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lunes, 22 de septiembre de 2025

CAMINANTES DEL DESIERTO POR "EL PAPOSO"

Caminantes del Desierto por “El Paposo”

(Ciencia ciudadana en acción)



Las imágenes hablan por sí mismas y nos muestran en las rutas. Trepando cerros, en las cumbres e inclusive bajando por quebradas que parecen impracticables. Somos los Caminantes del Desierto en el territorio del desierto, ciencia ciudadana en acción.

 

Por El Paposo

Comuna de Taltal

 

Nos encontramos caminando por la zona alta de “El Paposo”, por el sector de los miradores, y cada cierta vez miramos al este, a las máximas cumbres que se perfilan desafiantes frente a nuestra mirada. Es ahí donde queremos llegar, por sobre los 1000 metros sobre el nivel del mar, altura en la que es factible divisar guanacos, donde la flora es más diversa y en que, inclusive, cada uno de los cactus columnares (las Eulychnias) representa un todo, un universo de vida (una pequeña biota o ecosistema) entre tanta vegetación.

La distancia a caminar no es impedimento para acceder a la cumbre, más bien es la prudencia; esta nos muestra el lado más accesible, el menos arrasado por las lluvias, el más compacto y con menor pendiente del terreno que queremos abordar. Todo es un desafío, cada paso se hace con mesura; tenemos claro dónde vamos, pero ante cualquier evento debemos tener claro por dónde volver y el camino a la cumbre, por el que vamos, no es el mismo camino que haremos de vuelta, ya que resulta impracticable para bajar.

Se acerca la camanchaca, avanzando amenazante y muy baja, arrastrándose cual reptil por las laderas de los cerros. Es probable que nos cubra y debamos bajar (por prudencia), pero mágicamente cambia de rumbo o simplemente se disipa. El oeste del territorio, ese que da al mar, ya está cubierto; solo es cosa de tiempo para que nos cubramos de sombra y humedad, para dejar de usar la vista y depender de los otros sentidos y de la orientación.

Finalmente, ya estamos en la cumbre, contemplando atónitos tamaña maravilla de la naturaleza. Fotografiamos cuanta forma de vida se muestre o cruce ante nuestras cámaras (flora, líquenes, insectos), recorremos el lugar en búsqueda de todo lo que podamos hallar, recibiendo más de alguna sorpresa. Algunos de nosotros –por cierto– vamos más preocupados de cuidar a los asistentes (las selfies actuales no son seguras) y, luego de extasiarnos de colores, aromas e impresiones, llega el momento de volver, por otra ruta y teniendo mayor cuidado.

 

La parte científica:

 

Estas actividades que realizamos, aquellas de observar y registrar, y luego el mostrar a ustedes y a muchos más (incluso del extranjero) lo que hemos hallado, son parte de lo que se conoce como “ciencia ciudadana”.

La ciencia ciudadana es una colaboración activa (impensable hace algunas décadas atrás) entre el mundo científico y la comunidad, que se traduce en una recolección de datos mayor, que no podría realizar un pequeño grupo de personas. Se puede cubrir así un mayor territorio en menos tiempo, alcanzando un conocimiento más acabado de la zona y –en el presente caso– de nuestra región y su biodiversidad.

Nosotros, como Caminantes del Desierto, no nos hemos quedado atrás en esto de la ciencia ciudadana, como quienes nos siguen habrán podido comprobar.

Nuestras actividades son siempre tendientes a obtener mayores y más acabados conocimientos sobre nuestra región, su historia –tanto física como social– y su biodiversidad, y esto se extiende –naturalmente– a aquellas salidas a terreno que realizamos con nuestros miembros y seguidores, yendo a los diversos rincones de nuestra región –y de las adyacentes– en procura de obtener y luego entregar estos conocimientos. Esto lo hacemos siempre con la plena colaboración de los participantes, que se ocupan en buscar y registrar las especies que puedan encontrar en los lugares que visitamos con interés y permanente entusiasmo.

Es así que hemos podido aportar más que algunos granos de arena en áreas como la botánica, la entomología o la aracnología, si bien no siempre nuestros esfuerzos han sido bien acogidos por quienes debieran hacerlo.

Siempre se ha tenido la idea de que la ciencia es absolutamente certera y que nunca se equivoca, pero la realidad es otra. Lo cierto es que la ciencia tiene la razón solo hasta que se descubre evidencia de que puede haber inexactitudes, como ha ocurrido —más de una vez— cuando se demuestra que existe una cierta especie en nuestra región y se nos contesta que eso no es posible, porque —según los expertos— no se encuentra presente acá. Para luego tener que aceptar que sí, que efectivamente la falta de mayores –y mejores– estudios no ha permitido –hasta el momento– conocer y registrar a cabalidad nuestra biodiversidad, el patrimonio de Antofagasta-Chile.
























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