Ruta Muro Norte
(Grieta Sur)
Muro norte es
una quebrada, más bien, una enorme grieta en las estribaciones de la cordillera
costera que se ubica en el extremo norte de la ciudad de Antofagasta. Es un
espacio que concentra fuertemente la humedad y los vientos provenientes del
nor-oeste, por lo que alberga – en su suelo pedregoso, casi sin cubierta
vegetal - una gran variedad de especies, especialmente Atriplex, Tetragonias y
Frankenias lo que posibilita la subsistencia de reptiles y minúsculos, inclusive
en periodos prolongados de sequía. Sus muros permiten los deportes de montaña,
aunque la roca es inestable y requiere de preparación y cuidados extremos al
adentrarse en esta.
Nuestra Tarea
El hacer un
seguimiento a un territorio o dentro de un territorio no es tarea fácil,
especialmente en nuestro territorio en donde abunda la arena, la roca, el
mineral y escasea la vida natural. Muchos querrán visitar estos espacios en las
épocas en donde hay más flora o fauna, es decir la primavera, pero la vida y los
espacios siguen estando ahí y se debe evaluar de manera constante, como afecta
el ciclo climático, la sequía prolongada, el sol inclemente y las actividades
del sapiens-sapiens a tan frágiles ecosistemas. Han de saber – de igual manera
– que la carga de humedad que transporta la camanchaca cada vez es menor, esto
lo hemos medido y también advertida in situ y por muchos años. Pues bien,
adentrarnos por la cordillera costera no solo debe conllevar el ver aves o
zorros, también tiene su recompensa al prodigarnos lugares que son únicos para
practicar deportes de montaña, es decir, senderismo, trekking, trepada y
cumbres, alturas que no igualarán a las máximas cimas del planeta, pero no están
tan lejanas a estas en su dificultad y emoción.
Aún hay flora
y los habitantes del desierto, los minúsculos habitantes de la aridez se van a
sus madrigueras de invierno, las quebradas comenzaron a quedar en silencio ya
que las aves migraron y los zorros se perdieron de las quebradas en vista de la
plaga de perros y humanos que lo invadieron todo. Tras nuestros cerros, que
antaño albergaban al silencio, hoy solo cobijan empresas, faenas y caminos.
Por lo
anterior, no hay que llorar, es lo que decía mi abuela.
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