La Cotorra Argentina
Dicen – los que saben - que la belleza exterior no basta, que
lo realmente importante va por dentro y es dependiente del cómo te comportes, y
la forma en que convives con los que te rodean.
Así parece ser -cuando menos- con la Myiopsitta monachus
Boddaert, también conocida como Cotorra argentina, porque aun siendo un ave bastante
hermosa y que “cae bien” de presencia, en realidad es un problema donde sea que
va.
Y esto no lo decimos nosotros, más bien los expertos de todos
aquellos países que hoy sufren su presencia, como EEUU o España, por ejemplo,
lugares en donde son un grave problema ambiental que no han conseguido
erradicar. Seguramente más de alguien, amante de los animales a ultranza,
querrá decir que no puede ser, pero lamentablemente lo es.
Una característica que hace a esta ave muy especial, es que
es el único loro capaz de construir sus propios nidos, a diferencia de los
demás, que necesitan excavarlos en laderas o utilizar agujeros en los árboles.
Esta cotorra, por el contrario, es muy hábil construyendo nidos con ramas, los
que no sólo pueden ser unitarios, sino también grandes nidos comunitarios, que
llegan a pesar hasta 200 kilos.
Esto de por sí ya es un problema, puesto que los construyen a
buena altura, por sobre los 6 metros e inclusive pueden llegar a los 10 metros.
Podemos imaginar las consecuencias, entonces, si nos cayera uno de estos nidos
encima. Con que pese treinta kilos ya es más que suficiente para causar
lesiones severas.
Otra característica que las hace indeseables es que pueden
portar -y portan- varias enfermedades que afectan a otras aves, como ciertos
protozoos del género Cryptosporidium, y también otras que podrían afectar al
ser humano, como las bacterias Salmonella y Escherichia coli.
Aunque se ha dicho que una condición para su establecimiento
en un lugar nuevo es la disponibilidad de árboles frutales que les proporcionen
alimento, lo cierto es que en Antofagasta llevan ya más de 5 años, y no sólo
han sobrevivido, sino que además se reproducen. Se ha encontrado que una de las
razones para su sobrevivencia en las ciudades son las propias personas, ya que
muchas de ellas, por ignorancia o por negarse a las evidencias, las alimentan y
protegen, sin saber que con ellos causan un problema ambiental y un daño a las
especies autóctonas. Podemos decir que somos testigos de esto, ya que hemos
visto a gente que las alimenta en conjunto con las palomas, sintiéndose
contentos de verlas entre ellas y muy satisfechos de sí mismos. También se las
ha observado bajando a patios, para comer desperdicios dejados por las personas
e incluso comida para aves dejada de ex profeso.
Se sabe, y lo hemos visto en Antofagasta, que uno de los
sitios de su preferencia para anidar son las palmeras del género Washingtonia,
de las que hay abundancia en la ciudad ¿El Por qué? nadie entiende la razón. Se
tiene la costumbre de plantarlas en plazas y avenidas en lugar de poner árboles,
que sería lo correcto. También utilizan postes de la energía eléctrica y los
transformadores instalados en ellos, lo que constituye de por sí un gran
riesgo.
Por bonitas que sean, no son aves para permanecer libres en
nuestro país, ni en ningún lugar que no sea sus países de origen, de modo que
quienes las tengan de mascota deben abstenerse absolutamente de liberarlas. De
hecho, al estar definidas por la ley como especie dañina, se pueden cazar y
capturar todo el año, sin otra restricción que la prohibición de hacerlo dentro
de las ciudades. No obstante, se pueden levantar nidos y retirar huevos y crías
para controlar su número, previa autorización del SAG.
Para saber más:
Cotorra argentina
https://www.avesdechile.cl/468.htm
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