión de este, el gobierno boliviano comisionó al coronel Francisco Burdett
O'Connor, quien eligió el puerto de Cobija (antiguo asentamiento chango). Hemos
de agregar como minucia histórica que, el primer asentamiento en el lugar
databa de 1578, cuando funcionó como puerto de cabotaje para Charcas.
A instancias y reclamos del gobierno chileno, el estado
boliviano lo decretó puerto nacional el 25 de diciembre de 1825. Finalmente,
fue entregado al Estado boliviano, en concesión, nombrándolo La Mar, en
"justa recompensa al mérito contraído por el gran Mariscal don José de
La Mar, vencedor en Ayacucho" según reza el decreto de su habilitación.
Ahora bien, Cual o cuales serían las ventajas de Cobija para
haber establecido un puerto en estas latitudes, nos referimos al litoral
hiperárido de Antofagasta, en un espacio carente de recursos y sin la presencia
de desembocaduras de ríos, salvo el Loa, muy distante.
Pues bien, el más importante de todos ellos, la presencia de aguadas además de:
a) Ser un lugar seguro y protegido para la recalada de los
navíos;
b) Contar con algo de recursos. Abundante pesca,
especialmente del congrio y del tollo in situ, que era convertida por los
indígenas locales en charqui de pecado y exportado a las provincias interiores
con el nombre de "charquecillo" (Potosí, Sucre, Lipes);
c) La presencia de pastos en los altos de los cerros
comarcanos, por espacio de varios meses, gracias a la camanchaca costera, entre
los meses de Julio y diciembre, lo que permitía el talaje de animales, como
burros y mulas;
d) La existencia de
una bien traficada vía de comunicación prehispánica con el interior, a través
de paskanas y tambos que permitían el acceso a las poblaciones ribereñas del
Loa (Calama, Chiuchiu,) y del altiplano de Lipes.
Condiciones que no se daban en ninguna otra parte de esta
extensa franja litoral norte y que favorecieron el asentamiento humano
pretérito y reciente.
Sobre el tema que nos convoca, las aguadas:
Dice la historia que, en 1829 el ministro del Interior del
Presidente Santa Cruz asumió como su principal responsabilidad entregar
suficiente agua potable a la población establecida en Cobija, ante lo cual, se
hizo muy necesario ubicar aguadas. Esta orden dio resultados positivos y en
noviembre de ese año, el gobernador Gaspar Aramayo informó de la existencia de
cuatro de ellas. Luego, transcurrido un mes, orgullosamente dio cuenta del
nuevo descubrimiento de otros cuatro surgimientos de agua, uno de ellos
ubicados en el centro mismo de Cobija.
En suma, al término de ese año, sumando las existentes,
Cobija contaba con diez aguadas. Santa Cruz, en alerta de las dificultades que
surgían en Cobija por su creciente desarrollo como puerto y entendiendo que se
dependía de un adecuado abastecimiento de agua, dictó el 30 de diciembre de
1830, un decreto para resolver el problema: “habiendo observado —proclamó la
disposición— que las playas de Cobija no carecen de aguadas y que ellas se
encuentran en todas direcciones decreto que:
Primero. Se autoriza al gobernador de El Litoral para comprar
dos taladros artesianos, como el que tiene en el puerto, los que se utilizarán
en perforar la tierra hasta conseguir las aguadas abundantes, en beneficio de
la población.
Segundo. Se ha autorizado para perfeccionar y adelantar las
aguadas existentes y particularmente la de Las Cañas, estableciéndose en ella
grandes depósitos y estanques que contribuyan a la comodidad de la población”.
El decreto produjo sus frutos. Se trabajó fuertemente en las
aguadas Algarrobo y Las Cañas.
En la primera las obras costaron 4.000 pesos. Si bien era una
de las más importantes, el caudal que entregaba no era constante.
Según datos:
Febrero de 1833: produjo 5 barriles diarios
Abril de 1833: produjo 7 barriles diarios
Junio de 1833: produjo 12 a 13 barriles diarios
Agosto de 1833: produjo 15 barriles diarios
¿A cuantos litros de agua equivale un barril? En las reseñas
históricas no hay mención, pero ha de corresponder a unos 120-160 litros
aproximadamente
Esta agua se distribuía mediante los aguadores que iban por
la ciudad vendiendo esta agua en toneles montados sobre burros, y a veces,
sobre llamas o alpacas.
Los arreglos en la aguada Las Cañas tuvieron un costo menor
de 3.000 pesos y producía más que la de Algarrobo. En el mes de julio, producía
en su depósito más grande 100 barriles diarios y en el más pequeño 50. Pero la
lluvia aumentaba su capacidad. En agosto llegaba a 500 diariamente.
Las aguadas tenían un depósito mayor y otro menor. Eran
construidos de madera, pero forrados interiormente con plomo a fin de evitar la
fuga de agua. La aguada descubierta en el centro de la población también fue
arreglada. La cifra fue de 300 pesos, lo que se explica por qué recibió la
colaboración de mano de obra, entregada por los soldados de la Brigada de
Artillería.
El aporte de esta aguada era tal que se la comparaba con la
de Las Cañas. Igual que las otras estaba formadas por un receptáculo de madera
forrado con plomo. Tanto la fuente como el depósito estaban encerradas en una
especie de cajón de sólidas paredes, para evitar que el agua se ensuciara con
el polvo arrastrado por el viento.
El avance de Cobija
La Guerra contra la Confederación Perú boliviana (1836-1839)
decidió la caída de Andrés de Santa Cruz, el “hacedor de Cobija”. Sin embargo,
el ascenso de José Miguel Velasco (1839-1841) no debilitó la preocupación por
el puerto. Al asumir el cargo, pidió al gobernador de El Litoral que le
sugirieran cuáles eran los problemas más agudos. La respuesta fue que era
urgente reparar las aguadas, entre otros asuntos. Respecto a las aguadas se
respondió: “es una verdad que el principio vital de la existencia de Cobija no
será sólo la conservación de las aguas… sino la seguridad consistente en los
depósitos para que la distribución de aquello sea muy exacta. Hay quejas porque
las fuentes se encontraban ruinosas”. Finalmente se insistía en la necesidad de
descubrir nuevas surgencias de agua. Más
tarde, Cobija solucionaría el problema de agua con la instalación de máquinas
condensadoras.
Sobre su antigua población indígena. de changos y
camanchacas.
Cobija fue un reducto de numerosas familias de indígenas
pescadores y uno de los poquísimos "puertos" del extremo norte de
Chile, junto a Iquique y Pisagua, que, juntos, tienen el raro privilegio de
contar con información muy temprana (fines del siglo XVI). por ser sitios de
recalada casi forzosa. Ya el Factor de Potosí Juan Lozano Machuca en 1580 se refiere explícitamente a este
lugar, nombrándolo como el "puerto de Atacama" ubicado en “la
ensenada de Atacama". Y señala que por esas fechas había unos 400 “uros
pescadores" morando en sus contornos. Seguramente tal población se
extendía por una extensa franja litoral incluyendo Cobija, Chacaya, Gatico y
Punta Guasilla y otros sitios próximos.
La primera referencia clara a Cobija como el "puerto de
Atacama".
Lozano Machuca señala en su: "Descripción de Cobija”
hacia 1580.
"... se podrían poner estos indios de Atacama en la
Corona real y reducirse a uno o dos pueblos, que serán hasta dos mil indios:
demás del tributo que darían a Su Majestad, se podrían labrar muchas minas de
cobre que hay en aquella comarca, en especial en el mismo puerto de Atacama, a la lengua del agua y partes donde
con cinceles se podrá cortar el cobre fino como V. Excelencia lo verá por la
muestra que lleva Diego Enríquez...".
"En la ensenada de Atacama que es donde está el puerto
hay cuatrocientos indios pescadores uros que no son bautizados ni reducidos ni
sirven a nadie, aunque a los caciques de Atacama dan pescado en señal de
reconocimiento. Es gente muy bruta, no siembran ni cogen y susténtanse de solo
pescado y están junto a esta veta de cobre, y así con estos indios y los
atacamas se podría labrar esta veta y sería de gran provecho a su Majestad por
estar tan junto al puerto y poderse llevar cobre por todo el reino y a España
por el estrecho. [de Magallanes]... Será esta ensenada de 20 leguas...".
Un pueblo de 50 ranchos de cueros de lobos marinos.
En la fecha antedicha (1580), los changos pobladores de
Cobija no han sido aún evangelizados. Es
probable que para esta tan antigua fecha, ni siquiera haya existido una capilla
y menos una iglesia en Chiuchiu o "Atacama la Baja", desde donde
posteriormente bajarán de tanto en tanto sacerdotes a Cobija a bautizar y
evangelizar a los residentes indígenas. Las primeras referencias a visitas
pastorales de sacerdotes a Cobija datan del año 1641, si bien existen indicios
de que su población indígena ya fue visitada esporádicamente desde fines del
siglo XVI. Cuando bastante más tarde, el ingeniero militar francés
Amédée-François Frézier visita el lugar en junio del año 1712, cita
expresamente haber visto la presencia de 50 ranchos de indígenas en la bahía de
Cobija. Así lo señala Vicente Cañete y
Domínguez, Gobernador Interino de Potosí, en su descripción del Puerto de Santa
Magdalena de Cobija en 1787, al aportar nuevos y valiosos antecedentes sobre el
modo de vida de estos pescadores recolectores.
La declinación demográfica y desaparición de los changos.
132 años después del relato de Lozano Machuca (1712), aún
viven en Cobija y sus alrededores al menos unos 200 a 220 changos pescadores de
acuerdo con el recuento de viviendas indígenas que nos reseña Frézier. No hay
prácticamente población blanca asentada allí todavía. La población indígena no
había declinado aún y sus servicios como pescadores, mariscadores, cargadores y
hábiles elaboradores de charqui de pescado eran todavía muy apreciados. Esta
situación demográfica cambiará muy bruscamente en el siglo XIX a partir del año
1825, cuando la naciente república de Bolivia establece aquí su principal
puerto de entrada al Pacífico, tras el prolijo reconocimiento marítimo hecho
por el marino Francis O´Connor, comisionado al efecto por el mariscal de
Ayacucho Antonio José de Sucre. Con la llegada de numerosos comerciantes,
aventureros y mineros, y la construcción del poblado e incipiente puerto, se
verificará un brusco cambio en el modo de vida de estos pescadores y muy pronto
las enfermedades y epidemias troncharán la vida de la mayor parte de ellos.
Los terremotos y la aparición de la epidemia de fiebre
amarilla.
Hacia 1860-1865, bajo control administrativo y económico
boliviano, conocerá Cobija su máximo esplendor, llegando a albergar una
población de casi 5.000 habitantes, incluyendo los numerosos indígenas changos
(Bittmann, 1980). Veinte años después, hacia los años 1880-85, desaparece para
siempre la población aborigen en este puerto como efecto directo de la epidemia
de fiebre amarilla que se descargó con terrible virulencia en el litoral sur
peruano y boliviano en el año 1869.
Dice Don Horacio Larraín Barros: Este doloroso episodio de la
historia humana (la desaparición completa de una etnia ancestral) de esta zona
litoral no ha merecido un estudio serio hasta el presente por parte de los
investigadores, ignorándose cuáles o quiénes habría sido los transmisores y
"vectores" humanos directos de este flagelo. ¿Tuvo algo que ver en
esta pavorosa difusión epidémica la importación masiva a las costas peruanas de
operarios chinos traídos de Cantón, los que se diseminaron por las guaneras de
la costa? No conocemos estudios históricos serios y fundados en este sentido,
pero sospechamos que existe alguna desgraciada relación entre estos dos hechos,
cronológicamente tan coincidentes.
De Cobija, en la actualidad, solo quedan sus ruinas aledañas
a un poblado de pescadores.
Bibliografía relevante:
PARA VIVIR EN COBIJA: PREVALENCIA DEL MODO DE VIDA COSTERO EN
ATACAMA
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-73562015000200014
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