CUANDO MEJILLONES ERA LA FRONTERA NORTE DE CHILE.
Wilfredo Santoro Cerda (Extractado de Revista
"Induport" N.º 11)
Wilfredo Santoro Cerda
Hubo un tiempo en que Chile llegaba hasta Mejillones. Aún se
mantiene altivo el hito construido para decir “hasta acá llega Chile”. Tal hito
es un verdadero monumento histórico que yace oculto y olvidado en el desierto
norte de nuestra comuna. Y el tiempo en que Mejillones fue la frontera norte de
Chile fueron años decisivos en la historia de nuestro país. Décadas que
desembocaron en una guerra por la posesión del Desierto de Atacama.
Cuando recién se liberaron las colonias españolas, dando paso
a las nacientes repúblicas, el Desierto de Atacama no le interesó a nadie. Fue
denominado el “descampado” o “despoblado” de Atacama y no produjo mayores
fricciones. Perú se autolimitó al sur hasta el Río Loa, Chile mantuvo Copiapó
como su avanzada norte, con alcance hasta Taltal y Bolivia funda Cobija, entre
Perú y Chile. La acción altiplánica –desarrollada en 1825- fue visionaria.
A fines de la década del 30 se descubre guano blanco en la
Península de Mejillones. El empresario francés Domingo Latrille comienza su
explotación, planteándose por primera vez el tema de los límites. Hasta el
momento era “tierra de nadie”. Chile alegaba la pertenencia del “despoblado de
Atacama” mientras que Bolivia reclamaba que su jurisdicción se prolongaba hasta
Coquimbo.
Lo cierto es que –basándose en mapas y leyes coloniales
absolutamente verídicos- este territorio podía ser chileno, boliviano, peruano
e incluso argentino. Ya que era tal la contradicción de estos documentos en 300
años de administración remota, que existían decretos reales para defender la
posición más inverosímil.
Fue en ese marco legal que Chile buscó normalizar la
situación de límites. El año 1842 el presidente Manuel Bulnes promulgó una ley
que declaró de propiedad chilena los guanos ubicados de Mejillones al sur,
fijando de esta manera como límite el paralelo 23. Este paralelo queda unos
pocos kilómetros al norte de Punta Angamos y –por la costa- poco antes de
llegar a Chacaya.
De esta manera Mejillones se convirtió en el límite norte de
Chile. Esta decisión provocó serios diferendos entre Chile y Bolivia, lo que se
agravaban en 1846. Tal año la goleta de guerra “Janequeo” enarbola la bandera
chilena en Punta Angamos.
Goleta de guerra “Janequeo"
Esto genera una reacción boliviana que desplaza efectivos
desde Cobija y toma preso a los empresarios, por explotar ilegalmente guano
boliviano. Nuestro país reacciona enviando la fragata “Chile”, bajo el mando
del comandante Simpson, quien libera a los guaneros y construye un fortín. Será
esta estructura militar menor la que le da el nombre a la playa “Punta
Cuartel”, que ahora es más conocida como “Punta Rieles”.
Cabe destacar que hasta ese año Mejillones técnicamente no
existía. Existían campamentos nómades de guaneros que iban barriendo la costa
de guano blanco, como sucedería más de un siglo después con el alga gracilaria
(pelillo).
El 23 de noviembre de 1857 –en la histórica corbeta
Esmeralda- desembarca en Mejillones el equipo de peritos que definirán el lugar
exacto del paralelo 23 donde se levantará el hito, que es construido por
personal had hoc que transporta la gloriosa nave.
Sólo cinco años después –en 1862- nacería Mejillones. En esa
fecha el empresario chileno Juan López descubre un cuantioso yacimiento de
guano rojo en el Morro de Mejillones. Esto obliga al nacimiento de un pueblo.
GEMELOS
Al igual que Roma, que tiene su origen en la leyenda de
gemelos, Mejillones también nace de un parto doble. Un poblado en el sector
denominado “Caleta Ño Robles” (que fue rebautizado como “Ancora”) y otro en “El
Rincón” (que se mantuvo con una ligera variación: “La Rinconada”). Ambos
poblados nacieron por necesidad y gestión de la Sociedad de Guanos López,
Torres, Garday, que tienen un rol fundamental en el nacimiento de nuestra
ciudad.
Como se puede ver, Mejillones nació en territorio chileno,
fundada por chilenos. Es decir, su origen es absolutamente chileno. Está
refrendado por documentos del Gobierno chileno que el 24 de diciembre de 1862
traspasa las tres manzanas principales a la sociedad, para que den curso a sus
labores y campamento.
Pero el descubrimiento de López provoca trastornos
internacionales. Bolivia nunca reconoce la ley chilena del límite en el
paralelo 23 y continúa porfiando su extensión hasta Taltal... A pesar de que no
tiene gente ni siquiera para poblar Cobija.
Tal animadversión se manifiesta el año 1863 en Oruro, cuando
el Congreso se reúne para tratar el “caso Mejillones” considerando que la
“apropiación” de dicho territorio por parte de Chile y de esta forma, la
apropiación de sus riquezas guaníferas recientemente descubiertas ameritaba un
permiso al presidente para declararle la guerra a Chile, de fracasar las
gestiones diplomáticas para la devolución de este puerto.
COMO MEJILLONES PASÓ A BOLIVIA
No hubo ni devolución de territorio ni declaración de guerra.
Llegó al poder de Bolivia un presidente que hizo retroceder a Chile sin
disparar una bala: Mariano Melgarejo.
Este mandatario tiene la peor imagen en Bolivia. Es
considerado tirano y “entreguista”. Pero hay que reconocer que su gestión
diplomática con Chile fue impecable para su país. Consiguió lo que ningún
boliviano ha podido hacer hasta ahora: tomar posesión de territorio que Chile
reclamaba como suyo.
Y lo hizo con algo de lo que también se ha manifestado escasa
la diplomacia altiplánica: flexibilidad. En 1865 una poderosa flota española
intenta reconquistar Perú. Chile reacciona generando también la respuesta de un
vacilante Perú y logrando el apoyo de Ecuador.... todos contra España. Bolivia
-que tenía una autorización de guerra contra Chile- poseía el único puerto del
Pacífico donde la flota española podía reabastecerse: Cobija.
Todo indicaba que lo más conveniente para Bolivia era apoyar
a la potencia o –en su defecto- declararse neutro. No obstante, Melgarejo
anunció a Lima que ellos ingresaban a la alianza contra España. Una vez
terminado el conflicto, Chile apeló a un sentimiento americanista
manifestándole a Melgarejo que tenía la voluntad de solucionar de la mejor
forma todo el problema limítrofe, solamente salvaguardando la inversión
realizada por sus hijos. Por lo tanto, ofrecía entregar soberanía desde el
paralelo 23 al 24 – entregar Mejillones y la naciente Antofagasta- con la sola
condición que las riquezas que allí se hallaban fuesen explotadas a medias.
Tal acuerdo se plasmó en un Tratado... el Tratado de 1866.
Hasta ese año Mejillones fue chileno. Exactamente hasta el 13 de diciembre,
fecha en que se promulga la ley que hace efectivo el Tratado de Límites,
arriándose en Mejillones la bandera chilena e izándose la bandera boliviana.
Antofagasta aún no existía... ni siquiera el nombre... nacería bajo sello
altiplánico.
Bien.... aquella frontera norte demarcada por el hito de
Mejillones se correría a las proximidades de Punta Jara, posteriormente, al
finalizar la guerra se desplazaría a Tacna y en 1929 hasta la Línea de la
Concordia, entre Arica y Tacna, donde aún se mantiene.
CONSERVACION
Mientras tanto a nosotros nos queda ese hito. Ese tremendo
pedazo de historia que no hemos sabido conocer, valorar ni mostrar. Ahora se
nos presenta una gran oportunidad de salvaguardarlo en la debida forma.
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